Reproducción íntegra del artículo del enlace que encabeza esta entrada…
Este es el noveno año en que aparece esta entrada de 12 meses representados por 12 fotografías. Iniciativa del año 2007, que posteriormente se desdoblaría en dos, separando los viajes, y más recientemente en tres, dándole su espacio a la fotografía con película tradicional.
Por si no erais conscientes, el de la fotografía del encabezamiento, este soy yo.
Estas doce fotografías, una por cada mes del año, no pretenden ser representativas de nada,… o de todo. Están realizadas todas ellas en Zaragoza, mi ciudad, para bien y para mal, con las cosas que me gustan de ella y las que odio. Pero que a estas alturas de mi vida veo difícil que no sea mi hogar para siempre. Así que si estas fotografías han de representar algo es que estoy vivo y miro al mundo.
No me enrollo más, simplemente os dejo con las doce fotos de doce meses de este 2015 que se nos acaba, deseándoos todo lo mejor para el 2016 que se nos echa encima.
Enero – Una reunión de viejos trenes y automóviles nos reunión a unos cuantos aficionados a la fotografía en Casetas, en un día realmente frío.
Febrero – No dejo de salir a fotografías la rosaleda del Parque Grande, cuando la situación es propicia… incluso apuntando un poco de luz extra con el flash de mano este año.
Marzo – Una mañana ocupada, tras pasar por el banco de sangre como cada tres meses, dar una vuelta por la plaza de los Sitios donde recreacionistas de diversos países recordaban el malhadado episodio histórico de los Sitios de Zaragoza.
Abril – El taller de retrato organizado por Fotógraf@s en Zaragoza centró buena parte del tiempo libre en este, más allá de la escapada de Semana Santa a Italia.
Mayo – No faltan los paseos por los rincones más recoletos de la ciudad a lo largo del año.
Junio – Con buena parte del mes fuera por vacaciones, destaquemos una visita a las exposiciones del Centro de Historias con algunos amigos de Fotógraf@s en Zaragoza.
Julio – De vez en cuando hay que probar algún material fotográfico nuevo como el «soft focus» de Pentax.
Agosto – Los recorridos por las zonas verdes de Zaragoza, como las riberas del Canal Imperial de Aragón, son también preceptivos a lo largo del año.
Septiembre – Dentro del Festival Asalto y patrocinado por Fujifilm, un fotopaseo por el Casco Histórico, en el que pude divertirme probando una X100T.
Octubre – Aunque suelo huir de Zaragoza en estas fechas, no podía faltar alguna imagen de las fiestas del Pilar.
Noviembre – Son tiempos socialmente convulsos y no faltan las manifestaciones populares; algunas tristemente repetidas aquellas que luchan contra la violencia de género.
Diciembre – Finalmente me despido, festivamente, desde el tradicional ChocoEncuentro de Fotógraf@s en Zaragoza.
Reproduzco como ayer, el artículo del enlace inicial.
Este año, como en los anteriores, he seguido dedicando parte de mi tiempo fotográfico a mi pequeña colección de cámaras clásicas o simplemente antiguas, para película tradicional. Y la he utilizado en una diversidad de situaciones. Por ejemplo, en la entrada de ayer sobre mis viajes, sólo aparecía una fotografía realizada con una cámara para película tradicional, la de Barcelona. Pero hubo más, como podréis comprobar a continuación.
Monte Baldo sobre el lago de Garda – Voigtländer Perkeo II + Kodak Tri-X 400 @ IE 200
Catarata americana en Niagara Falls – Fujicolor QuickSnap Marine + Fujicolor Superia X-Tra 800
Tranvía en las calles de Zúrich – Leica M2 + Summicron 50/2 colapsable + Kodak Tri-X 400
Me gusta usar el formato medio, y me encanta utilizar la Hasselblad 503CX. Pero es muy pesada para sacarla a pasear con comodidad. Por eso la he usado mucho en casa, en bodegones. Aunque no ha sido la única.
Pentax MX + Kodak Portra 160
Hasselblad 503CX + Kodak Tri-X 400
Pentax MX + Kodak Portra 160
Hasselblad 503CX + Kodak Trix-X 400
Pentax MX + Kodak Portra 160
Hasselblad 503CX + Ilford FP4 Plus
Durante los meses de abril y mayo de 2015 realizamos un interesante taller de fotografía de retrato organizado en el seno de Fotógraf@s en Zaragoza (FeZ). También me llevé a este taller algunas de mis cámaras para película tradicional, con interesantes resultados. Tanto como cámaras de reportaje como para realizar los ejercicios de retrato.
Hasselblad 503CX + Fujifilm Neopan Acros
Hasselblad 503CX + Kodak Portra 400
Pentax MX + Kodak Portra 400
Pentax MX + Kodak Tri-X 400 @ IE 1600
Pentax MX + Kodak Tri-X 400 @ IE 1600
No han faltado los paisajes, tanto en su versión de naturaleza como en los paisajes urbanos que uno encuentra en sus paseos por la ciudad.
Huerta de Las Fuentes – Pentax MX + Kodak Portra 160
Gran riada del Ebro en febrero – Hasselblad 503CX + Fujifilm Neopan Acros
Arte a partir de desechos en Botorrita – Fujifilm GS645S Professional + Kodak Portra 160
Paisaje rural en Pastriz – Fujifilm GS645S Professional + Kodak Portra 160
Por supuesto, cuando uno camina por las calles de la ciudad con una cámara no siempre fotografía el paisaje urbano. En ocasiones son las gentes que lo integran las que nos llaman la atención.
Parque del Agua – Hasselblad 503CX + Kodak Portra 400
Curiosos en la riada del Ebro – Hasselblad 503CX + Fujifilm Neopan Acros
Delicias es mar – Fujifilm GS645S Professional + Kodak Tri-X 400
Terraza del IAACC Pablo Serrano – Pentax MX + Kodak Portra 160
Photowalk Miralbueno – Voigtländer Perkeo II + Kodak Portra 160
Paseo fotográfico patrocinado por Fuji – Fujifilm GS645S Professional + Kodak Portra 800, revelada debido a un error como blanco y negro
Comparsa de gigantes y cabezudos para el Pilar – Pentax MX + Kodak Portra 160
Otro apartado de interés es utilizar cámaras de juguete, o extremadamente antiguas… lo que los modernos llaman fotografía «lo-fi», de «baja fidelidad»… También he tenido oportunidad de usar este tipo de cámaras.
