[Libro] Ethan Frome

Literatura

En algún momento había leído ya algunas cosas de la norteamericana Edith Wharton. Escritora poco conocida en nuestro país, desarrolló su actividad como escritora principalmente en las primeras décadas del siglo XX, y tuvo un repunte en su popularidad entre nosotros por la adaptación de una de sus más conocidas novelas, The Age of Innocence, que fue llevada a la pantalla grande por Martin Scorsese. No he leído esa novela. Muchas veces he comentado que Scorsese es una de estos autores que me cae muy bien, pero sus películas, por bien hechas que estén, no siempre me interesan. De la misma forma que hay otros autores que, aun sintiendo antipatía por la persona, no puedo dejar de admirar su obra. El caso es que eso condicionó mi acceso a la obra de la escritora.

No obstante, eventualmente alguno de sus escritos aparece como oferta en mi tienda habitual de libros electrónicos. Y ya ha habido alguno que me ha gustado bastante, como su crónica de lo que vivió en la Primera Guerra Mundial, por lo que me decidí a coger esta novela no excesivamente larga.

Frente a la austeridad y frialdad que nos transmite la novela de Wharton, hoy prefiero ilustrar la entrada con los signos de la primavera, tan adelantada, que nos rodean por todos los lados. Incluso en el frío entorno laboral.

Es un drama rural localizado en la Nueva Inglaterra de finales del siglo XIX. Si la novela fue escrita en 1911, pero la historia principal se narra basándose en los recuerdos de juventud de su protagonista principal 20 o 25 años atrás… pues ya os podéis imaginar. Si en la actualidad, los estados de Nueva Inglaterra son de los más prósperos de los Estados Unidos, la sociedad que nos describe Wharton es la de pequeñas comunidades rurales, granjeros que sacan a duras penas adelante sus pequeñas explotaciones, una época en la que todavía es mucha la gente que coge el montante y emigra hacia el oeste recién abierto para buscar fortuna. Gentes con una vida dura, esforzada, marcados por una moral estricta, por la austeridad de las distintas denominaciones cristianas protestantes que saltaron el Atlántico en un momento dado para afianzarse en el Nuevo Mundo. Allí, el joven Ethan Frome, preso en un matrimonio de conveniencia con una mujer unos años mayor que él y que representa toda esta austeridad y estricta moral, acaba enamorado de la joven prima de esta, pobre, pero alegre, pizpireta,… y guapa. Así se gestará un drama que se cocerá a fuego lento hasta cocinar la tragedia que acabará por arruinar la vida de todos los involucrados.

Una novela no muy extensa, que se lee rápido, pero que quizá tenga un interés relativo, por mostrar un medio y un ambiente humano que quizá nos resulte demasiado extraño. Aunque quizá ayude a entender los orígenes de algunos de los fenómenos de la sociedad norteamericana actual. Bien escrita, puede ser razonablemente recomendable, si te van este tipo de dramas.

[Cine] Todos lo saben (2018)

Cine

Todos lo saben (2018; 44/20180917)

Reconozco que me llamó la atención la noticia que decía que el director iraní Asghar Farhadi, del cual he visto sus dos últimas películas, que me parecieron absolutamente magníficas, de primer orden, iba a rodar una película en España, con actores españoles, hablada en español, con financiación hispanofrancesa, esto último si no estoy mal informado.

El planteamiento es el siguiente. La boda de una de las hermanas de una familia destacada en su pueblo, que localizaríamos en algún lugar indeterminado de Castilla, en el sentido amplio de este término geográfico e histórico, lleva al reencuentro de todos sus miembros, incluidas Laura (Penélope Cruz) y su hija Irene (Carla Campra), que viven en Argentina. Nada extraño. Como muchas familias relativamente amplias de este país que tienen miembros dispersos por la geografía española, o incluso fuera de ella. Pero en la alegría de la fiesta un hecho tremendo sucede. Irene desaparece, aparentemente secuestrada. Y a partir de ahí saldrán a flote las miserias de una familia y de un pueblo, donde no faltan los antiguos o los rencores. La España profunda emergiendo de lo que parece un entorno rural pero actual; menos de lo que parece.

