[TV] Cosas de series; mujeres trabajadoras en las series surcoreanas

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Una mañana con buen tiempo en Seúl.

Llevaba casi dos meses sin redactar una entrada televisiva basada en alguna serie surcoreana. No es que hay dejado de verlas. Es que las últimas que he visto no me han motivado gran cosa. Las dos fuentes de este tipo de series, que se han convertido en el entretenimiento de pensar poco del fin de semana cuando no tengo cosas mejores que hacer, son Netflix y, en menor medida, Amazon Prime Video. Aunque en las últimas semanas estoy más con esta plataforma que con la anterior. El caso es que últimamente algunos de los estrenos, especialmente en Netflix, no me enganchan. Veo algunos minutos y me canso. No sé si estoy percibiendo un bajón en la calidad o, simplemente, que ya me he saturado. Porque la calidad es un concepto relativo con estas series. Ya he mencionado en muchas ocasiones que, cuando las veo, entran frecuentemente dentro de la categoría de placeres inconfesables. Guilty pleasures que dicen los anglófonos. Placeres culpables.

Pero hace unas semanas me llamó la atención un estreno reciente en Netflix, Mijiui Seoul [미지의 서울, Seúl desconocido], titulado en inglés/castellano como Nuestro Seúl por descubrir/Our unwritten Seoul. Y es la historia de dos hermanas gemelas, Mi-ji y Mi-rae, idénticas de aspecto pero con personalidades diferentes. Originarias de una pequeña ciudad de ambiente rural. Mi-rae, cuyo nombre 미래 significa futuro, estuvo enferma buena parte de la infancia, recibió la atención principal de la familia, y eso le llevó a refugiarse en los estudios. Mi-ji, cuyo nombre 미지 significa desconocida o incógnita, tuvo que apañárselas sola, sintió falta de atención, y se orientó a los deportes. Pero mientras Mi-rae progresó en los estudios, fue a la universidad, y entró a trabajar en una prestigiosa empresa pública del ámbito de las finanzas, en Seúl, Mi-ji tuvo una lesión que truncó su carrera deportiva y sus esperanzas de entrar en la universidad, sufriendo un revés del que le costó recuperarse y tira adelante como buenamente puede. Con 30 años, Mi-rae sufre una crisis por acoso en su empresa, y se intercambia con Mi-ji para tomar un descanso. Mi-rae vuelve al pueblo haciéndose pasar por Miji, y esta va a Seúl a la inversa.

Ambas están interpretadas por la misma actriz, Park Bo-young, muy popular, que ya ha aparecido varias veces en estas páginas. Generalmente en comedias, más o menos románticas, en esta ocasión opta por un(os) papel(es) dramático(s). Obsérvese que el nombre de una de ellas, Mi-ji, se encuentra presente en el título de la serie, y ciertamente se siente que este personaje es más importante y goza de más minutos que la hermana gemela. Es frecuente que en las comedias y dramas románticos surcoreanos haya dos parejas, la protagonista y otra formada por complementarios o antagonistas. Mi-rae sería la fémina de la pareja complementaria. Los chicos son un abogado (Park Jin-young), amigo del instituto de las chicas, que también arrastra sus conflictos del pasado, es el principal, y un ejecutivo de fama que durante un tiempo se refugia en el campo (Ryu Kyung-soo), plantando fresas y que sería el complementario. No son antagonistas.

La serie desarrolla una diversidad de tramas. El concepto de familia, las relaciones familiares, tanto materno-filiales, como entre hermanas, las dificultades de la comunicación entre personas que se quieren bien, pero que se malinterpretan con frecuencia. Y el simbolismo de Seúl como el lugar donde alguien se abre al gran mundo, frente al pueblo, donde uno se refugia en los seguro, pero con menos horizonte. Pero el macguffin que pone en marcha los hechos, y que supera el concepto de macguffin al ser también un tema de fondo importante, es el acoso laboral que sufre Mi-rae, una profesional concienzuda, competente e inteligente, pero que cae en desgracia cuando se pone de parte de una compañera que ha sufrido acoso sexual por parte de un superior, algo que luego va afectar de forma similar a la coprotagonista de la serie. Las dificultades de las relaciones laborales en las empresas surcoreanas, especialmente para las mujeres, es un leitmotiv habitual en los dramas de este país.

