[¿Cine?] El fin de la prensa libre; sobre ‘Cahiers du Cinéma’

Cine, Cultura, Política y sociedad

En primer lugar, no, no leo ‘Cahiers du Cinéma’. Alguna vez lo hice. En tiempos. Cuando los quioscos de prensa, algunos de ellos, merecían la pena… cosa que ya… Esto de internet se está cargando muchas cosas. Y los quioscos es una de ellas. Una actividad favorita mía, la de pasear entre los quioscos los domingos por la mañana… adiós. El otro día contemplé con tristeza uno de los más emblemáticos de Zaragoza, ya cerrado. Pues eso. Que no leo ‘Cahiers du Cinéma’. Que se ponen muy exquisitos con frecuencia. Pero era bueno saber que estaba ahí. Que representaba el periodismo del cine considerado como una de las bellas artes, frente a la mayoría del resto de las publicaciones que lo ven más como un entretenimiento.

También suponía algo importante. La libertad de expresión, aunque fuese en algo tan sencillo como algo que, efectivamente, para la mayor parte de la población es un entretenimiento. Pero es que los entretenimientos no son banales. Suelen conllevar ideología. Y las que arrastran los entretenimientos de masas, no son precisamente los que arrastran las ideologías más positivas. Véase el fútbol, que suele acompañarse de manifestaciones de odios entre comunidades, de racismo, de sexismo, de xenofobias diversas. Alguien no habituado a los medios que tratan el deporte, y eso en buena parte de Occidente significa casi exclusivamente ‘fútbol’, se asoma a la prensa ‘especializada’, y a poco que cultive un mínimo de buen gusto queda horrorizado por la vulgaridad, por lo chabacano, por el mal gusto y por los valores tremendamente negativos que acompaña al deporte del pelotón. El cine también tiene ideología. Mucha más de la que nos creemos. También las producciones más taquilleras y aparentemente más orientadas al entretenimiento. Y generalmente también con valores muy cuestionables para las sociedades democráticas. Así que saber que existen algunos medio independientes y críticos, no sólo con los valores puramente cinematográficos sino con los contenidos de fondo, alivia.

Pero nos dicen que los redactores de ‘Cahiers du Cinéma’ han dimitido en masa. La revista es comprada por un grupo empresarial detrás del cual hay un buen número de productores ¡¡¡DE CINE!!!, los que ponen el dinero, que quieren hacer de ella una revista más comprensible y amable. Supongo que debemos entender que escasamente crítica, amable con las películas que esta gente produce. El problema es que esto no sólo pasa con una revista de cine que lee una ínfima proporción de la población. El problema es que eso ha venido sucediendo en las últimas décadas, especialmente en los últimos 20 años, con la mayor parte de los medios de comunicación, adquiridos por grupos empresariales con intereses muy distintos del de la libre información insesgada y objetiva a la población para que pueda ejercer con conocimiento de causa sus decisiones como miembros de una sociedad democrática. Uno de los principales reguladores de los tres poderes del estado de derecho moderno deja de actuar como tal. Y las partitocracias, y plutocracias que hay detrás, dejan de estar sometidas a críticas. El ciudadano deja de poder confiar en los medios. O simplemente es engañado por ellos. La regresión democrática es un hecho. No sólo por esto. Fíjense en el auge de los fascismos y otros populismos… Y la gente tan contenta. Al fin y al cabo, esto de ‘Cahiers du Cinéma’ es solo para pedantes que ven películas con subtítulos que hablan de temas oscuros y de nacionalidades rarísimas, ¿no? Como ‘Parásitos‘…

[Fotos] Paisaje urbano y carnaval

Fotografía

Paseando con mi «nueva» Olympus Pen F y película de mayor sensibilidad, recogiendo en dípticos el paisaje urbano y «reportajeando» el carnaval infantil del pasado domingo. Los detalles técnicos en Más grano con ISO 400 – Olympus Pen F + Lomography Berlin Kino 400.