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Cualquier entorno rural de la España interior nos puede vale para ilustrar la entrada de hoy. Poco importa dónde sea…

Nos preguntábamos hasta que punto el director iraní podía trasladar a España una de sus historias. Hasta que punto las realidades de la sociedad iraní, que conoce bien y que también había trasladado en películas anteriores, podían tener equivalencias y paralelismos en la sociedad española. El caso es que en ningún momento sientes que esta película esté realizada por un director extranjero que ni siquiera habla castellano y que ha tenido que trabajar con intérpretes. La historia encaja en nuestro medio, resulta creíble. Y nos hace reflexionar hasta que punto toda nuestra sociedad a avanzado en el siglo XXI, o hasta que punto hay valores anclados en lo más oscuro y carpetovetónico de los países de las culturas mediterránea, como España, o levantina, como la iraní. Supongo que carpetovetónico no es un término adecuado para Irán, pero seguro que hay alguno parecido.

Frente a películas anteriores, la historia no es perfecta. Se alarga, se hace algo reiterativa en una serie de situaciones, sin aportar nada en esos minutos de prolongación. Pero se sostiene por su excelente plantel de intérpretes, de lo más granado de la profesión actoral en España (o en Argentina). Cruz está al nivel de la mejor de sus interpretaciones, una interpretación que no aparece más que de vez en cuando y no precisamente en sus rentables aventuras americanas. Algo parecido sucede con Javier Bardem, que nos ofrece un papel distinto al encasillamiento que ha sufrido en EE.UU., más vulnerable, y que pone de manifiesto que puede ser un buen intérprete más allá de su determinante físico. Y que podemos decir que no se haya dicho ya de Ricardo Darín. Acompañados por unos cuantos ilustres que siempre enriquecen las películas donde aparecen; Eduard FernándezElvira MínguezRamón Barea,… Entre los más jóvenes, la presencia de Bárbara Lennie nos sabe a poco, tiene mucho oficio esta actriz. Sin embargo, Inma Cuesta sigue sin convencernos; no obstante, su papel no es lo suficiente importante como para que dañe el resultado final. Y otros que no menciono para no ser prolijo. Pero desde luego, el apartado interpretativo es probablemente lo más destacado de la película.

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Película que no está el nivel de las anteriores de Farhadi, pero no obstante es perfectamente recomendable, y te reconcilia con las capacidades del cine español, tan vapuleado últimamente por interpretaciones mucho más pobres que lo que vemos aquí, por comedias banales y hasta casposas, y por películas de género mucho menos afortunadas de lo que muchos de sus fans son capaces de admitir. Que pena que tenga que venir un director de fuera a recordárnoslo.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

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[Libro] Tres días y una vida

Literatura

Que Pierre Lemaitre se ha convertido en muy poco tiempo en uno de mis escritores favoritos es algo que no puedo, ni quiero ocultar. Su relato de la posguerra de la del 14-18, recientemente llevada al cine, ya me supuso una sorpresa literariamente tan estupenda como inesperada. Y eso que me había venido bien recomendada. El hecho que después haya leído dos (1 y 2) de su libros de polar, como llaman los franceses al género policiaco o detectivesco, un género al que no tengo excesiva simpatía, y sin embargo me hayan encantado, algo quiere decir. Pero sentía la necesidad de volver a leer algo, no policiaco, que me confirmase mis sensaciones. Y aquí aparece esta novela para cambiar un poco de tercio.

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Ilustro con diversas imágenes de la Francia rural, desde los Pirineos a la Alsacia, pasando por el valle del Dordoña, en el Perigord y en el Quercy.

Si hace unas semanas nos metíamos en el mundo de la Francia rural, más o menos profunda, y boscosa, en un relato televisivo de crímenes más o menos en serie, hoy volvemos a esa Francia con otro drama de muertes en los que se ven involucrados niños y adolescentes.  Y bosques. En algún lugar de Francia. La más tradicional. La católica. La que tiene mucho más en común con la España profunda de lo que ellos quiere creer. Un adolescente, inseguro, que no tiene claro su nivel de aceptación entre sus semejantes. Hijo de una mujer separada. En un momento de rabia, agrede a un niño de seis años y lo mata. No quería… pero lo mata. Y a partir de ese momento, en su vida y en la de sus paisanos se desatarán una serie de tormentas, una sociales y familiares, otras de carácter físico, meteorológico, que pondrán patas arriba la vida de todos.

