[Cine] Dangsin eolgul ap-eseo [당신 얼굴 앞에서] (2021)

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Dangsin eolgul ap-eseo [당신 얼굴 앞에서] (2021; 39/20220721)

En los últimos años se ha venido convirtiendo en una costumbre el ver la dosis anual del cine del director surcoreano Hong Sang-soo. Si ya antes de la pandemia había entrada en contacto en varias ocasiones con la películas de este cineasta, muy querido por los ambientes festivaleros europeos, el repaso a buena parte de su filmografía durante los meses que estuve suscrito a Filmin durante la epidemia acabó por engancharme a estas pequeñas películas. Pequeñas en cuanto a duración, en cuanto a presupuesto, en cuanto a la sobriedad de medios y en cuanto a la amplitud de sus historias. Pero no tan pequeñas ni mucho menos en cuanto a reflexiones muy personales sobre la vida y las relaciones. No pocas veces con un tono surrealista e incluso ligeramente fantástico, en el que se desdibuja la realidad con lo imaginado o soñado.

Algunas vistas de Seúl para ilustrar la entrada de hoy.

La semana pasada asistimos a una de las proyecciones, todas en versión original, no ha sido doblada, de una de las últimas películas del director coreano. No es la última puesto que su ritmo de rodaje es alto, y a lo que llega a España una de sus películas ya ha estrenado o está a punto de estrena otra u otras en su país de origen. Y en esta ocasión acompañamos a una mujer de mediana edad (Lee Hye-yeong), que tras años de residir en Estados Unidos, ha vuelto a Corea del Sur, donde se aloja con su hermana y su sobrino, con quienes debate la idea de trasladarse definitivamente a su país natal. Con alguna experiencia como actriz antes de emigrar, va a reunirse con un director de cine (Kwon Hae-hyo) para discutir su posible vuelta a la interpretación. Aunque hay un hecho que no ha confesado a su familia que dificulta esa posibilidad.

El título de la película se traduce como frente a tu cara, de hecho su título en inglés es In front of your face, y en castellano la he visto titulada en algún sitio como Delante de tí. Y como de costumbre en este director, es un ejercicio de cine minimalista, que se apoya en tres personajes principales y unos cuantos diálogos, no muchos, entre ellos, y alguno secundario con algún otro personajes en los intervalos entre ellos. Diálogos que parte de lo banal, de lo cotidiano, de las cosas sobre cualquiera hablaría de forma habitual. Comprarse un apartamento, un parque agradable para caminar, un buen sitio para tomar un café contemplando un jardín, retomar un trabajo abandonado años antes, ganarse la vida con una tienda de licores… Pero todos estos diálogos esconden capas más profundas. ¿Por qué escapar de una posible vida de éxito hacia una más anodina en otro país? ¿Por qué siento que me abandonaste cuando te fuiste? ¿Dejaste cuentas pendientes y has venido a saldarlas? ¿Qué situación vital trascendente hace que des largas a todas las propuestas que te hacen? Y curiosamente, en medio del drama, no falta algún momento de ironía y humor.

Apoyada en unos diálogos sin desperdicio, en la sencilla pero eficaz puesta en escena del director, y en unos intérpretes no sólo eficaces sino brillantes en sus trabajos contenidos pero sentidos y transmisores de esas capas de significado, la película es una de las más redondas que le he visto al director en su sencillez. Y una de las más directas, en las que juega menos con el espectador y con los significados de lo que nos cuenta, y va al grano de lo que está mujer nos quiere contar. A mí me parece muy recomendable. Pero si, como digo muchas veces, lo tuyo es atiborrarte de palomitas y sodas azucaradas en la sala de cine mientras machotes vestidos de colorines, en medio de pirotecnias improbables, vociferan en la pantalla… pues a lo peor no.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

[Cine] Domangchin yeoja 도망친 여자 [La mujer que escapó] (2020)

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Domangchin yoeja 도망친 여자 (2020; 48/20210721)

Una entrada breve para una película breve. Porque sólo 77 minutos dura la ¿penúltima? película que el director surcoreano Hong Sang-soo ha presentado con la que actualmente es su musa, y algo más, la actriz Kim Min-hee. Desde que vi una de sus más celebradas colaboraciones en las salas de cine, me he hecho adicto a estas películas, donde el director exorciza sus propios demonios a través de los ojos y las andanzas de una o varias mujeres. Con Kim Min-hee como habitual protagonista. Después de aquella, que tanto me gustó, alguna más vi en el cine, muy interesantes, y terminé de dar un repaso a la filmografía del director, especialmente en la última década, en Filmin.

Recorreremos los barrios periféricos de Seúl, con vistas a los montes, como en la película de hoy.

En esta última película estrenada en nuestro país, y que fue muy bien recibida en la Berlinale de 2020, donde el director ganó el Oso de Plata al mejor realizador, una mujer que, según ella dice, su marido, del que no se ha separado en cinco años, ha salido de viaje, visita a tres de sus amigas que viven en los barrios periféricos de Seúl, con quienes habla de cómo les va la vida y de sus relaciones con los hombres. Sean sus maridos u otras figuras masculinas.