[Cine] Hauru no ugoku shiro [ハウルの動く城] (2004)

Cine

Hauru no ugoku shiro [ハウルの動く城] (2004; 14/20200220)

Seguimos acudiendo una vez al mes a las sesiones únicas del ciclo de animación japonesa que unos conocidos multicines de Zaragoza llevan programando desde hace un tiempo. Y tras la película de enero dedicada al cine de Kon Satoshi, volvemos al Studio Ghibli y a Miyazaki Hayao y sus maravillas con la película que en castellano recibió como título El castillo ambulante.

Las poblaciones típicas alsacianas, a caballo entre la cultura francesa y la germánica, como Colmar y Rikewir, y que sufrieron las consecuencias de las guerras entre Francia y Alemania, fueron la inspiración para el reino en guerra en el que transcurre la acción de la película de hoy.

Es adaptación de una novela de la británica Diana Wynne Jones del mismo título, pero en inglés, Howl’s moving castle (1986), aunque adaptación libre. Han sido varias las ocasiones en las que Ghibli ha encontrado inspiración en la literatura europea, aunque siempre con adaptaciones en las que han introducido cambios argumentales e incluso enfoques, pero sin desvirtuar nunca, como Disney, el original. Quizá el principal cambio entre la versión literaria y la cinematográfica es que esta última es vista como una película antibélica, estrenada en el marco de las convulsas relaciones internacionales con las aspiraciones guerreras de determinados líderes occidentales con el presidente norteamericano a la cabeza, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

El ambiente es un reino imaginario en el que se combina el realismo, un poco steampunk, con la fantasía de convivir con hechiceros y brujas. Un reino en guerra, estilo guerra del 14-18, en el que Sophie, una modesta sombrerera de 17 años sufre una maldición que la convierte en una anciana de 90 años, y que habrá de aliarse con el misterioso, atractivo e inconsistente hechicero Howl para romper los hechizos que los atrapan a ambos y, quizá, detener la guerra sin sentido que se cierne sobre los reinos vecinos.

Miyazaki vuelve a presentarnos una vez más una heroína extraída de entre la gente común que, ante la adversidad, toma las riendas de su propio destino, y decide que hay que adaptarse a las circunstancias y luchar contra ese destino. Pero siempre sin perder la compasión, incluso hacia los responsables de su propia desgracia, cuando estos también caen.

Un radical no a la guerra y a la violencia, la autonomía de la persona ante su propia vida, la compasión y la solidaridad hacia los demás, unidos a un argumento con pocos peros que ponerle y un animación sin florituras pero ejemplar, hace de esta película un clásico más en la filmografía de Miyazaki. Totalmente recomendable.

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****

[TV] Cosas de series; los «nuevos» papas

Televisión

Cuando se estrenó en 2016 la serie The Young Pope, salida de la mente del director italiano Paolo Sorrentino, quedó claro que iba a entrar a formar parte del género de las «inclasificables». ¿Drama político? ¿Reflexión religiosa? ¿Comedia costumbrista en el Vaticano? ¿Crítica social? ¿Todo lo anterior es válido? ¿Nada de lo anterior puede asegurarse? Las aventuras del peculiar Pio XIII, o Lenny Belardo (Jude Law), un cardenal norteamericano, aparentemente ultraconservador, pero capaz de arrastrar tras de sí a gentes de todo tipo de ideologías, resultaron un indudable éxito. Aderezado además con un plantel de secundarios excelente en el que destaca ese impresionante cardenal Voiello (Silvio Orlando), camarlengo y secretario de estado, todopoderoso de la política vaticana, más compleja y renacentista que nunca. Todo ello aderezado con la moderna y personal estética que Sorrentino sabe imprimir a sus realizaciones. Hay que reconocerlo, nos dejo con ganas de más.

Paseemos por Roma y por el Vaticano, los museos al menos, como durante esta serie tan interesante y distinta.

