[Libro] Las deliciosas historias de la taberna Kamogawa – Hisashi Kashiwai

Literatura

Leí la «primera parte» de estas historias «detectivesco-gastronómicas» hace unos meses, hacia el final de la primavera, durante el viaje de vacaciones a Japón. Y leí esta «segunda parte» al principio del otoño, durante el viaje de vacaciones a Singapur. No es que me entusiasmaran tanto en su momento las historias del primer libro, escrito por Hisashi Kashiwai, como para que tuviese tantas ganas de volver a ellas. Simplemente, es una lectura amable, muy adecuada para un viaje, en el que no siempre puedes concentrarte todo lo que desearías, y tampoco buscas lecturas especialmente densas o profundas.

Entrecomillo lo de «primera parte» y «segunda parte» porque realmente podrían formar todas ellas parte de un único volumen. Son historias cortas con el mismo esquema. Comienzan con una persona caminando más o menos despistada por uno de los barrios próximos al río Kamo en Kioto, buscando una pequeña taberna sin identificaciones en la fachada. Allí, un cocinero con su hija atienden a los comensales, al mismo tiempo que ofrecen un peculiar servicio de detectives. La persona les solicita que reproduzcan un plato de comida, de su pasado, que les evoca especiales recuerdos, los liga a determinadas personas, o tiene un especial significado en su vida. Dos semanas más tardes, vuelven,… y el plato está allí cocinado. La estructura de los relatos es siempre la misma, y todas las historias buscan destacar la humanidad de los que allí se acercan, que reflexionan sobre sus errores, añoran a sus seres queridos, o quieren volver a conectar con su pasado. Son historias «buenrollistas», que buscan dar un poco de calidez a la vida.

Así por lo tanto, lo que sobre ellas opiné hace cinco meses, sigue siendo válido. Si acaso, en esta tanda conocemos algo más sobre los dos personajes principales, el cocinero y su hija. Su añoranza por la esposa y madre fallecida, el pasado como policía del cocinero, la existencia de algún pretendiente para la hija, treintañera y aparentemente soltera recalcitrante,… cositas que nos permite empatizar algo más con ellos.

Como dije entonces, y como he venido dejando claro en los párrafos anteriores, no es la octava maravilla de la literatura, pero es un lectura simpática que te deja de buen humor. Y que invita a volver a Kioto y perderse entre las callejuelas próximas al río Kamo, por si uno encuentra el shokudō 食堂, donde picar una selección de platos seleccionados por el propio cocinero y todos deliciosos. Que pena que Kioto se haya convertido en un tourist trap que puede agobiar por la cantidad de gente que la visita.

[Libro] Los misterios de la taberna Kamogawa – Hisashi Kashiwai

Literatura

Otro de los libros que leí durante las vacaciones. Y uno de los que seleccioné, me apareció no hace mucho en oferta, para ponerme en situación para el viaje a Japón. Como se puede ver es de un autor japonés, que no conocía, Hisashi Kashiwai. Y me llamó la atención porque me pareció que estaba emparentado con alguna otra cosa que había leído previamente. Como cierta novelita y película sobre una cafetería en la que se puede viajar en el tiempo, o las historias de Tokio que transcurren en una tabernilla que abre al llegar la medianoche, una de las primeras series que vi en Netflix. Pues estas historias de Kashiwai, siendo distintas, son similares o me las recuerdan.

En el último viaje a Japón no pasamos por Kioto y no vimos el río Kamo. Así que nos conformaremos con los alrededores del río Nagara en Gifu.

La taberna Kamogawa [kamogawa shokudō 鴨川食堂, la taberna del río Kamo] es un pequeño establecimiento en Kioto, escondido entre callejuelas, difícil de encontrar, sin indicaciones en el exterior. Que se anuncia como una agencia de detectives gastronómicos. El cliente que los encuentra, habla con ellos, un cocinero y su hija, les cuenta lo que recuerda de un plato que comió en su momento y que se ha grabado en la memoria, ellos investigan, y unos quince días más tarde le preparan el plato… y siempre aciertan. Ese es el que buscaba la persona. Por supuesto, hay algo más que eso. Detrás de ello están las historias de las personas que, nostálgicamente, quieren volver a esos platos. Historias de un pasado con familia, cónyuges, amores frustrados, amistades… que quedó atrás, pero que como con el recuerdo de esos platos, queda un poso, que no quieren olvidar, o que quieren volver a recordar. En algunos casos, volver a conectar con esas personas que perdimos por el camino.

