[Cine] NOPE (2022)

Cine

NOPE (2022; 43/20220821)

El director afroamericano Jordan Peele está de moda desde hace unos años, con su propuestas que mezclan la denuncia social, especialmente en cuestiones raciales, y el cine de terror. De sus dos largometrajes anteriores sólo he visto uno, pero en televisión, me perdí el estreno en salas. Y es que no soy muy aficionado al género de terror, psicológico o no, con mensaje social o sin él. Y quizá por este motivo, hasta el momento no había sido un director que me entusiasmase, a pesar de las buenas críticas hacia sus películas. No obstante, me dejé convencer para asistir a una sesión matinal dominical, rara avis que hay que aprovechar cuando surge, si la cinta lo merece o al menos invita al riesgo.

No sé porqué, pero me ha dado por pensar que el paisaje estepario monegrino de las Saladas de Sástago-Bujaraloz podría venir bien para representar el paisaje estepario seco y caluroso del interior de California, en el que se desarrolla la acción de la película.

La acción sucede en la hacienda de los Haywood, una familia afroamericana que cría y entrena caballos para el cine, los anuncios, espectáculos diversos o estudios técnicos o científicos, y se dicen descendientes del jinete de algunas de las series del fotógrafo Eadweard Mybridge. Tras la muerte accidental del padre cuando un objeto metálico le cae del cielo, los hermanos OJ (Daniel Kaluuya) y Emerald (Keke Palmer), se hacen cargo, con poco éxito, del ya decadente negocio. Y en ese momento empiezan a sospechar que algo extraño está sucediendo en su rancho, que hay fenómenos extraños en el entorno, y que algo o alguien puede ser el causante de la muerte del padre y de esos fenómenos.

En Wikipedia la describen como un neowestern de ciencia ficción terrorífica. Lo de western será porque están en California, en un rancho con caballos, y montan de vez en cuando a caballo. Los del terror… pues yo creo que es otra cosa, que yo no denominaría terror, aunque podríamos considerar al antagonista de los Haywood como un descendiente espiritual, aunque no formal, del terror cósmico, de los monstruos de Lovecraft. Lo de la ciencia ficción quizá porque durante buena parte de la película este antagonista es percibido como un objeto volante no identificado, o fenómeno aéreo no identificado en un designación más actualizada y amplia,… incluso se plantea el origen del ente como alienígena, aunque no recuerdo que eso quede establecido de forma conclusiva en ningún momento. En cualquier caso, es un ejercicio de estilo en el ámbito del suspense que no carece en absoluto de virtudes. Es más tiene muchas; la puesta en escena, un diseño de producción sencillo pero elegante, en el ámbito de soluciones de aspecto poco tecnológico, una muy buena fotografía y sonido, e interpretaciones, tanto de sus protagonistas como de sus excelentes secundarios, aunque poco conocidos, muy muy competentes.

No obstante, para nosotros no pasó de eso. De ser un ejercicio de estilo interesante y muy entretenido. No trascendió más allá, aunque haya dejar un buen sabor de boca, un buen recuerdo, y haya demostrado las excelentes maneras del director como narrador y realizador. Dicen que en los relatos de Peele siempre hay un contenido social, una crítica social,… pero, quizá porque no estoy en los detalles de los debates raciales nortamericanos, se me han escapado los que transmite la película más allá de algunas cosas evidentes. El monstruo de Peele no nos genera ese terror cósmico lovecraftiano que algunos claman, aunque reconozcamos su ascendencia. Más lo vemos como un macguffin, muy en el estilo de Hitchcock, para generar el suspense, la inquietud y la puesta en acción de sus protagonistas, obligados a despertar de su apatía para sacarse a sí mismos las castañas del fuego. En cuanto a su estupendo final… somos de los pesimistas a la hora de interpretar el Out Yonder y la figura del jinete, en la más clara referencia al western que encontramos en la película.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Cine] The dead don’t die (2019)

Cine

The dead don’t die (2019; 36/20190709)

Como viene sucediendo en los últimos años, nos está costando encontrar motivación para ir a las salas de cine durante el verano. Una programación pobre, un maltrato a las versiones originales en cuanto a disponibilidad horaria y permanencia en cartelera, y cierto escepticismo que se ha ido desarrollando hacia cierto tipo de producciones, hace que nos cueste, o por lo menos a mí, tomar la decisión de afrontar el calor de este tórrido verano para ir a las únicas salas de cine donde se exhiben versiones originales. Cada vez soporto menos los (horribles) doblajes de las películas, frente al orgullo sobre los mismos que muestran en ocasiones diversos componentes de la industria en España, más preocupados por el dinero que por la cultura o el respeto a la obra.

Había que buscar un cementerio… y porqué no el de Malmo, que sirve también de parque. Pero de dónde van a salir los «no muertos» si no es de un cementerio.

Y en estas estamos cuando recibo la propuesta de ir a ver la última de Jim Jarmusch, director de quien he visto cosas estupendas, pero también pestiños pedantes y pretenciosos que no me han convencido, me cuenten lo que me cuenten algunos críticos. Se tuvieron que emplear a fondo para convencerme en ir a ver una, la enésima, de zombis.