Y han sido más de tres años los que hemos tenido que esperar para ver la continuación. Que no ha venido como una segunda temporada sino con un nuevo nombre, The New Pope. Pero desde ya hemos de decir que no hemos perdido al «papa joven», y que hemos tenido no uno sino dos «papas nuevos»… Uno breve, en el que se ironiza sobre el breve papado de Juan Pablo I, y otro, nuevo coprotagonista, Sir John Brannox, o Juan Pablo III (John Malkovich), que ha resultado en algún cambio de tono de la serie.

La serie ha entrado más de lleno a cuestionar o fabular sobre la realidad de las intrigas internas de la Santa Sede como peculiar organización política y económica. Se cuestionan en momentos dados, incluso las creencias. Personalmente, hace tiempo, en mi adolescencia haciendo el bachillerato unificado polivalente en un colegio católico, ya me empecé a plantear en qué medida muchos de los sacerdotes que por allí pululaban creían realmente en lo que predicaban. Mantengo la sospecha, indemostrable, de que varios de ellos, y no pocos, no creían en su propia religión. Pero en la serie, que adopta a ratos un tono más críptico y lleno de simbolismo, no siempre fácil de aprehender, aunque mantiene la excelencia formal de la anterior, vamos cuestionando muchos de los fundamentos de la organización religiosa más potente y estructurada sobre la faz de la Tierra.

Una empresa con demasiados intereses. Mucho más allá de la guía de sus fieles. Y al final, no estoy seguro de haberlo entendido bien, seamos sinceros, por lo que he comentado con otras personas, en medio de un batiburrillo en el que lo que es honesto y lo que no queda confundido o resulta sorprendente, la impresión que te queda es que Sorrentino «apuesta» por el gatopardismo de la Iglesia, en la que mucho han de cambiar las cosas,… para que todo siga igual. La tercera vía de Brannox. Que inglés tenía que ser como todos los inventores de malditas terceras vías que ha habido en las últimas decadas.

Lenny Belardo,… ¿santo, resucitado, cristo, anticristo, mesías,…? ¿O simplemente, un papa? No he oído nada sobre una tercera entrega. Yo creo que así está bien. Muy bien. No hace falta más.

[Recomendaciones fotográficas] Clásicos y contemporáneos mezclados

Fotografía

Son ya las diez y media de la mañana. Hoy he dormido más de lo que pensaba, lo cual está muy bien para un domingo, pero también me hace ir muy justo de tiempo respecto a todo lo que quería hacer esta mañana. Así que intentaré contar mis recomendaciones fotográficas con cierta agilidad.

Inge Morath aparece con frecuencia en mis páginas. La austriaca es una de mis fotógrafas favoritas. Y además todo indica que fue una persona, una mujer, elegante e íntegra a nivel personal. El siempre interesante blog Cartier-Bresson no es un reloj le dedica un artículo. Con fotos suyas y con fotos de ella… es decir, donde sale ella. Me ha encantado. Y me gusta que observen que fue una pionera del color.

Sigo con fotos de la Olympus Pen F, con el carrete de Ilford Pan F Plus. Que me está gustando más de lo que pensaba, a pesar de que con sólo ISO 50, menos el paso que se come el filtro amarillo, es un poco precario para callejear. Pero a cambio, un grano finísimo, estupendo para un negativo que es ligeramente inferior a la mitad de un 24 x 36 mm.

Bruce Davidson es uno de los mejores fotógrafos documentalistas del siglo XX y uno de mis favoritos. Especialmente tras visitar la exposición que se le dedicó en Madrid hace poco más de tres años. Y en Magnum Photos nos comentan cómo se hizo unas de las fotografías que más me han atraído de este fotógrafo y que habla mucho de la naturaleza de la adolescencia.

Otro clásico de la fotografía documental, en esta ocasión japonés, es Daido Moriyama. Muy importante también. Y en Albedo Media nos cuentan que se ha abierto una exposición sobre él en Barcelona. Si estuviese o pasase por allí, no me la perdería.

