[Cine «en TV»] 7 años (2016)

Cine

7 años (2016; 552016-2910)

Dicen que las formas de ver televisión y cine, ficción audiovisual en general, están cambiando. Son muchas las cosas que están cambiando. Este fin de semana, por poner un ejemplo, Sebastiao Salgado anunciaba la desaparición de la fotografía en 20 años. Pero declaraciones como la suya, especialmente si averiguas el contexto en el que se dijo, cómo lo dijo y qué otras cosas dijo, plantean también cuestiones sobre definiciones y conceptos. ¿Qué es fotografía? ¿Qué es imagen? ¿Qué es cine? ¿Qué es ficción televisiva? ¿Dónde están los límites entre unos conceptos y otros? Si es que existen.

Una empresa como Netflix que se creó para proveer servicios de cine y televisión en línea, comenzó hace sólo tres años ha emitir producciones propias, tanto en formato de series, como de documentales, como de películas. Cine o no cine. ¿Las películas rodadas para televisión se consideran cine? ¿Es el mismo planteamiento rodar para un formato o para otro? Sabiendo en unos casos que se proyectará en una gran pantalla blanca a la que podrán mirar simultáneamente decenas o centenas de personas, mientras que en otros se limitará a aparecer en una pantalla de televisión de algo más de 1 metro de diagonal ante la cual encontraremos una o dos personas, o una familia o grupo de amigos reducido. O cuando sabemos que las primeras, concebidas de la primera forma, acabarán viéndose con el tiempo de forma mayoritaria en la segunda modalidad.

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No se me ocurría con qué ilustrar esta entrada… así que he rescatado para mostrar algunas fotografías en blanco y negro, captura digital, realizadas hace unas semanas en los suburbios industriales de Zaragoza.

Durante décadas, los formatos de ficción audiovisual han estado claramente diferenciados. Estaba claro cuando veíamos algo producido para televisión y cuando para el cine. Había una serie de diferencias que notábamos. No digamos ya cuando las técnicas de rodaje eran muy distintas. Grabación en video frente a rodaje con película, técnicas de filmación con una cámara frente a las cámaras múltiples, el rodaje con público o sin público,… Pero hoy en día todas esas se han difuminado. De hecho, más de una vez tengo la sensación de que hay ficción televisiva, series, que manejan mejor y de formas más atrevidas u originales el lenguaje cinematográfico que muchos largometrajes realizados para la gran pantalla.

Consideremos por lo tanto a los largometrajes producidos para estos servicios de emisión en línea y bajo demanda como cine. Y analicemos un hito en nuestro país. El primer «largometraje» rodado en España para uno de estos servicios. Ha sido en Netflix, y el director responsable de la película es Roger Gual.

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He entrecomillado «largometraje» por la duración del mismo, bastante por debajo de los 90 minutos, que casi lo sitúa en la clase de los «mediometrajes». 77 minutos en concreto, según nos informa la cadena. Pero bueno. Parece que los límites oficiales para las denominaciones son: hasta 30 minutos, cortometrajes; entre 30 y 60 minutos, mediometrajes; más de 60 minutos, largometrajes. Claro que entre estos 77 minutos de la película que nos ocupa y otras producciones actuales que fácilmente le doblan en duración… pues hay muchas diferencias.

Parece que una constante en estas producciones cinematográficas iniciales en estos medios es que los presupuestos son ajustados. Esto puede explicar su duración tan contenida. También el tono de «teatro adaptado al cine» que tiene la película. Un único escenario, cinco personajes, alrededor de los cuales se mueve la cámara durante el tiempo que dura la acción. Que no es en tiempo real, pero casi. Cuatro socios de una empresa (Juana Acosta, Alex BrendemühlPaco León y Juan Pablo Raba) que, ante la disyuntiva de que sus fiascos fiscales les lleven a la carcel a todos, optan porque uno sólo de ellos cargue con las culpas. El dilema es quién y bajo que razonamiento. Y un mediador (Manuel Morón) para ayudarles a tomar la decisión. Película por lo tanto que aborda cuestiones fundamentalmente relacionadas con la ética y las relaciones interpersonales.

