Maggie’s Plan (2016; 562016-3010)
Hasta ahora sólo había visto una película dirigida por Rebecca Miller, hija del escritor Arthur Miller y de la fotógrafa Inge Morath,… se le suponen genes capaces de escribir y de visualizar. Lo cierto es que no me gustó demasiado. Tampoco fue ninguna catástrofe… pero… En cualquier caso, la película que nos ocupa hoy, y que vimos ya hace casi una semana, venía con alguna que otra crítica positiva y con el aliciente de un reparto muy interesante encabezado por la enésima musa del cine «indie» americano, Greta Gerwig, que últimamente nos había ofrecido algunos trabajos interesantes.

Al igual que en la película, fotográficamente nos damos un paseo por los parques de Nueva York,… Central Park, Union Square, Madison Square, Washington Square,… ese tipo de lugares donde se producen en el cine constantemente encuentros improbables, pero necesarios para que la trama avance.
La película nos plantea un curioso triángulo entre una serie de personas del mundo académico. Por una lado, una joven que acaba de cumplir los treinta, Maggie (Greta Gerwig), a la que le persigue el reloj biológico, y que se plantea la maternidad por inseminación artificial «artesanal». Pero justo en ese momento, conoce a John (Ethan Hawke), profesor de antropología, con quien conecta a diversos niveles, y que está pasando una cierta crisis con su dominante esposa, Georgette (Julianne Moore), también profesora de antropología, pero con más nivel académico, y que siente le está cortando la posibilidad de convertirse en escritor. Y el divorcio, subsiguiente matrimonio y nacimiento de bebé sucederán… pero el triángulo seguirá ahí.
No sé muy bien cómo explicarlo. El planteamiento tiene su aquel. Da la impresión de que hay mimbres para construir algo. Los intérpretes, todos ellos de buen nivel, hacen lo que pueden. La película, con sus diálogos, sus localizaciones mayoritariamente neoyorquinas y su aspecto visual, tiene un sabor a Woody Allen. Pero hay algo que no acaba de funcionar. Desde luego, la película es previsible. Pero algunas situaciones, que podrían haber dado juego con un poco más de ironía, sarcasmo o, directamente, mala leche, se pierden y se diluyen en lo políticamente correcto, aunque quizá este fuera uno de los elementos a poner en solfa en este conjunto de personajes tan parodiables.
En general, a la película le falta alma, y un saber aprovechar de forma más aguda las situaciones que se plantean. Ya digo que la película es previsible, y puesto que de alguna forma es inevitable, se podría haber jugado con esa previsibilidad. Hay películas muy divertidas cuando se plantea que el público que la ve sabe cosas de los personajes que ellos no, y que dan dobles o triples sentidos a las situaciones. No se aprovecha. Creo que la principal responsable es la directora del cotarro, que no sabe muy bien por dónde llevar la historia.
Se deja ver, pero no me animo a recomendarla con carácter general, aunque puede interesar a los aficionados a este tipo de cine y a los intérpretes que la protagonizan.
Valoración
- Dirección: **
- Interpretación: ***
- Valoración subjetiva: ***