[Cine] Suki demo kiraina amanojaku [好きでも嫌いなあまのじゃく] (Mi querida oni) (2024)

Cine

Suki demo kiraina amanojaku [好きでも嫌いなあまのじゃく] (2023; 27/20240527)

Después de haber estado quince días fuera de España, viajando, evidentemente, últimamente, no he ido mucho al cine. Más bien nada. Pero justo cuando estábamos preparando las maletas para abandonar Tokio y volver a Zaragoza, no teniendo mucho sueño, abrí la aplicación de Netflix en la tableta y vi que había un nuevo largometraje de animación japonesa de estreno. Y como estaba muy en situación… en el país apropiado y tal,… me puse a ello. Cuando viajo, llevo activada una aplicación VPN en la tableta y en el teléfono móvil, con objeto de mantener la privacidad de mis datos en las wifis de hoteles y otros establecimientos públicos. Y lo hago a través de un servidor español, por lo que la oferta que me aparece en Netflix es la española. Sin la VPN sería la japonesa… y a saber. Alguna vez le he dado alguna oportunidad. Pero no en esta ocasión. Para que al usar Google Maps, la aplicación más usada durante las vacaciones, y otras, me aparezcan siempre en un idioma comprensible. Que si se me adaptan al entorno empezamos a no entendernos.

El título original de esta película dirigida por Tomotaka Shibayama viene a significar algo así como este demonio me gusta pero no. En español y en inglés lo han simplificado con ese Mi querida oni o My oni girl. Un oni 鬼 es una criatura de folclore de japonés que se traduce muchas veces por demonio y otras por ogro. Según algunas versiones serían demonios encargados de castigar a las personas malvadas, por lo que no serían seres malvados en sí mismos. Pero hay muchas películas y series, de animación o no, en las que los oni son los adversarios malvados de los protagonistas. Una muy famosa en los últimos años es Kimetsu no yaiba 鬼滅の刃, título que hace referencia a la espada del protagonista, una matadora de oni (en inglés, la serie es Demon slayer). Pero en este caso, la oni, porque es una encantadora chiqueta preadolescente con un cuernillo en el lado derecho de la frente, va a ser el revulsivo para el chico protagonista, un tímido de edad similar que es incapaz de decir que no a nada, por lo que los demás se aprovechan o nunca puede hacer lo que le gusta. La chica le pedirá que le acompañe en una aventura para encontrar a su madre que la abandonó con su padre en la aldea secreta de los oni. Y además estarán bajo la amenaza de unos peligrosos kami de las nieves…

A ver… la película tiene un pase, pero muy por los pelos. No hay elementos originales destacables en esta aventura que da la impresión que de una forma u otra la hemos visto ya en alguna ocasión. O que es un refrito de situaciones y propuestas ya vistas. Su director ya dirigió otra película para Netflix, que tampoco destacaba por nada en especial, aunque se veía mejor que esta. Vamos, que en la animación japonesa se hacen cosas mucho mejores, aunque en cualquier otra cinematografía con menos tradición en la animación podría ser un producto entre simpático y casi destacable. Pero claro… es que hay mucho donde comparar. Se deja ver. Nada más.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[Viajes] Resumen del viaje a Japón – mayo de 2024

Viajes

Nuestro primer viaje a Japón fue en 2014. Iba a ser en 2011. Pero en aquel año, pasaron muchas cosas. En Japón, y en nuestras vidas privadas. Así que quedó demorado indefinidamente, hasta que la indefinición terminó tres años más tarde. Disfrutamos mucho de aquel viaje. Y nos propusimos seguir visitando Asia oriental y volver al País del Sol Naciente. Como objetivo,… cinco años más tarde. Y lo hicimos. En 2019. Y otros cinco años más tarde… y lo hemos hecho. Diez años después del primer viaje, hemos vuelto. Y ya hemos regresado. Por lo que voy a resumir el viaje de forma somera y con las cosas más destacable. Si queréis revisar el itinerario, en las dos últimas semanas he ido subiendo fotografías de los lugares visitados… así que esas entradas os remito. Si enlazáis en el mes de mayo de 2024 de este Cuaderno de ruta seguro que os aparecen al principio del todo. Como de costumbre también, acompaño el resumen del viaje con fotografías del mismo. Para saber más de las cuestiones técnicas fotográficas del viaje, os sugiero visitar Tercer viaje a Japón; fotografía digital – Panasonic Lumix G9 II con varias ópticas y Sony ZV-1. En unos 10 a 15 días, se verán las fotos hechas con película fotográfica tradicional.

