Hace poco más de 70 años, el 12 de enero de 1945, el ejército soviético inició la ofensiva final sobre la Alemania nazi en lo que habitualmente es conocido como la Batalla de Berlín, aunque fue una ofensiva que se extendió de norte a sur por toda la Europa oriental, aunque su fin último fuese la toma de la capital del reich aleman. Fue una campaña durísima, en la que se cometieron muchas atrocidades, por parte de ambos bandos, algunas no bien conocidas por ser cometidas por el bando vencedor. Y también se fueron descubriendo muchas otras cometidas por los alemanes durante los años previos.
Y algunos de esos descubrimientos más atroces tienen que ver con el descubrimiento y liberación de los campos de concentración y de exterminio que los alemanes habían sembrado por buena parte de la Europa central y oriental. El más significativo por sus dimensiones, por estar activo a principios de 1945, y por la cantidad de personas exterminadas en el se encontraba en la población polaca de Oświęcim, no lejos de Cracovia, que los alemanes habían rebautizado con el germánico nombre de Auschwitz. Y con este nombre han pasado el conjunto de campos de prisioneros y de exterminio de tan infame recuerdo, Auschwitz-Birkenau.
Ayer mismo se conmemoró, sigo sin entender por qué algunos medios utilizan la palabra «celebró», el 70º aniversario de la liberación del campo. Lugar que yo tuve la ocasión de visitar el 10 de julio de 2008. Una visita que recomiendo a todo el mundo. Para tomar especial conciencia de en qué el ser humano, tan pagado de sí mismo, puede llegar a convertirse en ocasiones. Ojalá pudiéramos decir aquello de «que no se vuelva a repetir». Lamentablemente, a pequeña escala, pequeños auschwitzs siguen dándose por todo el mundo, a los que muchas veces cerramos los ojos, como si nos molestara verlos. Como si la mejor forma de tranquilizar nuestras conciencias fuera ignorarlos y no acabar con ellos.
Os dejo algunas fotos de aquella visita.










Tus fotografías son conmovedoras.
Buena introducción de un día que jamás deberíamos olvidar y estupenda la fotografía.
Grandes imagenes !!! Hay que tenerlas muy presentes hoy en día, las formas son diferentes, pero, en el fondo no sé …
Carlos te adjunto una poesía que me regalo una amiga italiana (Trieste) el dolor y la ternura se aúnan de una manera … siempre cuando la vuelvo a leer no puedo evitar unas lágrimas.
Un saludo.
Un paio di scarpette rosse
C’è un paio di scarpette rosse
numero ventiquattro
quasi nuove:
sulla suola interna si vede ancora la marca di fabbrica
“Schulze Monaco”.
C’è un paio di scarpette rosse
in cima a un mucchio di scarpette infantili
a Buckenwald
erano di un bambino di tre anni e mezzo
chi sa di che colore erano gli occhi
bruciati nei forni
ma il suo pianto lo possiamo immaginare
si sa come piangono i bambini
anche i suoi piedini li possiamo immaginare
scarpa numero ventiquattro
per l’ eternità
perché i piedini dei bambini morti non crescono.
C’è un paio di scarpette rosse
a Buckenwald
quasi nuove
perché i piedini dei bambini morti
non consumano le suole.
Joyce Lussu
Pues es una muy sencilla pero bella poesía.