[¿Cine?] El fin de la prensa libre; sobre ‘Cahiers du Cinéma’

Cine, Cultura, Política y sociedad

En primer lugar, no, no leo ‘Cahiers du Cinéma’. Alguna vez lo hice. En tiempos. Cuando los quioscos de prensa, algunos de ellos, merecían la pena… cosa que ya… Esto de internet se está cargando muchas cosas. Y los quioscos es una de ellas. Una actividad favorita mía, la de pasear entre los quioscos los domingos por la mañana… adiós. El otro día contemplé con tristeza uno de los más emblemáticos de Zaragoza, ya cerrado. Pues eso. Que no leo ‘Cahiers du Cinéma’. Que se ponen muy exquisitos con frecuencia. Pero era bueno saber que estaba ahí. Que representaba el periodismo del cine considerado como una de las bellas artes, frente a la mayoría del resto de las publicaciones que lo ven más como un entretenimiento.

También suponía algo importante. La libertad de expresión, aunque fuese en algo tan sencillo como algo que, efectivamente, para la mayor parte de la población es un entretenimiento. Pero es que los entretenimientos no son banales. Suelen conllevar ideología. Y las que arrastran los entretenimientos de masas, no son precisamente los que arrastran las ideologías más positivas. Véase el fútbol, que suele acompañarse de manifestaciones de odios entre comunidades, de racismo, de sexismo, de xenofobias diversas. Alguien no habituado a los medios que tratan el deporte, y eso en buena parte de Occidente significa casi exclusivamente ‘fútbol’, se asoma a la prensa ‘especializada’, y a poco que cultive un mínimo de buen gusto queda horrorizado por la vulgaridad, por lo chabacano, por el mal gusto y por los valores tremendamente negativos que acompaña al deporte del pelotón. El cine también tiene ideología. Mucha más de la que nos creemos. También las producciones más taquilleras y aparentemente más orientadas al entretenimiento. Y generalmente también con valores muy cuestionables para las sociedades democráticas. Así que saber que existen algunos medio independientes y críticos, no sólo con los valores puramente cinematográficos sino con los contenidos de fondo, alivia.

Pero nos dicen que los redactores de ‘Cahiers du Cinéma’ han dimitido en masa. La revista es comprada por un grupo empresarial detrás del cual hay un buen número de productores ¡¡¡DE CINE!!!, los que ponen el dinero, que quieren hacer de ella una revista más comprensible y amable. Supongo que debemos entender que escasamente crítica, amable con las películas que esta gente produce. El problema es que esto no sólo pasa con una revista de cine que lee una ínfima proporción de la población. El problema es que eso ha venido sucediendo en las últimas décadas, especialmente en los últimos 20 años, con la mayor parte de los medios de comunicación, adquiridos por grupos empresariales con intereses muy distintos del de la libre información insesgada y objetiva a la población para que pueda ejercer con conocimiento de causa sus decisiones como miembros de una sociedad democrática. Uno de los principales reguladores de los tres poderes del estado de derecho moderno deja de actuar como tal. Y las partitocracias, y plutocracias que hay detrás, dejan de estar sometidas a críticas. El ciudadano deja de poder confiar en los medios. O simplemente es engañado por ellos. La regresión democrática es un hecho. No sólo por esto. Fíjense en el auge de los fascismos y otros populismos… Y la gente tan contenta. Al fin y al cabo, esto de ‘Cahiers du Cinéma’ es solo para pedantes que ven películas con subtítulos que hablan de temas oscuros y de nacionalidades rarísimas, ¿no? Como ‘Parásitos‘…

[Cine] Spotlight (2015), el «hombre de los caramelos» estaba «dentro» y no «a la salida» del colegio

Cine

Spotlight (2015; 092016-0131)

Como el fin de semana pasado fue «largo» en Zaragoza, hubo tiempo para dos películas. Al fin y al cabo, estamos en plena temporada previa a los óscars y hay que «trabajar» a destajo si uno quiere saber porqué tiene que considerar una vez más que estos premios están «devaluados», «no significan nada» y «no son más que un montaje de la industria del cine». Para dado que estos hechos son así, o más o menos,… pues vamos al curioseo y al comentario previo. Que luego llegará el cotilleo posterior alabando a las chicas que estaban realmente guapas en la alfombra roja y poniendo a caldo a aquellos, o aquellos, a quienes viste su peor enemigo.