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No hay muchas complejidades de producción, no hay un gasto muy grande. Aunque es difícil medir los beneficios que produce la misma. No hay una taquilla… ¿Se podrá medir el impacto en suscripciones? ¿O está descontado porque era un incentivo para suscriptores que ya existen? Por otro lado, una plataforma de exposición mucho más amplia que la gran pantalla. El único comentario que existe en la página de IMDb sobre la película en el momento de escribir esto es de un espectador norteamericano que estudia español, motivo por el que le ha convenido ver el filme. Netflix pone a disposición de todo el mundo, no sólo del mercado español, sus producciones.

¿Y el resultado? Me refiero a cómo queda en términos artísticos y cinematográficos. Pues no vamos a negarlo, no es la octava maravilla del séptimo arte. No me ha generado grandes entusiasmos. Pero también he de reconocer que tampoco me ha desagradado. Alguna de las interpretaciones es manifiestamente mejorable, mientras que otras son bastante dignas. Y la realización, quitado alguna inconsistencia en algún movimiento de cámara, es también digna en su conjunto. Desde luego no es peor que lo que vemos en la pantalla grande con nacionalidad español. Tampoco está al nivel de lo mejor, pero se deja ver. Tendremos que esperar a nuevas experiencias para ver cómo evoluciona el fenómeno. Y estar atentos a lo que se produce en otros países, y que quedará a disposición de los suscriptores españoles también. Esta noche, la Noche de las Ánimas (en realidad en España la Noche de las Ánimas es la del 1 al 2 de noviembre, y no la del 31 de octubre al 1 de noviembre como el «halloween» norteamericano), habrá estreno «fantasmal»… que igual hay que ver. Sale Ruth Wilson.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

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[Fotografía] Recomendaciones semanales – del 23 al 30 de octubre de 2016 – Fotografía y otras artes visuales

Fotografía

Procedamos en un domingo feo, las nieblas ya han llegado para estropear las mañanas del otoño en Zaragoza, ha repasar lo que de interesante nos ha ofrecido la red de redes durante la semana en el ámbito de la fotografía. Empezando por el tablero en Pinterest.

Y después seguimos con el enlace a las recomendaciones propiamente dichas. Como de costumbre, para quienes no se interesen por ellas, os dejo unas fotografías tomadas hace unas semanas con mi Hasselblad de tradicional película fotográfica de medio formato.

Origen: Recomendaciones semanales – del 23 al 30 de octubre de 2016 – Fotografía y otras artes visuales.

[Cine] Little Men (2016)

Cine, Sin categorizar

Little Men (2016; 542016-2710)

Una vez más hemos tenido constancia y la desgracia de comprobar cómo la denominada «fiesta del cine» consiste en tomar el pelo a los reales aficionados al cine, los que vamos todo el año a ver películas, en versión original no adulterada, y que comprobamos cómo cuando estas películas cuestan tres euros cambian la programación, eliminan esas versiones originales para que vayan los espectadores eventuales y que difícilmente serán fieles a las salas durante el resto del año. Es «normal» que determinados «gobiernos» no reconozcan a los distribuidores y exhibidores de cine como empresas culturales, si ellos tampoco se reconocen a sí mismos como tales cuando toca.

Pero pasado esos tres días de taquillazo a base de «blockbusters» más o menos descafeinados, estas «fiestas» nunca se dan cuando llegan los éxitos de ventas más notables del año, las cosas vuelven a su ser, y ya encontramos de nuevo las películas sin adulterar en cartelera. Y como nuestro amor por el cine supera la antipatía que nos genera la empresa que monopoliza las versiones originales en Zaragoza, vamos al cine. A pagar el doble de lo que el día anterior se pagaba. Simplemente porque a nosotros sí que nos gusta el cine como fenómeno auténtico y cultural, y no como mero entretenimiento devaluado.

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Transcurre mayormente en Brooklyn la película, e integramente en Nueva York; así que nos vamos a Brooklyn,… en la película los preadolescentes también juegan al fútbol… al de verdad, no al de los americanos.

