[Cine] Nosferatu (2024)

Cine

Nosferatu (2024; 01/20250102)

El segundo día del año nos dirigimos a las salas de cine por primera vez en este 2025. Un principio de año en el que nos cuesta mucho encontrar películas que nos motiven. El género de terror, además, y especialmente la historia de Drácula, tampoco han sido nunca de mis favoritas. Quizá la versión más interesante de todas fue una bastante irreverente con la propia mítica del personaje. Bueno… no. La versión más interesante es el nosferatu original de Murnau. Y quizá debamos empezar por entender ese nosferatu original, para entender el actual. Y escribo nosferatu con minúscula y en cursivo, porque sería una palabra de un idioma extranjero, rumano, que significa no muerto. Aunque no está claro que en rumano exista tal palabra y no sea una mera invención literaria, que aparecía ya en la novela de Bram Stoker. Dicen. No la he leído.

Supongamos que Hamburgo, u alguna de las otras ciudades hanseáticas del mar del Norte o el Báltico en Alemania, sea una inspiración para la ficticia Wismar de «Nosferatu»…

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Pero vamos con Murnau. Y su época. Y su país. Porque no nos olvidemos que para valorar la obra de arte, la obra creativa, nos tenemos que situar en el hic et nunc, literalmente el aquí y ahora, es decir, el tiempo y el lugar en el que surge y es creada. Alemania. 1922. Poco más de tres años tras el final de la guerra mundial que arruinó al país. Con el expresionismo en su apogeo. Murnau quiere utilizar a Drácula para hablar de cosas. Cosas que importan. Pero no quiere negociar derechos y no quiere ser fiel a algunas cosas del original literario. No hay conde Drácula, hay conde Orlok. No viaja a Londres, sino a la ficticia y portuaria ciudad alemana de Wismar. No acaba con la tripulación de la goleta, son las ratas que le acompañan con la peste en su sangre. El mundo acaba de pasar, no solo una cruenta guerra, sino una costosa (en vidas) pandemia de gripe, que todavía está dando sus últimos coletazos, sus últimas ondas epidémicas, en 1920. Y Alemania, la República de Weimar, se encuentra convulsa, con tensiones políticas, al mismo tiempo que una ola de liberación cultural y de costumbres sacude el país, con cambios en los roles de las clases, de los sexos, de las instituciones, de los artistas,… Y además tenía poco dinero. Y haciendo de la necesidad virtud, surge una obra de arte de ese expresionismo cinematográfico alemán, donde los cambios en la historia, por sutiles que parezcan, por el argumentos es «casi» clavado al del original de Stoker, son fundamentales para reinterpretar las metáforas que acompañan a la película.

De la misma forma que el Drácula original ha sido reinterpretado o vuelto a adaptar en numerosas ocasiones, con mayor o menor éxito, también el nosferatu de Murnau ha sufrido este proceso. Quizá no en la misma medida, pero sí apreciablemente. Sin contar los híbridos de ambas versiones, como considero yo la versión de Herzog, que vi en su momento, en la que se conservan los nombres de los personajes de la novela de Stoker, mientras que se ambienta en la ficticia Wismar de Murnau. Y en esta ocasión ha sido el turno para Robert Eggers, un director que se ha puesto de moda con sus inquietantes historias que atraen a tanta gente, y a quien le reconozco una gran habilidad para la puesta en escena, pero menos habilidad a la hora de conseguir que me interesen sus historias. Eggers se mantiene fiel al guion de Henrik Galeen, que firmó el de la película de Murnau, pero altera los aspectos visuales y trabaja a fondo con los personajes para darles su propia visión.

Y aquí es donde empiezan, para mí, los problemas, aunque me ponga a la contra del éxito de crítica y público que parece estar teniendo la película. Su alto nivel de diseño de producción y sus aspectos visuales, son indudablemente de primer nivel. Una de las representaciones más auténticas de lo que imagino yo de la historia, situada en la primera mitad del siglo XIX, y con la asociación con la muerte, la enfermedad y la putrefacción que tiene el personaje principal (Bill Skarsgård), el nosferatu. Hasta ahí, es decir, el primer acto de la película, el viaje de Hutter (Nicholas Hoult) a los Cárpatos, sin problemas. Aunque empiezan a chirriarme algunas cosas, como esos gitanos tan tópicos, o como esa lady godiva transilvana, y absolutamente gratuita, sin mucho sentido. Pero cuando toca regresar a la ficticia Wismar… las cosas empiezan a no convencerme. Para empezar, por las interpretaciones excesivas, histriónicas en ocasiones, de Ellen Hutter (Lily-Rose Depp) y, especialmente, del trasunto de Van Helsing, el doctor von Franz (Willem Dafoe), cuya verborrea sin sentido me saca por completo de la película. Comienzan a producirse numerosos diálogos que me resultan absolutamente ridículos. ¡Bendita sea la versión muda de Murnau! Llega un momento en que, lejos de generarme terror o inquietud, empieza a producirme cierto grado de (involuntaria) hilaridad. De la mala. De la que no toca. A lo que llegamos al último acto y desenlace de la película,… estoy totalmente fuera de ella.

