Ayer por la tarde tuve un tiempo para prestar más atención a los temas más instrascendentes que aparecen por la llamada blogosfera. Y hubo dos cosas que me llamaron la atención.
Por un lado, un comentario de Lauren Bacall sobre las películas de vampiros que aparece en Lo Que Yo Te Diga. Lo reproduzco a continuación:
Si, he visto Crepúsculo, mi nieta me hizo verla, dijo que era la mejor película de vampiros jamás realizada. Tras acabar la película, deseé golpearla por toda la cara con mi zapato, pero no quiero que un libro llamado Querídisima abuela sea escrito sobre mí después de mi muerte. Así que mejor le di mi DVD de la obra maestra de Murnau, Nosferatu de 1922, y le dije: Ahora, eso si que es una película de vampiros.
Toda una señora la Bacall. Hay quien la ha acusado de tener mala leche, especialmente cuando los académicos de Hollywood se resisten a concederle el Oscar… De hecho, sólo ha tenido una candidatura, y la buena mujer ya tenía sus años. Con lo mayor que está, supongo que temerá que al final le den uno honorífico. ¡Menuda humillación! Pero reconozco que tiene mucha razón en lo que se refiere a los vampiros. A mí también me tocó verla en vídeo en circunstancias parecidas. Y quedé horrorizado. Pero no porque la película dé miedo; sino porque es un bodrio monumental. Y ahí tienes a millones de adolescentes asegurando que es el no va más del futbolín. Estamos entrando en una época donde el público evoluciona hacia el total analfabetismo cinematográfico. Con tal de que los que salen sean guapos, de que haya muchos efectos especiales, y que los espectadores se puedan poner como cerdos de palomitas,… la película, «cojonuda».
Creo que tengo que hacerle un homenaje a la Bacall. Un día de estos, un domingo con mal tiempo, haré un maratón Bogart-Bacall; Tener y no tener, El sueño eterno y Cayo Largo de una sentada. Y luego tarearé Am I Blue? con aire ensoñador como si yo fuese Hoagy Carmichel y tuviera a mi lado a la Bacall susurrando el estribillo de la canción.
La segunda cuestión que me llamó la atención es que, informado por Maikelnai, me entero de que la garota de Ipanema a quienes Vinícius de Moraes y Tom Jobim dedicaron tan prodigiosa bossa nova, tiene nombres y apellidos. E incluso se le puede poner cara. Y no sólo cara, sino también culo y tetas, ya que con el tiempo apareció un par de veces como vino al mundo en una celebrada revista dedicada a la promoción de la silicona. Se trataba de Helô Pinheiro (tiene un nombre mucho más largo, así que nos quedaremos con este), una pijita carioca que paseaba el palmito camino de la playa delante de los dos embobados músicos mientras se tomaban unos chimes en el Bar Veloso. Por la foto que reproduce Maikelnai, no estaba nada mal.
La verdad es que me encanta la bossa nova y otras músicas brasileñas. Ahora estoy muy contento, porque el programa de Radio 3 Cuando los elefantes sueñan con la música, dedicado a este tipo de músicas, que antes sólo escuchaba tirando de podcast, desde el 1 de septiembre lo emiten de 3 a 4 de la tarde. Justo el momento de mi vuelta a casa desde Huesca. Más de una vez tendré ocasión de recordar a la bella Heloísa.
Los grupos dedicado a las batucadas, cosa muy brasileira ella, se han puesto de moda últimamente por las ciudades europeas; y Zaragoza no es una excepción.