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El libro tiene dos vertientes. Por un lado, la vicisitud del joven protagonista, que verá marcado su destino por estos desafortunados hechos. Un destino que le condicionará siempre, y que le obligará a optar por caminos en su vida que lo alejarán para siempre de lo que quiso. A una vida que no iba a ser la suya. Una reflexión sobre las consecuencias de nuestros actos. O que no hay actos sin consecuencias. Es algo que se podría discutir… pero ahí esta la tesis de la novela.

Por otro lado, la crítica social ante una sociedad eminentemente hipócrita en su conservadurismo y en sus buenas costumbres, donde casi nadie es lo que parece. Donde ser rico no es sinónimo de ser listo, donde ser guapa no es sinónimo de ser atractiva más allá de la atracción animal, donde todo tiene que cambiar para que todo siga igual.

No está al mismo nivel, brillante, de las tres novelas predecesoras que he leído de este autor. Pero está a buen nivel, y es perfectamente recomendable.

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[TV] Crónicas de un pueblo a la coreana

Televisión

Antes de pasar durante unos días al modo «sólo fotos», una entrada televisiva. En las últimas ocasiones en qué comenté alguna serie de ese placer vicioso y culpable en que se han convertido las series orientales, las coreanas en concreto, que emiten en Netflix, ya dije que estaba un tanto cansado del esquema repetitivo de la/os comedias/dramas románticos del país oriental. Todos ellos cortados por el mismo patrón. Así que me dije que me iba a negar a caer en la misma trampa. Por lo menos durante un tiempo. Y parecía que me iba a olvidar de las series coreanas.

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Entorno agrícola, campos y paisajes de montaña, y una pequeña comunidad rural de personajes que bordean el friquismo agrorural.

En estas estábamos cuando me encontré con un artículo que hablaba de lo interesantes que eran. No recuerdo el enlace, lo siento. Pero el caso es que recomendaba algunas que, según decían, se salían de los caminos trillados mencionados en el párrafo anterior. Entre ellas, nos hablaban de un drama familiar, Heaven’s Garden en su título internacional, Cheonsangui Hwawon [천상의 화원-곰배령], que ponían muy bien. Algo que contrasté con otros sitios antes de meterme con esta producción de nada menos que 30 episodios de una hora larga de duración.

El comienzo era relativamente prometedor. Una mujer se refugia con sus dos hijas en casa de su padre en un pequeño pueblo, cuando su marido es ingresado en presión por irregularidades financieras en su negocio. De las dos niñas, una, la mayor, es hija del marido con una relación anterior. Y la mujer lleva extrañada de su padre desde que se casó, puesto que este no aprobó el matrimonio. Se planteaba por lo tanto un drama a múltiples bandas que podía ser interesante. Y así fue durante algunos episodios. Pero luego…

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La serie se convierte progresivamente en una versión coreana de aquellas Crónicas de un pueblo con las que el tardofranquismo intentó adoctrinar a los españoles atados a la única televisión que podía ver. Un lugar cuasi idílico, donde los vecinos tenían algunos problemas, algunos conflictos, pero que el buenismo de los valores tradicionales superaban cualquier problema. Democracia orgánica y verticalidad social. Pues este pueblecito coreano en las montañas que parece que pasa la mayor parte del año nevado, parece regirse por los mismos principios; eso sí, triunfando en la difícil economía de mercado a base de comercializar mermelada de cebolla y bayas coloradas y cebolla liofilizada en polvo (¡?)

Entre medias, el drama familiar, en el que la mujer protagonista arrastra consigo las consecuencias de haber tomado la decisión de divorciarse, y con ello haber roto el matrimonio con un tipo que, lo mires por donde lo mires, es un gilipollas de mucho cuidado. Una lección hasta el último minuto de la serie de cuál es el «papel de la mujer» en el mundo ideal de quien quiera que haya ideado semejante producto carpetovetónico, o su equivalente coreano, en la segunda década del siglo XXI. Como para causar un infarto del disgusto a cualquier persona con una sensibilidad mínimamente feminista o cuando menos defensora de la igualdad de derechos y ante la ley entre las personas de distinto sexo.

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No sé muy bien por qué aguanté hasta el final. Quizá con la esperanza de que en algún momento recuperarían el tino y al final devolverían un poco de modernidad al contenido y las tesis de la serie. Pero no. Esta mantiene el rumbo al pasado y al retroceso social sin desfallecer, al mismo tiempo que se pierde en tonterías argumentales que le dan un final casi berlanguiano, pero si en el tono crítico y mordaz del buen don Luis.