Elegimos esta película de Ira Sachs, de la cual se ha hablado poco, pero lo poco que se ha hablado ha sido para bien. Una película sencilla, que no llega a la hora y media de duración, con intérpretes poco conocidos. El que más suena es Greg Kinnear, que interpreta al padre de uno de los protagonistas, y antagonista del personaje que interpreta Paulina García, madre del otro protagonista. Ya os comento, en cualquier publicidad, cartel o comentario de la película, es difícil ver o reconocer el nombre de los dos chicos protagonistas, Theo Taplitz y Michael Barbieri. Supongo que hay cláusulas en los contratos que hace que los actores con más nombre aparezcan por delante de los que cargan con la labor importante y dura. Por cierto, la versión doblada se titula «Verano en Brooklyn», lo cual me parece una memez. Entre otras cosas porque la acción parece transcurrir en primavera. Hace buen tiempo, pero los chicos van al colegio. No están de vacaciones.

Estos dos chicos interpretan a dos jóvenes preadolescentes, a punto de entrar en el instituto (la «high school» norteamericana que abarca los cuatro últimos años de la educación obligatorio; estos chicos estarían en la «middle school», algunos de cuyos cursos en España también se estudian en nuestros institutos de educación secundaria). Los dos tienen inquietudes artísticas, uno dibuja y pinta, el otro quiere actuar. Ambos quieren entrar en la conocida La Guardia High School, instituto especializado en disciplinas artísticas y en el que, según creo, se inspiró tanto la película Fame, como la serie que vino después.

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Pero si los dos chicos se hacen amigos cuando la familia de uno de ellos, al morir el abuelo, se muda a vivir a un apartamento sobre la tienda que regenta la madre del otro, los conflictos por el dinero del alquiler de la tienda enfrentarán a las dos familias y pondrán a prueba la bella pero frágil relación de amistad entre ambos.

La película es sobria pero emotiva. No esconde los dramas ni se para en mientes de buscar finales felices melosos y forzados, pero tampoco se refugia en el melodrama. La naturalidad es lo que mueve a los personajes y la acción. No recuerdo la última vez en la que en una ficción audiovisual norteamericana los adolescentes se parecieran a los adolescentes que yo he conocido toda la vida, y no sean una colección de estúpidos estereotipos, la más de las veces poco creíbles. Por otra parte, la película en sí misma es un canto a la amistad por una lado, pero también a la familia, por diversa que esta pueda ser por otro. A las solidaridad genuina que surge entre amigos o miembros de una familia cuando surgen los conflictos. No es maniquea, no hay un malo y un bueno. Hay gente corriente sometida a tensiones. Porque todo el mundo acarrea sus problemas en la vida, intenta resolverlos como puede, y eso, en ocasiones, perjudica a terceros.

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Con buenas interpretaciones y una puesta en escena austera pero eficaz, es una película que mejora en el recuerdo conforme pasa el tiempo, y es digna de atención por parte del respetable, aunque probablemente no atraiga a los devoradores de palomitas que están dispuestos a pagar más dinero por unas toneladas de este panizo salteado con toneladas de sal y grasa y los refrescos carbonatados e hiperazucarados acompañantes con los que lo acompañan, que por ver un buena obra cinematográfica.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

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[Libro] El camino

Literatura

Me encontré hace unos pocos meses a un clásico moderno de la literatura española entre las ofertas Flash de Amazon Kindle y lo cogí. Una de las novelas importantes en la narrativa de Miguel Delibes, es editada como es habitual en el autor ya fallecido por Editorial Destino, en esta ocasión en su versión electrónica.

