Sigo con mi propósito de ir leyendo toda la obra de ficción del japonés Haruki Murakami. Y hoy voy con una de sus obras más tempranas, ya que fue publicada en 1982. Me hace gracia siempre la cuestión de los títulos y de cómo se traducen. Es cierto que en las obras japonesas, tanto en literatura como en cine o televisión, los títulos muchas veces resultan peculiares. Está a punto de estrenarse en los cines en España un drama romántico entre adolescentes que tiene el improbable título de Quiero comerme tu páncreas, basado en un cómic. Por poner un ejemplo. El título original de esta novela de Murakami es relativamente simplón, sin embargo, Hitsuji o meguru bōken [羊をめぐる冒険], tiene una traducción tan prosaica como Una aventura sobre ovejas, o algo así. Quizá por eso en los países occidentales se le ha querido añadir un poco de tirón con eso del carnero salvaje.

Pero el caso es que sí que va de un carnero. No sé muy bien si salvaje o de qué tipo. Al parecer, el bovino no es un ganado popular en Japón. Sólo las necesidades bélicas de principios del siglo XX les llevó a un esfuerzo de crianza de ovejas para las necesidades alimentarias de sus ejércitos. Pero acabado tal, no formando parte de la dieta habitual de los japoneses, su cabaña ganadera para este tipo de res es escasa, y en gran medida restringida a la isla norte, a Hokkaidō. Y hasta allí llegará el protagonista de nuestra historia, copropietario de una modesta empresa de publicidad, para buscar al carnero del título, obligado por una serie de circunstancias que parten del uso de un paisaje bucólico de montañas con ovejas en uno de sus trabajos. Pero el carnero, cuyos antecedentes se remontan a Manchuria en los tiempos de desasosiego bélico que precedió a la Segunda guerra mundial, tendrá características especiales e insospechadas.
La novela es la tercera en la que aparece un innominado narrador y protagonista, un hombre en torno a los 30 años en esta ocasión, y su amigo El Ratón. En algunas ocasiones o en novelas previas, o en según que traducciones aparece como El Rata, parece que el original nezumi [鼠], sería más bien roedor, indistintamente rata o ratón; parece… quién soy yo para imaginar nada sobre el complejo idioma nipón. En cualquier caso, el protagonista vuelve a ser uno de estos hombres que vagan despistados por la vida y que cargan encima con el abandono o la pérdida de una mujer, y que tanto abundan en las obras de Murakami. Pero ahí lo tenemos, peleando por su vida en compañía de una simpática joven de bellas orejas y gran desenfado en lo que se refiere a su vida sexual, recorriendo Japón en busca del carnero y de su amigo El Ratón.

Esta es una de esas obras que ganan con el reposo. Cuando terminas de leerla te das cuenta de dos cosas. Que te la has leído en un santiamén porque su trama es mucho más absorbente de lo que hubieras imaginado. Que no te acabas de percatar de qué quería contarte exactamente Murakami con ella. ¿Es la historia de una amistad, la del protagonista y El Ratón? ¿Es una historia de gángsteres? ¿Podemos considerar que hay un componente romántico en las aventuras del protagonista y su amiga? Mmmmm… Lo que sí que al final, tras una reflexión de conjunto, cuando la dejas reposar es que estamos ante una reflexión sobre el poder. Un poder casi omnímodo que representa ese carnero que se introduce y domina a las personas. Murakami introduce, como luego hará con frecuencia y mayor o menor intensidad a lo largo de su obra, un componente fantástico, que encaja sorprendentemente bien en la prosaica vida de los personajes de la novela.
Resulta difícil que Murakami me defraude. Unas veces me gustará más, otras menos. Pero siempre le encuentro miga. Y con el reposo, ya he dicho que esta historia ha ido creciendo en mi recuerdo. Tuvo dos antecedentes que ya leí en su momento. Creo que mi siguiente novela de Murakami será la cuarta en la que aparecen alguno de los personajes de la novela que nos ocupa hoy.
