Últimamente estoy muy activo en series de animación. Como dedico menos tiempo a ver la televisión, no es raro que para las horas de las comidas o similares opte por series con episodios de corta duración, y para ello la animación es óptima.

Y como guinda, Disney+, para celebrar uno de sus aniversarios de su puesta en marcha como plataforma en línea, nos ha ofrecido un curioso corto muy corto, Zen – Grogu and Dust Bunnies, un crossover entre Sen to Chihiro no Kamikakushi [千と千尋の神隠し], más conocida en España como El viaje de Chihiro, y The Mandalorian. Una colaboración entre Studio Ghibli y Disney, dibujada a mano, al más puro estilo Ghibli, con Baby Yoda (odio el nombre real del bicho) y las partículas animadas de hollín de la película japonesa como protagonistas. Hay quien contrapone o confronta ambos estudios de animación. Incluso compara, negativamente para Disney, los valores que transpiran sus películas, especialmente en lo que se refiere a las actitudes y compromisos de sus personajes femeninos. Y en parte estoy de acuerdo. Pero ambas compañías han colaborado en el pasado, y Disney ha sido distribuidor de las películas de Ghibli en Estados Unidos. Tampoco es la primera vez que Disney mira a Japón para representar su universo galáctico. Y además lo hizo con acierto desde mi punto de vista.
Exception, una serie de ocho episodios autoconclusiva que recientemente estrenó Netflix, también es un ejemplo en el que los americanos miran a Japón para realizar sus series de animación. Se trata de una aventura espacial en la que los exploradores y terraformadores de un nuevo planeta para ser colonizado por el ser humano son transportados como datos cibernéticos, para ser impresos biológicamente al llegar a su destino. Momento en el que las complicaciones comenzarán, especialmente cuando uno de ellos sea impreso con errores que lo hacen parecer un monstruo, y se descubra que hay un saboteador en la misión. En realidad, la idea original de la serie es japonesa… e incluso incluye música de Riuichi Sakamoto, porque os hagáis una idea de las pretensiones. Cuenta con animadores taiwaneses, y su idioma original es el inglés, puesto que Netflix la ha encargó con el mercado occidental en mente. El movimiento de las bocas de los personajes se corresponde también con el idioma inglés. A pesar de sus pretensiones, a mí, su estilo de animación, muy generada por ordenador en sus gráficos, y su historia me han dejado un poco frío.

Siguiendo con las aventuras espaciales, se puede ver en Amazon Prime Video la tercera temporada de Star Trek: Lower decks, con las aventuras de la USS Cerritos, una mediocre nave dentro de la flota espacial, y sus tripulantes de menor rango como protagonistas. El estilo con respecto a temporadas anteriores no cambia. A medio camino entre la parodia y el homenaje, el buen humor combinado con unos personajes con lo que simpatizas, y unos aventureros argumentos dinámicos y divertidos, hacen que esta sea probablemente una de las pocas series de la franquicia trekkie que esté dispuesto a ver hasta el final con verdaderas ganas. Además yo creo que se ha ido superando poco a poco desde que comenzó.
Finalmente, animación japonesa en el ámbito del cyberpunk, como su título nos recuerda constantemente, con Cyberpunk: Edgerunners. Parece que está situada en el universo de ficción de un videojuego, que a su vez está dentro del universo de un juego de rol. O algo así, que con estas cosas, que no me interesan mucho, me lío. La cosa va de una banda de individuos modificados cibernéticamente, que realizan trabajos en el inflamando de una sociedad distópica dominada por grandes empresas más o menos todopoderosas. Nada especialmente original. Me forcé un poco a verla hasta el final, pero realmente es un género que no me llama la atención. Muchas imágenes pretendidamente espectaculares, mucha violencia, y un teórico enfoque hacia un público adulto, aunque supongo que serán los adolescentes machos y adultos muy jóvenes, también con genotipo XY, los principales consumidores de este tipo de series. Su idioma original es el japonés, pero en su producción ha participado un estudio polaco. Están de moda las colaboraciones internacionales en animación.