Es frecuente escuchar o leer que la película que hoy nos ocupa trata de los abusos sexuales, violaciones hablando claro, perpetrados por sacerdotes y otros clérigos católicos sobre víctimas menores de edad, incluso en edad francamente infantil. Abusando de la autoridad que sobre estos menores ejercen estos individuos en el marco de sus parroquias o sus colegios privados. Pues no va de eso.

¡¡¡¡¡?????

¡Dejad que los niños se acerquen a mí, porque suyo es el reino!... parece que muchos sarcerdotes no han entendido el mensaje. Santa Maria in Cosmedin, Roma (Italia).

¡Dejad que los niños se acerquen a mí, porque suyo es el reino!… parece que muchos sarcerdotes no han entendido el mensaje. Santa Maria in Cosmedin, Roma (Italia).

Bueno,… sí que va de eso… Pero no solamente. Es más, si la película que dirige Tom McCarthy es interesante es porque es más que eso. Bastante más que eso. Sobre los abusos sexuales a menores, perpetrados por clérigos o no, se han hecho ya una diversidad de filmes. Sobre los abusos que los clérigos de la Iglesia Católica u otras confesiones ejercen sobre las comunidades que dominan moralmente, retorcidas morales muchas veces, aunque no sean de naturaleza sexual, también se han visto películas. O hemos leído interesantes obras de ficción. Pero hacía falta algo más. ¿Qué faltaba?

Pues lo que nos ofrece este relato basado en la investigación periodística del Boston Globe sobre los casos de abusos en la significativa ciudad de Nueva Inglaterra. Una reflexión crítica sobre la postura del resto de la sociedad ante estos hechos. Porque nos encontramos en una sociedad, que presume de ser de las más avanzadas, ricas y progresistas de los Estados Unidos, cuyos policías, cuyos jueces, cuyos abogados, cuyos políticos, cuyos tenderos, cuyas abuelas,… todo el mundo, incluidos los periodistas que son protagonistas en esta historia, hasta que se dan las circunstancias adecuadas miran para otro lado, ignoran la realidad, se niegan a plantar cara a una institución, la Iglesia Católica, que no es más un poder fáctico más de los que parasitan las sociedades humanas.

Parece que el cardenal de Boston, lejos de ser castigado por el Vaticano, fue destinado a Santa Maria la Maggiore, una de las basílicas vaticanas en suelo romano, un destino prestigioso.

Parece que el cardenal de Boston, lejos de ser castigado por el Vaticano, fue destinado a Santa Maria la Maggiore, una de las basílicas vaticanas en suelo romano, un destino prestigioso.

Miren. Con frecuencia se mezclan los conceptos de moral y ética. Yo los distinto. La ética es el comportamiento guiado por una reflexión personal, sobre unos valores reconocidos y admitidos por el individuo que los posee, y que busca alcanzar la felicidad, generalmente con un comportamiento prudente. Sin hacer daño a nadie por el camino, vamos. La moral es el comportamiento dictado por las costumbres. Miren la etimología de la palabra, del latín «mores». O tempora o mores, decía Cicerón en una de sus Catilinarias. ¡Qué tiempos, qué costumbres! Y las costumbres son producto de la presión del grupo. De la presión social. De la presión de los grupos de poder fáctico. Entre ellos las jerarquías religiosas. Y las costumbres, la presión de los grupos no tienen porque ser buenas para la persona. Para las personas. Especialmente para los más débiles. Por ello debe haber vigilantes. De los grupos fácticos. Tradicionalmente, el papel que se otorgaba a la prensa libre. Un papel al que parece que la prensa está renunciando a marchas forzadas, en manos como está de potentes grupos económicos. Poderes fácticos, por lo tanto. Ya la hemos jodido.

