Si a los cierres que se anuncian por la enfermedad causada por cierto coronavirus, tengo que añadir que esta semana pasada no he tenido tiempo ni ocasión para acudir a las salas, tengo vacía mi reserva de comentarios cinematográficos. Pero siempre podemos tirar de la caja tonta, de las plataformas de vídeo bajo demanda y de otros recursos para ver cine. Especialmente para recuperar cine. Sobretodo el que tenemos menos ocasión de ver.
En los dos últimos meses, Netflix ha ido sumando a su catálogo el de películas de animación de Studio Ghibli. Lo cual es un puntazo, porque hasta las menos conocidas o aplaudidas son majas de ver. Yo creo que a estas alturas de mi vida he visto ya todas. Incluso la que no es del estudio, porque no se había contituido todavía. En cualquier caso, tienen los derechos sobre la valiente Naushika, que sigue siendo una de mis favoritas entre las heroínas del estudio. Pero hay algunas que sólo he visto una vez. Y es un buen momento para repetir. Salvo una. La película en tiempo bélicos de Isao Takahata es una belleza. Pero la enorme tristeza que genera evita que me anime a volver a verla.
No obstante, Takahata es el responsable de algunos de los títulos más personales del estudio, muy distintos a los de Hayao Miyazaki, pero tan interesantes como los del más conocido, y todavía vivo, director de animación de los títulos más recordados de Ghibli. En estos días me he merendado un par.

Hōhokekyo Tonari no Yamada-kun [ホーホケキョ となりの山田くん], conocida en español como Mis vecinos los Yamada es una de las más divertidas y aptas, por sus temas, para todos los públicos. Es más, será más disfrutada por los adultos que por los niños y adolescentes, en la medida en que se sientan reconocidos en los problemas cotidianos de esta peculiar familia. Tiene una estructura de tiras cómicas animadas, microhistorias en la vida cotidiana de los Yamada, salpicados de vez en cuando por bellos haikus de Bashō. No sé muy bien porque la había visto sólo en una ocasión.
Con un estilo visual muy similar a la anterior, y muy distinto del que usa Miyazaki, por ejemplo, y no digamos los directores de moda como Makoto Shinkai, tenemos la maravillosa y poética Kaguya-hime no Monogatari [かぐや姫の物語], conocida en castellano como El cuento de la princesa Kaguya. Es relativamente reciente. Su estreno en España se vio oscurecido porque se produjo casi simultáneamente a la que en su momento se anunció como la última película de Miyazaki, que se llevó la fama mediática. Pero la historia de Kaguya es claramente superior. Basada en una antigua leyenda japonesa, que se convirtió en uno de los textos literarios más antiguo del País del Sol Naciente, El cuento del cortador de bambú (Taketori monogatari [竹取物語]), nos cuenta la historia de la niña que un anciano cortador de bambú encontró en un brote de bambú y que se convirtió en una princesa de gran belleza, inteligencia, bondad y sensibilidad. Con unos dibujos absolutamente preciosos, y una maravillosa banda sonora a cargo de Joe Hisaishi, nunca me canso de escuchar la pentatónica (creo) combinación de Warabe uta [わらべ唄, canción infantil] y Tennyo no uta [天女の歌, canción de la mujer celestial], para mí entra a formar parte del grupo de las obras maestras de Studio Ghibli. Fue candidata al Oscar, perdiendo ante una película claramente inferior desde todos los puntos de vista, salvo los de la limitada visión de los votantes de la academia.

Y también he tenido oportunidad de rescatar por ahí una película que me llamó la atención por un par de razones. Se trata de la coreana Manchu [만추, finales de otoño], conocida fuera de la República de Corea como Late Autumn. Dirigida por Kim Tae-yong, me llamó la atención por estar protagonizada por un actor coreano que actualmente vemos con frecuencias en los dramas de este país en Netflix, Bin Hyun, en plan galán de acción, muy valiente y austero. En la película, ya ves tú, hace de gigolo. Pero es que la protagonista femenina es la china Tang Wei,… que a mí me enamora cada vez que la veo. Cómo me gusta esta mujer. Y aquí hace un papel de joven reclusa, en prisión por haber matado a su marido, que obtiene un permiso de poco más de 72 horas para el funeral de su madre. Una interpretación contenida, de escasas palabras, con unas miradas que desarman. Qué burros los chinos cuando la vetaron durante años por su papel en cierta película de época. Qué nefastas son las censuras. Recordemos que a Tang Wei la pudimos ver hace no mucho en un doble papel en otra excelente película. Cotilleo,… Tang Wei y el director Kim Tae-yong se hicieron pareja, y son felices padres de una niña que dicen que se llama Summer. Qué bonito es el cine…

Nice blog poost