Los de Fujifilm la han liado parda. La marca japonesa hace tiempo que me despierta sentimientos ambivalentes. Concibe algunas de las cámara más interesantes del mercado actual, aunque siempre con un puntito que ha impedido que me haya hecho pleno consumidor de la marca, y al mismo tiempo manifiesta ciertos modos empresariales bastante ariscos e inconsecuentes. Recientemente han presentado su quinta iteración de su X100, la X100V. Una bella cámara, casi «perfecta». Y para promocionarla, han filmado a varios de sus fotógrafos en nómina, X ambassadors les llaman, para promocionarla. Uno de ellos es Tatsuo Suzuki (instagram). Hace tiempo que conozco la obra de Suzuki. Visualmente heredero de Moriyama y otros fotógrafos de Provoke, aunque conceptualmente creo que no. Fotógrafo de calle, street photographer le llaman ahora a este tipo de fotógrafo documental, que es muy directo en su aproximación a la persona que va a la suya por la calle, provocando una reacción que es lo que aparece en sus fotografías, más que la propia naturaleza de la persona. Recuerda a Bruce Gilden. Pero al ver el vídeo, muchos han protestado. Y Fujifilm ha repudiado al fotógrafo y ha retirado el vídeo. Que se puede ver en otros sitios.

Lo de Fujifilm me parece pura hipocresía. Muchísima gente conocía como trabajaba. Y es como lo hacen muchos hoy en día, muy agresivos con el peatón. A mí mismo en Berlín me asaltó un tipo para hacerme una foto en los morros, de forma muy agresiva. No me atrae demasiado, aunque tiene fotos interesantes, y sigo su cuenta en instagram, pero es una opinión que formé y sostengo con razonable coherencia. Conozco su obra y no me llamo a engaño. Que después de haberlo aceptado y llevar bastante tiempo apoyándose mutuamente entre el fotógrafo y la marca, ahora lo pongo de vuelta y media por las quejas de los que no se coscan en las redes sociales, me parece una falta de criterio absoluta. Una falta de una línea y una ética empresarial definidas. Una hipocresía, porque uno de los argumentos de la marca para vender esta cámara, es que sirve para hacer este tipo de fotografía. Suzuki, independientemente de que nos guste o no su forma de hacer fotos, es un promotor activo de la fotografía, editando revistas y sosteniendo salas de exposiciones. Y muchos de los comentarios negativos incluían, de personas occidentales, incluían un trasfondo racista bastante clara, escondido en «lo políticamente correcto». Lo han comentado en 35mmc.

En Photography of China (instagram), me ha gustado la obra de Cheng Huanfa (instagram). Habla sobre todo de su relación con su pareja, de su familia, que va documentando desde 2013, un año después de conocerla. E implica cambio y evolución. Y mucha devoción y ternura.

[Cine] Öndög (El huevo del dinosaurio) (2019)

Sin categorizar

Öndög (2019; 13/20200218)

En idioma mongol, uno de esos idiomas o familia de idiomas que nos parece remoto, y desde luego totalmente inescrutable, pero que luego resulta que hablan un buen puñado de gente, muchos más de los que creemos, öndög significa huevo. Sin dinosaurio. Lo del lagarto terrible es un añadido de la distribuidora porque los del huevo no les parecería comercial. Que conste que sale un huevo de dinosaurio. Fósil. Claro.

No he visitado Mongolia. Me gustaría. Tal vez saliendo desde Moscú, primero en el Transiberiano, hasta «poco» después de Irkutsk, y luego en el Transmongoliano hasta Ulán Bator, o quizá algo más allá. En fin… tierras elevadas, escasamente pobladas, frías en invierno y cálientes en verano, esteparias en ocasiones, y con dinosaurios… visite Teruel.