Pero en Boston, en el año 2001, quedaban algunos periodistas que todavía estaban dispuestos a hacer su trabajo. Y esta película nos lo cuenta. Con sobriedad. Sin alaracas. Yendo al grano. A los hechos. A lo que documentalmente se puede probar. Con ganchos directos al hígado del tejido social de una sociedad más o menos privilegiada, pero con más carencia de equidad de la que están dispuestos a reconocer. Y debemos dar gracias a quienes han trabajado en este filme por enseñarnos la lección. Porque hay otros grupos de poder fáctico ahí. Porque hay otras morales hipócritas. Porque hay otros indefensos que sufren. Y no lo vemos. O no lo queremos ver. Y nadie nos lo cuenta. O nadie nos lo quiere contar.

El reparto estupendo, por cierto. Todos.

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

Nos contaban los padres escolapios que todos los niños teníamos un angel de la guarda, dulce compañía... que se debe tomar un rato libre e irse a beber unas birras cuando hay algún cura cerca. Puente de Sant'Angelo, Roma (Italia).

Nos contaban los padres escolapios que todos los niños teníamos un angel de la guarda, dulce compañía… que se debe tomar un rato libre e irse a beber unas birras cuando hay algún cura cerca. Puente de Sant’Angelo, Roma (Italia).

[Cultura] Una mañana en el Centro de Historias: cine e imprenta

Cultura

En estos días que he estado, y estoy, de vacaciones, no es que haya hecho multitud de cosas. Pero sí que las he podido hacer más tranquilamente. Últimamente no había  tenido muchas ocasiones para acercarme al Centro de Historias de Zaragoza, uno de los centros culturales y de exposiciones más agradables de la ciudad. Aunque su programación últimamente esté un poquito irregular desde mi modesto punto de vista.

Por supuesto, siempre encontramos alguna instalación en el Espacio tránsito, en esta ocasión la denominada Play-house de Coco Escribano, ilustradora que nos muestra su particular reflexión sobre ese espacio personal que llamamos hogar.

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Dos exposiciones principales había en estos momentos en el Centro de Historias. En el espacio cripta encontramos un recorrido por «La máquina del tiempo del cine aragonés». Reconozco que acudí a una exposición con semejante denominación o conceptualización con un poco de escepticismo. Mi pregunta fundamental es: ¿existe algo con naturaleza propia y distintiva que podamos llamar «cine aragonés»?

Pues la verdad tengo la sensación de que no. O que en esencia no es algo distinto de eso que llamamos «cine español», que no se hacen en este rincón del mundo cosas distintas de lo que se hacen en el conjunto de la Península Ibérica. El hecho de que haya directores de cine ilustres, u otro tipo de profesionales de la industria del cine, que son importantes o interesantes, no quiere decir que exista un fenómeno local distintivo. O por lo menos a mí me cuesta percibirlo así.

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Otra cuestión es analizar las manifestaciones de la industria del cine en Aragón, independientemente de si son singulares o siguen corrientes más amplias. Pueden ser los sistemas de distribución y comercialización, pueden ser los diversos festivales que salpican la geografía aragonesa, puede ser el fenómeno de los cineclubes, que no sé si en estos momentos tiene la importancia que algunos sentimos en épocas pasadas. En mi época de estudiante fueron muchas las películas que vi en las incómodas butacas de los salones de actos de los colegios mayores de la ciudad.

