Un bonito día en Munich, que empezó con lluvia y acabó con sol radiante

Viajes

Lloviendo se pegó toda la noche pasado. Poco, pero lloviendo. Y lloviendo estaba cuando hemos salido del hotel camino del Schloss Nymphenburg. Un palacete estilo Versalles pero en pequeño que se hicieron los Duques de Baviera.

El día se ha ido aclarando muy poco a poco. Así que hemos recorrido los bonitos jardines del Schloss, con un nubladillo suave. La verdad es que mejor para no pasar calor. A la hora de comer, ya hemos disfrutado de un almuerzo bávaro al aire libre, rodeados de conspicuos señorones y señoronas del país.

Por la tarde, nos hemos impregnado del espíritu olímpico visitando el Parque Olímpico de Munich 72. Por supuesto, obligado subir a la Olimpiaturm de muchoscientos metros de altura. Luego nos hemos ido a subir una de las colinas del parque. No son naturales. Son la consecuencia del desescombro de la ciudad tras la Segunda Guerra Mundial. No parecía muy alta, no. Pero lo era. Las vistas, también bonitas.

La tarde estaba a esas alturas tan estupenda, tan soleada y agradable, que nos hemos ido de cabeza a un Biergarten que fichamos ayer en el Englische Garten. Se estaba de muerte. Y lo mismo opinaba el montón de muniqueses que habían ido allí a beberse sus weißbiers y a empujarse sus buenas salchichas y codillos.

Después, una paseo (largo, más de lo que imáginábamos) por las orillas del Isar, con sorpresa en forma de puesta de sol desde un monumento con similitudes a la Siegesaule berlinesa. Así, una especie de victoria alada y dorada sobre una columna. Pero más chiquita. Estaba mono. Con mucha gente joven viendo ponerse el sol. El momento ha estado muy bien.

En la cena, palique con una catalana y un valenciano que llevaban un par de semanas viajando por el país. Un pis y a la cama. Mañana más.