Recreación de los sitios – Kodak Pocket A-1 + Lomography Color Tiger 200 ISO 110
En la Alfranca con Fotótraf@s en Zaragoza – Kodak Pocket A-1 + Lomography B&N Orca 100 ISO 110
Canal Imperial de Aragón – Cámara Indiana Jones + Kodak Tri-X 400
Plaza de España – Afga Billy Jgestar + Kodak Tri-X 400
No están todas las que son, pero son todas la que están. Aun me quedan algunos carretes recientes por revelar… que a lo mejor aparecen en el resumen de dentro de un año. De momento os dejo con unas instantáneas del Museo de Zaragoza, correspondientes a los últimos carretes expuestos y revelados.
Comienzo mi balance anual fotográfico. No me quejo de cómo ha ido el año. Después de las incertidumbres y vicisitudes del 2014, este año ha sido relativamente tranquilo en lo que se refiere a viajes. No exento de sobresaltos, pero bien. Como hitos principales, voy afianzando mis escapadas a Italia en Semana Santa, hemos realizado un viaje por Canadá, no el que pensábamos en principio, pero bien ha estado, y ha habido otras escapadas que no han estado mal. Quizá la ausencia más notable es que no me he escapado a Madrid en todo el año, lo cual es raro.
Como de costumbre os lo cuento en fotos. Comenzamos el año con algunas excursiones por los alrededores de Zaragoza, modestas pero no carentes de interés.
Sobre la presa romana de Muel con Fotógraf@s en Zaragoza.
También con Fotógraf@s en Zaragoza, en las grandes riadas de febrero en la Alfranca.
Paisaje de los Monegros cerca de Farlete.
El primer hito viajero importante fue a primeros de abril, en la escapada de Semana Santa a Italia. Instalados en Verona, recorrimos algunos de sus alrededores más interesantes.
La tradición de sobar la teta de Julieta en la presunta casa de los Capuletos.
Recorriendo el interesantísimo casco histórico de Mantua.
Navegando por el lago de Garda.
Antes de las vacaciones de verano, las más importantes por duración y ambición, tuve la oportunidad de desplazarme a Galicia por motivos de trabajo, y de hacer alguna otra escapada por los paisajes de Aragón.
El casco histórico de Santiago de Compostela.
Pequeña playa y Torre de Hércules en La Coruña.
El ocaso en la sierra de Algairén.
Y finalmente, en el mes de junio, llegó el esperado viaje a Canadá. Siguiendo el río San Lorenzo entre Niagara Falls y Tadoussac, con visita a las principales capitales canadienses.
Montreal desde los miradores del Mont Royal.
Toronto también tiene su «flatiron».
Navegando entre las «Mil Islas» del San Lorenzo en Kingston.
Como no, el arco iris en las cataratas del Niágara.
Malabaristas en la Terrasse Dufferin de Quebec.
Paisaje de la entrada al fiordo de Saguenay en Tadoussac.
Entre agosto y octubre, tuve un par de escapadas a países centroeuropeos, caracterizadas por el tiempo lluvioso y frío… pero que fueron bien aprovechadas no obstante.
Vistas desde lo alto del Monte Pilatus, cerca de Lucerna.
Lago de Lucerna o de los Cuatro Cantones en Brunnen.
La Staatsoper de Viena desde la terraza de Albertina.
Entre los viñedos de Grinzing.
Ya encarando el final de año, sólo dos escapadas a destacar; el taller de fotografía con cámaras de gran formato en Barcelona, y una escapada al Parque Natural del Moncayo para ver el sol, en un mes de diciembre cargado de nieblas en Zaragoza.
Espero que el 2016 venga al menos tan propicio en viajes como el 2015. Si no mejor.
Taller de fotografía con cámaras de gran formato en Vilassar de Dalt.
Para este día de bromas con más o menos gracia que salpican los medios y las redes sociales en el mundo hispánico, tenía varias alternativas. ¿Libro? ¿Cine? … el caso es que en los próximos días me voy a poner en modo fin de año y algo tenía que dejar para comentar con «retraso». De momento, me entero esta semana en que el ordenador desde el que escribo, de finales de 2009, ha pasado a ser considerado «vintage» por su fabricante. Normalmente, en otro tipo de productos esto significa que se revaloriza por sus características añejas… pero en el mundo de la tecnología es lo contrario. Lo consideran camino de la obsolescencia, y tal vez futuras actualizaciones de software ya no funcionen o no lo hagan correctamente. Seis años son al parecer el margen que te dan para aprovechar tus equipos… Bueno. De momento funciona perfectamente. Pero por si acaso, empezaré a ahorrar.
A lo que iba. Downton Abbey. Ese es el tema elegido para este último lunes de diciembre, festividad católica de los Santos Inocentes. Matanza de niños en Belén por mandato de Herodes. Siempre recordaré la representación en mármol en el piso de la catedral de Siena de este episodio bíblico. Con los niños vivos con la cara de mármol blanco y los apiolados de mármol amarillo. Una vez leí que, dada la demografía previsible de la población judía en aquellos tiempos, de haberse ejecutado la matanza, de la cual históricamente no consta prueba documental alguna, habría afectado a 1 ó 2 niños… Muy lejos de las dimensiones desmesuradas que publicita la iglesia católica, que nunca se ha llevado muy bien con los números y las matemáticas… Pero ya estoy en modo disgresión de nuevo. Ya me perdonaréis. Es la pereza vacacional en la que estoy sumido.
Escena de la matanza de los inocentes en el piso de la magnífica catedral de Siena, Italia.
Como decía, el día de Navidad se despidió, nos dicen que para siempre, Downton Abbey. El año de su primera temporada, este culebrón británico de época causó auténtica sensación. Y lo que es más sorprendente, no sólo lo hizo en sus islas Británicas de origen, donde puede ser muy comprensible, sino también en el resto de Europa, también se puede entender, y sobretodo al otro lado del charco, en la republicana sociedad norteamericana. Cierto es que siempre hubo guiños a los yanquis para que se enganchasen, empezando por la nacionalidad de origen de la condesa consorte de Grantham (Elizabeth McGovern). Y no digamos los duelos dialécticos entre la norteamericana madre de la condesa, la señora Martha Levinson (Shirley MacLaine), y la condesa viuda de Grantham (Maggie Smith), uno de los personajes clave del culebrón por las magníficas y divertidas líneas de guion que los responsables de la serie le han proporcionado a su estupenda intérprete.