Hace unos meses, me dio por comentar aquí y allá, entre la familia, entre las compañeras de trabajo, entre diversos grupos de amigos, que había visto una película surcoreana en el cine que estaba muy bien. No la obra maestra que algunos dicen ahora ver, pero que realmente estaba muy bien. Se me quedaba la cara de haba viendo las caras de pena con las que me miraban pensando algo así como «pobre chico, no tendrá mejores cosas que hacer que ver una película coreana…» Ahora, muchos de esos, se han hecho expertos en cine coreano después de ver aquella película, porque en Hollywood le han dado un premio. Y me siguen mirando con cara de pena cuando les digo, lo que decía hace unos meses, que está muy bien, pero no que no me parece una obra maestra. Que en algunos puntos se le ven las costuras. Claro que es «una obra maestra». Si la han visto todos, en un alarde de intelectualismo cinematográfico… siendo coreana,… cómo no va a ser «una obra maestra». Entonces a mí se me ocurre decir que un año antes se pudo ver una película japonesa que discutía las consecuencias de la sociedad capitalista en determinados sectores de la sociedad a la vez que reflexionaba sobre el significado del concepto de familia, que estaba mejor. Y entonces, sus miradas de pena se dirigen hacia el teléfono, tentados de llamar a las urgencias de salud mental. Pero qué dice este… qué habla de una película japonesa. Si la buena es coreana.

Pues ahora imagino si cuento en voz alta que me he ido a ver, sin que nadie me obligue, una película mongola, dirigida por el chino Wang Quanan. Ya partimos de un hecho. En castellano, «mongol» suele ser usado más como insulto que como gentilicio. Aunque curiosamente, es el único gentilicio que recuerdo que rima con «español». Cosas extrañas de nuestro idioma. Luego viene el tema de los «listos». Y si son de internet, más «listos» todavía, que se entusiasman diciendo que es el «fargo» mongol. Sí, Fargo, como la de los hermanos Coen. Es que sale una pradera inabarcable, hace frío y hay un crimen. Hasta ahí, el parecido. No hay nieve. La protagonista no es policía. El crimen no supone ningún misterio ni importa un rábano. Lo que realmente es… pues es una película de amor y desamor, de crecimiento personal, y de mujeres… lo siento, voy a decir la palabra,… empoderadas. Aunque no bajo los cánones y los clichés del mundo occidental.

No os voy a resumir el argumento. Si os queréis enterar, os vais a verla. Que merece la pena. Que nadie se acordará del nombre de sus intérpretes, pero lo hacen también como los que sirven para vender entradas de cine o ropa del Corte Inglés. O mejor. Y está bellamente rodada. Aunque lo tengo que reconocer, el conjunto… me dejó un poco frío al final. Aun así, me parece muy recomendable. Eso sí, si no queréis que os miren con cara de pena, luego no contéis que la habéis visto. Salvo que le den un premio en forma de eunuco dorado. Entonces sí. Ya pasaréis a ser respetables.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Fotos] Últimas fotos de Galve y algunas callejeras de Zaragoza

Fotografía

He seguido probando y analizando las posibilidades mi flamante recién adquirida Olympus Pen F. En esta ocasión con un carrete de negativos en blanco y negro distintos al que inicialmente le puse. Los resultados son igualmente satisfactorios. Los detalles técnicos en Olympus Pen F para película tradicional con Ilford Pan F Plus.

[TV] Cosas de series; nueva ración de «guilty pleasures» coreanos

Televisión

Netflix sigue confiando en los dramas coreanos para rellenar su catálogo, sabiendo probablemente que hay un buen número de aficionados a estas producciones en todo el mundo, y que también estamos los que, conociendo sus debilidades, nos enganchamos a ellas como exótico guilty pleasure. Algunas cosas van cambiando. Cada vez potencia más los estrenos de producciones propias o en combinación con cadenas coreanas. Las primeras son estrenadas y difundidas por Netflix en todo el mundo. Las segundas son producidas por otra cadena, pero Netflix adquiere sus derechos de difusión mundial con el sello de «Netflix original». No siempre soy capaz de diferenciarlas. Y últimamente ha habido algún cambio en el modo de emisión. Si antes iban saliendo al catálogo los episodios al ritmo de uno o dos a la semana. Ahora ya ha habido alguna que se ha lanzado toda a la vez, propiciando el maratón de placer culpable. En las últimas semanas he terminado de ver o he visto un par de ellas. Suelo dejarlas para los fines de semana, días que destino a NO pensar en la medida de lo posible. Y estas series son ideales para ello.