Pensaréis que he aprendido la lección y que he desterrado para siempre o durante una buena temporada las producciones del país oriental. Pero no… que estoy con una producción histórica que puede que me devuelva la confianza en las capacidades televisivas de un país que en el cine para pantalla grande ha demostrado buen hacer. De entrada, la protagonista es una de las de una de las películas más celebrada de los últimos años procedentes de Corea del Sur. Y eso supone un aumento de nivel interpretativo muy considerable.

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[Libro] Tomoji

Literatura

Hace unas semanas, se dio la noticia del fallecimiento de un historietista japonés, Jirō Taniguchi, altamente respetado por los aficionados al género, y cuyos libros ya me habían llamado la atención alguna vez en las estanterías de las librerías, de tal modo que hace pocos meses ya leí uno de sus libros, que me gustó..

Decidido a conocer algo más de este autor, me fui a una de esas librerías y me decidí no por una de sus más conocidas historias sino por una de las más recientes, escrita pocos años antes de su muerte. Taniguchi, además del dibujo, aporta el guion junto con la escritora Miwako Ogihara, traducidos por Victor Illera Kanaya.

Desconozco cuál es el grado de religiosidad o espiritualidad real del pueblo japonés, de las visitas a los templos y santuarios sales con la sensación de que tienen muchas supersticiones. En cualquier caso, naturaleza y superstición parece que van de la mano en el país. Hasta el monte Fuji está considerado un santuario. Sintoista, en este caso.

Tomoji, la protagonista del relato, es Tomoji Uchida, y esta fue un personaje histórico. Dato que yo no supe hasta llegar a las páginas finales del libro, donde se nos dice que tras casarse, se dedicó con su marido a llevar una vida piadosa inicialmente dentro de la religión budista, fundando una nueva rama del budismo considerada en Japón como una nueva religión. Es un tema en el que no voy a entrar. Porque no me interesa, por muy buenas relaciones públicas que gaste el dalai lama, me parece una religión tan obsoleta como todas las demás, y porque la historia que nos cuenta Taniguchi no va de eso.

Situada la historia en las primeras décadas del siglo XX, en un valle entre montañas de lo más rural de Japón, donde las innovaciones introducidas por la era Meiji en la que comienza la vida de la protagonista apenas han llegado. El arranque se produce con la visita de un joven de 18 años, Fumiaki Ito, con su cámara fotográfica para retratar a petición de su abuela a su tía abuela, que es abuela de Tomoji. Los jóvenes primos no se llegarán a encontrar, aunque ya nos advierten desde el principio de que están destinados a casarse con el tiempo. Pero esta es la excusa para irnos contanto la infancia y adolescencia de Tomoji, y de su familia. Para comprender los sacrificios y las dificultades de la vida en un entorno escasamente modernizado. Donde un niño o una niña tienen que caminar más de una hora de ida y otro tanto de vuelta para estar escolarizado. Donde una simple apendicitis acaba con la vida de un padre en unas horas. Donde una madre joven, viuda, debe abandonar a sus hijos porque otro hombre la reclama como esposa. Donde un hermano ha de sacrificarse trabajando para que otra pueda adquirir cierta educación. Y son cosas que Taniguchi observa con clara melancolía, puesto que también las identifica con valores tradicionales que se han ido perdiendo.

Aunque con los modos, el paisaje y las tradiciones japonesas, la historia es universal. No es difícil para mí pensar en el protagonista de cierta novela que leí recientemente, y su entorno, para establecer comparaciones más próximas de lo que pensamos. Aunque la novela tenga un tono tragicómico y aventurero, y la historieta sea más un drama calmado. Quizá no haya tantas diferencias en lo esencial entre un valle de la Cordillera Cantábrica de principios del siglo XX y un valle no lejos del monte Fuji en una época similar o ligeramente más precoz, aunque en lo aparente parezcan muchas.

Acompañada de un dibujo claro, de fácil lectura, la nostálgica história se lee con tranquilidad. Se podría leer en muy pocas horas. Pero es mejor darle cierto aire para respirar. Dedicar varias noches antes de dormir para leer un trocito, un pasaje de la vida de la niña o de la adolescente Tomoji. Y no deja de tener un tono similar, especialmente en lo que se refiere a los valores familiares que acompaña, a la anterior historieta que leí del autor. Está bien.

