[Cine] The trial of the Chicago 7 (2020)

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The trial of the Chicago 7 (2020; 58/20201108)

En un año en el que «gracias» a nuestro «amigo» el nuevo coronavirus que acaba de cumplir un añito, aunque no fue presentado en sociedad hasta que no cumplió los dos mesecitos, no tenemos grandes taquillazos de cine, ni temporada de películas que aspiran a premios, en el que la taquilla languidece con sólo algún que otro título llamativo de vez en cuando, para bien o para mal, tenemos que mirar a las plataformas de cine en internet para encontrar… de todo. Pero esta vez… de lo mejor. Porque aunque las películas de juicios no es un género que me entusiasme, a pesar de algunos peliculones que se pueden ver sobre el tema, lo último de Aaron Sorkin realmente merece la pena.

Los disturbios de Chicago surgieron en los parques de dicha ciudad norteamericana. Pero como no he tenido ocasión de visitarla, habrá que contentarse con el parque neoyorquino por excelencia, Central Park.

Con un reparto coral y variado en el que no me voy a detener por no cometer la injusticia de dejarme a nadie, ni aburriros nombrando a todos, Sorkin recrea la histórica triste parodia de juicio que siguió a los graves altercados que acompañaron la convención demócrata de 1968, previa a la elección en la que los norteamericanos, en medio de lo peor de la guerra del Vietnam, tuvieron la ocurrencia de elegir al infame Richard Nixon. ¿De verdad alguien se cree que lo de Trump es una casualidad única? Porque un repaso a la historia de los Estados Unidos en los últimos 60 años muestra que la posibilidad de elegir a un indeseable como presidente es relativamente alta. No me voy a detener. Tampoco voy a comentar el mencionado juicio. Ved la película.

Con un guion en el que las narraciones de los testigos son la excusa para los flashbacks que no cuentan la historia de los tumultos violentos, a veces de forma coincidente, a veces de forma nada coincidente, tenemos un ejercicio de reflexión política en el cine brillante, acompañado de una serie de interpretaciones en estado de gracia. Venga, voy a mencionar a algunos. Frank Langella, por encima de todos, con el personaje más infame del tinglado. Sacha Baron Cohen, habitualmente demasiado histrión para mi gusto, en su punto. Michael Keaton, en una intervención breve, pero significativa. Hasta el soso de Eddie Redmayne nos ofrece momentos estupendos. Todos.

Esta película es una de las películas que hay que ver en este 2020. Hay que hacerlo en Netflix. Pero es de esas películas que aunque hubiese sido indudablemente mejor en el cine, se puede ver si menoscabo en la pantalla pequeña. A por ella.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

[Cine] Birdman or (The Unexpected Virtue of the Ignorance) (2014)

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Birdman or (The Unexpected Virtue of the Ignorance) (2014); vista el viernes 9 de enero de 2015.

Inicio esta entrada con el aviso habitual; cuando conservo el título original en inglés es porque he visto la película en versión original subtitulada en castellano. A veces porque el título no es traducido en la versión doblada, pero no es lo usual. En este caso, habitualmente conoceremos la película símplemente como Birdman, en ambas versiones, aunque lleva ese subtitulo que en la versión española queda como Birdman: La inesperada virtud de la ignorancia. O algo así.

Hemos empezado el año con cierto frenesí cinematográfico, y estamos saliendo a dos películas por semana. Ahora, cuando escribo esta entrada, ya tengo en mente la nueva película que vimos ayer, y que comentaré en unos días. Considero que el dejar pasar unos días, dejar reposar las impresiones, es algo bueno de cara al comentario que pueda hacer. Es como si mi opinión madurase un poco más. En esta ocasión, reconozco que a priori no tenía mucha información sobre lo que iba a ver. Así que iba con pocos prejuicios. Sabíamos que este título está sonando en quinielas diversas de la temporada de premios, que su director, el mejicano Alejandro González Iñárritu nos viene ofreciendo títulos muy interesantes aunque no siempre de fácil digestión, y que el reparto mezclaba una serie de nombres, algunos de ellos prometedores, otros capaces de lo mejor, pero también de alguna decepción.