Afortunadamente. A mí esta película me suena a divertimento entre amigos. Lo bueno es que a mí me divirtió con carácter general. Una pequeña población del medio oeste americano en la que se enfrentan, como en el resto del mundo, aunque eso no lo vemos, a un apocalipsis zombi. Con el jefe de policía (Bill Murray) y sus ayudantes (Adam Driver y Chloë Sevigny) al frente. Y la peculiar dueña de una funeraria (Tilda Swinton). Todo ello visto a través de los ojos del automarginado del pueblo (Tom Waits) y con una serie de rupturas indirectas de la cuarta pared o autorreferencias a la propia película y a otras películas, tanto del propio Jarmusch como de otros directores habituales del género. O de otros géneros.

Como digo, tiene toda la apariencia de un divertimento. Jarmusch y varios de los actores que han aparecido en sus anteriores películas, más una serie de actores y actrices que hace pequeños papeles, cameos en algún caso, irreconocibles si se esconden tras las pintas de un zombi, se han juntado y se han divertido haciendo una película que, a pesar de estas circunstancias no es banal. Puesto que en diversos detalles a los que se suma la declaración final de Hermit Bob (Waits), comprobamos que es una nueva crítica hacia esa América profunda adocenada, pasiva políticamente o votante de monstruos como quien les gobierna en estos momentos, como crítica es ante los desmanes medioambientales del capitalismo y las mentiras gubernamentales descaradas sobre los mismo, ante todo lo cual esta película de Jarmusch es una declaración de que mejor todos muertos a seguir como estamos.

Tampoco creo que pase a la historia del cine de forma especial. Pero si acudes con el estado de ánimo adecuado, y prestas atención a las distintas referencias del filme, te lo pasas bastante bien. Lo mejor de todas formas,… Tilda Swinton, que va a lo suyo, con acento escocés, y una salida de escena propia de los mejores tiempos de los Monty Python.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[Libro] El jardín de los suplicios

Literatura

Hacía tiempo que no leía algo de lo publicado por la editorial Impedimenta. Esta editorial, relativamente reciente, tiene una línea que hace que me parezca una de las más simpáticas y amistosas del mundo editorial en España. Sus obras en papel son elegante, bien diseñadas, agradables de sostener y de guardar. Su política de precios en libros electrónicos me parece de las más ajustadas del panorama de las letras en España. Su catálogo, mezcla de obras modernas y otras ya con un sabor clásico, y abierto a una diversidad de culturas y literaturas, sin entrar en lo minoritario o lo raro, sí que nos permite descubrir obras que quizá no estén de ultimísima moda, pero que no suelen tener desperdicio.

En algún momento me encontré de oferta este libro de Octave Mirbeau, traducida por Lluís Marria Todó. Y me pareció lo suficientemente atractivo como para incorporarlo a mi lista de pendientes, hasta que encontrara un momento para dedicarme a su lectura. No es largo, es una novela corta, con tres partes bien diferenciadas, que van de menos a más extensión, y en las que hay progresivos cambios de decorado, aunque quizá no de tema.

Para la entrada literaria de hoy, nos moveremos entre el París más burgués que me pueda encontrar, desde la Torre Eiffel al Marais, y el exotismo de los jardines y las calles de comerciantes chinos en Hong Kong o Macao.

En la Francia de la tercera república, que fue desde 1870 a 1940, desde la caída de Sedán durante la guerra francoprusiana a la caída de París en manos de los alemanes en la Segunda Guerra Mudial, cuando el siglo XIX está a punto de terminar, nos encontramos ante una reunión social, burguesa, en la que los distintos asistentes muestran sus opiniones sobre el estado del país, de la moral, de la política y los negocios. Queda clara en este punto la tesis del autor, la Francia de la época es básicamente una república corrupta.

En esa reunión se alza la voz de uno de los presentes que cuenta su historia. En primer lugar, su intento fracasado en entrar en la política de la mano de un ministro corrupto y sin escrúpulos, lo cual le lleva a un exilio involuntario bajo la apariencia de dirigir un estudio científico en un lugar del Índico, arruinado. En el viaje conocerá a una bella y recatada mujer de la que se enamorará.

En el tercer acto, lo descubrimos viviendo con esa mujer en China. Una mujer que no es en absoluto lo que nos habíamos imaginado al principio. Y con ellos nos daremos un paseo por el Jardín de los Suplicios, un lugar bellamente organizado por los mejores jardineros, pero que al mismo lugar es un lugar donde se somete a los reos a refinadas y terribles torturas y ajusticiamientos.

Navegando entre la crítica social y política, la novela erótica y el horror sangriento, a ratos desdeciente de Sade, pero siempre en la línea del naturalismo francés, el tema común a estos tres actos es una desilusión profunda sobre la naturaleza humana, y sobre su capacidad para ser corrompida, por lo ambición o los deseos más innombrable. Detrás de sus formas escabrosas y escandalosas, no deja de ser una obra moral, que desde ciertos puntos de vista, me parece desesperanzadoramente de viva actualidad, a poco que sigamos las noticias de prensa, radio y televisión.

Una obra curiosa, adecuada para quien se acerque a los libros sin prejuicios. Y muy bien escrita. Casi lamento no haberla leído en su original en francés.