Bueno… pues pasearemos fotográficamente por Corea del Sur, sea Seul, Busán o Gyeongjeon.

Chokolit [초콜릿], o sea Chocolate, es pura televisión «cebolla». Dos niños huérfanos o como si lo fueran, que se conocieron de niños, y que vuelven a coincidir de adultos, llevándose de pena. Ella, cocinera, muy simpática y cariñosa, a pesar de lo mucho que ha sufrido en la vida; el, neurocirujano, serio, un poco bastante sieso, también con su dosis de drama familiar. Y tras una serie de desencuentros, acaban trabajando juntos en una clínica de cuidados paliativos (imaginaos si hay para echar lágrimas), mientras son amenazados por malvados familiares. Pues eso, puro dramón, puro placer culpable, bastante previsible. 16 episodios que se fueron emitiendo semana a semana en Netflix, de dos en dos, tras su estreno en Corea del Sur. Ahora ya se puede ver todos en la plataforma de vídeo bajo demanda.

Na Hollo Geudae [나 홀로 그대], que significa Mi holo yo, donde «holo» es una abreviatura de «holograma», aunque internacionalmente se conoce como My Holo Love. Que quede claro que es un drama romántico. Esta es más animada, aunque con esquemas similares. Dos personas que se conocieron de niños, aunque no se recuerdan, cada una con sus problemas. Él, un genio de la informática, que ha creado una inteligencia artificial en forma de holograma que sólo se puede ver con unas gafas especiales. Ella, una discreta empleada, poco apreciada por sus compañeros, aunque es monísima, porque tiene un problema que guarda en secreto. Tras una serie de avatares, causados por unos malísimos rivales de la empresa de él, la chica pasa a ser la «beta tester» de las gafas y el holograma, del que se enamora. Ah… el holograma tiene la misma apariencia que él, claro. A partir de ahí… todo es previsible. Esta serie está «casi» bien. Aunque está muy lastrada por unos flojos intérpretes. Especialmente la chica, que como ya he dicho es monísima, pero más bien sosita. Producción exclusiva de Netflix, que subió los 12 episodios a la vez a su plataforma, así que ideal para un maratón desde el principio.

Ahora a esperar el próximo estreno, este fin de semana que viene, y que está muy valorado en IMDb, ya que se ha ido estrenando poco a poco en su país de origen. Parece que una damisela en apuros acabará aterrizando por accidente en Corea del Norte… esto parece una novedad…

[Cine] Kimi to, nami ni noretara [きみと、波にのれたら] (2019)

Cine

Kimi to, nami ni noretara [きみと、波にのれたら] (2019; 12/20200216)

Sinceramente, en las semanas anteriores a su estreno, tuvimos ocasión de ver el avance de esta película de animación japonesa dirigida por Yuasa Masaaki en un par de ocasiones. Y no nos entusiasmó precisamente. Estrenada en la víspera del 14 de febrero, con un empalagoso título en castellano como El amor está en el agua, que no tiene que ver con lo que podría ser una traducción del título original del tipo Si te montas en la (tu) ola o Cuando te montes en la (tu) ola, en el ámbito de la práctica del surf, amenazaba con ser un pastelón romántico para adolescentes, así que en principio… no. Pero cuando llegó el momento del estreno, aparecieron no pocas reseñas positivas, así que cuando me propusieron acompañar a un pequeño pero animado grupo de gente intergeneracional para verla, me apunté.

No tengo muchas fotos, ni muy interesantes, de playas japonesas. Aunque sí de otros paisajes marinos. Así que a ellos voy. En Kii-Katsuura.

