El recinto de lo que fue la Expo Zaragoza 2008 es estupendo para pasear con una cámara fotográfica al hombro. Especialmente al atardecer, durante los 45 o 60 minutos antes de la puesta de sol. La luz puede ser muy agradable, y el grafismo de la arquitectura de la exposición internacional, unido a la naturaleza de las riberas del río Ebro, abre muchas puertas a composiciones diversas. Pero también invita a la reflexión, como me sucedió a mí hace unas cuantas semanas, cuando dediqué varios fotogramas al hermoso Pabellón Puente diseñado por la ya fallecida arquitecta Zaha Hadid. Porque en estos momentos es frecuente ver operarios arreglando desperfectos, mientas que la obra permanece cerrada al tránsito de los peatones, y sin uso alguno para sus salas interiores.

La Exposición Universal de Sevilla 1992 ya nos mostró que era muy difícil rentabilizar y dar continuidad a muchas de las infraestructuras que genera uno de estos eventos. Especialmente si tras el periodo de bonanza y euforia económica que precede al mismo, sucede una crisis económica y financiera. Sucedió en 1993. Y sucedió todavía con más intensidad en 2008. Y no solo es el Pabellón Puente. Es la Torre del Agua, son los pabellones de la Expo, los llamados «cacahuetes»… muchos de ellos, 14 años después de la exposición internacional siguen sin uso. Y, probablemente, deteriorándose. Aquella exposición internacional de 2008 tuvo no pocos efectos positivos en la ciudad, pero también mostró la falta de realidad de los responsables políticos a la hora de gestionar sus legados. O simplemente su falta de capacidad para gestionar.
Los datos técnicos del rollo de película fotográfica de estas fotos los podéis encontrar en Cuando se va la luz y no tienes trípode, ISO 800 está bien – Fujifilm GS645S Wide 60 con Lomography CN 800. Y os dejo a continuación otras fotografías salidas de ese rollo de película.