Cuando uno ve o lee una obra de ficción, ha de entrar en eso que se ha dado en llamar la suspensión temporal de la incredulidad. Cierto es que una obra de época se podría elaborar con un mínimo de la misma… pero recapitulando, el lapso de tiempo real entre el momento en que empezó el serial hasta que terminó ha sido de cinco años, en tiempo interno de la acción han sido trece años, casi catorce. Los personajes aparecen a lo largo de esos casi catorce años como si no hubiesen envejecido ni un instante. Nada. Incluso parecen más jóvenes gracias a las diferencias en las modas entre los años 20 y los 10 del siglo XX. Entre el 14 abril de 1912, día del hundimiento del Titanic, y la primera semana de enero de 1926, en plenos felices 20. Siempre pensé que acabarían la serie con el crack de 1929, como punto definitivo de inflexión entre el estilo de vida antiguo heredado de la época victoriana y las necesidades de la época moderna. Pero han optado los responsables de la serie por cortar en un momento en que han podido colocar un «comieron perdices y vivieron felices».
En el episodio final, el especial de Navidad de 2015, se ruedan algunas escenas en un castillo que me recordó al de Warwick.
Y es que hay que reconocer que el tono de la serie ha ido evolucionando notablemente. En las primeras temporadas había una dosis no desdeñable de drama, y de vez en cuando apiolaban a algún personaje, bien por necesidades del guion, o porque su intérprete decidía buscarse la vida en otras aventuras interpretativas. Con el tiempo, esto fue pasando, y la serie, siempre de buena factura, fue un paradigma de buenismo acrítico en ese paraíso de otros tiempos que es la hacienda de los Crawley.
Dentro de la manifiesta condición de drama coral de Downton Abbey, siempre hubo una protagonista en el cotarro, Lady Mary (Michelle Dockery), la hija mayor y más caprichosa de los Crawley. Personaje que a veces te caía mejor, especialmente en los deslices de su juventud, a las «niñas» Crawley les han puesto muchos inconvenientes para llegar vírgenes al matrimonio como mandaban los cánones de la época, y otras peor, cuando se ponía de hermana perra y cruel de su hermana mediana, Lady Edith (Laura Carmichael), la «pupas» de la serie. Sin embargo, en las últimas temporadas el protagonismo se ha ido equilibrando, y los guionistas han decidido compensar a la sufrida Edith de todas sus desgracias. Por supuesto, la auténtica hermana simpática, guapa y que todos quisimos, Lady Lybil (Jessica Brown Findlay), nos duró demasiado poco.
Por el estilo y el entorno bien podría haber valido para los propósitos de la serie.
Una cuestión que la serie pretendió, al estilo de su referente antecesor más clara que fue Upstairs Downstairs (Arriba y abajo), es dar igual protagonismo a la familia noble y a su brigada de servidores. Pero más allá de las insoportables desdichas de la pareja formada por Anna (Joanne Froggatt) y el señor Bates (Brendan Coyle), los criados de la casa han funcionado siempre más como alivio cómico que con los dramas propios. Creo que Upstair Downstairs fue en general una serie con más profundidad argumental y temática, mientras que Downton Abbey ha optado por la magnificencia y la espectacularidad en la producción, con argumentos más ligeros. Un punto para la serie de los años 70.
Se nos han ido los Crawley. Con ellos el principal drama de época del momento. Da la sensación de que ha dejado un hueco, que será difícil de ocupar, si es que alguien lo pretende. Nunca se sabe si el público quiere más de este tipo de productos, o el éxito de la serie, excelentemente realizada e interpretada, ha sido fruto de estar en un momento y en un lugar adecuado. Ya veremos. Eso si no les da por resucitarla en un futuro, quizá con nuevos intérpretes. Lo intentaron con Upstairs Downstairs, pero aunque consiguieron unas secuelas interesantes, no se consolidaron en la parrilla televisiva.
En cualquier caso, hemos pasado muy buenos momentos con los Crawley, y los conservaremos en nuestra memoria. Hasta siempre.
Pero no,… se trata de otro castillo, el de Anwick, que yo no the tenido la oportunidad de visitar.
Último domingo del año, últimas recomendaciones sobre fotografía de la última semana completa del 2015. Hoy también me ha pillado el toro, y comienzo a redactarlas a una hora tardía. Así que iré rápido. De momento, como de costumbre, el tablero…
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Y después el enlace a las recomendaciones, y algunas fotografías tomadas con teleobjetivo largo, que no es nada habitual en mí.
En plena epidemia de nieblas, la tarde de Nochebuena amenazaba sumirnos en un profundo aburrimiento. Y por ello nos planteamos darnos una vuelta por las salas de cine a una hora prudente para luego llegar al momento de la cena. Al final,… me encuentro solo, y decido irme de todas formas, para evitar un atocinamiento excesivo en estos días de excesos gastronómicos. Al fin y al cabo, el paseo desde mi casa a los cines es de 40 minutos… y aunque la niebla no lo hacía muy apetecible, era una forma bajar algo de la comida de estos días. Opto por esta película, ya que la perspectiva es la supresión de la versión original en la cartelera a partir del día de Navidad, y me apetece ver como evoluciona su protagonista, una chica que siempre me ha gustado. La película, dirigida por Sarah Gavron, se puede encontrar en la cartelera española doblada y con el título traducido, pero el plural, de «Sufragistas».
En la película, seguimos los avatares de Maud Watts (Carey Mulligan), obrera de 24 años en una lavandería londinense en el East End, casada y con un hijo, en las vísperas de la primera guerra mundial, cuando el movimiento de las sufragistas dirigidas por Emmeline Pankhurst (Meryl Streep), está impulsando un activismo más firme e incluso violento ante la negativa del gobierno y el parlamento a permitir el voto femenino. Maud entrará reticentemnte en el movimiento, impulsada por su compañera de trabajo Violet Miller (Anne-Marie Duff) y por la farmacéutica que les ayuda con sus problemas de salud, Edith Ellyn (Helena Bonham Carter). Por el contrario, se verán amenazadas constantemente por la actitud represora del gobierno, personalizado por el inspector Arthur Steed (Brendan Gleeson).
