A pesar de que estoy un poquito escarmentado con la calidad de los estrenos de Netflix en cuestión de largometrajes, decidí ver este drama bélico de nacionalidad noruega, dirigido por Erik Skjoldbjærg, porque parecía tener buena pinta. Incluso en algún lugar leí alguna cosa relativamente elogiosa. No es que pusiera la película por las nubes, pero sí que la ponía como ejemplo de buen hacer cuando el presupuesto no da para las superproducciones bélicas como la que ha cosechado grandes éxitos en los premios del cine británico recientemente, incluso siendo alemana.

La película no es producción de Netflix. La plataforma de contenidos audiovisuales tiene los derechos de exhibición fuera de su país de origen. Y se nos plantea como la historia de la batalla de Narvik, un conjunto de acciones bélicas que duraron varias semanas en la primavera de 1940, que comenzaron con la invasión de la Alemania nazi de la neutral Noruega y terminaron con la derrota de los invasores por una fuerza conjunta de noruegos, ingleses y franceses. Se publicita como la primera gran derrota de Hitler, pero esto ha de ser matizado. En primer lugar, el volumen de tropas y medios que intervinieron, comparado con las batallas más famosas de la Segunda Guerra Mundial es ínfimo, unas decenas de miles de combatientes. Estamos hablando de algo más de 25000 efectivos aliados, soldados de tierra, contra algo más de 5000 efectivos alemanes, entre soldados de tierra y marineros desembarcados. Hubo también batallas navales en las que ambos bandos perdieron barcos, destructores, llevando los alemanes la peor parte. En segundo lugar, el final de la batalla coincidió con la catastrófica derrota de los aliados en el frente francobelga, en esas mismas fechas, lo que provocó la retirada de estos países del territorio noruego. Por lo tanto, puesto que el objetivo de los alemanes de garantizar la distribución del hierro de la «neutral» Suecia a través del puerto noruego seguí vigente, en cuando británicos y franceses se retiraron, arrasaron la ciudad y la ocuparon de todos modos. Por lo tanto, la podemos considerar una falsa victoria aliada. Un hecho aislado sin continuidad.
La película, no obstante, narra muy superficialmente los hechos bélicos. Y las escenas bélicas están realizadas realmente con un presupuesto muy ajustado, y se nota. Por lo tanto, opta por narrar un drama humano de una empleada de hotel (Kristine Hartgen) que habla alemán y sirve de intérprete para los alemanes, en tensión entre sus deberes patrióticos, el saber que su marido (Carl Martin Eggesbø) es prisionero de los alemanes, y la seguridad de su hijo enfermo como consecuencia de una herida en un bombardeo británico. Intenta evitar maniqueísmos… aunque bueno, de una u otra forma, los noruegos siempre son buenos, mientras que los alemanes son siempre malos, y los británicos… a veces.

Al final resulta que el carácter de la película no está bien definido. Ni es una película claramente antibélica, ni sus posiciones están perfectamente claras, ni nos cuenta con claridad el hecho histórico, y cuenta con una definición de caracteres esquemática, de trazo grueso, que hace que no podamos sentir con claridad el drama que se nos quiere plantear. Desde mi punto de vista es una película claramente fallida en todos los frentes, valga el símil bélico, a pesar de que tenía todos los ingredientes a priori para que fuese resultona. Y quizá por eso algunos la han visto así. Pero no para mí.
Valoración
- Dirección: **
- Interpretación: **
- Valoración subjetiva: **
