Argo (2012), 28 de octubre de 2012.
Si me llegan a decir hace unos años que iba a tener ganas de ir a ver una película dirigida y protagonizada por Ben Affleck, hubiera pensado que me estaban tomando el pelo. Un actor que ha hecho bodrios sin ton ni son, y que cuando no hacía un bodrío, conseguía estropear con su interpretación lo que podía ser interesante. Pero en los últimos años, las cosas están cambiando. Sobretodo se ha mostrado como un director prometedor. E incluso sus interpretaciones parecían si no de alta calidad, por lo menos contenidas, sobrias, lo cual las hacía razonables. Y he aquí que nos llega una película que no pocos sitúan en la carrera de los óscars. Pues vamos a ver lo que da de sí.
El argumento está basado en una historia colateral a la crisis de los rehenes en Irán. Unos estudiantes islámistas exhaltados irrumpió en la embajada de los Estados Unidos en Teherán en noviembre de 1979, y mantuvo como rehenes a los norteamericanos que allí se encontraban hasta enero de 1981. Pero seis de ellos, el día del secuestro consiguieron escabullirse y refugiarse en casas de diplomáticos canadienses. Según la película en la residencia del embajador canadiense. Ya comentaremos que la película no es fiel a los acontecimientos, solo al desarrollo general de la historia. Para extraer a los seis escapados del país, un agente de la CIA, Tony Mendez (Ben Affleck), ideó una tapadera por la cual él se desplazaría a la capital iraní, y los convertiría en un equipo de producción de un filme de ciencia ficción, a la moda de Star Wars que estaba de moda por entonces, que buscaba localizaciones en Irán. Y aproximadamente, eso es lo que nos cuenta la película.
Digo aproximadamente. Y digo bien, porque Hollywood se caracteriza por muchas cosas, pero nunca por su fidelidad a los acontecimientos históricos. Y por lo que he leído hay un sinnúmero de detalles que nos indican que con la excusa de mantener la tensión dramática han modificado bastante la historia real. No entraré ahora a detallarlos. Paso. Se pueden leer por ahí. Lo cierto es que esta práctica, que me joroba mucho, me sienta muy mal que maltraten la historia, realmente puede haber colaborado a que tengamos una película que te engancha, bien hecha, razonablemente bien documentada cuando no deciden saltarse conscientemente la realidad, y que presenta un thriller bastante más que decente, en el que no falta un cierto grado de acción moderada, realista, algo de humor, y la tensión y el suspense necesario para que la cosa funcione. Hasta tal punto que le perdono las inexactitudes históricas. Uno se la plantea como un filme de ficción y ya está. Ya funciona. Muy bien.
Una película con esta temática uno teme que se convierta en una americanada insoportable. Como muchas de las que ha interpretado el director y protagonista. Pero no. No incide en el patrioterismo. Es más. Dosifica críticas y mantiene una razonable «equidistancia» con las responsabilidades políticas, aunque sí que decide convertir al protagonista en héroe. Un héroe atípico, discreto, que lleva adelante una aventura que tiene, tal y como se plantea en el filme, todos los números para fracasar. En la historia real, la cosa no estuvo tan dramática.
Hay muchas cosas que hacen que la película funcione. El guion, la realización, la ambientación,… y también la interpretación. A Ben Affleck, con melena y barbas setenteras, cuesta reconocerlo, lo cual te evita el prejuicio derivado por el condicionamiento pavloviano provocado por filmes anteriores. Como ya digo, sus interpretaciones han comenzado a ser soportables cuando se ha vuelto más contenido, más sobrio. Y en este filme consigue componer un personaje convincente. Y es algo importante, porque salvo alguna simpática y humorística intervención de John Goodman o Alan Arkin, el resto de los personajes tienen una trascendencia limitada, aunque todos cumplen bien.
No sé si es una película a la que yo daría un óscar. También dependerá de contra quien compita. Pero es una buena película. Muy entretenida y bien hecha, y que sin duda es una de las recomendaciones fijas en el momento actual en la cartelera española. Es una película muy equilibrada, y que trasciende también un poco más allá de ese equilibrio con notas de calidad.
Valoración
- Dirección: ****
- Interpretación: ****
- Valoración subjetiva: ****

Una de las inexactitudes del filme es que se supone que Mendez pide el visado para entrar en Irán en Estambul, cuando en realidad lo hizo en Bonn. Pero ciertamente, aunque la antigua capital federal alemana es mona, la ciudad del Bósforo es mucho más exótica y fotogénica. Y te da una excusa para montar una reunión secreta en Santa Sofía.