Nos habla la película de cómo una vieja del cine de acción, Riggan (Michael Keaton), que encarnaba 20 años atrás a un superhérore de nombre Birdman, tras un largo bache quiere reivindicar su condición de actor y alcanzar un cierto prestigio personal y profesional adaptando para un teatro de Broadway el relato corto de Raymond Carver «What We Talk About When We Talk About Love«. Pero la preparación y los ensayos con vestuario y público están siendo una catástrofe y lo están llevando al borde de la paranoia, en forma de las voces que oye de su antiguo personaje de ficción. Tendrá problemas con Laura (Andrea Riseborough), una de las actrices con la que tiene una relación y que pudiera o no estar embarazada, con el otro actor protagonista, Mike (Edward Norton), capaz de lo mejor o de montar un caos con su carácter o sus ideas propias. Deberá velar por su rebelde hija, Sam (Emma Stone), que está como su ayudante, pero que acaba de salir de un programa de desintoxicación y rehabilitación por consumo de drogas. E incluso eventualmente tendrá que afrontar a su exmujer, hacia quien tiene sentimientos complejos, Sylvia (Amy Ryan), que los visita constantemente. A lo que hay que añadir la ansiedad continua por su necesidad de que la obra sea un éxito.

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Estamos en Nueva York, en el entorno de Broadway, la 42 y el conjunto de calles que conforman la élite de la escena neoyorquina y norteamericana.

 

Habría mucho que comentar sobre este filme, y no tengo mucho tiempo. Para empezar, en el plano técnico, es una película compleja rodada en forma de un falso plano-secuencia que abarca todo el metraje del filme. Gran mérito en la concepción y en el montaje, y aunque las transiciones puedan ser evidentes en algunos casos, lo cierto es que dado que la acción abarca varios días o semanas, y es necesario incluir las convenientes elipsis. Todo ello viene ayudado por un guion que ha de tener una precisión milimétrica para favorecer el trabajo de todo el equipo. El trabajo en lo que es la concepción de la historia y su traslación audiovisual, con una potente banda sonora basada en la percusión, es muy sobresaliente.

Luego está el interés de la propia historia. Es una historia sobre las gentes del mundo de la interpretación, el cine y el teatro. Es una historia que, aunque de forma sutil, mete profundamente el dedo en el ojo de las modas de las dos últimas décadas del cine de acción, especialmente de superhérores, basadas en la pirotecnia y la presencia física de sus intérpretes, pero hueco por debajo de esto. No olvidemos que Keaton encarnó varias veces a Batman en los años 90, y que también a sido un intérprete con altibajos, muy capaz, pero con bodrios a cuestas. También hay autorreferencias en el personaje de Norton, al propio carácter de este brillante actor, pero que se ha ganado la fama de difícil en algún rodaje.

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Un paisaje que se nos ofrece durante la película de diversas formas, como un marco, como un paisaje, pero también a veces como una amenaza que se cierne sobre los protagonistas.

 

Y es que en definitiva, si ya hemos hablado de las virtudes de la realización de esta película, se quedaría coja si no fuera por el excelente trabajo del conjunto de su reparto. Los protagonistas están todos a gran nivel, con interpretaciones intensas pero matizadas. Entre los secundarios brillan todas las actrices, que tienen papeles secundarios pero importantes, especialmente Emma Stone, sobre la que me pregunto cuándo le van a ofrecer ese papel que demuestre claramente que es una de las mejores actrices de su generación, aunque en este momento haya otras que brillen más en el firmamento de Hollywood. O los más discretos pero eficientes trabajos de Riseborough o Ryan (esta mujer cada vez me gusta más como trabaja). Sólo Naomi Watts queda a un nivel más discreto, también con un papel que permite un menor lucimiento.

He de decir que después de un mes de diciembre flojo, y del conservadurismo y la falta de riesgo de algunas de las propuestas vistas en las últimas semanas, véanse aquí en un ejemplo que tiende a la mediocridad y aquí en otro que tiene más empaque, es como una bocanada de aire fresco presenciar un trabajo currado, que toma riesgos, aunque bien medidos, y que tiene algo que contar y sobre lo que reflexionar sobre los temas que trata. Yo salí bastante satisfecho de la sesión.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****

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En cualquier caso, es un paisaje que ejerce todo su poder de símbolo de una forma de entender el espectáculo, la cultura y el «business» que los acompaña.