Tengo la sensación de que en un tiempo pasado ya había titulado una entrada de este Cuaderno de ruta de forma parecida. Viene de una cancioncilla más o menos popular entre críos y adolescentes en los años 60 y 70. Más bien 70, creo. El caso es que este lunes pasado, cuando salí de mi lugar de trabajo, decidí dar una vuelta. Está haciendo una semana horrible, gris, feísima, con un luz de un muermo aplastante, y con unas temperaturas que no saben ser ni frías ni templadas… pero que a mí me han dejado más bien frío, aunque a las cuatro de la tarde me sobre el chaquetón. El caso es que esta gris frialdad del día hizo que al pasar por Caixaforum Zaragoza, viendo que tenían una nueva exposición dedicada a los vampiros, entrase a cotillear antes de irme a casa.
Por supuesto, aunque el persona más conocido del mundo vampírico, el conde Drácula, sea una creación literaria de Bram Stoker, lo que tenemos clavado en nuestra imaginación y pensamiento es la iconografía sobre el personaje, tal cual o bajo su sorteador de derecho de autor, Nosferatu, que nos ha legado el cine. Y esta abundante inconografía ocupa un amplio espacio en diversas secciones de la exposición. Pero sinceramente… no soy yo un gran aficionado al conde transilvano. Ni al cine de terror gótico, o no gótico, en general. Creo que de sus representaciones en el cine, la que más me ha divertido siempre es aquella que debemos a Polanski. Parodia que pone de manifiesto los grandes defectos del conde; aristócrata, narcisista, machista… un fascista en líneas generales. Y los antagonistas del conde, tan británicos ellos de la época victoriana tardía… no me caen mucho mejor.
Pero hay una multitud de derivados en la cultura popular del mito vampírico-draculiano que si me divierten, me gustan, me atraen… me complacen de formas diversas.
Qué ideal esa portada de Harper’s Bazaar en plena guerra mundial, toda patriótica, promoviendo las donaciones de sangre para los heridos, en la que aparece una jovencísima, adolescente, Betty Persky, todavía no era Lauren Bacall, antes de ser descubierta por Howard Hawks y Humphrey Bogart para disfrute y admiración de todos los cinéfilos. Aprovecho esta referencia cultural, para lanzar un ataque en mi cruzada anti doblaje en el cine y en pro de las versiones originales. En Rear Window (La ventana indiscreta), la novia del fotógrafo lesionado, Grace Kelly, en su versión doblada, anuncia que viene de hacer, o va a hacer, un recado a los «almacenes Harper»… Hay que ver la versión original para percatarse que es una modelo profesional, similar a la Bacall, que va o viene a la revista Harper’s Bazaar a sus cosas. En fin… lo que nos hemos perdido por los «espléndido doblajes españoles, de los mejores del mundo».
Y que decir de la estupenda imagen de la no menos estupenda Maggie Cheung, embutida en látex, en su peculiar encarnación de Irma Vep en la película del mismo nombre de Oliver Assayas, que vi recientemente en Mubi, y que hace homenaje de la película Les vampires de Louis Feuillade, donde aparece por primera vez el personaje de Irma interpretado por Musidora. Percatémonos que «Irma Vep» es un anagrama de «VampIre»…
Por otro lado, la temática vampírica ha influido en muchos otros ámbitos de la cultura y el arte, tanto en el plano popular como en el más culto. Nunca he sido fan de la afamada película que Coppola hizo en los años 90 sobre el famoso conde; a quién se le ocurre pensar que Winona Ryder tiene madera de Nina Murray… Pero sin duda, el diseño de producción y otros gremios artísticos de la película son de altísimo nivel y una referencia. Como pueden ser los diseños de vestuario de la japonesa Eiko Ishioka para la película.
Y ese autorretrato vampírico de la pintora Claire Tabouret, entre la inocencia, el desvalimiento y el terror hemófago, que por algún motivo llevó mi pensamiento a una de las películas sobre vampiros que sí me gustó, y que nos llegó desde las frialdades nórdicas suecas. La versión que a continuación hicieron los USamericanos, no… esa no me gustó. Curiosamente, no encontré en la exposición ninguna referencia a esa variante del fenómeno vampírico. Mucho más interesante desde muchos puntos de vista que las dedicadas al conde dichoso.
Son muchas más las referencia en la cultura popular que se pueden encontrar al mito vampírico. Algunas de los más divertidas las encontramos en la prensa, especialmente en la prensa satírica, aunque no solamente, generalmente asociando el concepto de actitud vampírica a los poderes económicos y los poderes fácticos. También son características la multitud de adaptaciones a la historieta, cómic o novela gráfica o como lo queráis llamar. Medio en el que además se ha visto sometido a menos tensiones censoras, y ha dado rienda suelta a las connotaciones sexuales de la agresión del vampiro, como nuevo lobo féroz para las caperucitas modernas. Aunque también ha dado lugar al nacimiento de numerosas vampiras. Literatura, televisión… en las últimas décadas no han faltado adaptaciones del mito vampírico y muchas de ellas son mencionadas en la exposición. Quizá demasiado escueta para todos los frentes que puede abarcar el tema.
Entretenida, sin duda. ¿Recomendable? Depende de lo que te interese el tema.