Un follón terrible al llegar a Londres. Colas en el control de pasaportes (esto está fuera de Schengen). Colas en las taquillas del metro. Lluvia al salir del metro. Un hotel liliputiense desde muchos puntos de vista aunque no desagradable. Lluvia cuando hemos salido a ver algo y cenar. Colas en el cajero automático. Intentar no olvidarnos que los coches vienen por donde no te lo esperas (en la foto). Y nuestros cuerpos diciéndonos que es una hora más de la que marca el reloj. No hemos tardado mucho en volvernos al hotel. Mañana será otro día.

