Nightmare Alley (2021; 08/20220103)
A priori… ver una nueva versión de una película de 1947 protagonizada por Tyrone Power… no es algo que necesariamente me haga ir al cine. No es mi actor preferido precisamente, incluso si aparece en alguna película que me gusta mucho. Y además me cansé mucho en su momento de un casposo chascarrillo frecuente en cierto individuo, cuando en la televisión única en blanco y negro programaban alguna película de aventuras del galán, sobre si murió de «una angina de pecho» o por «un pecho de la Gina (Lollobrigida)» durante el rodaje de un peplum en España. «Humor» del franquismo, con artículo determinado delante de nombre propio incluido. Pero cuando la empezamos a considerar como una nueva adaptación de una novela de William Lindsay Gresham dirigida por Guillermo del Toro, y que en el reparto aparecen nombres como Bradley Cooper (divertidísimo en su papel en la película de la semana pasada), Cate Blanchett y Rooney Mara (reunidas de nuevo después de aquella maravilla injustamente tratada en la temporada de premios), Toni Collette, Willem Dafoe… entre otros nombres prestigiosos… pues empezamos a pensar que esta película, después de todo había que verla.

Nos habla de la historia de un hombre que huye de lo que parece la escena de un homicidio, y se reúne con una troupe de feriantes ambulantes, donde se lía de con la «clarividente» (Collette), se enamora de «la mujer eléctrica» (Mara), aprende los trucos del «mentalismo» de un viejo «mentalista» (estupendo David Strathairn, como de costumbre), se horroriza del destino del geek de la feria a manos de un desalmado (Dafoe), y acaba huyendo con su enamorada para triunfar como artista del mentalismo. Hasta que conoce a una arrebatadora psiquiatra (Blanchett), prototipo de femme fatale, que descubrirá sus secretos y explotará su ambición para llevar a término sus propios planes de venganza.
Un fatalismo propio de la novela y el cine negros clásicos impregna el largometraje, dirigido en sus aspectos más técnicos y visuales con maestría por del Toro. Poco hay que objetar a este punto. Sin embargo, aunque la película empieza con interés, preguntándonos qué es lo que hay detrás de ese individuo callado, introvertido y curioso que se refugia en el particular universo de los feriantes, pronto evoluciona a una serie de situaciones que van por otros derroteros, y lo hace de una forma un tanto morosa y un tanto estereotipada. En algún momento, tras el primer tercio de la película empecé a perder interés, para seguir rutinariamente un argumento y llegar a un desenlace que encontré, ambos, muy predecibles. Más propio de un cine negro de serie B, que de un cineasta como Guillermo del Toro al que se le suponen mayores ambiciones.
El reparto cumple sobradamente con sus obligaciones, porque hay oficio interpretativo para dar y vender en esta película. Pero hay mucho nombre ilustre en papeles que tienen poco lustre, que son meramente instrumentales en el devenir del protagonista. La misma Rooney Mara tiene un papel con poco desarrollo, bastante plano, que le impide lucirse, siendo Blanchett la reina de la fiesta en un papel que le viene como anillo al dedo, pero que tampoco tiene todo el desarrollo y profundidad que podría haber tenido. Son intérpretes buenos, pero no levantan en esta ocasión el nivel del largometraje.
Entendámonos, no es una película mala, y se puede ver, e incluso disfrutar, sin problema. Siempre que ajustes tus expectativas. Que en nuestro caso eran demasiado elevadas, dados los mimbres con los que se tejió esta cesta. Una pena que el resultado final no tuviera la brillantez y profundidad que esperábamos.
Valoración
- Dirección: ***
- Interpretación: ***
- Valoración subjetiva: ***