Viaje a las estrellas. Quizá uno de los principales anhelos de los seres humanos. Que de momento, y ya hace cuarenta años de eso, en persona sólo hemos llegado a nuestro satélite, que es casi como no haber salido del portal de casa. Pero hay otras formas de viajar por el espacio. Visualmente, e incluyo aquí no sólo la recepción del espectro visible sino de todo el espectro electromagnético, no nos pongamos restrictivos a estas alturas, robóticamente, o con la imaginación. En los últimos días han ido apareciendo algunas noticias o artículos que me han llamado la atención al respecto y las quiero comentar aquí.
El excelente fotoblog In Focus de The Atlantic ha publicado estos días una entrada titulada Around the solar system, en el que se incluyen algunas de las imágenes más novedosas de lo que pasa por el vecindario en los últimos tiempos. Desde el Sol mandando enormes cantidades de materia al espacio en tremendas eyecciones de masa coronal, hasta las imágenes de la familia numerosa de Plutón, quien para muchos de nosotros, por motivos sentimentales, siempres será un planeta, digan lo que digan los astrónomos. Pasando eso sí por los autorretratos que la Curiosity nos está mandando desde la superficie de Marte, como si estuviera ahí de vacaciones en lugar de para trabajar en un duro entorno al que los seres humanos todavía no osamos ir en carne y hueso.
Aprovechando que la NASA pone sus imágenes en el dominio público con el fin de favorecer la difusión de la ciencia y de sus actividades, no me resisto a poner aquí un par de sus imágenes.
También, a través de APOD (Astronomical picture of the day), nos llegan noticias de las sondas Voyager. A pesar de que una de ellas se encuentra ya a la enorme distancia de 18.000 millones de kilómetros, en realidad están aquí al lado, la luz solo tarda 17 horas en recorrer esa distancia, sigue mandando datos. Y uno de de ellos es la medición del flujo de partículas de alta energía que fluyen en el espacio interestelar en el que se encuentra. Pues bien, en los últimos meses está detectando un incremento constante y considerable en este flujo, lo cual nos habla de que está abandonando la heliosfera. La esfera de influencia del Sol. Efectivamente, podríamos decir que está abandonando el sistema solar. Ya ha salido del vecindario. Con tecnologías de los años 70.
Finalmente, hace unos días Microsiervos nos habló de nuevo de la ecuación de Drake, una ecuación que se supone puede servir para estimar cuántas civilizaciones con capacidad de comunicación interestelar puede haber en la galaxia, y la probabilidad de que entremos en contacto con ellas. Nos redirigía hacia una infografía en la cual se puede jugar con los distintos parámetros, si tienes una idea de lo que estas haciendo, y te salía una estimación de planetas habitados por una civilización inteligente con capacidad de comunicación. A mi me salía un número de 4 para toda la galaxia, lo cual está cerca de la estimación más pesimista. Y convierte la búsqueda de estas civilizaciones en aquello de buscar una aguja en un pajar. Siempre he sido muy escéptico, no con la posibilidad de existencia de vida o vida inteligente en algo tan grande como es el universo, sino en la probabilidad de encontrarnos. Desgraciadamente, el universo, incluso nuestra galaxia, es enorme, y la luz se arrastra por el con la desesperante lentitud que imponen los aproximadamente 300.000 km/s que tiene de velocidad en el vacío. Y hay otra fuente en mi pesimismo… tal y como nos comportamos, me resulta difícil pensar que las civilizaciones con capacidad de comunicarse duren mucho. Realmente apenas llevamos unas decenas de años con esa capacidad, y de forma modesta. Y hay datos pesimistas sobre cuánto puede durar esta civilización.