De las ocho semanas que va a tener este improvisado proyecto de fotografía en tiempos de la pandemia de coronavirus, llegamos al rollo y las fotos correspondientes a la semana séptima. Que coincidió en el final del mes de abril. Cuánto se escuchó en aquellos días aquel verso de una canción de Joaquín Sabina…
¿Quién me ha robado el mes de abril?
Joaquín Sabina, canción del mismo título
También es la primera semana en la que las fotos se han realizado fundamentalmente a primera hora de la mañana, cuando amanece. Antes hacía frío, o llovía, o estaba muy oscuro. Ahora es la hora del día con (potencialmente) mejor luz, con temperatura más agradable para caminar (habitualmente), y con más tranquilidad en las calles (casi siempre).
Probablemente la octava semana desde la entrada en vigor del decreto de alarma será la última en la que haré fotos de esta serie que se basa en mis desplazamientos por una ciudad distinta de casa al trabajo y regreso durante las fases de aislamientos social por la epidemia de covid-19. Pero a la hora de presentar resultados, todavía estoy con la sexta semana, las que hoy os muestro aquí.
En mi apreciación, los resultados más agradables son los de las fotografías que realicé en interiores, en mi lugar de trabajo. Durante esa semana, entre las dos y media y las ocho de la tarde, me encontraba solo en un planta en la que habitualmente, sin epidemias, por las mañanas trabajamos unas cuarenta personas. Sin agobios de espacio. De vez en cuando estiraba los músculos moviéndome y haciendo fotos aprovechando la luz de la tarde. Pero también tuve ocasión de hace mis fotos en exteriores. Claro.
Con la llegada del mes de mayo, con la llegada previsible del calor, ya veremos si realmente sirve o no para frenar la transmisión del nuevo coronavirus, nos ha llegado también el gobierno tomando decisiones sobre cómo vamos a aterrizar en eso que llaman «nueva normalidad». ¿Unbrave new world que decía Aldous Huxley? Aunque el título de la famosa novela del británico hay que buscarlo en Shakespeare.
O wonder! How many goodly creatures are there here! How beauteous mankind is! O brave new world, That has such people in’t.
Pero yo todavía estoy con mis fotos de hace dos semanas. De un mundo, probablemente no feliz, quizá valiente, aunque mi impresión es que hay mucho miedo, quizá justificado, quizá por los motivos equivocados. Pero yo, en mis caminatas de 50 minutos, yendo o viniendo a trabajar, haciendo fotos. Por algún motivo, al mayoría, verticales. Cuando siempre había realizado más fotos horizontales. No sé. Las cuestiones técnicas en Quinta semana de aislamiento social – Minox 35 GT-E + Ilford FP4 Plus 125 a IE 250 (o así).
… por lo tanto, sólo salí a trabajar tres días. Y estuve cuatro días seguidos confinado en casa, el mayor número de días consecutivos hasta ahora. Yo sigo yendo a trabajar cotidianamente, a turnos semanales de mañana y tarde de lunes a viernes; escribo esto estando ya muy avanzada la sexta semana del estado de alarma. Pero en esos días sólo fui de lunes a miércoles. Por lo tanto, las 36 exposiciones de un rollo de 135 normal me parecía excesivas. Por ello, opté por el formato medio. Consideré que las 12 exposiciones que ofrece el formato medio en 6 x 6 cm serían suficientes. Tampoco sabía muy bien qué tiempo iba a hacer. Las predicciones del tiempo variaban con rapidez.
Puesto que todavía se percibía una necesidad de aislamiento extremos por la calle, ir por la misma cargado con una Hasselblad hubiese sido demasiado conspicuo. La mejor calidad, pero hacer números para que me parase la policía, y tener que dar explicaciones. Llevo mi «salvoconducto» oficial,… pero es un rollo tener que explicar que llevo encima la cámara para no morirme de asco el fin de semana y seguir teniendo cosas que hacer, que no es que me falten, además de tener un registro visual de mis vivencias de estos extraños tiempos. Así que opté por llevar una cámara retráctil. Después de darle vueltas al asunto, opté por la Agfa Isolette I, como la más razonable. Los detalles técnicos los podéis leer en Cuarta semana de aislamiento social – Agfa Isolette + Ilford FP4 Plus 125.
Una cuestión me queda clara ahora. Fueron los últimos días en los que realmente te sentías solo, aislado, por la calle. Iba a trabajar hacia las una de la tarde, para llegar a las dos, y salía del trabajo a las ocho y media de la tarde. Casi siempre caminando. En total, entre siete y ocho kilómetros al día, según cómo hiciese el recorrido. Esto me permite hacer un razonable tiempo de ejercicio incluso en estos días. Pero ahora ya está todo mucho más concurrido. Bastante menos que de costumbre, pero ya llevo unos cuantos días en los que no siento ir solo por el mundo.