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[Cine] El ciudadano ilustre (2016)

Cine

El ciudadano ilustre (2016; 612016-2411)

Película argentina, dirigida al parecer a dos manos por Gastón Duprat y Mariano Cohn de quienes no soy consciente de haber visto ningún filme anterior. A priori, el tema no nos atrajo demasiado, pero una dosis de lectura de buenas críticas más otra dosis de boca-oreja recomendando la película nos hizo ir a verla. Hace ya más de una semana. Últimamente me retraso mucho en comentar el cine. Cosa que igual se apaña por el hecho de que esta semana pasada no hemos visto nada nuevo… a ver como se presentan los estrenos de mañana.

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Hoy traigo lugares de mi región… una de esas donde abundan los de «no hay nada mejor como mi tierra»; lugares que pueden ser bellos… pero que no identificaré en esta ocasión porque también podrían convertirse en pesadillas provincianas como las de la película. Nos guste o no.

El caso es que el largometraje comienza presenciando como un escritor argentino Daniel Mantovani (Oscar Martínez) aguarda en la antesala del gran salón del ayuntamiento de Estocolmo a que el rey de Suecia le entregue el premio Nobel. Cosa que hará. En su respuesta nos mostrará el escritor que no carece de desparpajo e insolencia, iconoclasta con matices de desprecio y condescendencia. No parece un tipo simpático. A continuación, nos lo encontramos unos años después en su casa de Barcelona. Vive fuera de su país, que abandonó en su juventud. Su origen está en un pequeño pueblo del que salió pitando y nunca volvió. Aunque se convirtió en el escenario de todas sus novelas. ¿Un Macondo argentino? En estas está, poco satisfecho de sí mismo, despreciando invitaciones y homenajes por todo el mundo, cuando le llega una curiosa invitación de su pueblo, Salas, para nombrarle ciudadano ilustre. Y allí encontrará con el que fue su mejor amigo, Antonio (Dady Brieva), la que fue su novia, Irene (Andrea Frigerio), una crítica, decidida y misteriosa joven, Julia (Belén Chavanne), el alcalde, el fascista, la secretaria de cultura, el tonto del pueblo, un simpático conserje de hotel, el novio de alguien… Y lo que parecía una estancia tranquila y nostálgica, se convertirá una complicación de carácter notable.

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Con un ritmo tranquilo, sin prisas pero sin pausas, se irá desvelando ante nosotros la esencia de la relación entre el escritor y ese pueblo, que nos puede parecer exótico, a ratos demencial, pero que es un compendio de todas las «virtudes» provincianas y miopes que suelen exhibir todos aquellos que van proclamando por la vida que son del «mejor pueblo del mundo», o ciudad, o región, o país, o barrio,… cúmulos de tópicos que no esconden más que la limitación de metas y miras de buena parte de la humanidad. Tremendo varapalo a los localismos conservadores, intransigente, catetos, de casticismo rancio. Al mismo tiempo que lo hace con un personaje protagonista que muy difícilmente puede atraer las simpatías del respetable, porque no carece de defectos. Junto a estas reflexiones, una reflexión final sobre lo que es verdad o lo que es mentira, sobre lo que es real o lo que es ficción, sobre el hecho de construir una narración basada en nuestras vivencias frente al hecho de que relate o no nuestras auténticas vivencias. Es curioso que simultáneamente haya estado leyendo una novela francesa sobre este último tema también.

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La gran virtud del largometraje es que sus intérpretes, todos ellos, están a gran altura. El protagonista lo está. Pero hay momentos en los que los secundarios que le dan la réplica lo están todavía más. Y con una realización tranquila, sobria, pero cuidada, los directores saben dejarles hablar, saben dejarles contar una historia bien urdida y tejida.

Película más que recomendable. Especialmente, para quienes quieran hacer un poco de acto de contrición, y reconocer los pecados que cometemos cuando nos volvemos localistas y provincianos. No son pocos los defectos de los que te ríes en la película que vivimos en el día a día de nuestras comunidades.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

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[Libro] El camino

Literatura

Me encontré hace unos pocos meses a un clásico moderno de la literatura española entre las ofertas Flash de Amazon Kindle y lo cogí. Una de las novelas importantes en la narrativa de Miguel Delibes, es editada como es habitual en el autor ya fallecido por Editorial Destino, en esta ocasión en su versión electrónica.

