Hace ya una semanas que terminé de ver estas series. Muy diversas hoy.
Empezaré por la serie coreana. Después de un cierto sabor de boca agridulce que me dejaron algunas de estas series, que ya he comentado en alguna ocasión funcionan para mí como vicio culpable, comencé a seguir el drama romántico de época Sinipsagwan Gu Haeryeong [ 신입사관 구해령 ] (el título internacional es Rookie Historian Goo Hae-ryung), y que sinceramente, aunque se basa remotamente en la existencia a caballo entre el siglo XVIII y el XIX de algún rey de la dinastía Joseon con cierta tendencia ilustrada, lo cierto es que es casi una obra de fantasía. Sigue las aventuras de Gu Haeryeong (Shin Sekyung), una joven muy independiente en la Corea de principios del siglo XIX, que opta a una plaza de historiadora, en la administración del país.

En realidad, su trabajo es más la de una cronista que toma nota y levanta acta de lo que sucede en palacio. Allí conocerá a un príncipe con aficiones intelectuales, Yi Rim (Cha Eunwu), con quien acabará teniendo algo más que amistad, mientras a su alrededor se desenvuelven las tramas e intrigas políticas y se esconden secretos históricos. A caballo entre la comedia romántico y el drama histórico, las situaciones que se plantean resultan relativamente inverosímiles para la época,… pero la serie consigue tres cosas. Es bonita de ver, con una ambientación cuya precisión histórica desconozco, pero es muy agradable. Los personajes resultan simpáticos y el espectador empatiza con ellos. La interpretación está por encima de lo habitual en estas series. La chica protagonista es muy expresiva y cae muy bien. En conjunto,… pues un entretenimiento absolutamente sin pretensiones, que te deja sensación de buen rollo y una sonrisa en los labios. Que no es poco.

Recientemente se estreno y he podido ver la segunda temporada de Abstract: The Art of Design, una serie de documentales que se centran en personas relevantes en el mundo del diseño, en sus más diversos aspectos. Ya me gustó bastante la primera temporada, y esta también me ha parecido muy interesante. A caballo entre el diseño, la cultura y el arte contemporáneo, sirve para desasnarse en estas cuestiones de forma amena. Quizá demasiado autocomplaciente consigo misma y con los diseñadores ya artistas, lo cierto es que sus pretensiones se mueven por el lado amable del asunto, y ya está bien.

Y finalmente, tenemos una serie que había despertado no poca expectación. Hace unas semanas que se estrenó The Dark Crystal: The Age of Resistance, precuela de una película que es muy querida por quienes gustamos del cine de animación, en este caso de muñecos animados. The Dark Crystal, película de 1982 dirigida por el malogrado Jim Henson y por Frank Oz, dos figuras importantes en el mundo de la animación de títeres en el mundo del cine y la televisión, revisad sus cinematografías para entenderlo, ponían de largo el género con una aventura dentro del género de la fantasía oscura, que nos hizo encariñarnos para siempre de los gelflings, versión seria y épica de los televisivos y humorísticos fraggel, que llegarían a continuación. No me digáis que no están emparentados de alguna forma. Pero quedaba una duda. Con los avances tecnológicos que la animación de todo tipo ha sufrido desde 1982 hasta hoy día, ¿queda sitio para los títeres en el mercado audiovisual actual? La respuesta es… si hay una buen historia que contar y maestría en la técnica… por supuesto. Y aunque esta serie empieza tomándose su tiempo, sin apresurar el paso, finalmente construyen su universo, con personajes entrañables y unas aventuras muy entretenidas, en las que mezcla con habilidad la épica, el drama y el humor. Espero la segunda temporada. Aunque conociendo el punto de partida de la película de 1982, el final de la serie no queda más remedio que sea oscuro. Como el cristal.
