The Grand Budapest Hotel (2014), 21 de marzo de 2014.
Esta película la vimos en versión original subtitulada y por ello conservo su título original en inglés. Podéis encontrarla en la cartelera española con el título literalmente traducido al castellano de Gran Hotel Budapest.
Ganas teníamos de ver esta película de Wes Anderson. Muchas ganas. Después de esa maravilla de hace un par de años sobre amores preadolescentes, y otras reflexiones, con una estética y una música absolutamente deliciosas, y que nos alegro el verano de ese año, estábamos muy interesados en ver que nuevas historias nos tenía que ofrecer este personal director. Y lo hace tirando del material escrito del austriaco Stefan Zweig, escritor profundamente antifascista, a partir del cual elabora un mundo alternativo para una comedia con un poso de profunda tristeza y melancolía, acorde al carácter del escritor.

Empecemos el acompañamiento de esta entrada con una vista del Petersfriedhof de Salzburgo, ciudad austriaca a la que bien se puede parecer la ficticia Lutz de la República de Zubrowka, que puede ser una alternativa a la república austriaca de entreguerras antes del «anschluss».
A través de un largo y doble flashback, un viejo escritor, que podemos considerar álter ego de Zweig (Tom Wilkinson / Jude Law), se nos cuenta la historia de M. Gustave (Ralph Fiennes), concièrge del Grand Budapest Hotel, hotel balneario de montaña situado en un país ficticio que podemos reconocer como centroeuropeo, uno de los restos del antiguo imperio austriaco, y que se encuentra bajo la amenaza de invasión de un enemigo militarista y dictatorial. M. Gustave , que también ofrece «servicios especiales» a ricas ancianas damas de alta alcurnia, eacoge bajo su protección y enseñanzas a Moustafa Zero (F. Murray Abraham / Tony Revolori), un joven refugiado de los genocidios de extremo oriente de unos años antes, y que ha sido contratado de botones del hotel. Tras la muerte de una de sus ricas ancianas, Madame D. (Tilda Swinton), M. Gustave hereda un cuadro pero se pone en contra a toda la familia de la anciana, especialmente a Dmitri (Adrien Brody) y su matón Jopling (Willem Dafoe). Comenzará aquí una serie de peripecias y enredos, entre los que no faltará la historia de amor del joven Zero con la joven repostera Agatha (Saoirse Ronan), que colaborará con su amado y con Gustave por llevar la justicia en un mundo que se vuelve cada día más feo y oscuro. Una justicia y una alegría que quizá no estén destinadas a durar mucho.
Anderson repité en esta película muchas de las fórmulas que nos ofrecía hace dos años. Una estética chiclé de colores intensos, saturados, encuadres en los que juega constantemente con la simetría, la inspirada banda sonora de Alexandre Desplat, también siguiendo el camino abierto con anterioridad, todo para contarnos una fábula de profunda melancolía, disfrazada de comedia. Estamos ante un mundo que desaparece, un mundo en el que las formas, la belleza, el saber estar importaban, y que da paso a un mundo gris, chapucero, violento. El símbolo de la decadencia de los antiguos regímenes, con su particular sentido del honor, frente a los totalitarismos del siglo XX, con su violencia, con su fealdad. El color diferenciados frente a lo gris indistinto. Una historia de amor a múltiples bandas, con un profundo toque de amargura, que sorprendentemente sentimos mucho más actual de lo que pensábamos. Una película que gana en el recuerdo, una vez que sales de la sala de cine.

De la misma forma que los Alpes tiroleses podrían ser el lugar donde encontráramos el Gran Hotel Budapest, no muy lejos del Zugspitze, en la frontera del país invasor.
Todo ello aderezado por un reparto muy coral, en el que aparecen muchas caras conocidas que no detallaré aquí por evitar ser prolijo, de las cinematografías alemana, norteamericana, francesa y especialmente británica. Tan numeroso el reparto que algunas apariciones parecen no pasar de ser simpáticos cameos. Indudablemente el peso de la función recae en las espaldas de un inspirado Fiennes y el joven Revolori. Pero todos ellos contribuyen al buen trabajo general.
Después del atracón de películas oscarizables, que nos dejó la sensación de que había mucho buen trabajo pero poca personalidad, aquí nos encontramos con una obra que reúne diversas características, oficio, estética, personalidad, y que sin embargo no imaginamos en los saraos de los premios. Y que por lo tanto, no necesariamente el mejor cine, o por lo menos el que más nos puede satisfacer intelectual y emocionalmente, no está en las luminarias holywoodienses.
Valoración
- Dirección: ****
- Interpretación: ****
- Valoración subjetiva: ****

Y quizá los ejércitos invasores llegaron desde una ciudad similar a Múnich, con su columna de la victoria similar a otras que los prusianos colocaron por diversos sitios de la geografía alemana. Cierto que le llaman «friedensengel», «ángel de la paz», pero a mí me sigue pareciendo sospechosamente similar a la «siegessäule» de Berlín, y a las efigies de Niké, la Victoria. Es decir, un monumento guerrero.