La película tiene una realización ultra simple. Una cámara fija que filma a las personas que dialogan, con eventuales movimientos laterales o zoom para centrarse en uno de los personajes, no siempre el que habla. Es el estilo habitual del director. Muy sobrio. Sin banda sonora musical, y con medios técnicos básicos. Lo que importa es el diálogo, en el que tanto importa lo que se dice como lo que no. Y en el que nunca está claro qué es real y qué no. Y aunque quienes dialogan son mujeres, los hombres sólo aparecen en tres escenas, alguna de las cuales bordea el dadaísmo, no deja de ser una autocrítica del propio director y una exorcismo de sus propios demonios, especialmente los relacionados con su vida matrimonial y sentimental.

Aunque en Berlín gustase tanto, a mí me parece que está un escalón por debajo de otras que les he visto de este estilo. Aunque tiene momentos muy interesantes. No apta para público palomitero. Además no te puedes perder detalle del diálogo… porque si no nada puede tener sentido.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[Libro] Música, sólo música – Haruki Murakami y Seiji Ozawa

Literatura, Música

Dos características de este ensayo… por llamarlo de alguna forma, me llevaron a leer este libro.

En primer lugar, es el libro más recientemente publicado de Haruki Murakami en castellano. De Murakami he leído todas sus novelas y bastantes relatos cortos. Pero hasta ahora no había leído ninguno de sus ensayos. O libros de «no ficción» como parece que se les llama ahora con frecuencia, supongo que para que no se despisten demasiado los ya habitualmente demasiado despistados lectores. Españoles y de otros países, porque parece que la tendencia es común a muchos países. No los había leído… porque los temas que trataba en ellos no me atraían lo suficiente. Quizá le de una oportunidad a alguno de ellos en algún momento, pero no por ahora. Siendo el tema de este nuevo libro la música,… pues me parecía más atractivo.

En segundo lugar, aunque le he llamado ensayo, en realidad es un libro de conversaciones. Entre Murakami y el director de orquesta Seiji Ozawa. Un tipo muy dinámico, muy animado, y que lleva tanto tiempo dirigiendo orquestas en occidente, que ya casi no parece japonés en sus comportamientos y modos. Aunque eso puede ser una opinión basada en aspectos muy superficiales de su apariencia pública y hay que cogerla con pinzas. Desde que leí las conversaciones de Truffaut con Hitchcock, este género me ha atraído mucho, especialmente si de lo que se habla me interesa. Y la música, quieras que no forma parte de nuestras vidas. Yo escucho música con mucha frecuencia. Mientras trabajo para aislarme del entorno. Mientras estoy en casa, haciendo otras cosas o simplemente descansando. En ocasiones, cuando salgo a caminar por caminar, suelo ir acompañado de la música. Y por las noches, cuando eventualmente me despierto a mitad del sueño y no consigo volver a conciliar el sueño porque pensamientos invasores me lo impiden, como esta misma noche pasada, poner música y centrarme en su escucha, ayuda a ahuyentar estos pensamientos impertinentes y me ayuda a volver a los brazos de Morfeo.

¿Escucho música clásica? A veces. No es infrecuente, pero tampoco es lo más frecuente. El jazz, alguna música brasileña y determinadas curiosidades de lo que ahora aparece en las tiendas de discos, reales o virtuales, como «músicas del mundo» son frecuentes. También cierto tipo de pop independiente, alejado de la música prefabricada de las corrientes principales del pop, que no suelo soportar. Tampoco soy rockero. El rock dejó de evolucionar realmente hace mucho tiempo, y con eso dejó de interesarme bastante, y las más de las veces no colabora bien en mi intención de ayudarme a relajarme y aislarme del mundo. También hay que decir que buena parte de lo que hoy en día se llama «rock» no es más que ciertas formas de pop. Es una opinión. Probablemente equivocada, pero es lo que hay.

Murakami es un conocido melómano. Sus novelas están llenas de referencias musicales, que muchas veces empiezan en el propio título de la novela. Recordemos que su novela más conocida, en España y otros países occidentales titulada Tokyo Blues, tiene como título original Norwegian wood, como la famosa canción de The Beatles. Por poner un ejemplo. Las más de las veces las referencias son jazzísticas. Recordemos también que durante unos años, el escritor junto a su esposa regentarón un café y club de jazz. Pero no son infrecuentes las referencias a la música clásica. De la que dice tener una extensa colección de discos.

Ozawa, por otra parte, fue diagnosticado de un cáncer esofágico en 2010 que le llevó a una larga y compleja convalecencia durante la cual, escritor y director concertaron una serie de encuentros, de entrevistas, que se realizaron en torno a la escucha de algunas de las piezas claves del repertorio del maestro. Estas se prolongaron hasta entrado ya el 2011. Y estas entrevistas son las que constituyen el núcleo principal de lo que se cuenta en este libro, en el que ambos intercambian puntos de vista que no dejan de ser instructivas y pueden ayudar a afrontar la escucha de la música clásica de otra forma.

¿Me parece recomendable? Si te gusta la música clásica y te sientes atraído por este tipo de conversaciones, puede resultarte bastante interesante. No creo que esté al nivel, ni de lejos, de aquellas conversaciones entre Truffaut y Hitchcock que eran un auténtico manual para entender el cine del director británico, o el cine en general. Pero permite conocer mejor cómo es la vida de un director de orquesta, cuáles sus responsabilidades, su forma de trabajar, las dinámicas del medio, y por qué una misma pieza interpretada por dos orquestas distintas y con distintos directores, puede realmente ser cosas distintas. Interesante. Aunque hay una cosa que recomendaría a quien tenga mucho tiempo y acceso a una enooooorme discoteca de música clásica. Yo no lo he hecho. Y eso es… escuchar la música de la que hablan mientras se leen las conversaciones.