[Libro] Diez minutos antes de la medianoche

Literatura

Sigo con mi bloqueo lector. Y si llego a comentar un libro o una lectura a la semana,… pues porque tiro de títulos breves y no muy complejos que me permiten, trampeando, ir cubriendo mis objetivos de lectura. Pero sigo con dos títulos empezados y estancados…

En esta ocasión he trampeado con un título que apareció ofertado recientemente en las ofertas Flash de Amazon. Algo menos de un euro, aunque lo cierto es que dada la escasa extensión del mismo, apenas se puede considerar una oferta tan buena. Pero bueno, pensemos más en la cantidad que en la calidad.

No sé muy bien porqué, pero siempre he asociado aquellas obras de Estudio 1 de autores españoles al Madrid más castizo. Creo que es porque mi primer viaje a Madrid, cuando era niño, fue tras presenciar una obra de Carlos Llopis, «Nosotros, ellas y el duende», que también fue representada en Estudio 1 en algún momento.

Soy «hijo» televisivo de los tiempos en que TVE era «la mejor televisión de España»… y la única. Incluso contando el UHF o, como luego se le llamó, segunda cadena o La 2. Era una televisión en blanco y negro. Quizá sea más correcto decir en escala de gris. Pues gris era también el país en el que nos tocó a muchos vivir la infancia. Gris mediocre. Pero entre la mediocridad de un régimen que nos quería mediocres, no tengo claro que esto último haya cambiado con el régimen actual, había algunos puntos de luz. Y uno de ellos era el Estudio 1. Representaciones teatrales en formato televisivo, que se emitían todas las semanas, los lunes si no recuerdo mal, aunque esto pudo variar con el tiempo. Las obras teatrales que se representaban, muchas de ellos clásicos, era de elevada calidad y muy variadas. Procedentes de diversas épocas y estilos. Algunas, muy innovadoras. Pero en el tardofranquismo era muy popular todavía un autor concreto, Enrique Jardiel Poncela.

No entraré a comentar las posibles filias o fobias políticas del autor. Alguna vez he leído su potencial afinidad por el franquismo. Pero su peripecia personal en la guerra civil fue compleja. Si bien la principal perjudicada de la guerra, además de las personas que la sufrieron directamente, claro, fue la democracia y la libertad, también hay que reconocer que en el bando repúblicano había de todo; desgraciadamente, también gente que tenía de demócrata lo que los sublevados fascistas. Y eso condicionó dónde buscó mucha gente su acomodo en tan incivil y cruento desencuentro. Lo cierto es que tras la contienda, tampoco le fue bien del todo, y murió relativamente joven, sin muchos amigos y con poco en su haber. Su epitafio es «Si buscáis los máximos elogios, moríos», que es muy apropiado para muchos autores hispanos de toda tendencia ideológica.

Recuerdo con simpatía varias de sus obras. Los ladrones somos gente honradaEloísa está debajo de un almendroAngelina o el honor de un brigadier, Cuatro corazones con freno y marcha atrás, y probablemente alguna otra que ahora no recuerdo. Creo que no todas han envejecido igual de bien. Que lo que pudo estar bien en su época, mantenerse en forma en el tardofranquismo, quedaría hoy totalmente periclitado. Pero en general queda bastante apreciable. En cualquier caso, aun habiendo presenciado representaciones de sus obras, nunca había leído nada de él.

La obra que aquí nos ocupa aparece en las bibliografías del autor como «novela corta». Si la consideramos novela, hemos de advertir que es una novela dialogada. Y quizá debiera considerarse como un pequeño entremés teatral. Que argumentalmente está relacionado, precediéndola a la obra Los ladrones somos gente honrada, convirtiéndose en el prólogo a los dos actos que constituyen esta última.

Lo mejor de esta obrita es que es una mezcla de frescura y humor con una cierta amargura y pesimismo vital. El pesimismo, cierto estar de vuelta de la vida, lo aporta el ladrón de guante blanco que lidera el golpe que está a punto de producirse en la mansión donde se celebra la puesta de largo de una joven. La imaginación, la alegría de vivir, la pone una dama que, justo diez minutos antes de la medianoche, cuando debe comenzar el golpe, sale a la terraza donde espera el ladrón y entablan conversación.

A mí me ha gustado. Y me han entrado ganas de ver el conjunto para reevaluar mis impresiones sobre esta obra de Jardiel Poncela.