Algo necesario cuando afrontamos un relato de ficción, es que el espectador o lector entre en un estado de renuncia voluntaria a su incredulidad. Especialmente fundamental en un relato mucha dosis de fantasía. Pero para que esta renuncia se mantenga, la obra debe mantener una cierta coherencia interna. No incluir elementos o recursos argumentales que chirríen, para impedir que el lector/espectador abandone ese estado de incredulidad. Desgraciadamente, el cine actual acusa una exagerada verborrea. Entra en explicaciones sin sentido, generalmente acompañadas de interpretaciones vacuas. A mí me expulsa con facilidad de la ficción que se desarrolla ante mis ojos. Es uno de los elementos principales de mi aversión a los superhéroes.

La falta de economía de medios, no conceder al espectador un razonable nivel de inteligencia, por lo que parece necesario explicarle todo, nos lleva a película demasiado largas, prolijas y que a mí no me convencen. Indudablemente, a los fanes de este tipo de historias, es muy probable que les entusiasme. Pero a mí,… el enfoque de Eggers no me funciona. Y de repente, por mucho esfuerzo de producción y puesta en escena que haya, unas interpretaciones más normalitas de lo que nos están vendiendo, y además exageradas, y una forma de contar de la historia con muchos elementos que me sobran… pues no. Salí molesto del cine. La verdad.

Valoración

Dirección: ****
Interpretación: ***
Valoración subjetiva: **

[Cine] Juror #2 (2024)

Cine

Juror #2 (2024; 56/20241111)

Sorprende que Clint Eastwood siga dirigiendo películas a sus más de 90 años. Sorprende en parte por su edad, pero sorprende sobretodo porque no son pocos los directores que se han tenido que retirar por no encontrar financiación de las productoras cuando llegaban a cierta edad. Y eso ha incluido en la historia del séptimo arte a nombres muy importantes. Pero bueno, supongo que tener tu propia productora ayuda. Aunque otra cosa es la distribución. Me cuentan que la distribución de la película ha sido muy limitada en su país de origen, y algo más digna en Europa. Desconozco lo que ha pasado en otras partes del mundo. Pronto irá a parar a una plataforma de contenidos en internet, donde la distribuidora tenía pensado llevarla de inicio. El país del mundo donde más ha recaudado hasta ahora es Francia. O por lo menos hasta que leí los datos. No Estados Unidos. Que probablemente tampoco ocupará el segundo lugar. Y eso que el consenso en la crítica es unánime. La película es buena, tirando a muy buena.

Me perdí algunas de las últimas películas de Eastwood. El director nunca ha escondido su ideología conservadora. Pero también sus mensajes se diferenciaban de la mayoría de los conservadores norteamericanos por su nivel de tolerancia y moderación. No obstante, desde que «hizo aterrizar un avión en el Hudson», su deriva me empezó a molestar. Sumado a que las críticas dejaron de ser tan buenas como antaño, dejamos de ir a ver sus película, que tampoco nos llamaban la atención por sus temas. De hecho, esta película la vi un poco por casualidad. Tenía un día de fiesta entre semana… no había otras opciones interesantes en versión original a una hora adecuada, teniendo en cuenta que hay que dormir y que madrugo… pues vale, incluso si el género judicial no es uno de mis favoritos, aunque haya verdaderas joyas en la historia del cine que transcurren en una sala de juicios.

Un hombre casado (Nicholas Hoult), con su esposa en avanzado estado de gestación, es elegido como miembro de un jurado popular en un juicio por homicidio. Un hombre ha matado a su novia. El transcurso del juicio es muy negativo para el acusado (Gabriel Basso), que probablemente será condenado, como así opinan la mayoría de los miembros del jurado. Pero este hombre sabe que no ha sido así. Lo sabe muy bien. Sabe que fue un atropello con fuga, y no una agresión directa. Y lo causó otra persona. Y otro miembro del jurado (J.K. Simmons), un policía retirado también tiene sus sospechas. Y ahí comienza un debate, mientras en paralelo, el abogado defensor (Chris Messina) logra introducir en la fiscal (Toni Collette), una mujer con aspiraciones políticas, la duda razonable sobre la culpabilidad del acusado.