Hay varios factores que parecen influir en ello. El primero es el origen confucianista del sistema de valores de la sociedad surcoreana. Esto conlleva que en la misma el patriarcado, la situación de dominancia social, e incluso legal hasta no hace muchos años, sea omnipresente en la sociedad del país asiático. Leí hace unos años una dura novela de una autora surcoreana que exponía las consecuencias de este hecho para un mujer desde el momento en que nace y hasta que forma una familia. Por otro lado, es una sociedad fuertemente jerarquizada, en la que un superior tiene un gran poder sobre sus subordinados, y más si son mujeres. Los criterios de edad y posición predominan sobre los de mérito y valor aportado. Esta jerarquización es importante en el sector público, mientras que en el privado, con un predominio de empresas en mano de grupos familiares, se establece una aristocracia plutocrática que condiciona la escala social. Por lo tanto, la palabra y el testimonio de una mujer joven, procedente de provincias del medio rural, por muy preparada e inteligente que sea, carecerá de valor ante un hombre mayor y jerárquicamente superior, que además podrá difamarla sin repercusiones. Por supuesto, esto se puede agravar con abusos sexuales que raramente serán denunciados, por la vergüenza social. Y con la complicidad de los propios iguales de la víctima que no querrán enemistarse con el superior.

En esta serie es tema principal, pero no es la primera vez, y sospecho que no será la última, que aparezca de forma importante o secundaria en otras series o ficciones audiovisuales del país asiático. Un país con un alto nivel tecnológico, con un alto porcentaje de titulados universitarios, con unos indicadores buenos en temas de salud, dentro de la OCDE se encuentra entre los peor clasificados en el índice de desigualdad de género, al mismo nivel que Turquía o Méjico, por poner unos ejemplos, países mucho peor situados en otros indicadores de desarrollo. Por lo tanto, una fuerte asignatura pendiente en el país asiático, que con cierta frecuencia se cuela en sus series televisivas, aunque quizá no con la contundencia que la seriedad del problema merecería.

[Cine] Concrete utopia (2023)

Cine

Concrete utopia (2023; 08/20240206)

Llegó el viernes pasado a la cartelera española en general y zaragozana en particular. Candidata por Corea del Sur a los Oscar, lo que desde hace unos años despierta cierta expectación, no ha conseguido pasar el corte final en una edición donde la calidad del cine fuera de los Estados Unidos ha sido muy alta, incluso más alta en promedio, y por lo que he visto, que en la Meca del cine, Hollywood. Las críticas son entre buenas y muy buenas, aunque parece que la recepción del público ha sido más fría. Dirigida por Eom Tae-hwa, los principales nombres de su reparto ya me resultan muy familiares, e interesantes. Curioso que ya me empiecen a atraer películas del país oriental por su reparto, a pesar de lo mucho que me cuesta recordar los nombres coreanos.

La estructura de la nueva sede del gobierno metropolitano de Seúl me servirá para ilustrar esta entrada de cine apocalíptico.

Película con escenario apocalíptico, la acción transcurre en una Seúl arrasada por un tremendo seísmo, en el que auténtico tsunamis de tierra y roca han puesto boca abajo la mayor parte de la ciudad. Pero en uno de sus barrios, un edificio, la típica colmena de cemento y hormigón para clase media-baja, ha quedado en pie. Y tras unos primeros momentos de desconcierto, liderados por una de las vecinas más activas (Kim Sun-young) y por un tipo que dice ser hijo de una de las vecinas y al que designan como líder de la comunidad (Lee Byung-hun), deciden expulsar a todos los extraños al inmueble, y organizarse para garantizar la supervivencia. Nadie sabe cuándo va a llegar ayuda. Ni siquiera hay noticias de lo que pasa fuera de la ciudad, en lo que parece una catástrofe de carácter global, en la que la civilización ha sucumbido. Los acontecimientos los seguiremos desde la mirada de un joven matrimonio, un funcionario público él (Park Seo-joon), que decide seguir fielmente a los líderes, y una enfermera compasiva y sensible (Park Bo-young, a esta actriz le dediqué casi una entrada), a la que le entran muchas dudas en la decisión de la comunidad de aislarse del exterior y abandonar a otras personas a su suerte. Y todo ello en el invierno más frío que se recuerda, con temperaturas incluso por debajo de los 20 ºC bajo cero.

