Hoy nos hemos dividido al principio de la mañana. A mí no me apetecía ver tiendas. Así que entre las 10 y las 12 de la mañana, me he dirigido al Deutsche Museum para echar un vistazo al que dicen que es uno de los mejores y el más grande de los museos de la ciencia y de la técnica de Alemania, o sea de Europa. Tan grande es que apenas he paseado someramente por alguna de sus salas.
Las salas más visitadas probablemente sean las de la navegación y de la aeronáutica, por la espectacularidad de las naves expuestas. A parte de barcos y aviones diversos, me ha llamado la atención que, de alguna forma, presumen de ser inventores del cohete. Y por ello, exponen una V2. Una de aquellas bombas volantes que los nazis usaron para bombardear Gran Bretaña. Curioso avance. Eso sí. Ninguno de los vehículo de la época aquella luce la cruz gamada. Está prohibida en Alemania.
No dispone de salas dedicadas al ferrocarril como sí tiene el museo de Berlín, hay que contentarse con modelos ferroviarios a escala. Eso sí, disponen de una maqueta funcional que ponen en marcha tres veces al día que hace las delicias de grandes y pequeños. Controlada digitalmente, también tiene cámaras en todo el circuito, incluido en alguno de los trenes que se desplazan, y que emiten por diversas pantallas.
Camino de la sección de fotografía, obligatoria para mí, me he entretenido un rato viendo como trabajaba un vidriero. Luego, he consumido el resto de mi tiempo admirando todo tipo de aparatos fotográficos. Pensaba que estaría más dedicado a los aparatos alemanes, pero había una buena selección de diversos hitos de la fotografía de todo el mundo. Bien.
A mediodía, nos hemos reunido en el Viktuelmarkt, donde hemos tomado un piscolabis muy muniqués a base de sopa y weißbier (la alternativa hubiese sido weißwurst y weißbier, pero era demasiado weiß, y ya la probamos en el Spitze).
Tamibén he admirado allí a un ciudadano que lejos de tirar de cámara digital, se mantenía fiel a su Leica con montura de rosca, con un teleobjetivo y un visor múltiple de revolver. Que estupendo.
Después, a recoger las maletas al hotel, coger el S-Bahn al aeropuerto,… y para casa. Se acabó.