Ando un poco caótico estos días. Por algún motivo que desconozco, mi ordenador de sobremesa no se conecta correctamente a la red de mi casa. Ni por WiFi ni por PLC. Este es el modo adecuado en su lugar de otoño-invierno-primavera, porque a la distancia que se encuentra del emisor puede haber bajadas de rendimiento en la conexión inalámbrica. Pero algo va mal, no sé qué, y van mal las dos. El caso es que el resto de los chismes, el portátil que estoy usando ahora, la tableta y el teléfono, se conectan sin problemas con la red inalámbrica.
Bueno… voy con las últimas series que me he merendado. Salvo unas poquitas series, de las de temporada larga, que veo por episodios los fines de semana, las de temporada corta las veo seguidas a lo largo de varios días entre semana. Por cierto, que con uno de mis guilty pleasures confesos, Pretty Little Liars, me he puesto al día. Ya sólo me esperar los últimos 10 episodios para saber quién es el enésimo «A». Siguen siendo una coña estas chicas y estos guionistas. Interpretaciones entre flojas y ridículas, especialmente gracias a los entre flojos, repetitivos y ridículos guiones, que a pesar de todo no he podido dejar de ver… Guilty pleasures.

Mis problemas con internet están afectando a mi tumblelog de viajes (enlaces al final); en los últimos días, no obstante, han aparecido rincones de la isla de Capri en Italia (en esta foto), o del Zugspitzbahn en Garmisch-Partenkirchen, Alemania (en la cabecera).
Pero vamos con cosas más serias. Hemos tenido la oportunidad de ver la tercera temporada de Transparent. El otro día tuve que explicar a unas amistades mías el juego de palabras del título, muy difícilmente traducible al castellano. Transparent = Transparente. Trans-parent = progenitor «trans». Por si a alguien le quedaban dudas. Porque a estas alturas, quienes se hayan interesado por la serie sabrán, es algo que se desvela en el capítulo inicial, que el padre familia (Jeffrey Tambor) de los Pfefferman, familia judía establecida en California, decide a sus sesenta y muchos años que va a salir del armario para confesar, no que es gay, sino que se siente mujer. Maura. A partir de ahí, con varios miembros de la familia con una sexualidad diferente de la heterosexual «estándar» (obsérvense las comillas), nos encontramos con esta comedia dramática, o drama con momento de relax cómico, que acompaña a todos y cada uno de ellos en sus alegrías y frecuentes traspiés. Y también los de aquellos que se cruzan con ellos. Especialmente disfrutables los episodios en los que nos trasladan al pasado. Y final inmenso para la madre de familia, Shelly (Judith Light), que se marca un número musical lleno de intensidad y excelente puesta en escena. Como las anteriores temporadas, muy recomendable.

O el Pont des Arts en París, Francia.
Y el siguiente comentario es para la tercera temporada de The Fall, esa magistralmente desarrollada caída (fall) en las sombras de Paul Spector (Jamie Dornan), la superintendente Stella Gibson (Gillian Anderson) y todos los demás que los han acompañado en esta aventura de persecución de un asesino en serie con tintes sexuales en Belfast. En realidad, la persecución del asesino terminó en la segunda temporada, pero la tercera ha tenido un arco argumental derivado lleno de sutileza, de momentos de grandeza interpretativa y de tensión. Poca acción, alguna ha habido, muchos momentos de diálogo, interrogatorios intensísimos, duelos de miradas, juegos de gato y ratón, como en toda la serie, en los que nunca sabemos quién es el gato y quién es el ratón… y lo peor del género humano asomando en cada paso con el que nos adentramos en la historia de estos personajes. Que Gillian Anderson es una excelente actriz ya se sabía, a pesar de la tonta serie de los marcianos. La gran sorpresa es Dornan, que tiene en su carrera como actor varias tontadas notables, muy grises algunas, pero de matiz, que no sombra (shade no shadow), gris mediocre. En esta serie está superior. Esperemos que en un futuro haga mejores elecciones en su trabajo, porque parece muy capaz. No está formalmente cerrada. Existe la posibilidad de futuros nuevos arcos argumentales totalmente distintos y renovados a partir del personaje de la superintendente de policía Gibson.

O uno de los tranvías típicos de Varsovia, Polonia.