Los domingos por la mañana noto cuándo la semana ha sido ajetreada, incluso dura. Cuando esto sucede, tengo muchos más artículos seleccionados como posibles candidatos a entrar en mis recomendaciones semanales. No he tenido tiempo durante la semana a ir viéndolos con detalle. Esta es una de esas semanas. Por lo tanto, corro el riesgo de dos cosas. De ser demasiado prolijo en mis recomendaciones, y de que haya poca coherencia interna en la entrada de este domingo. Veremos cómo sale al final.
Por otro lado, llevo un tiempo dándole vueltas a que no siempre estoy contengo con mi tradicional combinación de objetivos, angular en torno a los 24-28 mm, estándar entre los 40-50 mm y el tele corto de 85-200 mm. Por ejemplo, durante mi viaje a Nueva York he sentido en varias ocasiones que hay poco intervalo entre el 14 mm y el 20 mm de Panasonic, que en focales equivalente de lo que se da en llamar «formato completo» serían un 28 mm y un 40 mm. Pero sólo tengo una posibilidad de usar focales más abiertas. El Tokina AT-X Pro 12-24/4 que en su momento compré para las Canon EOS de captor APS-C, cuando se usa sobre la 5D Mk. II es utilizable en el intervalo de focales entre 19 y 24 mm. Por debajo de los 19 mm no cubre la totalidad del fotograma. Ayer, aprovechando el buen día y que aunque lentamente entra el otoño, estuve usándolo en una gama de focales entre los 19 mm y 21 mm. La pena es lo que se degrada la imagen en las esquinas. Incluso diafragmando. De hecho, casi la mejor forma pasarlo bien con el es utilizándolo a plena abertura, f/4, sobre objetos próximos, de modo que los bordes y las esquinas salgan desenfocados por la limitada profundidad de campo. Entonces da igual que en esas zonas pierda nitidez. Os dejaré algunas fotos en la entrada de hoy.

A veces echo de menos el dinamismo que los grandes angulares potentes introducen en las imágenes, especialmente en las que incluyen elementos arquitectónicos. Escalinata del Batallador, Parque Grande de Zaragoza.
Pero vamos al grano con las recomendaciones de hoy, que han venido marcadas por los numerosos recordatorios al 100º aniversario del nacimiento de Robert Capa (Endre Ernö Friedmann, 1913 – 1954), un fotógrafo que nos dejó muchas fotografías que sea han convertidos en iconos del turbulento siglo XX, y que nos abandonó demasiado pronto por culpa de una mina en Indochina. Algunas referencias al aniversario en Photographs on the Brain, Rafael Roa y Magnum Photos entre otros muchos sitios. Mi homenaje particular ha venido releyendo algunos pasajes del libro que escribió sobre sus memorias de la Segunda Guerra Mundial, Ligeramente desenfocado editado en español por La Fabrica. Una lectura realmente muy interesante y amena.
Quedándonos entre los fotógrafos de otra época, y en concreto otro húngaro que acabó viviendo en París hasta el final de sus días, uno que siempre me ha resultado muy interesante es Brassaï (Gyula Halász). En American Suburb X (ASX) nos lo han recordado a propósito de un libro sobre su obra que se publicó hace ya sus buenos quince años. Pero cualquier excusa es buena para recordar a este interesante fotógrafo.
Josef Koudelka, aunque más moderno, podemos considerarlo uno más de los fotógrafos de la Europa oriental que ha encontrado su sitio entre los clásicos. En este caso un clásico todavía vivito y coleando. En Eric Kim Street Photography nos hablan de 10 lecciones que podemos extraer de la obra del fotógrafo checo.

Pero los grandes angulares para cámaras réflex suelen tener distancias de enfoque mínimas muy favorables para acercarnos a los objetos, para trabajar el micropaisaje. Nos podemos centrar en un sujeto, al mismo tiempo que ofrecemos amplia información del contexto. Parque Grande, Zaragoza.
Robert Capa es recordado principalmente por ser uno de los primeros grandes reporteros gráficos de guerra. Y con los campos de batalla tienen que ver las dos siguientes recomendaciones.
En Feature Shoot nos muestran la contribución del fotógrafo Brett Van Ort, que nos muestra por pares de fotografías. Por un lado idílicos, a veces casi feéricos paisajes de los campo de Bosnia. Lugares que parece increíble que fueran escenario de las horribles matanzas de las guerras que atenazaron el país durante una década. Pero a su lado aparecen frías imágenes de minas antipersona y prótesis que nos recuerdan que todavía hoy, estos idílicos lugares son una amenaza para las personas, por los miles de artefactos asesinos de los que están sembrados aun hoy.
Curiosa es la serie del fotógrafo bilbaino Mikel Bastida, War Theatre, que ha recorrido los campos de batalla de Europa recreando con una calidad cinematográfica las escenas que pudieron darse en esos escenarios en un momento dado. Imágenes que combinan la belleza del paisaje, con la realidad/irrealidad de los seres humanos que las habitan y el recuerdo de los hechos que sucedieron. Son fotografía que buscan más que el realismo, la reproducción de los arquetipos instalados en el imaginario colectivo. Nos lo han contado en 30 y 3.