Empecemos por lo importante. Como digo a muchos de mis amigos, el gatete regordete con la patita levantada que muchos llaman el gato de la suerte chino, no es chino. Es japonés. Se le llama manekineko 招き猫, y su aparición en el folclore japonés, desde donde se extendió a otros países del Asia oriental, y después al mundo, se atribuye a la ciudad de Edo. Hoy popularmente conocida como Tokio. Y una de las (diversas) teorías es que es surgió en el entorno de Gōtoku-ji, templo budista en Setagaya, uno de los distritos especiales de Tokio, donde el manekineko actúa como intermediario de la persona ante los dioses, budas, o seres preternaturales o sobrenaturales en los que que crea. Para dar fe, visitamos Gōtoku-ji y comprobamos la popularidad del bobtail japonés.

Japón es en estos momentos un destino popular en el mundo. Es bonito, diverso, distinto en muchos aspectos a las culturas occidentales, animado, técnicamente avanzado, conserva mucho de su patrimonio histórico y artístico, su cultura tiene una enorme proyección e influencia en el mundo,… y el yen se ha devaluado mucho y está barato. Como un 30 % más barato al cambio que hace cinco años. Por lo tanto, no sólo ha recuperado los visitantes que tenía antes de la pandemia, sino que los ha superado. Y por ello, algunos de sus destinos más significativos están sobresaturados. Verdaderas tourist traps, que pueden resultar muy agobiantes. Donde se forma filas y filas para hacerse el selfi que todo el mundo se hace, exactamente igual, porque lo han visto en las redes sociales. Por lo tanto, la experiencia puede ser decepcionante. Y además están surgiendo paquetes turísticos que abarcan mucho y aprietan poco. Trabé conocimiento en el avión de ida con dos mozas que iban en uno de estos paquetes. A la vuelta volvimos a coincidir. Estaban contentas. Pero se han chupado muchas horas de autobús. Y como detalle, visitaron Nara. Un lugar imprescindible. Patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Nosotros estuvimos durante todo un día en 2014, y nos dejamos algunos templos muy interesantes al sur de la ciudad. Estuvieron algo más de una hora ¡¡?? En mi opinión, eso no es visitar Japón.

En 2019, ya nos salimos de las rutas más densamente saturadas. Especialmente visitando las rutas de peregrinación de la península de Kii en Kansái, desde Kojasan hasta Ise. Y mereció mucho la pena. En esta ocasión hemos recorrido la región central de Japón. Entre Gifu y Kanazawa. Una región llena de sitios interesantes, en la que se puede optar entre la naturaleza, especialmente las montañas de los Alpes Japoneses, y el patrimonio histórico y artístico de esta región. Fundamentalmente, nos hemos centrado en la parte del patrimonio histórico y artístico, con las montañas de Hida y algunas otras como telón de fondo. Un par de castillos originales, no reconstruidos, el de Hikone y el de Matsumoto, y varios reconstruidos. La aldea de Shirakawa-go, patrimonio de la humanidad. Las ciudades de Gifu, Toyama, Takaoka, Kanazawa, y la mas destacable, Takayama. Los cascos históricos con edificios del periodo Edo y la era Meiji de algunas de estas ciudades, de Gujō-Hachiman y de Mino. Los templos y cementerios históricos de Higashiyama en Takayama. La pesca con cormorán en Gifu. El ferrocarril de la garganta de Kurobe. En fin… bien. Lugares muy interesantes de conocer y visitar, donde se come bien, y donde hay poca aglomeración turística. En algunos de estos sitios, ninguna. Algunos japoneses con días libres, pocos en esas fechas, y poco más.