La película está dirigida de modo funcional. No hay grandes ejercicios de estilo autoral en la forma que Eastwood se enfrenta a esta historia. La cuenta de forma directa, con una desarrollo lineal del juicio y las deliberaciones, con los eventuales flashbacks que nos reconstruyen los hechos como los vieron los testigos. U otras personas que no forman parte de los testigos. Donde destaca la película es en las interpretaciones, que lejos de la frecuente estridencia o histrionismo que preside las películas de juicios, son naturalistas, verosímiles y creíbles. Como todo el entorno de la película. Todo el elenco esta a muy buen nivel, incluso los nombre poco o nada conocidos, y hay que mencionar especialmente al protagonista, que nos muestra a una persona, esencialmente decente en su forma de ser y comportarse en sociedad, pero sometido a un dilema prácticamente irresoluble. ¿Qué haríamos todos nosotros en su lugar, en su situación personal y familiar?

Si ese dilema ético personal es el centro de la película, Eastwood aprovecha, como viene siendo norma, para criticar el funcionamiento de las instituciones del estado. En este caso, el trabajo de investigación de la policía judicial, de la fiscalía (que en Estados Unidos es la encargada de la instrucción de las causas, no el juez de instrucción como en España), y de la propia institución del jurado y el procedimiento judicial. Lo malo de Eastwood es que critica las instituciones, pero en su posición de conservadurismo con notas de libertarianismo capitalista, no propone nada en su lugar, lo cual vacía un poco de contenido su propuesta política. Incluso con ese cierre con fundido a negro, con el cual cada cual puede pensar lo que quiera sobre lo que va a suceder. Yo creo que para Eastwood ese fundido a negro es pesimista sobre si la justicia corregirá sus propios errores. Pero en cualquier caso la interpretación está abierta.

Dicho todo lo cual, la película quedó por encima de mis expectativas. Bastante por encima. Y además, ha crecido en el recuerdo. Está muy bien, merece mucho la pena. Es muy recomendable. Es una pena que esté pasando desapercibida. O que quizá no responde ya a los intereses de unos espectadores que cada vez van menos al cine para pensar, y se dirigen simplemente con un interés de evasión, incluso si para ello han de ver producciones repetitivas, inanes, formulaicas. Que muchos creen que no tienen ideología, pero sí la tienen, y no necesariamente las más positivas. Pero es lo que hay.

Valoración

Dirección: ***
Interpretación: ****
Valoración subjetiva: ****

[Cine] The Menu (20229

Cine

The Menu (2022; 02/20230103)

Después de leer varias críticas muy elogiosas de esta película dirigida por Mark Mylod, director que procede del medio televisivo donde ha participado en varias series prestigiosas, teníamos muchas ganas de verla. Especialmente porque además viene acompañada de un reparto interesante. Aunque no sabíamos muy bien qué íbamos a ver… ¿una de terror? ¿una comedia negra? ¿una de misterio? De todas estas formas y alguna más la habíamos visto calificada. En fin… que al final, al borde de la descalificación, pronta a desaparecer de cartelera, nos fuimos a verla.

Capri no es una isla privada. Pero por su carácter… de turismo de cierto nivel, aunque se llene de masas del «populacho» cotidianamente, nos servirá para ilustrar la entrada.

Una pareja formada por un comidista (Nicholas Hoult), o foodie para quienes no pueden pasar sin anglicismos, y su acompañante femenina (Anya Taylor-Joy) se dirigen a una cena extremadamente exclusiva, y extremadamente cara, a una isla privada, cocinada por el equipo de un famoso y extravagante chef (Ralph Fiennes). En el barco que les lleva a la isla coinciden con un exclusivo grupo de comensales, con quienes compartirán la cena. Pero la Margot, la acompañante del comidista, pronto sospechará que esta cena tiene gato encerrado y que algo va mal. Lo que pasa es que el chef también sospechará lo mismo. Que ella no es lo que parece.