Ante la escasa definición del Tokina en las esquinas, incluso diafragmando a f/8 o f/11, opto por aproximarme a los objetos, y abrir a f/4 para obtener fondos desenfocados. Entre las bondades del objetivos, que funciona muy bien en el centro, está su buena resistencia a la pérdida de contraste cuando la luz incide casi frontalmente sobre el mismo. Jardín Botánico, Parque Grande de Zaragoza.
Este mes, la puntual aparición del número correspondiente de Fraction Magazine en el primer día del mismo me pilló de vacaciones. Y olvidé echarle un vistazo. El caso es que me ha parecido un número bastante interesante, en el que he seleccionado tres porfolios.
Enchanted Awe de Sarah Moore, en el que junto con la autora recorremos los amplios, y a veces desolados paisajes de Nuevo Méjico, estado norteamericano en el que vive.
We Make the Path by Walking de Paul Gaffney, fotógrafo irlandés que ha caminado 3500 kilómetros explorando la idea de soledad contemplativa durante el viaje. Básicamente paisaje, paisaje transformado por el ser humano, y que a pesar de todo transmite mucho la idea de soledad y de camino ante la persona.
There is no Sun without Shadow de Alex Catt, está muy en la línea de los dos anteriores. Nuevamente se vinculan los paisajes de un viaje solitario, con la necesidad de reflexionar y de interiorizar acontecimientos, en este caso la muerte del padre.

Y siempre he estado bastante satisfecho con el rendimiento del color, como se puede ver en la única rosa que encontré en la Rosaleda del Parque Grande de Zaragoza. Sorprendente que con el buen tiempo que hace no haya más. No debe haber mucho dinero en las arcas municipales para las actividades de jardinería.
Interesante el trabajo de Nick Brandt tal y como nos lo presentan en Feature Shoot. El fotógrafo es conocido por sus imágenes, maravillosas en blanco y negro, sobre la fauna salvaje africana. Pero en esta ocasión se centran en los animales muertos en las orillas del Lago Natron, en el norte de Tanzania. Combinando las altas temperaturas con la elevada alcalinidad de sus aguas, estas son mortales para los animales. Que perecen en sus orillas y quedan calcificados. Las fotografías de Brandt examina la relación entre vida y muerte con imágenes muy potentes y técnicamente impecables.

Otra toma más general, pero también con diafragma a f/4, lo que hace que haya un progresivo desenfoque hacia el fondo de la escena. Que siempre aparece reconocible, porque con grandes angulares nunca alcanzamos los extremos desenfocados que conseguimos con los teleobjetivos. Y menos a f/4. Como vemos en la verja del Jardín Botánico del Parque Grande de Zaragoza.
Finalizaré las recomendaciones de hoy, con tres autores que utilizan técnicas fotográficas muy diversas, y que espero sirvan para comprender hasta que punto es rico el medio de expresión basado en la luz.
En Lenscratch nos proponen las platinotipias de Beth Moon. En su serie Between Earth and Sky, paisajes y retratos de plantas, animales y personas vinculados al medio natural con el bello rendimiento que esta técnica fotográfica en blanco y negro ofrece. Muy bellas imágenes.
En Sales de plata, un sitio español dedicado a los medios fotoquímicos tradicionales, suelen dedicar la mayor parte de sus artículos a técnicas y fotógrafos que trabajan el blanco y negro. Pero esta semana nos han sorprendido con las potentes imágenes en color que nos proponía los años 70 el fotógrafo John Batho. Como nos dicen en la entrada que le dedican «… un concepto perfectamente actual casi cuarenta años más tarde.»
Finalmente, Rafael Roa nos habla de Robyn Stacy, fotógrafa australiana, y en concreto la serie Guest Relations, en las que se explora el concepto de cámara oscura en el interior de apartamentos de Sidney, en la que se generan imágenes también muy coloridas y con curiosas interrelaciones entre el exterior proyectado sobre las paredes y los objetos de los apartamentos, y las gentes que de forma expresa o implícita los habitan.
Bueno. Creo que al final me ha quedado una entrada amplia pero razonablemente coherente e interesante. Esto de que gracias al cambio de hora he dormido una más, me ha permitido estar más despejado y activo. Claro que lo pagaré en el cambio de hora de primavera, que supone una verdadera catástrofe para mi pobre organismo.