Siendo una de las primeras obras del escritor, fue publicada cuando tenía 30 años, está cargada de una gran cantidad de nostalgia hacia un entorno rural, al mismo tiempo que no duda, con humor y sin hacer demasiada sangre, en hacer crítica de aquellos elementos culturales que no le gustan de ese mismo ambiente. Nos habla de las memorias de un niño, Daniel el Mochuelo, que siente que la niñez se le escapa. Tiene once años, y por el empeño de su padre que quiere algo más para su hijo que lo que él ha tenido, se prepara a pasar su última noche en el domicilio familiar en un pueblo que situamos fácilmente en uno de los valles interiores de Cantabria, antes de ir a la ciudad para estudiar el bachillerato. Aunque deja traslucir el miedo ante las incógnitas del futuro, su principales emociones tiene más que ver con la nostalgia por su vida infantil, feliz aun en las estrecheces de un pueblo en la España de la inmediata posguerra civil. Especialmente sus aventuras con sus inseparables amigos, Roque el Moñigo y Germán el Tiñoso.

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No tengo fotografías de los valles interiores de Cantabria; pero Delibes era un enamorado de Castilla en general, y usaré algunas fotografías del pueblo viejo de Medinaceli, en la provincia de Soria, para ilustrar este comentario.

 

En su conjunto, el libro es una reflexión sobre el ciclo de la vida y la muerte. Ambas son una constante tanto entre los habitantes del pueblo como en la naturaleza, animales y plantas, que crecen en el valle y son «acompañantes» habituales de los tres amigos que centran el relato. Me llama la atención que, dada la época y la España en la que surge la novela, el tratamiento que reciben las mujeres en la novela. Sean adultas, adolescentes o niñas. Mientras que los hombres están condicionados por la idea de hombría recia dominante, independientemente de que se ajusten o no a la misma los distintos personajes masculinos que se suceden, las mujeres presentan una variabilidad que representan los valores de la sociedad, desde los más nobles, asociados a las vida, a la compasión y a la solidaridad, hasta los que lastran el desarrollo de la misma, el conservadurismo carpetovetónico, la superstición, la intransigencia con la diversidad.

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Y luego está el lenguaje. Leer a Delibes me hace ser mucho más consciente de la sensación de que el idioma se nos está empobreciendo, se nos hace más pequeño constantemente. No voy a entrar en considerar todo ese léxico que está desapareciendo a marchas forzadas porque se correspondía con acciones u objetos asociados a la vida rural de antaño. Hoy en día estas palabras han quedado en desuso de la misma forma que las tareas, los conceptos o los utensilios a los que se referían. Pero más allá de esto, tengo la sensación de que un escritor como Delibes tiene una riqueza a la hora de expresar los conceptos, una variedad a la hora de construir las frases, es decir las ideas, que pocas veces me encuentro en la narrativa española hoy en día. O no española. A veces tengo la sensación, con obras contemporáneas, de que están compuestas por acumulación de unas frases hechas que se combinan entre sí, y que encontramos en cualquier obra. Que hay poco de pensamiento propio y de expresión escrita personal, rica y variada. Y os puedo asegurar que soy cualquier cosa menos una persona de pensamiento conservador.

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Nunca he pensado que cualquier tiempo pasado fuera mejor, de hecho, a pesar de los problemas que nos rodean y del futuro incierto que se asoma a la civilización globalizada, nunca el nivel de bienestar promedio de la especia humana ha sido tan alto como en el presente. Aun con las notables y  tristes diferencias regionales que hay en el mundo, en su conjunto nunca ha habido una esperanza de vida mayor, una mortalidad infantil menor, una criminalidad menor, y otros indicadores de bienestar que podamos considerar. Pero sin embargo, no me siento cómodo con la capacidad de mis congéneres para expresar sus ideas de forma oral o escrita, lo que para mí es casi equivalente a la incapacidad para ejercer la libertad personal, que asocio en gran medida a la capacidad de pensar, de generar ideas propias y las acciones personales que conllevan. Lo que nos hace libre y diversos. La sensación de homogeneidad y de disminución de libertad a través de la estandarización de los gustos y el pensamiento único me agobian cada día un poquito más, cada año que pasa.

Por eso encuentro refrescante la lectura de ciertos clásicos. Aunque sean modernos. O porque son modernos. Porque nos recuerdan que el lenguaje es importante, es rico, es variado y debemos evitar que se empobrezca. Para no empobrecer nuestra capacidad de ser libres.