La novelita, que más bien es un conjunto de relatos cortos con un hilo conductor común, es simpática y entretiene. Pero tampoco esperemos mucho más de ella. Ni menos. Se puede recomendar, sin duda. Pero que nadie espere una obra maestra de la literatura japonesa. Correcta y entretenida, se lee enseguida.

Libro: El festín de Babette

Literatura

Creo que poca gente sabe quién es la escritora de este relato, novela corta o cuento largo, no sé muy bien. Sin embargo, si recordamos que Isak Dinesen es el pseudónimo bajo el cual firmaba sus novelas Karen Blixen, es posible que este último nombre suene más. Porque es el personaje principal de una afamada película, Memorias de África, que se llevó un Oscar, adaptación del libro de la misma escritora que narraba sus vivencias durante los dieciocho años que vivió en el continente cuna de la humanidad.

Pero nunca me atreví a leer estas memorias, porque nunca me interesaron mucho los amoríos de la pija danesa con un presuntamente apuesto aviador. Pero hace unos años se adaptó otro relato de la escritora al cine, que ganó también un Oscar, en este caso a la mejor película de lengua no inglesa, y que me encantó. Me pareció una delicia de filme. Así que viendo la esplendida edición que estaba a la venta hace unos días en una librería zaragozana, me decidí a leer este libro.

El festín de Babette (Babettes gæstebud)
Isak Dinesen (con ilustraciones de Noemí Villamuza)
Ediciones Nórdica, Madrid, 2007
ISBN: 9788493557898

El libro nos cuenta una historia cortita, que se puede leer en una tarde. No sé muy bien si entraría dentro de la denominación de novela corta, relato corto o cuento. Pero quizá esto sea lo de menos. Esta historia nos habla de un par de solteronas que viven en una pequeña comunidad de la costa noruega, hijas de un pastor protestante luterano, pertenecientes a una comunidad donde viven la religión con una especial integrismo. Austeridad, continencia, frialdad, y muchos rezos. De jóvenes, cuando no habían visto nunca a un católico romano, los imaginaban terribles… Ambas han dejado atrás en su juventud la posible felicidad con dos hombres que volverán a aparecer en su vida.

Uno de ellos les envía a una joven francesa, una comunard huída de la represión (estamos en el año 1871), a la que por piedad tomarán como críada y cocinera. 12 años pasará la mujer en esta nórdica comunidad protestante, durante los cuales se hará imprescindible por su buen hacer en la cocina y en la administración de la casa. Al cabo de esos 12 años, le tocará la lotería, y decidirá ofrecer un banquete de agradecimiento a sus anfitriones nórdicos. Y esto es lo que nos cuenta el relato, junto con la consecuencias que para estos austeros luteranos tendrá el enfrentarse a la voluptuosa cocina francesa.

El libro es de una lectura ágil y fácil. La descripción de los caracteres y ambientes está perfectamente conseguido, y te transmite los sentimientos que en cada momento aparecen en los personajes del relato.  Realmente, se hace corto; sabe a poco. No obstante, es una de esas raras ocasiones en las que piensas que el filme supera a la obra literaria de origen. Le saca más partido del que la lectura ofrece. Aunque esto habla también del interés del relato.

El libro está ilustrado con los dibujos de Noemí Villamuza, que desde mi punto de vista capta perfectamente la esencia de los personajes, y enriquece la edición.

En resumen, un libro altamente recomendable, y para un público muy amplio. A por él. Que sólo dura una tarde.