La historia tiene dos partes. En la primera, una joven universitaria y aficionada al surf conoce a un joven bombero, empiezan a salir y se enamoran. Bien. Vale. Pero el bombero… ya sabéis, llega la tragedia. Así que nos encontramos con una segunda parte acompañando a la joven Hinako en su duelo.

Con un argumento de ese tipo, mil veces visto, se puede hacer de todo. Maravillas y pesadillas. Todo es cuestión de enfoque. También dependen del público al que se destine la ficción. Pero si la primera mitad me pareció aceptable, aunque empalagosa, con dos protagonistas y un par de secundarios que quienes un público juvenil adolescente puede empatizar, el toque de fantasía de la segunda mitad me sacó por completo de la película. Ni aun admitiendo y siendo comprensivo, que creo que lo soy, con las diferencias culturales y generacionales, soy capaz de no ver cierto ridículo en el planteamiento. No pude con ella. Por motivos distintos a los que imaginé al ver los avances. Y acabé, y creo que no fui el único, de la «cancioncilla»… hasta «allí».

La película es correcta, los japoneses tienen mucho oficio, en los apartados técnicos e interpretativos, pero creo que ni mis más idiotas versiones de mi yo adolescente hubieran digerido esa segunda parte de la película.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: *

[Fotos] Paseando con un objetivo germano-oriental sobre una cámara japonesa

Fotografía

Durante el mes de enero, llevé encima como cámara de paseo la Canon EOS 650 con un objetivo de enfoque manual de fabricación en la antigua Alemania oriental con un carrete de película negativa en color. Lo terminé en Galve, cuando visitamos los chopos cabeceros del alto Alfambra. Los detalles técnicos en El Tessar de la DDR sobre la Canon EOS 650 y película Kodak ColorPlus 200.

[Recomendaciones fotográficas] Un variado en unos tiempo de poca atención

Sin categorizar

Que últimamente estoy muy liado y tengo mi cabeza muy dispersa, o muy concentrada en cosas que no son las que realmente me importan, se nota en muchas cosas. Que no me concentro en la lectura. Que veo menos series, o no me centro mucho en si mi interesan o no. Que hace 10 días que tengo un carrete para revelar y no encuentro tiempo para ello, incluso si ayer me pasé la mañana echando una mano en el revelado de carretes de otros. Que no encontramos un momento para suspender «oficialmente» nuestro programado viaje a China, no por miedo al coronavirus, sino por miedo a las restricciones de movimientos que se les ocurran a las autoridades chinas. Y porque no consigo hacer selecciones semanales de recomendaciones fotográficas tan coherentes como antes. Pero bueno, algo hay…

Otro signo de que voy poco centrado, es que hace ya unos días que tengo este carrete de Kodak ColorPlus 200 expuesto a través de un Carl Zeiss Jena Tessar 50/2,7 DDR y a aún no he encontrado momento para revisarlo a conciencia y comentarlo.

Francesca Woodman es una fotógrafa de la que he hablado en diversas ocasiones. E, independientemente de que esté de moda, lo cierto es que conforme voy entrando en su obra, cada vez me dice más cosas. Quizá por ello he seleccionado un artículo de Feature Shoot que nos habla de las fotografías de la fotógrafa que ayudan a conformar un retrato sobre la artista. Tanto las que ella dejó sobre sí misma, como las que el fotógrafo George Lange, amigo suyo y poseedor de obra de Woodman puede aportar. En un tiempo en el que abundan los autorretratos y retratos banales y vanidosos, resulta refrescante mirar a los años 70 y comprobar que es un género que puede adquirir notable profundidad e introspección.

La última versión de Little Women no ha rascado gran cosa en la temporada de premios. Vestuarios y esas cosas. Y lo cierto es que la película está bastante bien, tiene alguna gran interpretación que ha pasado más desapercibida de lo que sería justo, y lo único que le falta es un poco de atrevimiento de la directora para ser más rompedora y directa en su mensaje. No está mal fotografiada. En Emulsive publicaron hace unos días un artículo sobre el trabajo del fotógrafo Wilson Webb (instagram), fotógrafo de rodaje que, saliéndose de lo habitual, el uso de la fotografía digital, se lleva también sus Hasselblad XPan y Mamiya 7II con una provisión de películas Ilford al rodaje, y ha realizado una serie de retratos del reparto usando la técnica del colodión húmedo, devolviendo a los personajes a la época en la que se basan. Lo cual,… me parece estupendo.

