Las fotografías que acompañan este fotocomentario proceden de un rollo que expuse en la segunda mitad del mes de abril pasado. Los detalles técnicos los podréis encontrar en Cuestionable ISO 200 para todo uso – Canon EOS 650 y Tamron 35 mm con Adox Color Mission. La cuestión es que una parte del rollo de película lo usé en unos viajes por trabajo a Madrid a finales de ese mes. Fueron dos días seguidos. Como el tiempo de duración del viaje en tren de alta velocidad, no hice noche en la capital. A mi administración pública le salía más económico, por evitar el coste del hotel y de las dietas, las comidas que hice allí fueron gentileza del Ministerio de Sanidad, y yo descansaba tranquilamente en mi casa y en mi cama.

Pero ese viaje, y otros recientes me han hecho pensar en las desigualdades sociales implícitas al modelo actual de transporte público entre ciudades. Lo más económico son los autobuses de línea. Pero son bastante más lentos que la alta velocidad, cuando esta existe, aunque más rápidos si tienen que competir con trenes convencionales, «gracias» a la triste realidad en frecuencias y velocidad promedio de los trenes que no circulan por la alta velocidad. Pero vamos a los trenes de alta velocidad… Si eres un afortunado que te coges vacaciones y viajas, que te planificas el viaje con antelación, y todo eso, te puede salir relativamente económico. A mitad de agosto me voy a Estocolmo, saliendo el avión de Barcelona. Cogido con tiempo, el viaje en tren en alta velocidad desde Zaragoza a Barcelona apenas llega a 45 euros. Rápido y cómodo. Mucho mejor que el autobús, que es algo más barato, pero no exceso. Ahora bien, si eres una persona que necesita por las tribulaciones de su vida hacer un viaje semejante que surge de improviso… el tren de alta velocidad puede sobrepasar sin ningún problema los 110 euros en su modalidad más económica sin derechos de cambio de billete ni de reembolso por cancelación del viaje. En los horarios que suelen ser útiles a los ciudadanos, me refiero. Un precio que no es adecuado para cualquiera, un precio que es un lujo. El transporte público como lujo. Un sinsentido, que los sucesivos gobiernos permiten sin problemas y aun sacan pecho de los trenes españoles. Porque además, últimamente las plazas de transporte público entre las relaciones más usadas pueden escasear… y ser problemático disponer de plaza cuando el viaje te surge a corto plazo. No debería ser así. El transporte público deberías ser más asequible a todas las economía, con ofertas razonables para todos.






