Pues sí. He descubierto que «no puedo» vivir sin mis raciones de placeres culpables televisivos con rostro asiático. Especialmente las comedias/dramas romántico/as coreanos… que mira que son extraños, raros, ¿ridículos? algunos de ellos, pero que me engancha. Pero hay algo más.
Hace unas semanas os comentaba la primera serie que haya visto de HBO Asia, la versión japonesa y femenina de un famoso detective británico. Pues bien, hay al menos otra serie en HBO de producción asiática, aunque con un enfoque muy distinto. Folklore es una miniserie de horror en el que cada uno de los seis episodios es independiente de los otros, y refleja un mito de las supersticiones o de las tradiciones de seis países asiático tan diversos como Japón, Corea del Sur, Singapur, Indonesia, Malasia y Tailandia. El terror no es uno de mis géneros favoritos que digamos, pero tuve la curiosidad y le dí una oportunidad. Al fin y al cabo, el primer episodio, el correspondiente a Indonesia, sin ser una maravilla, tuvo su interés. Sin embargo, conforme fue avanzando la serie, tuve la sensación de que las diferencias en los planteamientos entre las distintas aportaciones eran más cosméticas que de fondo, que de una forma u otra se repetían los esquemas, y que no iba más allá de una serie que acaba navegando en cierta mediocridad con pretensiones. No me atrevo a recomendarla salvo a fanáticos del terror oriental. Que yo no soy.

De nacionalidad surcoreana, entre la comedia romántica y el drama fantástico y criminal, se mueve Abyss [Eobiseu (어비스)], producción de Netflix que se fue emitiendo durante 8 semanas a un ritmo de dos episodios por semana, una fórmula de emisión muy querida de esta cadena para estos productos coreanos. Ahí seguimos las andanzas de la fiscal Go Se-Yeon (Park Bo-Young) y el heredero Cha Min (Ahn Hyo-Seop), amigos de toda la vida. El es feo, y no demasiado hábil socialmente, pero buen tipo. Ella es guapa, muy atractiva y chulilla. Ambos mueren y son resucitados por una canica gigante mágica, el «abyss». Pero al resucitar adoptan un físico acorde a su alma. Él pasa a ser un tipo guapo, muy atractiva. Mientra que ella se transforma en un chica menuda y físicamente poco llamativa (según la trama, en realidad es una monada). Pero además ella ha muerto a manos de un psicópata. A partir de ahí enredos amorosos, tensión sexual no resuelta, equívocos, y una trama policial un poco estrambótica. Se le pueden sacar todos los defectos que queráis. Pero los personajes principales son simpáticos y sirve para ver algo intrascendente que no te obligue a pensar. A la actriz protagonista, ya la he visto en un par de series más, en las que siempre hace papeles cortados por el mismo patrón.

Y siguiendo el mismo patrón de emisión, pero en esta ocasión perfectamente definida como un drama romántico, hemos tenido One Spring Night [Bombam (봄밤)]. He de decir que en los primeros episodios de los dieciséis que consta la serie, parecía que iba a dar un salto cualitativo sobre lo que se ve en series coreanas. Dejándose de lado de ciertas frivolidades, el planteamiento de un triángulo rectángulo en que dos catetos con capacidades muy distintas, un adinerado heredero con una buena posición en la banca (Kim Jun-han) y un modesto farmacéutico que trabaja en una farmacia como asalariado y que tiene un hijo de una mujer que los abandonó (Jung Hae-In), se disputan los favores de una joven bibliotecaria (Han Ji-min) que empieza a no ser tan joven, y tiene que optar entre una relación aburrida y rutinaria pero socialmente interesante, y una relación con muchos interrogantes y peor vista socialemente. Además, apuntaba buenas maneras en el apartado interpretativo, por lo menos en la protagonista femenina. Por algún motivo, la mayor parte de los actores masculinos en estas series son claramente inferiores en su cualidades interpretativas a las actrices principales. Sin embargo, la serie pronto entra en bucle, dándole vueltas a unos argumentos que a ratos, desde nuestra perspectiva occidental, resultan ridículos, dilemas que no entendemos porque probablemente en nuestro entorno no se producirían. Y queda claro que la extensión de la serie es muy superior a lo que la trama da de sí. Incluyendo alguna trama paralela como una muy mal desarrollada y resuelta de abusos de género hacia la hermana mayor de la protagonista. La única conclusión clara que podrías sacar, si te lo tomaras en serio es que Corea del sur está en el siglo XIX en lo que se refiere a ciertos valores familiares y sociales, y que la mayor parte de los hombres, especialmente los padres, son una panda de gilipollas. Deja un regusto agridulce. Intenté darle una oportunidad de recuperar las sensaciones iniciales hasta el final… pero sin éxito.