Siendo una de las primeras obras del escritor, fue publicada cuando tenía 30 años, está cargada de una gran cantidad de nostalgia hacia un entorno rural, al mismo tiempo que no duda, con humor y sin hacer demasiada sangre, en hacer crítica de aquellos elementos culturales que no le gustan de ese mismo ambiente. Nos habla de las memorias de un niño, Daniel el Mochuelo, que siente que la niñez se le escapa. Tiene once años, y por el empeño de su padre que quiere algo más para su hijo que lo que él ha tenido, se prepara a pasar su última noche en el domicilio familiar en un pueblo que situamos fácilmente en uno de los valles interiores de Cantabria, antes de ir a la ciudad para estudiar el bachillerato. Aunque deja traslucir el miedo ante las incógnitas del futuro, su principales emociones tiene más que ver con la nostalgia por su vida infantil, feliz aun en las estrecheces de un pueblo en la España de la inmediata posguerra civil. Especialmente sus aventuras con sus inseparables amigos, Roque el Moñigo y Germán el Tiñoso.

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No tengo fotografías de los valles interiores de Cantabria; pero Delibes era un enamorado de Castilla en general, y usaré algunas fotografías del pueblo viejo de Medinaceli, en la provincia de Soria, para ilustrar este comentario.

 

En su conjunto, el libro es una reflexión sobre el ciclo de la vida y la muerte. Ambas son una constante tanto entre los habitantes del pueblo como en la naturaleza, animales y plantas, que crecen en el valle y son «acompañantes» habituales de los tres amigos que centran el relato. Me llama la atención que, dada la época y la España en la que surge la novela, el tratamiento que reciben las mujeres en la novela. Sean adultas, adolescentes o niñas. Mientras que los hombres están condicionados por la idea de hombría recia dominante, independientemente de que se ajusten o no a la misma los distintos personajes masculinos que se suceden, las mujeres presentan una variabilidad que representan los valores de la sociedad, desde los más nobles, asociados a las vida, a la compasión y a la solidaridad, hasta los que lastran el desarrollo de la misma, el conservadurismo carpetovetónico, la superstición, la intransigencia con la diversidad.

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Y luego está el lenguaje. Leer a Delibes me hace ser mucho más consciente de la sensación de que el idioma se nos está empobreciendo, se nos hace más pequeño constantemente. No voy a entrar en considerar todo ese léxico que está desapareciendo a marchas forzadas porque se correspondía con acciones u objetos asociados a la vida rural de antaño. Hoy en día estas palabras han quedado en desuso de la misma forma que las tareas, los conceptos o los utensilios a los que se referían. Pero más allá de esto, tengo la sensación de que un escritor como Delibes tiene una riqueza a la hora de expresar los conceptos, una variedad a la hora de construir las frases, es decir las ideas, que pocas veces me encuentro en la narrativa española hoy en día. O no española. A veces tengo la sensación, con obras contemporáneas, de que están compuestas por acumulación de unas frases hechas que se combinan entre sí, y que encontramos en cualquier obra. Que hay poco de pensamiento propio y de expresión escrita personal, rica y variada. Y os puedo asegurar que soy cualquier cosa menos una persona de pensamiento conservador.

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Nunca he pensado que cualquier tiempo pasado fuera mejor, de hecho, a pesar de los problemas que nos rodean y del futuro incierto que se asoma a la civilización globalizada, nunca el nivel de bienestar promedio de la especia humana ha sido tan alto como en el presente. Aun con las notables y  tristes diferencias regionales que hay en el mundo, en su conjunto nunca ha habido una esperanza de vida mayor, una mortalidad infantil menor, una criminalidad menor, y otros indicadores de bienestar que podamos considerar. Pero sin embargo, no me siento cómodo con la capacidad de mis congéneres para expresar sus ideas de forma oral o escrita, lo que para mí es casi equivalente a la incapacidad para ejercer la libertad personal, que asocio en gran medida a la capacidad de pensar, de generar ideas propias y las acciones personales que conllevan. Lo que nos hace libre y diversos. La sensación de homogeneidad y de disminución de libertad a través de la estandarización de los gustos y el pensamiento único me agobian cada día un poquito más, cada año que pasa.