Desde el punto de vista de la realización técnica, sin ser puntera en efectos especiales y en diseño de producción, su recreación de la catástrofe y del desolado paisaje posterior es funcional, de una calidad razonable y muy funcional. Quizá no llegue a las bondades de cierta película de monstruos reciente, probablemente hay mucho más CGI en esta película, y se nota, pero estamos ante una película de catástrofes que no disfrutará del presupuesto de las producciones de Hollywood. Por lo que he leído, ligeramente superior a la japonesa de Godzilla, pero más de un orden de magnitud por debajo del cine de Hollywood. Así pues, tirando de ingenio y recursos imaginativos, consiguen un buen escenario, suficiente para contar la historia, con medios modestos, en términos relativos.

Así pues, una vez establecida una base física suficiente, el fuerte de la película está en dos aspectos; lo que nos quiere contar, y como lo cuenta, y el trabajo interpretativo. Y ambos están a buen nivel. Como buena película apocalíptica con toques distópicos, nos habla de las realidades sociales y políticas de las sociedades contemporáneas. Egoísmos, interés personal o del clan frente al interés colectivo y común, predisposición a aceptar el autoritarismo demagógico y populista, xenofobia… estos son los temas reales de una película que muestra cómo surgen los cineastas surcoreanos preocupados por temas sociales y políticos de profundidad. Y para ello, el carisma de un grupo de intérpretes que tienen mucho recorrido, incluso los más jóvenes. Lee Byung-hun, actor muy veterano, está excepcional, lleno de matices. Kim Sun-young, una actriz que como secundaria parece que está en todas partes, ya no me sorprende verla en muchas de las series de televisión surcoreanas que veo, tiene oficio para dar y vender. Y la pareja de intérpretes, el matrimonio, que representan la visión del ciudadano común, aunque alejados del glamour de las series de televisión en las que suelen ser protagonistas, mientras que aquí tienen que compartir, y mucho, ese protagonismo con los más veteranos, se muestran sólidos, contenidos y convincentes.

He encontrado que esta película ha estado por encima de mis expectativas. Sus más de dos horas de duración no se me hicieron nada largas. Algunos críticos dicen que en su tramo final desfasa un poco. Pero creo que es coherente. Hay que tener en cuenta que, durante la mayor parte del metraje, la película tiene un tono de comedia negra. Hay muchas situaciones chuscas, mientras flirtea con el drama, aun con la tragedia. Hasta cierto punto, es bastante previsible. Sabes que la situación de esta peculiar comunidad, esta isla en el desastre, no es sostenible, que está en equilibrio inestable. La línea temporal principal está salpicada de flashbacks que nos relatan el auténtico ser de los personajes protagonistas. Pero esa previsibilidad no es un lastre. Y sí… finalmente tiene que haber su punto de desfase general para romper la dinámica absurda de la situación, con último tramo final, entre el drama triste y doloroso y la esperanza, que permite, por primera vez desde la catástrofe, mostrar un rayo de sol sobre alguno de los protagonistas. A mí me ha gustado mucho, y la encuentro muy recomendable.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

[TV] Cosas de series; como protagonista,… Park Bo-young o similar

Televisión

Vamos con una dosis periódicas de drama surcoreano. Mi «droga» audiovisual para evadirme en los fines de semana cuando no salgo a ver algo de cine, a tomar unos chismes con las amistades, o a realizar paseos fotográficos, solo o acompañado. Las tres tienen que ver en mayor o menor medida con la actriz Park Bo-young, protagonista de dos de ellas, y con un cameo en la otra, por ser una secuela de una serie que protagonizó. Las tres se pueden ver en Netflix. Dos de ellas son estrenos relativamente recientes.