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Sí que me quedé con ganas de saber algo más de algunos temas. Por ejemplo, se nos habla en alguno de los carteles del «cine independiente en Aragón» como un fenómeno que se dio en los revueltos años 70, años de reivindicación y ganas de libertad. Cuan bueno hubiera sido que más allá de alguna mención a alguno de los modestos cineastas que fundamentalmente en Super 8, lo más afortunados en 16 mm, y los afortunadísimos en 35 mm, realizaban sus producciones no comerciales en aquella época, nos hubieran proyectado alguna muestra de los trabajos que hicieron. ¿Unas pantallas de vídeo con algunas de estas producciones emitiéndose en bucle?

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Pero bueno, seamos positivos, y según el antiguo refrán que nos enseña que «a la cama no te irás sin saber una cosa más», por lo menos me entero, no lo sabía, que Pili y Mili nacieron en Zaragoza. Destacadas figuras del «cine aragonés».

Tras este paseo por el mundo del séptimo arte, en la planta 1ª del centro encuentro una exposición titulada «De Gutenberg a Twitter», que viene a hacer un recorrido de algo más de quinientos años (incluso bastante más si contamos los precursores) por los desarrollos técnicos que han permitido la existencia de la prensa como uno de los necesarios reguladores de los derechos y libertades de los ciudadanos, a través del ejercicio de la libertad de expresión y la capacidad de suministrar noticias veraces a los ciudadanos.

Esta es la teoría… porque si analizamos el estado real de las principales cabeceras de la prensa española,… como para pegarse un tiro.

Pero aquí no se trata tanto de eso como de dar una vuelta a trastos como las prensas de presión, los tipos de plomo, las prensas litográficas, las «vietnamitas», los teletipos, los ciclostilos y otros cacharros que han permitido que la palabra pase al papel, y de aquí a las personas. Empezando desde los bronces grabados de la antigüedad clásica, como el bronce de Botorrita o Contrebia Belaisca, hasta ¿twitter?

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Por supuesto, me intereso por los procesos que permitieron el nacimiento de la prensa gráfica, de la incorporación de la fotografía a la prensa. Pero no creáis que en este aspecto la exposición se ha lucido mucho. Una cámara de madera de gran formato, probablemente de 20 x 25 cm, altamente inadecuada para su uso como cámara de prensa, y alguno de los chismes que servían para transmitir lentamente las copias fotográficas utilizando el teléfono. Creo que dada la importancia de la imagen en la prensa del siglo XX, algo más de presencia hubiera estado bien.

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En el lado de lo anecdótico, «fuerte» presencia de los «magníficos» del Real Zaragoza en la exposición, que me llevan a mis recuerdos de infancia. Una fotografía de los jugadores del equipo maño cuando ganó la Copa de Ferias, antecesora de la Copa de la UEFA o como diablos se llame ahora, sobre la parte superior del autobús que los transportaba en dirección al Pilar, me recordó una historia que contaba mi madre. Yo debía tener algo más de un año, casi año y medio, cuando se produjo el evento deportivo. Y mi madre, curiosa, me llevó con ella al paso de los jugadores por la calle Alfonso I, como digo camino del Pilar. Me alzó un poco, y asegura que el portero, Yarza, me dio la mano y me dijo alguna monería. Para ella, un recuerdo indeleble. Yo, con tan tierna edad, no recuerdo nada.

De lo que si tengo recuerdo es de una pelota que tenía de niño con las cabezas de la alineación titular del Real Zaragoza en algún momento de los años 60. Y esas cabezas aparecen también en la exposición en otro contexto. Pero son las mismas cabezas. Las reconocería en cualquier lado.

En cualquier caso, a partir de ahí, el fútbol y yo seguimos caminos divergentes y en estos momentos tratamos de ignorarnos mutuamente lo mejor que podemos. Particularmente me parece un deporte aburrido, y la «cultura» que lo rodea, cutre.