Nos vamos a Londres para ilustrar esta entrada, claro. Aunque opto por el aspecto intemporal del blanco y negro. Algunas cosas pasan en las cámaras del parlamento,… sip.
Drama histórico el que nos plantea Gavron, sobre el movimiento sufragista, que contiene las tradicionales virtudes del cine de época británico. Una cuidada puesta en escena y diseño de producción, junto las sólidas virtudes interpretativas de los elencos británicos. Sin embargo, la película tiene algunos problemas. El primero es optar por dar el protagonismo absoluto al personaje principal, que se apropia de la película dejando a otros personajes interesantes, que podría haber enriquecido el filme. El segundo es que tira de tópicos. Tópicos que fueron tristemente reales, como los encarcelamientos, las alimentaciones forzadas, la triste situación de las obreras,… pero que no son tratados con profundidad. El tercero es que hay una frialdad general en el tratamiento formal de la película que alejan emocionalmente al espectador. Creo que hay una escena importante en la película, una madre es separada de su hijo en un acto de dominio patriarcal injustificado desde nuestro punto de vista actual, que sin embargo llega y pasa con un impacto emocional muy moderado.
Las interpretaciones están globalmente bien, como ya digo los elencos británicos son muy sólidos, y aunque Carey Mulligan siempre me ha parecido una buena actriz con gran potencialidad, creo percibir un cierto encasillamiento en el tipo de mujer que interpreta. Su elevado tiempo de presencia en pantalla hace que el resto del reparto no aporte lo que podría haber aportado. La presencia de Streep como líder dura del movimiento sufragista es poco más que anecdótica.
Pero el ambiente principal de la película está en el East End londinense, donde residen y trabajan algunas de las protagonistas del filme.
Los movimientos de rebelión o revolución sociales han mostrado ser difíciles de llevar a la pantalla. Pocas veces se libran de los lugares comunes, y es difícil mostrar todos los matices que acompañan a movimientos complejos. Por eso no es fácil encontrar películas de este tipo entre los grandes dramas del cine. Algunos hay. «Suffragette» tiene buenas intenciones, y aunque sea una producción de carácter histórico su tema sigue plenamente vigente. Desde la alta política, recientemente era noticia que un país como Arabia Saudita había permitido cierto grado de derechos políticos a las mujeres en 2015, más de cien años después de los hechos narrados en el filme, hasta lo relativamente anecdótico, cuando se viene discutiendo o nos sorprende el giro «feminista» que adopta la nueva entrega de «Star Wars» con personajes femeninos potentes. Muchas cosas por cambiar, entre medias, todavía. Pero quizá esta película no va a tener el adecuado impacto que debería haber tenido con una realización más potente.
Unos barrios de Londres tradicionalmente asociados con las malas condiciones sociales que derivaron del crecimiento descontrolado de la revolución industrial.
Hoy es viernes, día de la semana en el que menos suelo actualizar este Cuaderno de Ruta… es como si fuese mi día de descanso a estos efectos. Hoy es el día de Navidad, uno de los días del año que personalmente acojo con menos entusiasmo. Hoy es el enésimo día en el que la niebla cubre y aburre Zaragoza en lo que llevamos de mes, lo cual me ha llevado a estar muy inactivo fotográficamente, entre otros motivos… Hoy por lo tanto, era un día apropiado para dejar descansar este Cuaderno de Ruta.
Pero he recordado que tengo unas cuantas fotografías en barbecho, tomadas con la veterana Voigtländer Perkeo II y película negativa en blanco y negro Kodak Tri-X para formato medio de tipo 120. Y que no han aparecido todavía por aquí… Así que por qué no… Siempre está bien recordar algunas de las maravillas naturales que nos quedan por aquí.
(Esta imagen anterior tiene una doble exposición accidental… pero he decidido que la pongo igual…)
Con la llegada de las navidades, apenas encontramos novedades, pero sí finales de temporada. Muy interesantes los que traigo. Así que a ellos nos dedicaremos mientras esperamos pasar las navidades con la mini cuarta temporada de Luther, el especial de navidad de Doctor Who, y el todavía más especial de Downton Abbey, que supondrá el finiquito de la serie después de seis temporadas.
Protagonismo especial para la Hauptbanhof berlinesa (estación central) en Homeland.
Hemos tenido el final de la segunda temporada de The Affair. Esta más que notable serie va evolucionando poco a poco, y si en la primera temporada se nos contaba la historia de infidelidades, con una misteriosa investigación policiaca de fondo, en la que se alternaban los puntos de vista, nunca coincidentes de los dos amantes, Noah Solloway (Dominic West) y Alison Bailey (Ruth Wilson), en esta segunda temporada ha habido algunos cambios que desde mi punto de vista han enriquecido la serie. En esta ocasión, la investigación policiaca ha tomado más protagonismo, dejándonos claro que el asesinado es Scotty Lockhart (Colin Donnell), el hermano del esposo de Alison, Cole Lockhart (Joshua Jackson). Además, para no prolongar innecesariamente los misterios, han permitido cerrar la temporada de modo que el espectador sabe lo que pasó con Scotty. Como lo saben tres de los implicados… Pero también a cambiado la forma de afrontar las situaciones familiares y las relaciones de pareja. Simplemente, y afortunadamente, dando voz a la hora de exponer sus puntos de vista a Cole y la esposa de Noah, Helen Solloway (Maura Tierney). Un acierto. Porque ambos son buenos intérpretes, y sus personajes tenían cosas que decir en todo este embrollo. Esperaremos con ganas la tercera temporada, ya anunciada. Mientras, espero que Ruth Wilson esté presente en la mini cuarta temporada de Luther, con uno de los personajes más atractivos de la televisión,… la misteriosa, atractiva, cínica, pelirroja y peligrosa Alice Morgan. ¿Quién no se enamoraría de esta genial mujer que se reinventa a si misma como una estupenda «femme fatale» del siglo XXI? Yo, sí.
Y en general para los ferrocarriles de todo que atraviesan la capital alemana.