La primera vez que vi una serie de Park Bo-young fue allá por 2017 cuando empezaba a engancharme con las series del país asiático. Una serie simpática sobre una chica con una fuerza sobrenatural, que hacía de la serie un curioso híbrido entre superheroína vestida de chica normal y comedia romántica. Por aquel entonces vi otra de esta actriz, que me gustó menos, y un tiempo después otra comedia romántica con intriga sobrenatural, que tampoco me convenció mucho. La actriz es muy popular en su país, al parecer, y tiene un físico menudo y simpático, el típico de la «vecinita de enfrente», más o menos dicharachera. La primera serie de la que hablo hoy, Himssenyeoja gang nam-sun [힘쎈여자 강남순, Strong girl Gang Nam-soon] es una derivada, una especie de secuela, de la primera de ellas. Otra chica superfuerte, de forma natural. En ambos casos, el nombre de la protagonista está relacionado con el distrito de Seúl donde vive la protaginista. Bongsoon en la primera, un distrito obrero, Gangnam en la segunda, un distrito pijo y de moda. La protagonista de la secuela es Lee Yoo-mi, que se ganó el corazoncito de los espectaculares en la afamada serie del calamar. La serie es más de lo mismo con respecto a la que protagonizo Park Bo-young, que hace un cameo. Aquí es la hija menor de una familia richacho, en la que las mujeres son superfuertes, muy ricas, pero muy honradas, y luchan con el crimen. Se pierde en un viaje a Mongolia, donde es criada por una familia del país, pero vuelve a Corea para localizar a su familia, lo hace, se enamora de un policía y lucha contra una organización criminal que distribuye una droga peligrosa. Es… peor que la anterior. Claramente. Un intento de explotar una idea,… pero floja. Y la chica, a la que he visto actuar con dignidad en otras ocasiones, está muy cargante.

Eoneu Nal Uri Jip Hyeon-gwaneuro Myeolmang-i Deureowatda [어느 날 우리 집 현관으로 멸망이 들어왔다, Un día la destrucción entró por la puerta principal de mi casa, vaya título] se conoce en inglés como Doom at your service. Es una serie que no está entre los «originales» de Netflix, pero que rescaté en esta plataforma. En esta ocasión Park Bo-young es una chica que recibe la noticia de que tiene un tumor cerebral y que le quedan 100 días de vida. Pero también conoce a una deidad, Destrucción que tiene la misión de poner fin a su debido tiempo a las personas o las cosas. Y hace un pacto con ella, en la que puede salvarse a costa de perder a quien más quiera. Lo que pasa es que Destrucción tiene la pinta de un señor alto y muy guapo, y ya os podéis imaginar. Es una serie que funciona a ratos, que se lía en ocasiones y que no acaba de explotar del todo la premisa inicial, que tenía sus posibilidades. Y es una serie que me empieza a demostrar que su protagonista funciona mucho mejor en la comedia que en el drama.

Desgraciadamente, la tercera de las series, un estreno reciente con Park Bo-young como protagonista, es fundamentalmente dramática. Jungsinbyeongdong-edo achim-i wayo [정신병동에도 아침이 와요, Las mañanas llegan a la planta de psiquiatría], traducida al castellano/inglés como Una dosis diaria de sol/Daily dose of sunshine, nos habla de la peripecia de una enfermera en un gran hospital. Aunque buena profesional, no es enfermera vocacional, lo es por la necesidad de asegurar unos buenos ingresos para mantenerse a sí misma y a su hermano menor, y no acaba de llevar bien el ritmo de la planta de medicina interna, por lo que es transferida a psiquiatría. Donde sí que acabará por encontrar su sitio por su buena actitud profesional y por su capacidad para conectar y comunicarse con los pacientes. La serie tiene un buen comienzo, y los primeros seis episodios de los doce que consta la serie se plantean como un procedimental en los que se combinan los casos de los enfermos ingresados con el progreso de la protagonista como enfermera de psiquiatría. Pero a partir de ahí, convierten a la chica en paciente, y entramos en un melodramón que no siempre me convence. En paralelo hay otros dramas personales con otras enfermeras de la planta, y un par de romances, uno de el de la propia chica protagonista. La serie está muy bien valorada por muchos espectadores, pero a mí no me acaba de convencer. En un momento dado pierde el norte, y con ello además el rigor sobre como ver o tratar el trastorno mental. La serie busca educar al espectador en una mayor tolerancia y comprensión hacia la salud mental, lo cual es loable. Pero acaba cambiando falsas creencias por otras. En fin… hasta cierto punto un esfuerzo fallido, diga lo que diga la mayoría.

[TV] Cosas de series; una ración de «guilty pleasure» asiático

Televisión

Pues sí. He descubierto que «no puedo» vivir sin mis raciones de placeres culpables televisivos con rostro asiático. Especialmente las comedias/dramas romántico/as coreanos… que mira que son extraños, raros, ¿ridículos? algunos de ellos, pero que me engancha. Pero hay algo más.

