Hacia las siete de la tarde tengo he quedado con una joven amiga de la familia y su chico que viven y trabajan en Estocolmo. Mientras hago tiempo, recorro un poco de ese centro moderno de la ciudad que tan poco me convence. Pero siempre es posible encontrar alguna cosa interesante.
Luego, esa noche, con una luz muy regular por el nublado, apenas me doy paseo, busco un lugar donde cenar y me retiro pronto. Que a la mañana siguiente hay que madrugar para coger un tren.

Edificios en Sergelstorg que básicamente dan ganas de jugar con ellos como con las fichas de un dominó.

Vuelvo a entrar en la Kulturhuset, donde veo las plantas cerradas el lunes; y me toma un refresco, porque aquí son muy restrictivos con los lugares donde venden alcohol, aunque sea una vulgar cerveza.