Hemos tenido la segunda temporada de Transparent, que hace un año se presentó como una aparente comedia llena de cargas de profundidad, dirigidas sobretodo a la familia y la identidad sexual. Si la primera temporada fue el momento en que emergieron los problemas y secretos de los Pfefferman, en esta ocasión, hemos encontrado a Moppa (Jeffrey Tambor) y sus tres hijos Ali (Gaby Hoffmann), Sarah (Amy Landecker) y Josh (Jay Duplass), tratando de reencontrar su camino. Sin mucho éxito aparentemente, aunque con algunos logros personales. La serie es mucho más drama que comedia en estos momentos, y no me atrevería a decir que siga lanzando cargas de profundidad… casi habría que decir que está en modo bombardeo por saturación de los temas que trata. Habiendo ido de menos a más, cosa habitual en estas producciones, hemos encontrado metáforas potentes contra los dogmatismos de cualquier clase e intención. También esperaremos con interés el tercera temporada de la serie.
Omnipresentes en el paisaje berlinés de día y de noche.
Y terminaremos con el final de la quinta temporada de Homeland. Una serie que tras ser acogida con entusiasmo en su primera temporada, muchos deshauciaron en su tercera, cuando estiró más de la cuenta la trama inicial de la serie. Pero sinceramente, lleva dos temporadas, con nuevas historias, que están realmente estupendas. Más sobrias, más centradas, mejor cerradas, y que dan ocasión a sus protagonistas a lucirse sin problemas. El personaje protagonista, Carrie Mathison (Claire Danes), ha ido creciendo y madurando, mantenido firmemente por su sólida protagonista, menos dada al lloriqueo permanente. No podemos olvidar que ha estado magníficamente flanqueada por Saul (Mandy Patinkin) y Quinn (Rupert Friend). Este último ya es adorado por todos los fans de la serie. Que nos ha permitido disfrutar de una estupenda Miranda Otto, que es mucho más actriz que lo que su soso papel en The Lord of the Rings hacía suponer, y que nos han sabido a poco las presencias de algunos estupendos intérpretes alemanes como Sebastian Koch o la siempre interesante Nina Hoss. Siempre han sido hábiles los responsables de la serie para aprovechar la más rabiosa actualidad internacional y, estando localizada principalmente en Berlín… y teniendo en cuenta que se rodaría algunos meses antes de sus estreno, a veces daba la impresión de que la iban rodando a la par de las noticias de la semana. A esperar una sexta temporada, que ya está anunciada.
Bueno, y hasta aquí la televisión de esta semana. A pasar felices fiestas.
Incluido los túneles del metro, donde ha sido vista una misteriosa mujer rubia, en un momento de gran tensión.
Después del «rollo» que escribí ayer sobre porqué merece la pena seguir viendo las entregas de la saga Star Wars, toca hablar de la película. Y el comentario lo referencio a la primera de las dos sesiones que le he dedicado, con algunos amigos, en versión original. De ahí que conserve el título original en inglés como tengo por costumbre. Pero ya conté que dos días más tarde la volví a ver en sesión familiar matinal, en versión doblada, con el título de «Star Wars: El despertar de la fuerza».
Parece que hay «pena de muerte» para quien desvele los «secretos» del filme a quienes no lo han visto todavía… Pase… Aunque escuchamos a alguien quejarse de que le habían destripado la película original del año 1977… Hombre… Que la mitad de la humanidad se la sabe de memoria… Pero lo que sí sucederá con este comentario es que la gente sabrá qué puede esperar.
Para empezar, dejar una cosa clara. Yo me lo pasé muy bien con esta película. Me divertí mucho. Es claramente mejor y más interesante que cualquiera de la segunda y maldita trilogía de la saga, no me cabe la menor duda de que es mejor que el Episodio VI, los malditos ositos de peluche y un biquini de hojalata lastran mucho, y no es tan estupenda como el Episodio V. Porque cuando el imperio contraataca… esa película es mucha película. Tiene un guion que supera a todo lo que se ha venido haciendo en el género de acción y fantasía en mucho tiempo, género de superhéroes incluido.
La gran pregunta de la película… también de los aficionados que han analizado los avances estos meses pasados es ¿pero donde está Luke Skywalker?
Oye ¿y respecto a la original? Pues ahí le han dado… Tal vez hayáis podido leer en algunos sitios que acusan a este Episodio VII de ser un «remake» encubierto de la película original, el Episodio IV, de 1977. Yo no voy a decir tanto. Tiene suficientes elementos diferenciadores para considerar la nueva película como el inicio de una nueva historia. Pero tienen una estructura casi clavada.Tienen un «mcguffin» tremendamente similar, aunque lo perdonemos porque en eso nos permitió conocer a R2D2 en la primera película y a BB-8 en la actual. Y ambos son dos de los personajes más simpáticos de la saga. Abusan hasta el exceso de los famosos paralelismos entre películas de la saga que se han comentado desde hace años hasta la saciedad. Ante esta situación, sólo me queda decir una cosa… Para mí, empatan. El Episodio IV es más original, fue más sorprendente, más innovador, más rompedor. El Episodio VII tiene un guion mejor armado y coherente, está mejor dirigida y, atención, mejor interpretada en líneas generales. Que cada uno se quede a la hora de decantarse con lo que más valore.
Respecto a la realización, recordamos que se debe a J. J. Abrams (definitivamente J. J. no son las iniciales de Jar Jar), estoy de acuerdo con los que opinan que se agradece que vuelva a dominar el mundo real sobre los gráficos generados por ordenador. Aunque de esto hay lo suyo, inevitablemente, no tiene ni de lejos el aspecto de película de dibujos animados de la trilogía nefanda. Está rodada con ritmo, las dos horas y quince minutos se te pasan en un suspiro. Y la historia, se considere más o menos original, más o menos trillada, está bien contada.
Finalmente, la gran cuestión se desvela… y yo voy a contar aquí dónde estaba Luke… No tengáis miedo, que no es un «spoiler»…
Como he dicho, el guion está mejor armado, es globalmente más coherente. Aunque Lawrence Kasdan parece tener los mismos problemas con las unidades de espacio y tiempo que George Lucas en su momento. No. Los pársecs, sean 12 o 14, siguen sin ser una medida de tiempo. Un pársec es una unidad de longitud utilizada en astronomía que equivale a aproximadamente a casi 31 billones de kilómetros. Y además, la versión doblada de 1977 tenía la «virtud» de que tradujeron pársecs incorrectamente como «parasegundos», lo que convertía el doble error en un aparente acierto… En esta ocasión, han decidido que los pársecs sean un error universal… Lo deben haber hecho intencionalmente… no creo que sean tan zoquetes. Pero es que además, al igual que en la película de 1977 el paso del tiempo es absurdamente rápido. Especialmente en la parte final, donde los minutos dan para recorrer edificios o estructuras del tamaño de Manhattan. Pero lo dejaremos en que esto forma parte de la idiosincrasia de la saga y, abusando de nuestra suspensión temporal de la incredulidad, asumiremos que un minuto en Star Wars no son los 60 segundos a los que estamos acostumbrados sino más bien algo parecido a media hora.