Oscar en fotos siempre es una página interesante, inspiradora y altamente informativa. Y recientemente publicó una galería y minibiografía del fotógrafo fiestero por excelencia, aunque su mirada hacia las fiestas de las clases privilegiadas contengan no poco sentido crítico. Se trata de Larry Fink, y hace mucho tiempo que me gusta.

Y tres recomendaciones menores, pero interesantes:

[Cine] A Hidden Life (2019)

Cine

A Hidden Life (2019; 11/20200209)

Hacía años que no teníamos una película del inclasificable Terrence Malick, aunque hace unos años se dio prisa por rodar dos películas en relativa rápida sucesión. Pero habitualmente se lo piensa entre película y película. Nunca tanto como entre Days of Heaven y The Thin Red Line. Pero bueno… Sus últimas apuestas en 2012 y 2011 fueron realmente crípticas y muy incomprendidas por muchos. En algún momento… por mí mismo.

El lugar de origen de los protagonistas de esta historia no está muy lejos de la católica Salzburgo, gobernada hasta principios del siglo XIX por príncipes arzobispos.

En esta ocasión, contamos con una línea argumental mucho más convencional, pero inserta en su personal forma de entender el cine. Nos habla de la historia real del campesino austriaco Franz Jägerstätter (August Diehl) y su esposa Fani (Valerie Pachner). Franz era un hombre ya en sus treinta y tantos cuando empezó la Segunda guerra mundial. Estaba y casado y tenía tres niñas. En diversas ocasiones fue llamado a ejercicios de instrucción militar. Pero cuando fue llamado a filas, recordemos que en ese momento Austria formaba parte del reich alemán, se negó a prestar el obligatorio juramento de lealtad a Adolf Hitler. Fue hecho preso, fue llevado ante un tribunal militar (última aparición en la gran pantalla del gran Bruno Ganz) y fue guillotinado en Berlín en 1943.

No voy a entrar demasiado en los aspectos ideologicos. Se ha dicho que Jägerstätter adoptó esta posición por su profunda religiosidad católica. Pero también da la sensación, tal y como se puede leer en algunos textos, que tenía profundos sentimientos nacionalistas austriacos, no simpatizaba con Hitler y el partido nazi en absoluto, y esto tuvo también su influencia. La iglesia católica del momento no le apoyó, aunque recientemente fue beatificado. Pero esto no significa nada. La iglesia católica beatifica con la misma facilidad a antifascistas que a profascistas. Y tiene poca consideración con los mártires antifascistas cuando estos no son católicos, y beatifica en ocasiones a fascistas católicos. Lo que es cierto es que la tesis fundamental de Malick, donde se recrea en abundancia, es en la idílica vida, sencilla y familiar, de los campesinos austriacos en los Alpes, como paraíso ante la locura politicobélica en la que se sume Europa en esos momentos. Cierto es que para la familia del represaliado, la vida no fue fácil cuando este es apresado. Ni siquiera después de la guerra. No tan paradisiacos los conservadores pueblecitos alpinos.

La película no obstante tiene un rodaje magistral y unas interpretaciones conmovedoras. Que mezclan el inglés y el alemán de formas, aparentemente arbitrarias, todos los personajes y actores son germanoparlantes, aunque menos arbitraria conforme vas comprobando en qué ocasiones se usa uno u otro idioma. Y eso sí… la película dura casi tres horas para una historia que se puede contar en la mitad de tiempo. Pero Malick se recrea en sensaciones visuales y auditivas, y aquí, esto es marca de la casa, o lo compras o lo dejas. Yo en esta ocasión, lo compró. En otras, no.

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****