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A la salida de la exposición, me encuentro con un mapa que me deprime un poco. Se trata de una clasificación de los países en función de su respeto por la libertad de prensa. España no está en verde-azulado que implica una situación óptima para esta libertad. Está en un ocre clarito de meramente «satisfactoria». Aunque yo me pregunto si no deberíamos sumar además la actitud de los propios medios, tan catastrófica estos días para defender la objetividad y la pluralidad de las opiniones en la sociedad, y bajar algún peldaño en el escalafón. Una pena. Menos mal que la sociedad se busca otras formas de expresión, como comprobé mientras paseaba camino del autobús urbano para volver a casa.

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[Televisión/Fotografía] Cosas de series extra; algo de ética y un triste adiós a la redacción de noticias (The Newsroom)

Televisión

Pues sí. Como hago de vez en cuando con algunas selectas series cuando llegan a su final, voy a dedicar a The Newsroom una entrada especial televisiva cuando ha llegado al término de su tercera, corta y última temporada. Han tenido el detalle de dejar que la serie se despidiera con una minitemporada de seis episodios que, ya adelanto, a mí me han gustado bastante.

Veamos, probablemente podemos asegurar sin temor a equivocarnos que The Newsroom no ha sido una serie perfecta. Bueno. Ninguna lo es. Las hay mejores y las hay peores. Las hay muy buenas que no nos perderíamos, y otras que sin embargo abandonamos. La mayor parte de la series malas o flojas no las vemos, pero existen una serie de guilty pleasures que no nos perdemos tampoco. Bueno, pues para mí la redacción de la ficticia ACN ha sido una muy buena serie, llena de imperfecciones, que no me hubiese perdido por nada del mundo.

La serie que celebramos hoy es de ambiente básicamente neoyorquino, así que me trasladaré fotográficamente a Manhattan.

La serie que celebramos hoy es de ambiente básicamente neoyorquino, así que me trasladaré fotográficamente a Manhattan.

Esta serie ha recibido muchos palos de cierta crítica y de cierto sector de la sociedad. Se decía que no representa la realidad del periodismo y de las cadenas de televisión. Que era una utopía, un sueño de sus productores, pero que el mundo no es así… Que por lo tanto tendría más de fantasía que,… patatín, patatín, patatán. Efectivamente, eso es así. Desgraciadamente es así. Desgraciadamente, la prensa, los medios de comunicación, la televisión no son servicios públicos destinados a mantener una población informada y crítica. No son eso. Desgraciadamente, estamos rodeados de medios de comunicación que sirven a intereses empresariales y políticos no declarados. Desgraciadamente, las televisiones de hoy en día son el circenses del panem et circenses de finales del siglo XX y XXI. Efectivamente, hoy en día los listos de las televisiones son los que han convencido a la población de que si les hacen el trabajo de enviarles las noticias y las fotos desde casa, desde el móvil, desde la calle, así no tienen que pagar profesionales cualificados y críticos que informe si no objetivamente, que es muy difícil, sí con ecuanimidad. Nada eso es necesario. Si además la gente se siente orgullosa si su foto sale por la tele o la publica un periódico. Da igual la finalidad de tal publicación o las consecuencias éticas derivadas. Nada de eso importa. Desde este punto de vista, la serie es un engaño. No refleja la realidad, ni hacia donde va el mundo de la información. Un cuento.

Voy a comentar una situación particular. Para ilustrar la forma de hacer y de paso establecer mi visión ética personal. Quien siga este Cuaderno de ruta sabrá perfectamente que soy aficionado a la fotografía. Todas mis entradas llevan al menos una fotografía hecha por mí; la mayor parte de las veces más de una. Hace unos días, reunido para celebrar el fin de año con otros aficionados a la fotografía me dieron la noticia:

«Una de tus fotografías ha salido publicada en un periódico.»

O en la página web de un periódico; no sé.

«Hasta ponían tu nombre.»

¿¿¿??? Pues yo no sé nada. Nadie me ha dicho nada.

Nueva York, junto a todo el nordeste de los Estados Unidos, se presupone como la región más progresista del país, más predispuesta a las luchas por las libertades.

