La semana pasada conseguí superar, al menos temporalmente, el bloqueo lector que me ha ido afectando desde que empezó el año, y que, paradójicamente, porque se supone que tenemos más tiempo, ha empeorado desde que nos sumergimos en la crisis del nuevo coronavirus. Y en una tarde me merendé este título de la japonesa Banana Yoshimoto, de la cual ya había leído algunas cosas, una novela y un libro de relatos. Como en otros libros de la autora, especialmente los que tienen ya cierta trayectoria, y este fue publicado en 1994 por primera vez, suele tener como tema central las vivencias de mujeres jóvenes.

Y en este caso son dos. La narradora, Maria (adaptación del nombre tradicional occidental al japonés, まりあ), una joven de 19 años en sus primeros años de universidad, que aporta el punto de vista, junto con sus vivencias personales, y Tsugumi, su prima, un año menor, y personaje central de la novela. Tsugumi lleva arrastrando toda su vida las consecuencias de una enfermedad crónica, con periódicas recaídas, y la amenaza constante de una vida corta. Maria culpa a esta circunstancia el carácter caprichoso, tiránico y algo borde de Tsugumi. Durante una buena parte del libro, se nos narran acontecimientos que explican el carácter de Tsugumi y su relación con Maria y, de forma más secundaria, con la hermana la primera, Yoko, la mayor de las tres por poco. En la segunda mitad, conocedores del contexto se nos narra las vacaciones de verano de Maria, las últimas que pasará en el hostal familiar de una localidad costera de la península de Izu, donde ha vivido su infancia, hasta que su padre se divorció de su primera mujer y reunió a la familia formada con la madre de Maria, hasta entonces su amante, y la propia joven, realojándose en Tokio. Y en ese mes en la vida de las jóvenes pasarán muchas cosas.

La novela no es muy extensa, y tiene un tono que tiene una apariencia relativamente ligera. Pero que está llena de cargas de profundidad hacia muchos convencionalismos sociales; la relación de los padres de Maria, la tolerancia hacia el carácter cuasi sociopático de Tsugumi, el contraste entre el mundo provinciano y la gran ciudad, la enfermedad como excusa y como metáforas, la formación del carácter, la esencia de lo que constituye una amistad,… y varios otros más que se nos pueden ir ocurriendo. Yoshimoto no es convencional, y lo demuestra en varios momentos, en principio situando como heroína de la novela a una joven que normalmente consideraríamos odiosa y que sin embargo acaba resultando enormemente atractiva. Pero también con el giro final que da una bofetada a las convenciones del género de historias con persona enferma y destino infausto.
Todo ello, junto con el hecho de que Yoshimoto conoce su oficio, y la traducción la siento de buen nivel, hace de esta novela una lectura interesante, que avanza deprisa y te deja con buen sabor de boca. A pesar de no ser una novela con grandes pretensiones. Pero que no os engañe la ligereza de la puesta en escena; hay más chicha de la que parece en esta historia.
