[Libro] La guerra no tiene rostro de mujer

Literatura

Cuando el año pasado se anunció la ganadora del Premio Nobel de Literatura, la bielorrusa Svetlana Alexiévich, hubo determinados aspectos de su biografía que me atrajeron y me asomé a los comentarios que había sobre su obra. En los últimos tiempos, el comité encargado de conceder los premios se preocupa de premiar de vez en cuando a escritores de lenguas o países poco corrientes. Bueno… Alexiévich escribe en ruso, así que poco corriente su idioma no es. Pero lo de que sea bielorrusa es más raro. Aunque nació soviética. Y las consecuencias de haber nacido y vivido en el gigante caído han marcado su escritura. De entre todo los títulos de su bibliografía me llamó la atención el que hoy os traigo aquí. A ver que tal.

La guerra no tiene rostro de mujer
Svetlana Alexiévich; traducción de Yulia Dobrovolskaia y Zahara García González
Debate, noviembre de 2015
Edición electrónica

En julio de 2014, durante unas cortas, y acortadas a la fuerza, vacaciones visité el Moderna Museet en Malmo.

En julio de 2014, durante unas cortas, y acortadas a la fuerza, vacaciones visité el Moderna Museet en Malmo.

En primer lugar, por si no ha quedado claro, probablemente no porque no lo he mencionado, Alexiévich es periodista y buena parte de su obra es ensayo, no ficción. Y este libro de hoy sigue esa tónica. Pero como se ha dicho muchas veces, la historia y la realidad superan a la ficción. En esta ocasión se acerca a la historia de su país, a uno de los episodios más terribles. Lo que nosotros conocemos como el frente oriental de la Segunda Guerra Mundial, y que los soviéticos llamaron la Gran Guerra Patria. Si no recuerdo mal el dato, Alexiévich nos advierte que alrededor de un millón de mujeres participaron en el esfuerzo bélico contra la invasión alemana integradas en el ejército regular, en diversas milicias y organizaciones partisanas o guerrilleras y en organizaciones clandestinas. Muchas de ellas eran muy jóvenes en el momento de alistarse, entre los diecisiete y los veinte años de edad, no faltando las que se incorporaron incluso con menor edad.

Aunque muchas pertenecían a cuerpos auxiliares, especialmente sanitarios, no faltaron zapadoras, francotiradoras, artilleras antiaéreas e incluso aviadoras. Y las bajas y las secuelas fueron tremendas. Hay que tener en cuenta que las bajas soviéticas en la guerra se calculan entre veinte millones y veintisiete millones de personas, muchos de ellos civiles. Hay que contar también el sufrimiento de las mujeres como consecuencia misma de la invasión y las penurias de la guerra, o el esfuerzo en las fábricas de armamento y otros equipamientos para la guerra.

Este es una sucursal del Moderna Museet de Estocolmo, un excelente museo de arte moderno y contemporáneo.

Este es una sucursal del Moderna Museet de Estocolmo, un excelente museo de arte moderno y contemporáneo.

Sin embargo, y a pesar de las numerosas condecoraciones que se otorgaron a estas mujeres, siempre inferiores en proporción a las concedidas a los hombres, su esfuerzo no fue reconocido públicamente tras el final de la guerra. Incluso sus vecinos despreciaron a estas mujeres a las que, al haber convivido con hombres en el frente, suponían poco menos que prostitutas. Alexiévich busca rehabilitar la memoria de estas mujeres. Darles voz. Contar la historia de la guerra vista por las mujeres, que tiene un aspecto muy distinto de la que cuentan los hombres. Después de lo leído, humanamente mil veces más interesante.

Alexiévich nos ofrece fragmentos de conversaciones, de testimonios de mujeres, en su mayoría identificadas con nombre y condición durante la guerra, que sobrevivieron a la misma, y que ordena de forma más o menos temática. Qué les impulsó a alistarse. Cómo fue la vida en el frente. Cuál era su relación con la muerte o con las terribles heridas de la guerra. Hubo lugar para el amor. Cómo se relacionaron con sus compañeros varones. Qué visión tenían del enemigo. Cómo vieron las violaciones de mujeres alemanas en la fase final de la guerra. Qué papel tenía la política en todo este tinglado. No hay que olvidar que la Unión Soviética estaba gobernada por uno de los más terribles tiranos que ha visto la historia de la humanidad, Iósif Stalin. Cómo fue el regreso a casa.

El caso es que allí me encontré con la proyección de una película de Lene Berg sobre "Stalin by Picasso (or Portrait of Woman with Moustache)", una rocambolesca historia sobre la salida del pintor del Partido Comunista Francés por el cabreo de estos ante el dibujo que mandó por la muerte del tirano al periódico de este partido. Surrealismo en estado puro.

El caso es que allí me encontré con la proyección de una película de Lene Berg sobre «Stalin by Picasso (or Portrait of Woman with Moustache)», una rocambolesca historia sobre la salida del pintor del Partido Comunista Francés por el cabreo de estos ante el dibujo que mandó por la muerte del tirano al periódico de este partido. Surrealismo en estado puro.

Encontramos miedo. Encontramos dolor. Encontramos orgullo. Encontramos quienes fueron jóvenes del Komsomol, comunistas convencidas. Encontramos quienes fueron para reahabilitarse a sí mismas y a sus familias por haber caído en desgracia en las purgas stalinistas. Encontramos a quienes contrarias al régimen, se unieron para expulsar al invasor. Encontramos a quienes no tenían opinión política pero creyeron que su deber era luchar contra los alemanes.

Me gustan los libros de testimonios, cuando están bien recopilados y tratados por los autores. Ya hubo uno sobre la Primera Guerra Mundial que disfruté más que muchas obras de ficción. Este también me ha gustado mucho. A ratos he vivido la intensidad de la acción y la aventura de estas mujeres. Otras me he conmovido. Muchas me he horrorizado. Porque estos testimonios son prueba de que no hay guerras nobles; nadie es grande como guerrero. Se puede ser grande como persona, pero no es la guerra nunca la que hace a nadie grande. Las guerras son miserables. Y tradicionalmente las han hecho los hombres. Y las han sufrido muy especialmente las mujeres.

Me gustaría pensar que si las mujeres tuvieran más capacidad de decisión no habría guerras. Que es cierto que las mujeres valoran más la vida, porque la llevan en su seno. Puede que sea así. Aunque ya hemos visto líderes políticas con capacidad de gobierno y decisión que se han imbuido del «ardor guerrero» de sus antecesores varones. Lo que parece que algo anda mal es con la especie humana. Y quizá más libros como este puedan ayudar a arreglarlo. Es por no perder la esperanza. Yo lo recomiendo.

En cualquier caso, no olvidemos que aunque el pueblo soviético sufrió mucho con la guerra, Stalin empezó en la misma como agresor al invadir Finlandia en la Guerra de Invierno, tras el reparto que hizo con Hitler del este de Europa en el Pacto Ribbentrop-Mólotov... no era un angelito precisamente el tío José... ni amaba especialmente a las mujeres de su país.

En cualquier caso, no olvidemos que aunque el pueblo soviético sufrió mucho con la guerra, Stalin empezó en la misma como agresor al invadir Finlandia en la Guerra de Invierno, tras el reparto que hizo con Hitler del este de Europa en el Pacto Ribbentrop-Mólotov… no era un angelito precisamente el tío José… ni amaba especialmente a las mujeres de su país. Fortaleza de Hämeenlinna.

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