Nueva York, junto a todo el nordeste de los Estados Unidos, se presupone como la región más progresista del país, más predispuesta a las luchas por las libertades.

Algunos de lo que me lo comentaban me lo decían como si me tuviese que hacer ilusión o algo… No quise saber ni qué medio de comunicación fue, ni qué foto era, ni qué noticia era la que ilustraba la fotografía. Sólo sé que el medio de comunicación se había arrogado el derecho de publicar un fotografía hecha por mí, sin pedirme permiso, sin comunicármelo siquiera, no digamos ya sin preguntarme si yo estaba de acuerdo en que se publicase en el contexto que fuera. Se habían limitado a tirar por la calle del medio. La mayor parte de nosotros no vamos a protestar; estamos muy liados con nuestras cosas y nuestros problemas como para meternos en estos líos. A mucha gente, que le pase esto le hace ilusión. A ellos, a los medios, les sale más barato; así no tienen que pagar a fotógrafos profesionales.

Pues bien. Mejor dicho; pues mal. Yo no estoy de acuerdo con estas prácticas. Me parece que son de una falta de ética profesional y corporativa absoluta. Así no se hacen las cosas. Y si se lo comentas a algún periodista o profesional de los medios con tono de crítica se te queda mirando como si fueras un marciano. Me avergüenzo de los medios de comunicación que sufrimos en esta sociedad. En los que hace tiempo, por la falta de confianza que siento, evito invertir ni un céntimo. Yo que durante años era uno de los fieles que a primera hora de la mañana, cuando casi no había amanecido, pasaba por el quiosco a comprar mi ejemplar de la prensa. Nunca más.

Antes de terminar con mi opinión de la serie, para cualquier aficionado o profesional de la fotografía que pudiera leer esto, mi posición respecto a la utilización de las fotografías que hago como aficionado que soy.

Salvo algunas, todas mis fotografías las publico con un aviso de que me reservo el derecho de copia y de utilización. Las excepciones las publico bajo licencia Creative Commons, con las condiciones de que se pueden compartir con reconocimiento de autoría, para usos estrictamente no comerciales y sin permitir obras derivadas. El uso por un medio de comunicación no reúne estas condiciones. En dos ocasiones, medios de comunicación me han llamado para obtener mi permiso. Les he dicho que no, que el uso para el que las querían no me parecía adecuado. Uno de ellos se ofreció a pagarme una cierta cantidad. Contesté que no soy profesional, que me gano la vida de otro modo, y que no tengo interés en pisar el terreno a otras personas que se dedican profesionalmente a la fotografía de prensa y que considero más idóneos que yo para proporcionarles el producto que necesitan.

Cuanto haya de cierto en ese hecho y cuanto no, eso es algo que no me considero capacitado para analizar.

Cuanto haya de cierto en ese hecho y cuanto no, eso es algo que no me considero capacitado para analizar.

Los únicos usos para los que he cedido fotografías que se podrían considerar comerciales han sido a tres o cuatro artistas, danzantes, mimos, animadores callejeros, que tienen muy poco o ningún presupuesto para crear material de promoción y de los que he obtenido fotografías en alguno de sus espectáculos. Entiendo que son casos en los que no piso los derechos de ningún profesional,… porque esta gente no tiene dinero ni presupuesto para contratarlos. Por lo tanto no hay lucro cesante posible.

También he negado mi colaboración a administraciones públicas. Creo que aunque usen el dinero público también tienen que pagar a profesionales adecuados por sus obras. El dinero público tiene que crear empleo y riqueza, no satisfacer mi ego de aficionado.