Por eso encuentro refrescante la lectura de ciertos clásicos. Aunque sean modernos. O porque son modernos. Porque nos recuerdan que el lenguaje es importante, es rico, es variado y debemos evitar que se empobrezca. Para no empobrecer nuestra capacidad de ser libres.

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[Cine] Madame Bovary (2014)

Cine, Sin categorizar

Madame Bovary (2014; 312016-2705)

Nos llega con cierto retraso esta adaptación del clásico de Gustave Flaubert, considero como uno de los principales novelistas de su tiempo. Su novela también ha tenido una notable influencia en la literatura posterior, y se ha convertido en un elemento más de la cultura popular. Segundo largometraje de Sophie Barthes, francesa de nacimiento, aunque ha realizado su carrera como directora en Estados Unidos. La película está rodada en inglés.

Es muy posible que al comentar el filme se me escape algún detalle del argumento. Pero cuando se trata de clásicos de la literatura, o segundas versiones, o películas que llevan mucho tiempo estrenadas, siempre asumo que su desarrollo está prácticamente en el dominio público. Yo no he leído la novela, ni recuerdo haber visto ninguna adaptación previa, pero ya sabía perfectamente por donde iban los tiros, y donde iban a acabar las aventuras de la aburrida Emma (Mia Wasikowska).

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Transcurre la novela y la película en las poblaciones rurales de la Alta Normandía, cerca de Ruan.

La novela de Flaubert se considera como el inicio del realismo, estilo literario que domina la segunda mitad del siglo XX, y que progresivamente se aleja del romanticismo que dominó la primera mitad. De alguna forma, deberíamos encontrar elementos de ambos movimientos en la historia. Sin embargo, Barthes opta por dotar a su Bovary de un carácter fundamentalmente de heroína romántica. Y la centra total y absolutamente en ella, quedando el resto del reparto a la sombra del personaje principal, salvándose de la quema solamente un sosísimo Charles Bovary (Henry Lloyd-Hughes), un interesante e inquietante M. Lhereux (Rhys Ifans). Desaprovecharos pasan por ahí  Paul GiamattiLaura Carmichael y un par de amantes de la «doctora».

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He visitado yo la Baja Normandía, y más su zona marítima, no donde transcurre la acción.

Desde que la vi haciendo de adolescente con tendencia a la anorexia en aquella pequeña joya que fue In Treatment, siempre he pensado que Wasikowska era una actriz con posibilidades. Ciertamente, perteneciente a una generación donde la competencia es feroz. Hay muy buenas actrices que actúan en inglés en estos momentos de veintitantos años. Sin embargo, parece que tanto se encasilla un poco en papeles donde se aprovecha de la languidez de su físico. En la muy superior Jane Eyre de hace unos años, Wasikowska interpretaba un papel muy similar, con matices muy parecidos… paradójicamente. Si Eyre era a priori una joven de físico vulgar, así lo declama ella misma en un famoso pasaje de la novela,

Do you think, because I am poor, obscure, plain, and little, I am soulless and heartless?

de moralidad intachable e inquebrantable, Bovary pasa por una joven hermosa, educada y refinada. De ahí, su mala adaptación a la vida de esposa de un médico rural… con lo que significaba el entorno rural a mitad del siglo XIX, no mucho más avanzado que en los siglos anteriores. Y sin embargo… nos cuesta ver a distinta persona, salvo en sus acciones, más que en su actitud. No me entendáis mal, lo hace bien, pero quizá un poco por debajo de las expectativas. Aunque es ella la que hace que la película se deje ver, eliminados todos los elementos de la novela original que implicaban un crítica a un cierto tipo de burguesía decimonónica.

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Así que para representar los pequeños y coquetos pueblos franceses, opto por bajarme hasta el Perigord.

Película por lo tanto que se deja ver, pero que queda por debajo de las esperanzas que a priori se podrían poner en ella. Es cierto que el hecho de que se haya estrenado en nuestro país entre seis meses y un año después que en el resto del mundo occidental, nos hacía suponer que no confiaban sus distribuidores en los resultados que pudiera ofrecer. Pero errores más gordos he visto cometer por los distribuidores… En fin; producto que gustará a los fanáticos a los dramas de época… y que se dejará ver por buena parte del resto del público de cierta edad y condición. No precisamente el que va a ver las películas superventas de acción o quien se trague la segunda parte de otra película que también protagonista Wasikowska, con la que coincide en cartelera, y que no iremos a ver, porque ya la primera parte nos pareció «maravillosamente» infumable.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

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Hasta la bonita población de Le Bugue, donde me alojé durante unas vacaciones hace ya más de una década.

