Hoy tenía el coche en el taller. Revisión rutinaria. Así que he tomado un transporte público. Para ir de Zaragoza a Huesca a primera hora de la mañana, y volver tras la jornada continua de mañanas. 76 kilómetros. Un trayecto regional. Casi de cercanías.
Una vista del tren en la estación de Zaragoza-Delicias.
(Canon Digital Ixus 860 IS)
Pues bien. Una vez más el papanatismo de este país. ¿Os podéis creer que para un viaje tan simple, la Renfe monta control de accesos como si estuvieramos embarcando en un vuelo al extranjero, poco menos? Un gasto tremendo en gente, una pérdida de tiempo para los viajeros que tienen que tener en cuenta esta estúpida liturgia a la hora de prever su llegada a la estación,… y curiosamente, con todo este aura de cosa especial y de calidad, el tren vacío.
¿Algún día, a estos inútiles engreidos, responsables políticos y gestores de empresa, les dará por viajar por el mundo para ver cómo los trenes son utilizados con comodidad por los viajeros, y cómo entonces van llenos? Cualquier parecido con nuestra realidad, es pura coincidencia.
Papanatas; que son una panda de papanatas. Tontos.