Como en el viaje de 2019, terminamos el viaje en Tokio. De los sitios más populares, la tarde que llegamos, soleada y agradable, visitamos dos de nuestros lugares favoritos, el parque de Ueno y Asakusa, con Sensō-ji. Pero el día que en su integridad le dedicamos a la capital, también nos salimos de los caminos trillados. Y con la línea Chiyoda de metro como referencia, recorrimos Gōtoku-ji en Setagaya, que ya he mencionado, los santuarios sintoístas de Nogi y Hikawa en Akasaka, y el de Nezu en… Nezu. Por la tarde, los bellos jardines Kiyosumi en Fukagawa y el santuario sintoísta Hachiman-gu en Tomioka. Antes de dar un paseo por tiendas de fotografía y otras cosas en Ginza. El último día también recorrí tiendas de fotografía en Nakano y Shinjuku. Algunas de ellas, curiosísimas, caóticas, como para pasarse el día explorándolas a pesar de ser de reducido tamaño en un tercer piso o en un sótano.

Una de las compañeras de viaje no conocía Kamakura, y aunque no queríamos repetir visitas pasadas, accedimos a un compromiso. Por la mañana visitamos el santuario Hakone en las orillas del lago Ashi y el castillo de Odawara, y por la tarde fuimos a Kamakura, a saludar a su gran buda en Kotoku-in, y visitar Hase-dera y Tsurugaoka Hachiman-gu. A estas alturas ya nos habíamos vuelto expertos en localizar y disfrutar los pequeños izakaya donde podíamos cenar sashimi, buenísimo, especialmente el de pescado azul, a precios sorprendentemente económicos, para lo que suele ser la cosa en los restaurantes especializados, como tres veces más caros. Y el de Kamakura tenía un dueño especialmente simpático, con un salmón especialmente sabroso.

En cuestiones prácticas, los hoteles están a buenos precios, con habitaciones dobles más que decentes y servicios adecuados por entre 60 (Gifu) y 80 (Tokio) euros la noche, bastante más baratos que los equivalentes por Europa. El Japan Rail Pass para moverse en tren ha subido mucho de precio y sólo merece la pena si haces muchos desplazamientos en shinkansen, la alta velocidad japonesa. A nosotros no nos salió a cuenta. Ni de lejos. Gastamos como entre un 50-60% de lo que nos hubiera costado el pase de 15 días. Lo que viene muy bien es llevar la tarjeta SUICA o una similar del protocolo IC (integrated circuit card) para pagar en transportes públicos de todo el país. No es universal, pero la utilizamos en un 85 % de los desplazamientos en trenes locales, metros o autobuses urbanos. Y si tienes iPhone la llevas en la wallet, donde la recargas en el acto con alguna de tus tarjetas incorporadas. Muy cómoda. Los que usan Android, tienen que buscarse alguna alternativa de plástico, porque sólo son compatibles con los terminales japoneses. Las de plástico son convenientes también, pero es más engorroso el recargarlas. Tienes que ir a una estación, parada de metro o konbini de propio para ello. También puedes pagar con ella en los konbini, en algunas máquinas dispensadoras de bebidas y alimentos y en algunos restaurantes y tiendas.

Por lo demás, sin problemas en el viaje. Lo hemos disfrutado… y ¿volveremos? Pues si la salud y las finanzas lo permiten, nos hemos citado para dentro de otros cinco años, para no perder la tradición. En 2029. Esperemos que sea así.

[Libro] Círculos infinitos: Viajes a Japón – Cees Nooteboom

Literatura

Hace unos meses, a final de año, se jubiló un buen compañero de trabajo. Un tipo excelente. Y unas semanas más tarde, algunos de los que disfrutamos de su compañerismo, no muchos, pero selectos, nos reunimos a comer y a desearle toda clase de parabienes en «su nueva etapa» que se suele decir. Y le regalamos algunas cosas. Entre ellas un par de libros. Como en los meses previos surgió en conversación el tema de los viajes que le gustaría hacer en un futuro, uno de ellos era un viaje a Japón. Por ello, pareció apropiado regalarle este libro de viajes del neerlandés Cees Nooteboom, escritor del que he leído alguna cosa, y del que creo que debería leer alguna cosa más.

