Nota: Esta entrada incluye nombres de personas de países orientales que, por respeto a sus costumbres, tienen el apellido en primer lugar y el nombre otorgado al nacimiento en segundo lugar, al contrario que en la tradición de la mayor parte de los países occidentales.
Estos días que estoy de fiesta, aunque estoy aprovechando para caminar mucho y probar cosas nuevas en fotografía de la que os hablaré cuando estén reveladas, también me queda tiempo más tiempo para recuperar películas que no pude ver en el cine porque no me dio tiempo, porque no se proyectaron en España, porque no me enteré, o porque en ese momento no les di importancia. Y estos días he recuperado un par de películas de animación, que son secuelas o precuelas de otras películas, que sí había visto.

Todo empezó cuando decidí volver a ver, tranquilamente, relajadamente, Mimi wo sumaseba [耳をすませば] (Susurros del corazón). Esta película del Studio Ghibli, dirigida por Kondō Yoshifumi con guion de Miyazaki Hayao, ya la había visto varias veces, y está en mi videoteca particular. Creo que tiene momentos muy inspirados. La cuestión es que dos de sus personajes, dos gatos, uno en forma de antigüedad, y otro un malhumorado y obeso gato medio callejero medio doméstico, fueron la base para una posterior secuela producida también por Ghibli. Más que una secuela es un derivado, spin-off que dirían los que hablan spanglish, en la que el Baron y Moon, los dos gatos en cuestión, toman vida para ayudar a Haru, una joven de instituto de 16 o 17 años, que por su buen corazón y salvar a otro gato de ser atropellado se ve envuelta en graves problemas por la peculiar forma de expresar su gratitud que tiene el Rey de los Gatos. La película es Neko no ongaeshi [猫の恩返し] (en Espala, Haru en el reino de los gatos, aunque es más conocida por su título en inglés The Cat Returns).

La película, dirigida por Morita Hiroyuki, se considera por muchos un producto menor dentro de la factoría Ghibli. Pero no por eso es un mal producto. Ni mucho menos. Con sólo 75 minutos de duración, es una película de aventuras ágil y muy entretenida, con personajes muy entrañables. Y como de costumbre en el estudio japonés, toma el personaje de una joven en un estado de desconcierto personal y la conduce ante una aventura que le lleva al crecimiento personal y a una mayor independencia y autonomía ante el mundo. A mí me parece muy majica.

Otro tono totalmente distinto tiene Seoul Yeok [서울역] (Seoul Station). Esta película de animación es una precuela, o tiene una acción casi simultánea en el tiempo de su universo de ficción, de Busanhaeng [부산행] (Tren a Busán). Vi esta última película nada más volver de mi viaje por Corea del Sur. Al fin y al cabo, yo cogí uno de esos trenes a Busán. Y también el de regreso, afortunadamente. Porque el universo de ficción de estas películas es el desencadenamiento de una epidemia zombi en Corea. Así que ya podéis imaginar el argumento. Carreras de un lado a otro huyendo de los zombis, alguna cabeza de zombi reventada de vez en cuando, y un poco de casquería cuando algún incauto termina siendo el almuerzo de los muertos vivientes. Pero si ya comenté que la película de acción real tenía su gracia y era entretenida, algo parecido se puede decir de la película de animación. Ambas están dirigidas por Yeon Sang-ho, y si bien el nivel de la animación no llega al virtuosismo de otras obras orientales, especialmente de la otra orilla del mar del Japón, o del mar del Este como reclama Corea del Sur, lo cierto es que es también muy entretenida y no carece de sorpresas, con un final un tanto sorprendente, por no caer en ciertas complacencias. Así que estos días han sido de una agradable dosis de animación oriental.
No comparten personajes ambas películas. Aunque como anécdota, la actriz que pone la voz al personaje principal de la película de animación, Shim Eun-kyung, tiene un cameo en la película de acción real.
