[Libro] Petites boîtes – Yōko Ogawa

Literatura

A estas alturas, para quien siga estas entradas con cierta frecuencia, especialmente las dedicadas a los libros y la literatura, quedará claro que la japonesa Yōko Ogawa es una de las escritoras contemporáneas que más me atraen, que más me gustan. Incluso podría decir que es una escritora que me fascina. Es curioso que la novela que me llevó a ella, o más bien su adaptación cinematográfica, sea la más convencional dentro de lo que es el ámbito del relato novelado, pero una rareza en lo que es la trayectoria de la escritora. O por lo menos, en lo que yo he leído de ella. Porque es una escritora trabajadora. Y aunque he leído ya un cierto número de obras significativas de ella, todavía son muchas las que no he leído. Y puede que muchas de ellas no las llegue a leer.

La novela que os traigo hoy es una recomendación que encontré en Pen Magazine. Y la he leído traducida al francés, puesto que no está disponible todavía en castellano, de ahí el título que significa cajitas, kobako 小箱 en el original en japonés. Y en ella, Ogawa nos lleva a uno de sus mundos misteriosos, en lo que parece que es nuestro mundo normal contemporáneo, pero no lo es. Y como en muchas de sus obras, nos adentramos en ese mundo de la mano de una mujer de edad indefinida, tirando a joven pero no demasiado… ¿en sus treintaytantos? Así la imagino yo. Esta mujer vive en el edificio de la antigua escuela de una población no identificada. En la que no hay niños. En la que los niños murieron. Y parece que no han vuelto a nacer nuevos niños. No sabemos porqué murieron, porque no hay niños. Sólo sabemos que sus habitantes viven en el duelo de sus hijos fallecidos. Las cajitas del título son las urnas que contenían las obras del museo de ciencias naturales del lugar, y que ahora albergan muñecas, cuyo pelo es el cabello de los niños fallecidos, a los que representan, y contienen objetos que sus padres les llevan para celebrar los acontecimientos vitales que deberían haber sido. Cumpleaños, graduación en el instituto, boda,… En torno a la protagonista, un hombre enamorado de una mujer enferma, ingresada en el hospital, que le escribe cartas con unos caracteres tan minúsculos que solo la protagonista, con mucha paciencia le puede descifrar. Un hombre que ya no habla si no es cantando con voz de barítono. También la prima de la protagonista… que vende fiambreras de comida, bentō 弁当, y que solo puede caminar por lugares por los que sabe que su hijo muerto caminó. O la peluquera del lugar, que con esmero se dedica a peinar las muñecas en las cajitas. Y el concierto para sí mismos, con minúsculos instrumentos musicales artesanales, pequeñas liras y otras formas, en las que los cabellos de los niños muertos vibran suavemente al viento del oeste, y sólo la persona que sujeta el instrumento puede llegar a oír el sonido que produce.

La novela es reciente, de 2019. Y en los primeros capítulos tuve la sensación de que el lugar innominado donde transcurre sería una de las poblaciones en las que el terremoto y posterior tsunami de marzo de 2011 afectó a las escuelas, falleciendo los escolares que las ocupaban. Pero es un suponer que no se confirma a lo largo de la novela. Con tonos de fantasía, realismo fantástico si lo preferís, claramente la novela nos habla del duelo. De la presencia en nuestras vidas de las personas que nos han dejado. Duelo que siempre es más acusado, más difícil y complejo de superar y racionalizar cuando la persona que muere… no debería haber muerto. Como un niño, a quien se supone toda una vida por delante. Especialmente si es un niño que ha llegado a vivir un tiempo, y a adquirir una personalidad. Soy hijo de una mujer que perdió a un bebé de menos de un mes de vida. Y aunque era una mujer alegre y extrovertida, me consta que es algo que llevó siempre encima. Pero al ser tan pequeñito, apenas 24 días cuando murió, tampoco dejó una impronta de quien fue en realidad. No llegó a adquirir personalidad. Si aun así a veces sentí en casa su ausencia, especialmente antes de que naciera mi hermana menor, imaginaos si hubiese sido mayor. En fin…

No es una lectura fácil. No hay planteamiento, nudo y desenlace. Simplemente es un intervalo de las vidas de unas personas marcadas por el duelo. Con cierta culminación que no voy a desvelar, que nos indica que incluso los duelos deben tener unos límites… pero que no siempre es así. O siempre queda un resto. También nos habla de la solidaridad. Del apoyo mutuo. Pero es una lectura de alto nivel. Como ya he dicho, Ogawa me fascina en estos momentos. Y seguiré al tanto de sus novedades editoriales, así como iré repescando alguna de sus muchas obras pasadas. Al menos las que estén disponibles en castellano, inglés o francés.

2014, Viaje a Japón. carloscarreter.rs | carloscarreter.com | Tumblr | Twitter | Facebook.

[Cine] Lucky (2017)

Cine

Lucky (27/201805114)

Primer largometraje del actor John Carroll Lynch como director, actor que solemos ver como secundario tanto en cine como en televisión, y largometraje póstumo del protagonista de la película, Harry Dean Stanton, también un ilustre secundario del séptimo arte, que gozó de su gran momento de protagonista con una de mis películas favoritas, la superior Paris, Texas de Wim Wenders. Aunque sólo sea por esto, ya casi sentíamos la obligación de acudir a ver esta película como homenaje al reciéntemente fallecido actor.

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El duro paisaje desértico del sur de los Estados Unidos, aunque no igual o equivalente, no deja de recordarme al paisaje estepario de los Monegros, en Aragón.

En algún lugar del sur de los Estados Unidos, en las resecas tierras fronterizas con Méjico, en una pequeña comunidad rural mezclada de anglosajones y mejicanos, vive con sus noventa años Lucky (Stanton). Con una rutina marcada por el orden, el ejercicio y las relaciones pacíficas y amables con sus vecinos, a pesar de su edad, vive bien. Hasta que un día sufre una caída espontánea y su médico le anuncia que acaba de pasar a ser un anciano frágil. Una persona escéptica, sin creencias supersticiosas en lo sobrenatural, comienza a plantearse la certeza de su muerte, de su desaparición, y del sentido de su vida. Las respuestas las hallará, si existen, de acuerdo a lo que es su vida. Relacionándose con los vecinos y otros que por allí pasan.

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Película sencilla en lo formal, pero profunda en el contenido. Con un esencial buen rollo, ya que nos presenta una comunidad pequeña y sencilla, pero pacífica y solidaria. Además del entrañable papel que conforma Stanton, tenemos un plantel de personajes secundarios, imprescindibles para permitir la evolución del personaje en su pensamiento, en los pocos días en los que transcurre la acción. Divertidísimo el director David Lynch reconvertido en actor, al que se le ha perdido una tortuga, su mejor amigo. Notable el diálogo con Tom Skerritt. O la fiesta con la familia mejicana. Y otros detalles.

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Una reflexión profunda, pero no abstrusa ni compleja, sobre el sentido de la vida de una persona que vive sola (alone), pero no en soledad (lonely). La experiencia vital marcada por la guerra. Y las cosas que se nos insinúan pero que quedan a nuestra imaginación en sus relaciones pasadas, especialmente con su familia o las mujeres. Una de esas pequeñas joyas que nos llegan en los momentos más bajos de la cartelera, que pasan desapercibidas para la mayor parte de la gente, y que merecen bastante la pena.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

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