Pero nada de lo anterior es lo que condiciona en gran medida la aceptación o el rechazo hacia esta nueva entrega galáctica. Uno de los grandes fallos de la trilogía fallida es que los personajes nos importaban un rábano. Actores en estado de acartonamiento casi permanente, incapaces de producir la menor empatía en el espectador, y a los que habían robado toda la parte de humor que acompañaba a la acción y al drama en la trilogía original. En los Episodios I a III, la saga se tomó demasiado en serio a sí misma hasta tal punto de que nos dejó la impresión de que procedía de un universo totalmente distinto, y mucho más aburrido. En esta ocasión no es así… De los protagonistas de la primera trilogía… Bueno, salen los tres, más Chewbacca (Peter Mayhew) y los dos androides, aparte de algún otro personaje menor o anecdótico. Pero de todos ellos, los únicos que adquieren real protagonismo son Chewie y Han Solo (Harrison Ford). Y reconozcámoslo,… la película ya merece la pena simplemente porque nos ha devuelto al mejor Harrison Ford, un actor que creíamos ya muerto, independientemente de que un ente autómata con su aspecto se pasee por el mundo e incluso las carteleras de cine.
Luke está en la verde Irlanda… oye. Como os lo cuento.
En cuanto a los nuevos protagonistas… Pues el piloto simpático y chulito, Poe Dameron (Oscar Isaac), tiene sus momentos, pero está en realidad en una posición secundaria. Ya veremos como crece el personaje, o no, en entregas futuras. El joven despistado que se encuentra sin comerlo ni beberlo en medio del follón, Finn (John Boyega), se hace querer. Le cogemos mucha simpatía. Majo de verdad. Corre el peligro de acabar siendo un «pagafantas», pero allá él. El malo… ah, el malo. Difícil la tarea de sustituir a Darth Vader… He leído bastante que Kylo Ren (Adam Driver) no es un malo de la talla de Vader. Bueno… vamos a ver. Que he visto la primera trilogía lo suficiente como para valorar con racionalidad. Darth Vader (David Prowse) en el Episodio IV es un mascarón. Es casi una parodia de la maldad. El auténtico malo de aquella película, el que tomaba las decisiones más bordes era el Gran Moff Tarkin (excelente Peter Cushing). Darth Vader se hizo grande en el Episodio V. Con esta perspectiva, Kylo Ren no está nada mal y tiene mucho potencial por delante. Especialmente, gracias al enfrentamiento final que tiene con la auténtica protagonista del cotarro, que no es otra que Rey (Daisy Ridley). Es el gran hallazgo del filme, lo que hace que definitivamente yo no lo considere una nueva versión del Episodio IV. Porque aunque ambas historias avancen en paralelo y Rey ocupe el lugar de Luke (Mark Hamill), en realidad Rey es un personaje que nace mucho más complejo, con más capas, mucho mejor interpretado por ese gran acierto de «casting» que es Daisy Ridley. Si, Leia (Carrie Fisher) también sale por ahí. Y no molesta. Y también un montón de amigos de Abrams haciendo cameos. O la hija de Carrie Fisher, una chica desconocida que creo que tiene una o ninguna línea de diálogo, pero que reconoceréis por el peinado muy propio de las Skywalker y derivadas (aunque a mí me recuerda más a la tía Beru de joven que las ensaimadas de Leia).
Retomemos el personaje de Rey. El desarrollo de esta chica, de este personaje, y su antagonismo con Kylo Ren, es evidentemente el hilo conductor de las próximas entregas. Ya hay una variación con respecto a la primera trilogía. En aquella el antagonismo estaba entre una generación y la siguiente. Aquí los dos antagonistas son de la misma generación. Esto sólo ya debe ser el punto de partida para algo… una vez realizado el homenaje a la trilogía original, tienen que ser capaces de contarnos historias nuevas. Porque el gran problema del cine de acción de hoy en día es que nos cuenta una y otra vez la misma historia… y eso, cansa.
Quedan dos años para la siguiente entrega. El director y guionista cambian, y se concentran en Rian Johnson, que nos sorprendió agradablemente con una excelente película de viajes en el tiempo, con un muy buen y exigente guion. Terreno para la esperanza. Mientras tanto, en manos de Disney, la saga se expande, y al año que viene tendremos un «spin off», situado en la cronología interna de la serie inmediatamente antes del Episodio IV. Que con el antecedente de la película que hemos visto hoy, casi seguro que le damos una oportunidad. Uiiggg, que impaciencia.
Sí. Este fin de semana pasado ha sido fin de semana Star Wars. Mañana escribiré una modesta reseña de la película que, ya adelanto, he visto dos veces este fin de semana. El viernes, en versión original subtitulada en castellano, lamentablemente en un totalmente prescindible 3D, con unos amigos. El domingo, en versión doblada al castellano, con mi hermana y mi sobrino de 6 años. Dos experiencias totalmente distintas.
Pero una pregunta ha surgido en estos días… ¿Por qué volver, incluso con cierta ilusión, a ver las nuevas aventuras de la saga creada por Georges Lucas? Al fin y al cabo…
Ya no estamos en los años setenta, los efectos especiales han avanzado mucho, hemos visto en estos años un montón de producciones de ciencia ficción o fantasía, ya no es la absoluta novedad que suponía en el otoño de 1977 en una España en plena transición cuando se estrenaba el episodio IV, que entonces se titulaba simplemente Star Wars (La guerra de las galaxias) y que acabaríamos conociendo tras diversos avatares como A New Hope (Una nueva esperanza).
Son diversas las localizaciones por todo el mundo utilizadas en la saga Star Wars.
Entonces era un adolescente,… cosa que casi cuarenta años después,… pues no. Desde luego, los gustos, las aficiones, los intereses, la forma de pensar de una persona cambian… Lo que tiene sentido que entusiasme a los 13, 14 o 15 años… pasados los 50… Pssss, no sé… De hecho, hoy en día paso absolutamente de casi todas las producciones de acción espectacular, especialmente las de superhéroes y similares, y suelo salir descontento de las que voy a ver, sintiéndome muy frustrado con las «space opera», un género que siempre he considerado favorito.