[Cine] La famille Bélier (2014)

Cine

La famille Bélier (2014); vista el 30 de abril de 2015.

Versión original subtitulada en castellano para hasta película francesa dirigida por Eric Lartigau, y que venía precedida de un notable éxito en el país vecino. Sin saber muy bien qué nos íbamos a encontrar, decidimos darle una oportunidad al cine gabacho, que ya sabemos que es capaz de los mejor y de lo «no tan mejor».

La película nos habla de Paula Bélier (Louane Emera), único miembro de su familia capaz de oír y hablar. Tanto sus padres, Gigi (Karin Viard) y Rodolphe (François Damiens), como su hermano Quentin (Luca Gelberg), son sordos. En la familia reina la buena armonía, viven de su granja de vacas lecheras y de su elaboración de quesos. Pero con la llegada a su plena adolescencia, dos cosas pasan en la vida de Paula. Se cuela por un chico del instituto, lo que hace que se apunte a la coral del centro, donde el profesor Mr. Thomasson (Eric Elmosnino), descubre que Paula tiene una gran voz y dotes como cantante. Quiere promocionarla para unas becas que le permitirán desarrollar sus cualidades en París. Al mismo tiempo, la amenaza de un centro comercial promovido por el actual alcalde de la localidad hace que su padre decida presentarse a las elecciones, pero necesitará de toda la ayuda de su hija para comunicar con sus potenciales electores. Y Paula se encontrará sometida a una serie de dilemas… Chico, carrera, discapacidad, política, familia,…

París es la meta última de la joven promesa de la canción; vivida como una oportunidad por unos, como una amenaza por otros.

París es la meta última de la joven promesa de la canción; vivida como una oportunidad por unos, como una amenaza por otros.

Vamos a ver… La película está evidentemente pensada para ser un vehículo de lucimiento de su joven protagonista, un producto televisivo de los programas de telerrealidad en los que se descubren nuevos «talentos» musicales. La chica es jovencita, simpática, y había que intentar sacar partido. Afortunadamente, alguien decidió que a pesar de estas premisas se podía plantear un guion razonablemente compuesto, amable, lleno de buenrollismo, pero con alguna consideración a algún tema de tipo social, y dirigirlo con oficio. No nos engañemos. La cinta es previsible en todo momento; pero no deja de sorprendernos, aquí y allí, con detalles, generalmente en el ámbito de la comedia que funcionan y te dejan con buena sensación y una generosa sonrisa en el rostro. Las alergias del joven Quentin nos hacen pasar algún momento realmente divertido.

Y todo ello apoyado por un reparto que funciona. La chica protagonista funciona. Es muy simpática. Se hace querer. En un plisplás has comprendido todas sus responsabilidades y sus dilemas. Hace honor al esfuerzo que se ha generado a su alrededor. Pero aun así, todavía es más importante el excelente soporte que presta el resto del reparto. Los padres y el hermano (la madre es genial), el profesor, la mejor amiga (Roxane Duran) que también nos ofrece escenas muy divertidas (papelazo hizo ya hace unos años en un filme muy dramático)… todos funcionan estupendamente y sacan adelante con buena nota una película que sin el esfuerzo de todos podría haber quedado en anecdótica.

Así que nos daremos un paseo por algunos de los paisajes más emblemáticos de la capital gabacha.

Así que nos daremos un paseo por algunos de los paisajes más emblemáticos de la capital gabacha.

Aun en riesgo constante de caer en la sensiblería, especialmente en alguno de los números musicales, en los que se usa y abusa de las canciones de Michel Sardou, cantante francés que no es particularmente santo de mi devoción, la película sale a flote porque hay mucha gente trabajando en ella tanto ante las cámaras como detrás para que sea así. Pasas un buen rato y sales con buen rollo de la sala de cine. Por cierto, el único discapacitado auditivo del reparto es Luca Gelbert, interpretando al hermano de la protagonista.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

Que terminaremos en el Pont des Arts... ¿no parece apropiado? No sé. En cualquier caso, un buen lugar para pasear.

Que terminaremos en el Pont des Arts… ¿no parece apropiado? No sé. En cualquier caso, un buen lugar para pasear.