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[Televisión] Cosas de series; volviendo al rancho

Televisión

Antes de hablar de la última serie cuya temporada de turno he terminado, he de decir que cada vez me estoy quedando con menos series tradicionales, de las de temporada larga y esas cosas, y cada vez me dedico más a la cosa monográfica. Verme una serie de tirón. En días, no en horas como hacen algunos. A ver, que tengo vida más allá de la tele, y mucha. Pero evidentemente Netflix ha afectado mucho a la forma a como ahora concibo ver la televisión. Por ejemplo, supongo que a lo largo de esta semana he empezado y finiquitaré la tercera temporada de Black Mirror, que ya anuncio que estoy disfrutando bastante. Son seis episodios, así que a uno al día, contando con que algún día no vea televisión,… una semana.

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Fuertes nevadas en el rancho de los Bennett, paisajes nevados para la entrada televisiva de hoy.

Hemos terminado de ver… No tengo muy claro qué temporada de The Ranch. No sé si es la segunda y última parte de la primera temporada, como se deduce de IMDb, o si es la segunda parte de la serie, o sea segunda temporada, como deduje al principio, supongo que erróneamente, según como la presentaron en Netflix. En cualquier caso, en estos diez episodios ha habido una clara continuidad en las tramas con respecto a los primeros diez episodios. Beau (Sam Elliott) y Maggie (Debra Winger) han seguido discutiendo y distanciándose, Rooster (Danny Masterson), asombrosamente, da síntomas de ir madurando como persona, y el duo protagonista, que son los personajes menos interesantes desde mi punto de vista, Colt (Ashton Kutcher) y Abby (Elisha Cuthbert) han seguido reencontrándose y progresando como pareja… hasta el final con sorpresa y correspondiente «cliffhanger». Hemos seguido teniendo es mezcla de drama familiar con abundante dosis de comedia, en el que todo el mundo actúa estupendamente menos los dos protagonistas… que no desentonan pero tampoco son nada del otro mundo, cosa que se sabe desde hace tiempo. Serie entretenida que seguiremos viendo en un futuro, en ese rancho de algún lugar perdido en el estado de Colorado. Y bueno… a mi siempre me ha encantado Debra Winger… sus películas no siempre, pero ella sí.

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[Fotos] La flor del azafrán en Monreal del Campo – Fotografía macro con Pentax K – Fotografía y otras artes visuales

Fotografía

El viernes estuve con unos colegas y amigos aficionados a la fotografía en Monreal del Campo, provincia de Teruel, en la recolección de la flor del azafrán. E hicimos abundancia de fotografías. Os dejo aquí unas cuantas. Quienes quieran conocer las cuestiones técnicas, algunas fotos más y un relato más minucioso de lo que hicimos, que sigan el enlace.

Origen: La flor del azafrán en Monreal del Campo – Fotografía macro con Pentax K – Fotografía y otras artes visuales.

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[Cine] A Monster Calls (2016)

Cine

A Monster Calls (2016; 532016-1810)

Acudimos hace ya casi una semana al último estreno de J. A. Bayona, uno de los directores más pujantes y más de moda del cine español, con sólo tres largometrajes en su haber, de los que los dos anteriores ninguno supo llamar mi atención especialmente. Aquí repite la experiencia de rodar en inglés, con un reparto formado por intérpretes británicos y estadounidenses. Evidentemente, los amos del dinero parecen confiar en la capacidad de Bayona para llevar gente a las salas y recuperar la inversión.

Hablar de esta película como de una película «española» es algo que me deja un poco incómodo. No es que me importe gran cosa, pero siento que las tradiciones que rodean a la historia, sus planteamientos y su producción están más próximos del cine anglosajón, más allá de que ya hemos dicho que su versión original, la que vemos, está en inglés. En la cartelera española se puede encontrar la versión doblada al castellano con el título «Un monstruo viene a verme». De hecho está basada en una novela para niños y jóvenes del escritor británico-estadounidense Patrick Ness.

La película de hoy transcurre en Inglaterra y la ilustro con vistas de Londres y Canterbury.