Por mucho entusiasmo que despertara en su momento, hoy en día hemos aprendido que tiene imperfecciones a porradas. Salvo el redondo episodio V, The Empire Strikes Back (El imperio contraataca), las risas que se pueden hacer con las meteduras de pata y los absurdos de los guiones de las otras película son notables. No hay más que hacer una búsqueda por internet. Para aquellos que se apañen con el inglés sugiero el siguiente vídeo.
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Lleva un rato verlo, son más de 30 minutos, pero es demoledor.
Qué vamos a decir de la segunda trilogía. El episodio I, The Phantom Menace (La amenaza fantasma), es absolutamente prescindible. No aparta nada realmente importante al conjunto de la historia. El episodio II, Attack of the Clones (El ataque de los clones), tiene un guion malo y una realización carente de ritmo y de todo interés. El episodio III, Revenge of the Sith (La venganza de los Sith), es el único que se salva en algunas cuestiones, pero sufre los males generales de esta desafortunada trilogía. Personajes fríos, que no suscitan la mínima empatía del espectador, carencia del humor que se mezclaba con la aventura y el drama en las primeras películas, exceso de imaginería digital que llevaba a que parecieran más películas de animación con algún personaje de carne y hueso por aquí y por allí, guiones malos y mal puestos en escena…
Como digo, teniendo en cuenta lo anterior, como decía ¿por qué sentir algún tipo de ilusión por un nuevo estreno de Star Wars?
Nos han llevado desde los entornos más desérticos y abrasadores hasta los más gélidos.
Porque a pesar de todo lo anterior, como señalan en el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, Star Wars es una saga cultural, histórica y estéticamente significativa. A nivel mundial. El reconocimiento mencionado en realidad se ha otorgado a dos de la películas de la saga, las dos primeras realizadas, y en teoría se refieren a los valores culturales, históricos y estéticos de los Estados Unidos. Pero creo que sin lugar a dudas, en este caso, esa trascendencia se puede ampliar a todo el mundo. Es decir, para empezar, son productos de la cultura que merece la pena conocer y preservar. Es algo que tiene un reconocimiento amplio.
Star Wars propone unos valores, que podrán parecer más o menos simples según quien los analice, pero que son compartidos por amplios sectores de la población. Muchos de ellos son actualizaciones de estereotipos culturales que han gozado del favor de las poblaciones durante décadas o incluso siglos. Se habla de influencias de obras japonesas, están claras las semejanzas entre Luke Skywalker y la Rebelión con Robin Hood y sus proscritos, hay una defensa de la libertades de las personas frente a la opresión de los tiranos,… No creo que haya mucho que discutir sobre esto. Lo que también está claro es que los nombres de Luke Skywalker, la princesa Leia, Darth Vader, Han Solo, R2D2,… son conocidos por muchos, de muchos países, y constantemente referenciados en las obras de la cultura popular de finales del siglo XX y principios del siglo XXI.
Es también una obra muy representativa del tiempo en que nació. Es un ejemplo claro de lo que se ha dado en llamar la posmodernidad. Mucho más que otras sagas o héroes que se han asomado al cine o la literatura de masas con posterioridad. Los superhéroes de DC Comics (Superman, Batman, etc) surgen básicamente en los años 30, y son claramente respuestas al crimen organizado que floreció en Estados Unidos con la prohibición de la distribución de bebidas alcohólicas, la ley seca. Los superhéroes de Marvel (X-men, Los Vengadores, Spiderman, etc) son producto de la guerra fría, especialmente surgen del terror a la bomba y por extensión a la energía nuclear, que produce seres extraños, mutaciones, y a partir de ahí lo que quieras. Star Wars es más reciente,… más moderna,… de hecho es una saga posmoderna.
La posmodernidad surge como respuesta todo lo anterior. Es una corriente cultural claramente anticientífica, aunque las personas que participan de ella no dudan en aprovecharse de la tecnología. Hay una fuerte tendencia al individualismo. Al relativismo cultural y la validez de cualquier opinión. Puede haber un rechazo de religiones tradicionales, pero hay una aceptación de misticismos diversos.
Aunque no han faltado tampoco los entornos de verde exhuberante y mares o lagos llenos de vida…. a veces de vida imbécil (Jar Jar Must Die)
A finales de los años 60 del siglo XX, surgen corrientes culturales que van a extender estas ideas que se han venido incubando. La guerra fría dominada por las carreras científicas produce el rechazo anticientífico. En Star Wars, los héroes luchan con sables láser… las pistolas y cañones se consideran armas impropias de gente civilizada. Los ingenios del imperio galáctico se denominan horrores tecnológicos. Lo cual no impide que vivan en un entorno donde el aprovechamiento de la tecnología es constante.
La «teoría política» detrás de Star Wars nos habla de una república democrática como ideal, pero que es amenazada por el lado oscuro, por la ambición del tirano. Eso sí, una república democrática tutelada por una élite monacal que participa de un misticismo sobrenatural. No muy lejano de lo planteado en The Lord of the Rings (El Señor de los Anillos), del soberano justo, atento y preocupado por sus súbditos a los que escucha, y asesorado por el concilio de los sabios y los magos, frente al Señor Oscuro, tirano esclavizante. Gandalf también fue acogido por muchos grupos posmodernos como símbolo a finales de los 60 cuando se produjo el resurgir de la obra de Tolkien. Aunque este fuese un señor católico muy carca, que basaba su obra en la doctrina social y política de la iglesia católica.
La posmodernidad ha estado dominando desde hace cuarenta años… no ha pasado todavía. Incluso cuando todavía nuestras vidas están tan influenciadas por los desarrollos tecnológicos. Pero lo «políticamente correcto» es una expresión de que cualquier punto de vista hay que respetarlo como válido, y no está bien descalificarlo, por aberrante que sea. El respeto por las minorías, justamente reivindicado, ha dado paso a un relativismo cultural que puede llegar a ser peligroso. Véase las consecuencias en términos de enfermedad y mortalidad de los grupos antivacunas. Pero ahí tenemos a Obi-Wan, cuando se justifica ante Luke por no haberle contado la realidad sobre Darth Vader con aquello que lo que él le había contado era cierto «desde cierto punto de vista». A muchos les ha hecho gracia ese planteamiento… pero estaba ahí de forma sincera. Es fruto de una cultura y una época.