Opera

La Opera de París no está lejos del Boulevard des Italiens, donde estuvo el Café Anglais, en el que la protagonista del relato, Babette, ejerció como cocinera - Pentax P30N, objetivo desconocido

Sopa & fufu, fotos, y lo que para mí a dado de sí la Expo 2008

Expo 2008, Fotografía

Como comentaba ayer, la Exposición Internacional de Zaragoza 2008 ha terminado. Se acabó. Ahora, a recoger y todos para casa. Después de la limpieza, a preparar los nuevos edificios y equipamientos urbanos para lo que sea que se vayan a dedicar, y a currar. Como los enanitos de Blancanieves. Ay ho, ay ho…

Mi balance personal es sencillo de realizar. Aunque satisfecho con la realización del evento por los «efectos secundarios» que para la ciudad ha tenido, especialmente en materia de contrucción de nuevas infraestructuras y reforma de las viejas, en ningún momento he sentido una tensión ante el acontecimiento. Mi natural «alergia» a los acontecimientos multitudinarios, a las filas, al calor, al cemento,… hicieron desde el principio poco atractiva para mí la idea de pasar días y horas en el recinto de la Expo. Aún así, me he acercado al lugar en tres ocasiones.

  • 28 de junio de 2008: Mi hermana me ofrece unas invitaciones para gastar necesariamente en esa fecha. Lamentablemente un sábado, los días de mayor afluencia, y en vísperas de mis merecidas vacaciones anuales. Así que pasee un rato por la mañana, entre las doce menos cuarto y las dos, y un rato por la tarde, entre las seis y media y las nueve y media. Básicamente, lo que hice fue pasear, tomar fotos del conjunto, y entrar en algunos pabellones con filas moderadas o nulas como el Pabellón Puente, la Torre del Agua y algún pabellón nacional más o menos anecdótico. También me propuse como objetivo, tomar fotografías del pasacalles El Despertar de la Serpiente que, producido por el Cirque du Soleil, ha animado todos los mediodías los paseos del recinto.

Cabalgata Cirque du Soleil

(Canon EOS 40D; EF 200/2,8L USM)

  • 29 de agosto de 2008: Unos amigos tienen la ocurrencia de ir a cenar a la Expo. Ni siquiera llevamos reserva. Es un viernes. Llegamos a las diez de la noche y pagamos religiosamente nuestra entrada nocturna. Nos acercamos al Pabellón de España, donde preguntamos. Quince minutos más tarde estamos cómodamente sentados en el restaurante, gestionado por Maher-Cintruénigo, donde damos cuenta de una deliciosa cena,… que sale cara pero bueno, es una ocasión única. Luego, un cubatita en una terraza y a casa.

Troncos

(Canon EOS 40D; EF 24-105/4L IS USM)

  • 12 de septiembre de 2008: Cuando ya parecía que había agotado las posibilidades de volver al recinto de la exhibición internacional, un amigo me dice que tiene algunas invitaciones, con lo que el viernes anterior al cierre de la muestra, me planto a las seis de la tarde para en buena compañía de amigos, dar un nuevo paseo y tomar algunas fotografías más. El planteamiento es parecido al de mi primera visita. Pasear y entrar en algún que otro pabellón sin muchos follones. Quizá lo más destacado es que acabamos cenando en el Pabellón de Nigeria. Muy divertido. Menú tipo «Soup&Fufu». Algo muy típico del África Occidental. Luego, vemos algo de animación nocturna, y nos vamos a tomar una copichuela al centro de Zaragoza.

Sopa y fufu

(Canon EOS 40D; Tokina AT-X Pro 12-24/4)

Bailarinas

(Canon EOS 40D; EF 24-105/4L IS USM)

En general, como veis, una participación muy modesta, pero que ha dado lugar a una colección de fotografías que podéis ver en mi galería de Flickr. También he encargado un libro en Blurb para tener un recuerdo propio y permanente del acontecimiento, con mis fotografías. Espero recibirlo en diez o doce días.

Y esto es todo. Hasta el próximo evento internacional que me pille a mano, seguiré con mis cositas de siempre.