La película de hoy transcurre en Inglaterra y la ilustro con vistas de Londres y Canterbury.

La historia nos lleva a algún lugar de Inglaterra donde un niño, Conor (Lewis MacDougall), vive en conflicto permanente por la grave enfermedad de su madre (una Felicity Jones que nos llega antes de convertirse este invierno en rebelde galáctica), por la separación de sus padres que incluye un padre ausente viviendo en los Estados Unidos, por los abusos que sufre por parte de sus compañeros de colegio, y porque la persona que tal vez tendría que estar paliando estos problemas, su abuela (Sigourney Weaver), no es la abuela cariñosa y empática que todos imaginaríamos, que vive entre su propia austeridad y el dolor de ver sufrir a su hija con la enfermedad. La única forma que tiene Conor de evadirse es vivir en un mundo imaginario, en el que un gigantesco hombre-arbol, un tejo centenario que se transforma por las noches siempre a las 12:07, y que le cuenta una serie de historias con la voz de Liam Neeson.

Carlos Carreter

He tardado casi una semana en escribir este comentario, porque mis sensaciones conforme ha pasado el tiempo han ido variando respecto a las que sentíamos en el momento de terminar el filme. La película es emotiva, profundamente emotiva. Ante una enfermedad terminal, ante el fallecimiento próximo de un familiar próximo, querido, un padre o una madre, que lleva tiempo sufriendo por la enfermedad y que ocasiona también no poco sufrimiento en quienes rodean al enfermo. La ansiedad, el deseo que todo se acabe, colisiona con el miedo a perder al ser querido, e incluso nos hace sentir mal. Lo digo en primera persona porque es algo que he sentido y no me importa reconocerlo. La película es hábil en tocar esa fibra sensible en el espectador. Si a eso le unes un diseño de producción de gran calidad y unas interpretaciones absolutamente impecables, empezando por su jovencísimo protagonista, bien arropado por sus prestigiosos compañeros de reparto, te quedas con la idea de que has visto una película notable.

Carlos Carreter

La cuestión viene cuando dejas reposar la película, te sacudes la emotividad y piensas lo que te cuenta. Las historias del tejo monstruoso son comunes, no específicas y valen para esta película como para varias otras con diversas temas. Las situaciones escolares y familiares son tópicas, y no están bien explicadas. Por ejemplo, no entiendes muy bien por qué los compañeros de clase se ensañan con Conor. ¿Es todo una excusa para mostrar el momento de rabia e ira del pequeño? Poco a poco llegas a la sensación de que la película, aunque válida en su conjunto, está más vacía de lo que parece, y que fundamentalmente el interés está en la forma y el alarde técnico. Insisto… se ve bien… con un nudo en la garganta muy hondo en muchos momentos… pero el guión, la historia, los valores y las motivaciones de los personajes podrían haber sido más cuidados y tratados más en profundidad.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

Carlos Carreter

Recomendaciones semanales – del 16 a 23 de octubre de 2016 – Fotografía y otras artes visuales

Fotografía

Sinceramente, este domingo estaba convencido de que no iba a poder redactar mi entrada habitual de recomendaciones fotográficas. Que iba a estar liado todo el día. Pero mira por donde, que son casi las siete de la tarde y tengo un rato. Pero antes de nada, el tablero en Pinterest de la semana.

Y a continuación, el enlace a las recomendaciones. Y para quienes no estén interesado os dejo las fotografías que lo ilustran, y que tomé hace unas semanas con mi octogenaria Agfa Billy o Agfa Jgestar 8.8.

Origen: Recomendaciones semanales – del 16 a 23 de octubre de 2016 – Fotografía y otras artes visuales.