Hoy me voy a extender un poquito más sobre el comentario de las fotos de mis idas y venidas a trabajar durante el estado de alarma por la epidemia causada por el nuevo coronavirus de 2019. Como siempre podéis encontrar las cuestiones técnicas relacionadas con las fotos en mi página sobre técnica fotográfica, en Tercera semana de aislamiento social – Minox 35 GT-E + Ilford FP4 Plus 125.
Pero me ha parecido interesante hablar un poquito más de las fotografías.
Con la tercera semana, comenzó la primera prórroga del estado de alarma. Y se extremaron algunas medidas. Se suspendió la actividad laboral en todas las empresas no esenciales. Se clausuraron, se encintaron o vallaron, las entradas a los parques y jardines públicos. De repente, todo estaba realmente mucho más vacío.
También fue una semana en la que bajaron las temperaturas apreciablemente. Y llovió varios días. Esto generó que las calles aún se quedaran más vacías. Y nos desmoralizó un poquito a quienes trabajamos en sanidad. Todos los datos indican que el nuevo coronavirus se transmite con más facilidad en tiempo frío. Un tiempo cálido con una humedad ambiental elevada parece que limita la transmisibilidad. Pero frío, con lluvia,… mal rollito. Dos semanas más tarde no parece que haya afectado de forma importante a la curva epidémica.
También percibí fenómenos que me resultaban hasta cierto punto paradójicos o contradictorios. Los centros educativos, incluidos los universitarios, se encontraban cerrados para incrementar el aislamiento social y disminuir la transmisión del virus. Pero ver la facultad de Medicina cerrada y abandonada, cuando los alumnos de la misma deberían estar inmersos en el estudio y en el seguimiento de la pandemia, como una parte de su formación que en la que muchos de sus futuros compañeros, médicos, cojean. Porque ha habido poca sensación de riesgo de que surgiera una pandemia. A pesar de que en mi «corta» vida, me consta haber vivido ya cinco pandemias, incluida la presente.
Y sobretodo, la extraña sensación de ver prácticamente vacías las calles y las avenidas de Zaragoza a horas en las que el bullicio y el tráfico las inunda. Una sensación que vivimos en esos días y que se ha ido perdiendo poco a poco. En estos momentos, todo está mucho más concurrido que hace dos semanas.
Son tiempos nuevos, son tiempos extraños. Pasarán. Pero no sabemos que repercusiones sociales, culturales o políticas llegarán. Están los optimistas que hablan de una mejora en las relaciones humanas y en la solidaridad… pero con los antecedentes de las dos últimas décadas es difícil ser optimista. Por ejemplo, me cuesta conciliar los «aplausos» de las ocho de la tarde hacia los profesionales esenciales, sanitarios y otros, y los casos de rechazo o miedo vecinal ante esos profesionales que se empiezan a detectar. Muchas de las máscaras que se ven en los rostros de la gente son más reflejo del miedo hacia el otro, que del deseo de proteger al conciudadano. Recordemos el ejemplo de los hoplitas griegos cuando entraban en batalla. Con la mano derecha blandían la espada y luchaban con el enemigo, con la mano izquierda sujetaban el escudo que protegía a su compañero, mientras eran protegidos por el escudo de otro compañero. Esa es la idea, no la del miedo y la protección egoista. Porque esa, no resulta.
Los tranvías de Zaragoza, en uno de sus sentidos, llevan a «Mago de Oz»; pero a los burócratas del ayuntamiento les faltó imaginación para tender las vías sobre un camino de baldosas amarillas…
Pues eso. Estando designado como servicio esencial en mi centro de trabajo, sigo yendo y viniendo a trabajar durante el estado de emergencia debido a la epidemia de enfermedad por el nuevo coronavirus. Y de acuerdo a lo que empecé a hacer desde que comenzó este estado de emergencia, llevo una cámara a cuestas con un rollo de película en blanco y negro. Os dejo con la cámara y con algunas fotos de la segunda semana. Aunque en el momento en que publico esto estamos a mitad de la cuarta semana. Los detalles técnicos, que en esta ocasión son muy sencillos, en Segunda semana de aislamiento social – Cámara Safari Indiana Jones + Ilford HP5 Plus 400.
Últimas fotografías realizadas paseando libremente por la ciudad y primeras reducidas a las caminatas entre mi domicilio y el trabajo. Soy servicio esencial de la administración pública, sanitaria, y no he dejado de ir a trabajar. Pero ya sólo puedo realizar fotos en los desplazamientos entre mi casa y el trabajo. O metido en casa. Para lo cual, no encuentro ideas que me convenzan. Porque estoy cansado. Del trabajo. Bueno. Las fotos. Los detalles técnicos en El fin de la libertad y el principio del aislamiento con la Olympus Pen F + Ilford HP5 Plus 400.