Dicho todo lo cual, volvemos a la televisión. Efectivamente, tal y como está el panorama, la redacción de noticias que nos presentaba The Newsroom era utópica e irreal. Desgraciadamente. Y precisamente por eso, porque ejercía la función de informarnos de qué debemos exigir y esperar de los medios de comunicación, porque ejercía una función crítica con la realidad tal y como existe, a la vez que nos entretenía y mucho con las aventuras de sus protagonistas, considero que era una serie imprescindible. Que no me he perdido ningún capítulo. Con sus cosas buenas, que las tenía y muchas. Con sus cosas malas, que también tenía alguna. Lo siento pero Maggie Jordan (Alison Pill) me ha resultado estomagante durante casi toda la serie. Pero había otros personajes que la compensaban de sobras. Yo me he divertido mucho. Me lo he pasado bien. He disfrutado.

Y por último, lo más importante, me he enamorado desde el primer momento y hasta el día que me despida de este perro mundo, de la única, la guapísima, la inteligente, la incomparable, la despistada, la morenaza,… de Sloan Sabbith (Olivia Munn). Aayyy…

También es un lugar donde prosperan muchas empresas que tienen poder e intereses en los medios y que no necesariamente están dispuestos a luchar por la independencia de los mismos.

También es un lugar donde prosperan muchas empresas que tienen poder e intereses en los medios y que no necesariamente están dispuestos a luchar por la independencia de los mismos.

[Ciencia] ¿Qué es más rápido que la velocidad de la luz?

Ciencia

Según un chascarrillo que pulula por el mundo, sólo hay una cosa que viaja más rápida que la velocidad de la luz. Los chismes (gossip en la lengua Secspir). Y por lo tanto, a más velocidad que la luz se ha reproducido el chisme en la prensa de que unos científicos habían descubierto unos neutrinos que viajaban entre Suiza e Italia a más velocidad que la famosa constante universal.

Por parte de este servidor, que no es físico pero es de ciencias, mi primera reacción ha sido: escepticismo total.

Y más si lo proclama la prensa a los cuatro vientos. Quizá no sea yo el más capacitado para explicar porqué creo que los periodistas son unos nefastos divulgadores científicos. Voy a reproducir literalmente cómo lo explican en NeoFronteras, porque me parece que hacen un análisis muy acertado:

Hay tres razones para este sensacionalismo en los medios de comunicación. La primera es la inercia amarillista que promueve la venta de su producto, por muy malo que sea éste. La segunda es la ignorancia supina de los periodistas sobre casi cualquier tema (saben escribir pero no saben nada sobre lo que escribir) y la ausencia de asesores científicos en los medios que los corrijan. La tercera es la ignorancia generalizada en la sociedad, que ha hecho que después de más de 100 años la gente no comprenda y no quiera comprender la Relatividad General (RE) ni sus consecuencias.

Últimamente, dudo incluso que sepan escribir.

Si leemos en aquellos sitios que con serenidad han comentado la cuestión, además del anterior, por ejemplo en Quantum Diaries (en inglés, y de donde he tomado lo del gossip), veremos que en realidad lo que ha sucedido es que unos científicos han comunicado en un seminario, no lo han publicado formalmente, una discrepancia entre la velocidad esperada de los mencionados neutrinos y la observada. Y puesto que si fuese verdad la observada, pondría patas arriba el paradigma actual en el que se sustenta la física, y por lo tanto sería una verdad que habría que considerar de una forma extraordinariamente crítica, lo que han pedido en esa comunicación es que la comunidad científica les ayude a encontrar el error. Porque lo primero que hay que suponer es que de alguna forma han cometido un error. Si tras un análisis exhaustivo nadie encuentra un error, entonces quizá habría que considerar la cuestión de otra forma.

Por supuesto, es difícil esperar que la mayor parte de la gente entienda este proceder. La mayor parte de la humanidad vive convencida de sus «verdades». Adopta de forma dogmática creencias religiosas, ideologías políticas, modelos sociales o económicos, supersticiones diversas, pseudociencias, etcétera. Por lo tanto, ni de lejos se plantean preguntar a su similares algo así como:

Oye mira, esto es lo que yo pienso. ¿En qué crees que me equivoco? ¿Cómo lo ves tú?