De todos los calificativos que se le han puesto a esta película, creo que los que mejor se le ajustan son los de sátira y comedia negra. La película, como otras que están alcanzando el éxito en los últimos tiempos, enfila sus dardos contra las modas de los modernos ricos, celbridades y empresarios que son cáscaras vacías, ya que más allá de su capacidad de hacer dinero no tiene nada más y son más falsos que un duro de cuatro pesetas. Aunque el ritmo y el tono se diferencia de la reciente película del detective Benoit Blanc, en realidad son dos películas profundamente emparentadas, que ponen en solfa los mismos valores, o la misma carencia de valores.

No obstante, la película carece de la brillantez que se nos había prometido en las entusiastas críticas. Entendámonos, está bien, y cuenta con un sólido trabajo interpretativo. Pero su ritmo, a pesar de no ser excesivamente larga, para los estándares actuales, es irregular… y quizá padezca de un exceso de… palmadas. Cuando la película empieza a sorprender realmente, cuando descubre su auténtico, y sangriento, tono te pilla en frío. Pero se deja ver y es entretenida. Quien quiera verla imaginando las caras de sus celebridades preferidas sustituyendo los rostros de los sólidos intérpretes de este reparto, se lo pasará bien. Y creo que las interacciones entre Fiennes y Taylor-Joy, que prometían más, están desaprovechadas, y podrían haber generado más interés.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

Un hombre soltero (2009)

Cine

Un hombre soltero (A Single Man, 2009), 15 de febrero de 2010.

Nos encontramos ante dos hechos interesantes. Por un lado, este filme es la adaptación literaria de una novela del mismo título de Christopher Isherwood, una de cuyas adaptaciones dio lugar también al musical y a la película Cabaret, una de mis favoritas, tanto como musical como en el conjunto del cine que he visto en general. Por otro lado, es la primera incursión en el cine como director del diseñador de moda Tom Ford, para lo cual ha escogido militantemente una historia sobre el amor homosexual, una de las más reconocidas de la literatura contemporánea.

Y la historia va de un profesor universitario, ya maduro, sumido en una profunda depresión por la muerte en accidente unos meses antes del que fuera su pareja, un arquitecto notablemente más joven que él a quien conoció al final de la Segunda Guerra Mundial. La época en la que se desarrolla la historia, la crisis de los misiles entre los EE.UU. y Cuba. La acción transcurre a lo largo de un día en la vida del profesor. Un día en el que pronto nos enteramos que ha tomado una decisión definitiva para acabar con su situación. Una decisión drástica y dramática. Lo vemos en un vecindario acomodado en California, interactuando con vecinos con distinto nivel de tolerancia ante su homosexualidad, así como en el entorno universitario en el que trabaja, dando clase y relacionándose con algunos alumnos. Con uno en especial, en el que parece que salta una chispa similar a la que en un momento hubo con su difunta pareja. También lo vemos con su mejor amiga, aquella con la que tuvo una historia en su juventud, que está enamorada de él, pero a quien sólo quiere como eso. Como amiga. Todo llevará a un desenlace sobre su problema vital, al final del día,… sobre el que no comentaré más aquí.

Que el director, aunque novel, tiene un trasfondo artístico y estético es algo que se hace presente a lo largo de toda la película. La atención al detalle, al encuadre, a la belleza formal,… la cuidada fotografía, con tonos desaturados cuando nos encontramos con el profesor deprimido, y tonos calidos y saturados cuando nos encontramos al profesor ilusionado y enamorado,… He de reconocer que está muy bien hecha desde el punto de vista formal y estético. Sin embargo, hay aspectos de la historia que me quedan un poco deshilachados, y el final, que se vuelve previsible por las numerosas pistas y el desarrollo de los acontecimientos, me dejó un poco frío. Demasiado frío, dado el carácter del mismo.

En cuanto a la interpretación, es de lo mejor del filme. Tanto por la sobriedad y elegancia que introduce el británico Colin Firth, como la chispa mezcla de alegría y amargura de Julianne Moore como su mejor amiga, como por el tono que da a su personaje el joven Nicholas Hoult como el alumno que aporta nueva vida al profesor. No es de extrañar que haya habido por ahí premios y candidaturas a premios. Están bastante bien.

Resumiendo, una historia interesante, que creo que podría haber estado mejor planteada en algunos aspectos y resuelta, con una realización más que interesante para un director novel. Creo que merece la pena ir a verla. Y ahora la puntuación:

Dirección: ***
Interpretación: ****
Valoración subjetiva:
***

Támesis

Londres, visto aquí desde la cúpula de Saint Paul, una referencia lejana para los protagonistas del filme - Pentax P30N, SMC-A 50/2