[Televisión] Cosas de series; reinas y soldados nos llegan de la pérfida Albión

Televisión

La vuelta de vacaciones no me ha proporcionado claridad sobre cómo quiero ver y seguir las series de televisión. Se me empiezan a acumular posibilidades, y además hay que atender a las novedades de la cartelera. Por otra parte, me he acostumbrado tanto a lo cómoda que es una plataforma como Netflix, que me pregunto si realmente me apetece agobiarme con otras programaciones. Más cuando parece que últimamente no está para series muy sesudas y se conforma fácilmente con entretenimientos para pasar el rato. No obstante he de decir que he visto los primeros capítulos de tres series, Westworld, Timeless y Divorce. Ninguna me ha parecido mala, ninguna me ha entusiasmado. Se habla de Westworld como la baza de HBO para cuando se despida Game of Thrones. Bueeeeeno… tiene pinta de estar bien hecha, parece que va a ser una enésima vuelta de tuerca al problema de las inteligencias artificiales de aspecto humano (cylones, replicantes, robots de Asimov, etc). Pero el hecho de que el ambiente sea del far west no me entusiasma… Seguiré pensando.

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La entrada de hoy me ha quedado muy «british», así que nos daremos una vuelta por Londres, con soldado y reina Victoria incluidos.

Me ha hecho gracia ver el primer episodio de Timeless, serie de acción basada en una patrulla de tres, uno de ellos una mujer inteligente del mundo de las humanidades, otro un soldado,… que se desplaza a momentos clave de la historia de los Estados Unidos para evitar que esta se vea alterada. Los «minhistéricos» españoles se han llevado las manos a la cabeza y han empezado a gritar «plagio, plagio». Las semejanzas son obvias. Pero también hay diferencias evidentes. Y por otra parte, las series con viajes en el tiempo están empezando a surgir como setas. Yo que nos los «minhistéricos» me preocuparía de mejorar los guiones y el nivel interpretativo de alguna de sus protagonistas, y me dejaría de preocupar por otras historias. Salvo de lo que se trate sea de ingresar pingües beneficios por los derechos de autoría de la idea… y no tanto sobre la digna presentación al espectador de buenas producciones televisivas.

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Lo que sí he hecho es terminar de ver dos series de origen británico.

Una de ellas ha sido la corta segunda temporada, cinco episodios, de Our Girl. La primera temporada seguía las aventuras de una chica de clase trabajadora que acaba metiéndose en el ejército de su graciosa majestad para buscar su lugar en el mundo. En esta segunda temporada, que ha tardado en llegar, han cambiado de protagonista. La primera temporada era evidentemente complaciente y poco crítica con la institución castrense y sobre sus actuaciones. La sociedad civil británica no ha tenido excesivos encontronazos con su ejército, bastante respetuoso con el ordenamiento legal y constitucional del país, lo cual ha sido más raro en el resto del continente europeo y del mundo en general. Los desmanes causados por el ejército británico hay que atribuirlos a los propios gobiernos que dirigen el país. En general. Pero esta segunda temporada ha tenido un carácter especialmente propagandístico, y ha acabado cargándome un poquito. No creo que vuelva a ver esta serie en el caso de que llegase una tercera temporada. Fuera.

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La otra serie tenía de partida aspecto de miniserie. Cerrada en una temporada. Victoria, los años jóvenes de la longeva monarca británica cuyo reinado ha dado nombre a toda una época y cultura de la historia del país, la era victoriana. Con la pizpireta Jenna Coleman en el papel protagonista, humanizando notablemente la imagen de la adusta monarca, desde el principio no hemos podido dejar de pensar que en el ADN de la producción de esta serie había genes comunes con Downton Abbey. Con tramas entre los de «arriba» y tramas entre los de «abajo», el personal al servicio de palacio, hemos asistido al acceso al trono de la reina, su consolidación y su compromiso y matrimonio con Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha. Al final,… pues no va a ser una miniserie. Ya nos anunciaba el cierre del último episodio que en 2017 habría más reina Victoria. No ha estado mal, pero tampoco ha sido entusiasmante. Ya me pensaré si sigo interesándome por los residentes del palacio de Buckingham. Probablemente, no.

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[Cine] Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children (2016)

Cine

Miss Peregrine’s Home for Peculiar Childen (2016; 522016-1410)

La semana pasada, vuelto del viaje a Hong Kong, y con la ciudad invivible por culpa de las fiestas patronales, acudí dos días seguidos al cine con el fin de recuperar un poco las omisiones de las novedades de la cartelera debidas al viaje.