El caso es que unas semanas más tarde sucedieron dos cosas. Se confirmó que este año, cinco años después, volvíamos al País del Sol Naciente, a nuestro tercer viaje. Y en mi tienda de libros electrónicos habitual apareció de oferta el mencionado de Nooteboom. Y como me pareció que era una buena forma para ponerse en forma mental para el viaje, lo compré. Y lo empecé a leer unos días antes del viaje. No lo terminé antes de empezar el viaje… pero lo terminé en las muchas horas que dura el viaje hasta el otro extremo del continente eurasiático. Y más con la imposibilidad de sobrevolar territorio ruso los vuelos comerciales por culpa del conflicto bélico de este país con Ucrania.

He regresado del viaje. He llegado esta mañana mismo a casa, hacia el mediodía. Cansado. Somnoliento por el mal dormir en los red-eyes que nos han devuelto a casa vía Abu Dabi. Pero me niego a echar siesta por el riesgo de desvelarme cuando llegue la noche, y arrastrar un feo desfase horario durante unos días. Dicen que el desfase horario malo es el que se produce cuando viajas hacia el este, pero la verdad es que la llegada a Japón la llevé bien. Sin embargo, el regreso de Corea en 2017 lo llevé tan de pena, que me quedé dormido en el cine… en una película que me interesaba. Así que he decidido comentar el libro. Aunque saltándome la lista de espera de libros que tengo a la espera de comentario.

El libro es un conjunto de relatos de los viajes que realizó el autor entre la segunda mitad de los años 70 del siglo XX y el principio de los años 2010, si no recuerdo mal. Un período de tiempo en el que muchas cosas han cambiado. Y otras no. A través de estos relatos sobre sus propias experiencias, lo mismo nos movemos por la locura de Tokio, o asistiendo como muchos japoneses al parque del palacio imperial para el cumpleaños de Hiro Hito, como asistimos a una sesión de la Dieta, el parlamento japonés. O recorremos en peregrinación los templos budistas de Kansái. O nos alojamos en un modesto ryokan, perdiéndonos cuando nos acercamos al pueblo vecino caminando, porque las señales son siempre imprecisas para el occidental, que además no se defiende con la grafía de la escritura japonesa.

El tono y la profundidad de los diversos episodios varía. Y unos llegan más al lector que otros. Pero en general, creo que reflejan muy bien el impacto de la cultura nipona en el occidental. Siempre entre la admiración y el recelo hacia las «soluciones» cotidianas que los japoneses ofrecen a los problemas habituales. Refleja también la distancia en la comunicación, por la mutua incapacidad para hablar el idioma del otro. El japonés es un idioma difícil. Y para los japoneses, lo de hablar otros idiomas, no se les da bien. O probablemente, no se lo han propuesto en serio. Porque cuando adoptan algo de fuera, y les gusta les suele salir muy bien.

La forma en que se viaja hoy en día, en 2024, es muy distinta de la de 1974. Es más probable encontrar indicaciones en inglés, o algún japonés que se defienda mínimamente con algo que no sea su idioma natal. Y si a eso sumas que no hay mejor dinero gastado en uno de estos viajes que una eSIM que permita llevar el teléfono conectado a internet permanentemente, pues todo es más fácil. Te pierdes menos. Y es que, además, dejando de lado los problemas de comunicación, es un país civilizado, organizado, próspero, aunque parece que están de bajón, lo cual es un chollo para el viajero por el bajo valor del yen, y tecnológicamente avanzado. Y es un país de gente cortés, muy educada. Incluso los más jóvenes. Aunque siempre nos ha quedado una duda. Y esto es una cosa nuestra y no del escritor. Siempre nos hemos preguntado si tanta cortesía, más que para evitar los conflictos entre personas, que es una de las utilidades básicas de la cortesía y las buenas maneras, no servirá también para levantar barreras de impenetrabilidad para el extraño. Es algo que a veces hemos sentido en Japón. Que es un país que nos gusta para viajar. Que si podemos, volveremos. Pero eso no significa que seamos unos fans incondicionales del país. Lo pasamos bien. Es bonito. Aprendemos cosas. Pero a veces… lo dejo para otro rato que me muero de cansancio.