Empecé a oír hablar de este libro ya hace tiempo. Parece que se ha vendido muy bien, y que ha recibido muy buenas críticas. Pero cuando leía las sinopsis del libro… no conseguía sentir atracción hacia el tema que trataba. A cualquier aragonés, el título le resultará sugestivo, ya que el cañón de Ordesa es uno de esos lugares que queda en la memoria de todos nosotros y que todos nosotros visitamos al menos una vez en la vida. Muchos de nosotros, varias veces. Y al igual que el autor del libro, Manuel Vilas, tenemos algún recuerdo asociado a nuestra infancia y nuestra familia relacionado con el lugar. No me ha dado tiempo a escanear ninguna de las fotos que tengo de cuando yo tenía, por el peinado que llevaba, seis años, y visité por primera vez el parque y vi por primera vez sus cascadas.

Hace un año aproximadamente, en una visita a Barbastro con la asociación de fotógrafos para visitar las exposiciones de BFoto, salió a colación el libro en la comida, que el autor era barbastrense y que estudió en Zaragoza al mismo tiempo que yo, es unos meses mayor que yo. Y yo traté con un cierto número de estudiantes de esa ciudad del Somontano aragonés. Con buenos recuerdos. Y no pocos estudiaban en la Facultad de Filosofía y Letras. Pero si coincidí en algún momento con él, no lo recuerdo. Sinceramente. No sé porqué será, me acuerdo más de las chicas. El caso es que empecé a sentir curiosidad, y cuando surgió una oferta para el libro electrónico lo cogí. Aun así, con mi caótico estado mental para lectura que arrastro este año, hasta que no disfruté de la tranquilidad de las vacaciones de finales de septiembre no lo leí. Bien es cierto que me costó leerlo más de lo que pensaba.
El libro tiene un tono biográfico, aunque entiendo que es ficción basada en la realidad, no me ha quedado claro del todo. El relator, en primera persona, va desgranando sus recuerdos y sus acontecimientos vitales, con especial atención a las relaciones con sus padres. Muchas de las peripecias vitales resuenan en mis recuerdos… porque con edades muy similares vivimos en el mismo país y al mismo tiempo. Aunque el entorno tuviera sus diferencias. Barbastro no es Zaragoza y viceversa. Sin embargo, tras un comienzo de la lectura muy animado, empecé a despegarme de lo que me estaba contando y de sus vivencias. Una cuestión es que resuenen las anécdotas y otra es que resuene el fondo. Y creo que, para bien, en mi caso, mis vivencias con mis padres, con mi familia fue más tranquila y con las expresiones de afecto más claras y definidas. Nunca tuve dudas de los sentimientos de mis padres hacia mí y de su orientación al bienestar de sus hijos. Y por lo tanto… mi vivencia es poco literaria. Sin tensiones vitales, difícilmente podría interesar a nadie. Sin embargo, como digo, también establece un separación, una barrera entre la biografía del protagonista del relato de Vilas, sea el mismo o un alter ego de ficción, que me desconectó. Y eso hizo que me costase terminar de leerlo.

Es el primer libro que le leo. Y no me disgusta nada cómo escribe. Pero si el tono del resto de sus obras es similar, no me veo buscándolas en el futuro. Es lo que digo siempre, poniendo un ejemplo sacado del cine,… Scorsese me parece un director maravilloso, pero la mayor parte de sus películas no me interesan. Pues algo parecido. ¿Lo recomendaría a un amigo? Mmmmmm… creo que es un libro generacional. A personas de una cierto intervalo de edades les interesará. Lleva a una nostalgia, a unos tiempos, que si no se han vivido, todavía me parece más difícil entrar en lo que nos cuenta. A la mayor parte de mis amigos no se lo recomendaría. A alguno, sí. Aun a riesgo de equivocarme en ambas situaciones.