Antaño, el estreno de una película dirigida por Tim Burton era un «must see» para nuestro grupo de amigos aficionados al cine. Sin embargo, con esta última película y tras las últimas experiencias, nos embargaba un sentimiento contradictorio entre el «hay que ir» y el «¿realmente hay que ir?». La duda de que el californiano sea capaz alguna vez de sorprendernos y maravillarnos como antaño con sus mundos llenos de fantasía, de belleza estética y de significados inundaba nuestro ánimo. Si se revisa a fecha de hoy su cinematografía como director, empiezan a pesar más los «meh» que los «bieeeen». Incluso se puede detectar algún fiasquillo por ahí.

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Buena parte de la película está ambientada en los bellos paisajes de País de Gales, y con paisajes de esta interesante parte de la Gran Bretaña ilustraré el comentario del filme.

En cualquier caso, no sé si fue por la fuerza de la costumbre o porque alguna crítica habíamos leído que salvaba esta nueva película, fuimos. Como habitualmente en la medida de los posible, a la versión original en inglés. Los nombres que veíamos en el reparto también ayudaban a empujarnos a pasar las más de dos horas que dura la película, que ya adelanto que son excesivas, pero sin que suponga un problema.

La historia que nos cuenta… Pues mira, nada original. De hecho, todos los años o con frecuencia, las grandes productoras aliadas de Marvel nos cuentas sus historias de mutantes que son rechazados por la humanidad y acaban conviertiéndose en superhéroes. Lo que pasa que aquí cambiamos al calvo en la silla de ruedas por el encanto de Miss Peregrine (Eva Green), y nuestros mutantes no son aguerridos guaperas o intrépidas y esculturales mozas, todos ellos imbutidos en pijamas de colores. En lugar de ellos son un grupo de adolescentes y niños que parecen recién salidos de una novela con un tono gótico. Estamos pues ante la enésima reivindicación de la diversidad y la diferencia en un mundo que teme la heterogeneidad del género humano, donde soportamos mal a los que son distintos. Todo ello aderezado con la habitual lucha entre el bien, capitaneado por una discreta Miss Peregrine frente al mal a cuya cabeza se encuentra Barron, un ligeramente sobreactuado Samuel L. Jackson. Viajes en el tiempo, que están muy de moda, y una historia de amor, que sabe ser natural y sin cursilerías, entre el protagonista de la película, Jake (Asa Butterfield) y la chica, que por lo menos es algo más que un florero, Emma Bloom (Ella Purnell).

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Aderezado todo ello con un buen diseño de producción y la presencia en pequeños papeles de unos cuantos insignes del cine británico, mayormente, nos deja un producto simpático, que se ve con agrado. No nos devuelve lo mejor del director, que parece que ya recorrió sus momentos de gloria hace dos o tres décadas, pero que entretiene y se deja ver sin problemas. Corrección formal y entretenimiento son las claves de la película, que no es excesivamente original en su argumento, aunque por lo menos sí en su ambientación. Se puede ir a verla sin mayor problema.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

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[Fotografía] Plaubel Makina 67 – Un recuerdo de Hong Kong – Fotografía y otras artes visuales

Fotografía

Como ya habréis podido deducir de algún artículo anterior, o si sois seguidores de mi Cuaderno de ruta, he estado de vacaciones en Hong Kong y Macao, regiones administrativas especiales de la República Popular China (RPC), con una idiosincrasia especial. Y tuve muchos comentarios y algunos cachondeos sobre las compras de cámaras fotográficas en la antigua colonia británica. El caso es que al final sí encontré un aparato que me parecía interesante. Quien esté interesado en profundizar que siga el enlace. Quien no, os dejo las primeras fotos que he hecho con la cámara. No son gran cosa, simples pruebas en un paseo no lejos de casa.

Origen: Plaubel Makina 67 – Un recuerdo de Hong Kong – Fotografía y otras artes visuales.

 

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