Si esto sucediese. Estoy convencido que el mundo sería un lugar mejor. Pero somo demasiado humanos para que tal cosa suceda. Más dados a imponer nuestras creencias que a aceptar la realidad como se nos presenta, si es contraria a esas creencias. Hace tiempo que pienso que quien proclamó al ser humano como un «animal racional» o era un optimista incurable, o muy despistado, o muy tonto, o un cínico con ganas de gastarnos a todos una monumental broma.

Por supuesto, ya he visto algún titular en algún diario nacional hablando de «viajar en el tiempo». Sí. No hace falta más que leer la prensa habitual para sentirse como entre los más primitivos trogloditas.

Laderas del Mönch

Para pillar a los escurridizos neutrinos, hay que enterrar los instrumentos en el interior de las montañas; como las de los Alpes. En la imagen, las vertientes del Mönch, en el macizo de la Jungfrau en Suiza (Pentax K10D, SMC-DA 40/2,8 Limited).

La hemeroteca de La Vanguardia

Política y sociedad

Me despierto hoy con una mezcla de ilusión y de frustración. Normalmente, me cuesta dormir hasta tarde los días de fiesta en los que no tengo especiales obligaciones que hacer. Es difícil que me den más de las ocho en la cama, a mi pesar. Pero hoy, he sentido la ilusión de haber conseguido dormir una horita más de lo previsto… seguida de la frustración de que debido al cambio de hora… ¡¡¡eran las ocho cuando me he despertado!!!

Entendiendo que estoy sometido a alguna especie de maldición al respecto, me he levantado y sin hacer demasiado ruido, porque qué culpa tendrán los vecinos de mis maldiciones, me he puesto a ver qué noticias nos trae el día en la radio y en internet. Y en la radio han hablado de la hemeroteca de La Vanguardia.

El veterano diario catalán ha puesto a disposición del público a través de la red de redes todas sus ediciones para su consulta libre y gratuita. No he analizado los aspectos técnicos de la oferta; su motor de búsqueda, la legibilidad de los pdfs, etc, etc. Me he ido directamente a lo que muchos harán. ¿Qué pasó el día en que nací yo? Ya sé, ya sé,… Qué poco original… pero…

Lo primero que me ha llamado la atención ha sido que en la primera página aparecía el nombre del diario: La Vanguardia española. Obviamente, hace tiempo que se cayó de su cabecera el gentilicio «española». En la Cataluña postfranquista, lo de adjetivarse «español» puede no ser rentable, y ya se sabe que «la pela es la pela». Por lo demás, es decepcionante que en esa primera página no aparezca una noticia de campanillas que refuerce el ego del que consulta diciendo,

«qué cosas tan importantes pasaron el día que yo nací…»

Pues no, cosillas de carácter local. Premios a unos periodistas barceloneses e inauguraciones de los ministros tecnócratas de Franco.

Curiosamente, en tercera página sí que aparece una noticia importante, cuyas consecuencias todavía repercuten en nuestra sociedad actual. Nos habla del fracaso de las negociaciones que provocaron el retraso en la incorporación del Reino Unido al entonces denóminado Mercado Común Europeo durante una década más, reforzándose el euroescepticismo de buena parte de la opinión pública británica.

Del resto de las noticias… la verdad es que los tiempos aquellos fueron grises para las noticias españolas, y así se refleja. Lo dejaremos estar.

En cualquier caso, bienvenida la oferta del diario barcelonés, y esperemos que con el tiempo se extienda el ejemplo por toda la prensa, para una mejor comprensión pública de nuestra historia.

Estamos en otoño. ¿No se nota? Las hojas se tiñen de ocre… y todas las demás cosas que pasan.

Hojas de platano

Hojas de plátano en los alrededores del Canal Imperial de Aragón en Zaragoza - Pentax K10D; SMC-DA 70/2,4 Limited