Es sorprendente que nos haya llegado la noticia de que en Aragón hay alerta de nieve, cuando en estas latitudes tan austriacas y cercanas a los Alpes, hace sol y calor. Pero de verdad. Insisto.
En cualquier caso, hoy era nuestro último día de hacer turismo. Mañana hay que volver; yo a Zaragoza, el resto se quedará en Madrid… un ratito menos de viaje… ¡qué suerte!
En un primer rato de esta mañana nos hemos dedicado a ver rarezas. Hemos comprobado que, al igual que en Bruselas, en Viena también los tranvías van subterráneos como el metro. Nos hemos rascado la cabeza con duda, pensando en si el edificio Secession es una maravilla de la arquitectura del siglo XIX o una quedada en toda regla, y hemos pensado que nos gustaría vivir en una casa tan divertida como Hundertwasser Haus.

Cualquiera diría que le han hecho un monumento a Nerón al lado del edificio Secession - Panasonic Lumix LX3
Después, un poquito más clásicos, hemos paseado por los bonitos jardines de Stadtpark, hemos curioseado las selectas tiendas de Ringstraßen Gallerien, y nos hemos acercado a ver el curioso edificio de la Volksopera, la ópera popular.

Monumento al pesado de Johan Strauss... sí, sí, el de los valses del concierto de Año Nuevo - Panasonic Lumix LX3

Anda que no deben ser caras ni nada las frutitas que se venden en las Ringstraße Gallerien, rodeadas de las mas selectas tiendas de moda - Panasonic Lumix LX3
Después, por la tarde, hemos tenido el gran momento «sissi» del viaje. Aunque ha resultado un momento más «mariateresen» que otra cosa. Hemos pasado la tarde visitando el palació y los jardines Schönbrunn. Y así, hemos admirado los bonitos parques vieneses, hemos jugado entre los laberintos y con espejos, hemos visto falsas ruinas romanas, nos hemos tomado unas cervezas en la Gloriette, y cómo no, hemos admirado el palacio al atardecer. Muy mono todo, y muy abundante.

Estos Habsburgo se creían sucesores de los emperadores romanos, y hasta colocaban falsas ruinas romanas en los parque... penita de dinastía, oiga - Panasonic Lumix LX3
Aún nos ha dado tiempo luego a hacer unas compras en Am Hof antes de cenar y dar un último paseo por el centro vienés. Y me temo,… que en la práctica se acabó… porque mañana sólo da tiempo a viajar. ¡Qué pronto se acaba lo bueno!