De las localizaciones que he visitado, o he estado en las cercanías, que salen en The Force Awakens, puedo elegir entre Escocia e Irlanda.
La posmodernidad actual no es la única posmodernidad que se ha dado en la historia. La ilustración y el impulso a las ciencias y la tecnología que produjo y que llevó a la revolución industrial del siglo XIX, culturalmente produjo como revulsivo el romanticismo, que a partir de ahí impregnó obras de todo ese siglo. La mas emblemática quizá el Frankenstein de Mary Shelley, que no por casualidad es homenajeado en las escenas finales del episodio III de Star Wars. Darth Vader es el moderno monstruo de Frankenstein, odiado y temido, y que al mismo tiempo surge por el miedo al rechazo y por el miedo a perder a los seres que ama.
Con todos estos condicionantes, con sus virtudes y sus defectos, ¿cómo no se puede estar expectante ante una continuación de una saga que fue precursora de mucha de la ficción fantástica posterior, y ha sido y es mucho más importante e influyente en la cultura popular que la mayor parte de esta producción cultural? Para mí es imposible.
Las emociones no son las mismas que cuando era un adolescente. Mi sentimiento de expectación no tiene el mismo cariz que el que sentía antes de la fallida segunda trilogía. Pero mi curiosidad es infinita. Además, de la misma forma que mis padres me transmitieron su admiración por algunos de sus héroes de infancia y juventud, ahora estamos traspasando la nuestra a nuestros descendientes. Llevamos debatiendo la llegada del nuevo episodio de la saga con mi sobrino de 6 años durante todo el año. Ha sido especialmente gracioso en las últimas semanas cuando el pequeño, a la vista de los avances, carteles y propagandas, a empezado a desarrollar sus teorías sobre lo que iba a pasar en la nueva película, que en nada tienen que envidiar en razonamiento y deducción a lo que muchos «sabios» sobre la saga han ido publicando en este tiempo… La saga no es sólo que continúe,… El universo Star Wars, independientemente de la multinacional que gestione sus derechos y se embolse los dólares, es propiedad ya de la cultura popular, es propiedad de todos. Y probablemente durante mucho tiempo.
Sólo quedaba esperar que la nueva película estuviera a la altura de las circunstancias. Pero mis impresiones sobre eso, os las contaré mañana.
Hoy he escogido Escocia… mañana le tocará a Irlanda.
Como consecuencia de la emisión de la primera temporada de la serie de televisión The Man in the High Castle, una de las series que más me ha gustado este año y que acaban de anunciar tendrá una segunda temporada, me entró la curiosidad de conocer cómo es la novela de Philip K. Dick, del mismo título, en la que se basa.
El hombre en el castillo Philip K. Dick, traducción de Manuel Figueroa Ediciones Minotauro, 2011 Edición electrónica
A pesar del tema, tan apenas visitamos Berlín en el libro.
Como ya comentábamos en la serie de televisión, estamos ante una ucronía. Una historia alternativa a la real, en la que se plantea una hipótesis cuando menos inquietante. ¿Qué hubiera sucedido si el Eje hubiera ganado la Segunda Guerra Mundial? Y nos encontramos con dos potencias en plena «guerra fría». El Reich alemán que controla casi toda Europa, África, parte de Asia y parte de América, y el Imperio del Japón que controla gran parte de Asia, el Pacífico y parte de América. Los antiguos Estados Unidos se dividen en una gran parte oriental anexionada al Reich, una parte occidental convertida en estado títere del Japón, y una zona central en las Montañas Rocosas, neutral. Hay tensiones políticas. Hitler está retirado por enfermedad, y su sucesor acaba de fallecer. Entre las opciones a tomar el poder en el Reich, mucho más adelantado tecnologicamente, están quienes quieren un ataque fulminante contra el Japón para conseguir el dominio completo. En medio de este escenario encontramos una serie de personajes que se mueven condicionados por el mismo. Y de fondo una misteriosa novela, que narra como ucronía dentro de la ucronía, una historia alternativa a la oficial de la novela, en la que el Eje hubiera perdido la guerra…
Brevemente aparece cuando un espía alemán vuelve a la capital del Reich, tras una incursión en San Francisco.
Tras la lectura del libro me quedan varias cosas claras. La serie toma las ideas generales y una parte de los personajes del libro, para construir una narración distinta, con implicaciones también distintas, especialmente porque «el hombre en el castillo» son dos personas totalmente distintas en ambos casos. Philip K. Dick no nos propone soluciones a un problema concreto. Nos propone un escenario con unos antecedentes históricos y unos potenciales futuros no definidos. Además, hay un momento en el libro en el que plantea la existencia de realidades distintas de forma alternativa, en paralelo. Juega por lo tanto con esa idea que tan de moda se ha ido poniendo con el tiempo de los multiversos, una diversidad de universos con historias distintas. Un precursor.
Tampoco el Japón, Kioto por ejemplo, sale mucho. Aunque los personajes japoneses tienen más presencia en el novela.
La novela no está mal… pero reconozco que no Philip K. Dick no es mi escritor favorito. Ni de ciencia ficción, ni de cualquier género que consideremos. No sé si este libro se puede considerar «ciencia ficción» propiamente dicha. Pero bueno… tampoco quiero entrar en ese debate. Y lo he leído con el prejuicio de haber visto la serie de televisión primero, una serie que me contó más cosas y que me gustó bastante, y que en determinados aspectos en los que diverge del libro, me gusta más. Pero creo que es una lectura que se puede recomendar a los aficionados a este tipo de historias.
Y despidiéndonos desde los santuarios de Nikko, me hace gracia todo el rollo que se llevan durante todo el libro con el libro del oráculo del I-Ching y esas cosas del yin y el yang… oye…
La vorágine provocada por el estreno de la nueva entrega de la saga Star Wars ha hecho que mi tiempo para dedicar a la fotografía este fin de semana ha quedado muy reducido. Por supuesto, podéis visitar el tablero de Pinterest con las fotografías que me han llamado la atención esta semana
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Y a continuación el enlace al artículo con las recomendaciones de la semana. Con fotografías del patio del Museo de Zaragoza.