Phantom Thread (2017; 10/20180211)
Ver esta película era obligatorio. Acudir a la sala de cine con una onerosa sensación de fatalismo también. Su director, Paul Thomas Anderson, es uno de los más dotados realizadores cinematográficos de la actualidad. De las últimas décadas. Al mismo tiempo, pocas veces su cine me llega, me siento interesado por él. Por motivos que no acabo de entender, sus películas «me expulsan» y acabo viviendo con ellas una experiencia no del todo agradable. Nunca lo he sabido explicar. No me pasa con frecuencia, salvo en películas rematadamente malas, que no es el caso, ni de lejos. Me ha pasado también en varias ocasiones con Scorsese.

Fotográficamente, pasearemos, como no podía ser de otra forma, por el Londres más posh y elitista… ugghhhh…
En esta ocasión, Anderson vuelve a contar con uno de sus actores favoritos, Daniel Day-Lewis, para dar vida al ficticio modisto de alta costura británico Reynolds Woodcock. Woodcock viste a lo más selecto de la sociedad londinense. También acuden a su taller aristócratas, e incluso miembros de la realeza, de toda Europa. Vive con su hermana Cyril (Lesley Manville), que es el genio que gestiona las cuestiones prácticas de la vida personal y profesional de Woodcock. Y eventualmente mantiene relaciones con mujeres que van y vienen de su vida, vida organizada meticulosamente en torno a una rigurosa rutina de costumbres y hábitos. Hasta que conoce a Alma (Vicky Krieps), una camarera a la que propone salir, con la que empieza una relación que poco a poco irá por derroteros inesperados. Porque Alma, enamorada, no se conforma con ser una más en la rutina de la vida de Woodcock.
Maravillosa puesta en escena, impresionante diseño de producción, para una película de época situada cronológicamente en los grises pero elegantes años 50 londinenses. Además, un trío protagonista, Day-Lewis, Manville y Krieps, en estado de gracia absoluta en sus cualidades interpretativas. Todo ello para contarnos la historia de unos individuos… que nos importaban un rábano. Engreídos elitistas trasnochados, representantes de un mundo que sinceramente nos parece falso y trasnochado. Con lo cual, una vez más, me sentí expulsado de la película, y además, pronto. Todo ello en dos y diez minutos que se hacen prolijos para lo que cuenta. Un extraordinario esfuerzo creativo y artístico para un resultado que a mí me resulta mucho más vacío de lo que nos cuentan algunos críticos, de lo que nos quieren hacer creer.
Imposible decir que es una mala película, tiene demasiados elementos positivos,… pero a mí no me interesó casi nada. Apenas el cuarto final de la película vi elementos de la historia que explotados de otra forma podrían haber dado forma a una película apasionante. Una vez más, se mantiene el divorcio intelectual entre este director y mi humilde persona.
Valoración
- Dirección: ****
- Interpretación: ****
- Valoración subjetiva: **