Hace unas semanas os comentaba la primera serie que haya visto de HBO Asia, la versión japonesa y femenina de un famoso detective británico. Pues bien, hay al menos otra serie en HBO de producción asiática, aunque con un enfoque muy distinto. Folklore es una miniserie de horror en el que cada uno de los seis episodios es independiente de los otros, y refleja un mito de las supersticiones o de las tradiciones de seis países asiático tan diversos como Japón, Corea del Sur, Singapur, Indonesia, Malasia y Tailandia. El terror no es uno de mis géneros favoritos que digamos, pero tuve la curiosidad y le dí una oportunidad. Al fin y al cabo, el primer episodio, el correspondiente a Indonesia, sin ser una maravilla, tuvo su interés. Sin embargo, conforme fue avanzando la serie, tuve la sensación de que las diferencias en los planteamientos entre las distintas aportaciones eran más cosméticas que de fondo, que de una forma u otra se repetían los esquemas, y que no iba más allá de una serie que acaba navegando en cierta mediocridad con pretensiones. No me atrevo a recomendarla salvo a fanáticos del terror oriental. Que yo no soy.

Para ilustrar esta entrada, recupero algunas fotografías de las primeras horas que pasé en Seúl cuando visité Corea del sur.

De nacionalidad surcoreana, entre la comedia romántica y el drama fantástico y criminal, se mueve Abyss [Eobiseu (어비스)], producción de Netflix que se fue emitiendo durante 8 semanas a un ritmo de dos episodios por semana, una fórmula de emisión muy querida de esta cadena para estos productos coreanos. Ahí seguimos las andanzas de la fiscal Go Se-Yeon (Park Bo-Young) y el heredero Cha Min (Ahn Hyo-Seop), amigos de toda la vida. El es feo, y no demasiado hábil socialmente, pero buen tipo. Ella es guapa, muy atractiva y chulilla. Ambos mueren y son resucitados por una canica gigante mágica, el «abyss». Pero al resucitar adoptan un físico acorde a su alma. Él pasa a ser un tipo guapo, muy atractiva. Mientra que ella se transforma en un chica menuda y físicamente poco llamativa (según la trama, en realidad es una monada). Pero además ella ha muerto a manos de un psicópata. A partir de ahí enredos amorosos, tensión sexual no resuelta, equívocos, y una trama policial un poco estrambótica. Se le pueden sacar todos los defectos que queráis. Pero los personajes principales son simpáticos y sirve para ver algo intrascendente que no te obligue a pensar. A la actriz protagonista, ya la he visto en un par de series más, en las que siempre hace papeles cortados por el mismo patrón.

Y siguiendo el mismo patrón de emisión, pero en esta ocasión perfectamente definida como un drama romántico, hemos tenido One Spring Night [Bombam (봄밤)]. He de decir que en los primeros episodios de los dieciséis que consta la serie, parecía que iba a dar un salto cualitativo sobre lo que se ve en series coreanas. Dejándose de lado de ciertas frivolidades, el planteamiento de un triángulo rectángulo en que dos catetos con capacidades muy distintas, un adinerado heredero con una buena posición en la banca (Kim Jun-han) y un modesto farmacéutico que trabaja en una farmacia como asalariado y que tiene un hijo de una mujer que los abandonó (Jung Hae-In), se disputan los favores de una joven bibliotecaria (Han Ji-min) que empieza a no ser tan joven, y tiene que optar entre una relación aburrida y rutinaria pero socialmente interesante, y una relación con muchos interrogantes y peor vista socialemente. Además, apuntaba buenas maneras en el apartado interpretativo, por lo menos en la protagonista femenina. Por algún motivo, la mayor parte de los actores masculinos en estas series son claramente inferiores en su cualidades interpretativas a las actrices principales. Sin embargo, la serie pronto entra en bucle, dándole vueltas a unos argumentos que a ratos, desde nuestra perspectiva occidental, resultan ridículos, dilemas que no entendemos porque probablemente en nuestro entorno no se producirían. Y queda claro que la extensión de la serie es muy superior a lo que la trama da de sí. Incluyendo alguna trama paralela como una muy mal desarrollada y resuelta de abusos de género hacia la hermana mayor de la protagonista. La única conclusión clara que podrías sacar, si te lo tomaras en serio es que Corea del sur está en el siglo XIX en lo que se refiere a ciertos valores familiares y sociales, y que la mayor parte de los hombres, especialmente los padres, son una panda de gilipollas. Deja un regusto agridulce. Intenté darle una oportunidad de recuperar las sensaciones iniciales hasta el final… pero sin éxito.