[Libros] The Flight of the Aphrodite – S. J. Morden

Literatura

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. El capitán de la Aphrodite, la nave espacial de la novela de hoy, es italiano… y parece ser que «vivió» en Florencia. Así que nos daremos un paseo por las calles de la capital toscana.

No recuerdo dónde me recomendaron este libro. Supongo donde… y que venía acompañada la recomendación de una comparación con alguna otra obra… pero no lo recuerdo. Una aventura espacial. Nada de viajes interestelares y desplazamientos a velocidades superluminales mediante uno u otro de los recursos argumentales para justificar algo que prohíbe la teoría de la relatividad general. Vuelos interplanetarios o transferencias entre órbitas dentro de un sistema estelar o planetario usando propulsores basados en ciencia conocida y siguiendo las leyes de la gravitación. Escrito por Simon Morden, bajo S. J. Morden, es ciencia ficción dura… en gran medida. Ya veremos por qué.

Al principio de la novela nos encontramos a bordo de la Aphrodite una nave espacial en órbita alrededor de Júpiter, en una misión científica, pero en un entorno sociopolítico difícil, por el deterioro en las condiciones de vida en la Tierra, sometida a una crisis global del clima extrema, escasez de recursos, e inestabilidad política. La tripulación de la nave, internacional, esta formada por un cierto número de ingenieros, que controlan el funcionamiento de la nave, y científicos, que llevan a cabo un programa de observaciones y experimentos, y entre los cuales encontramos la médica y el psicólogo que velan por la salud de la tripulación. Pero algo va mal en la nave. El comportamiento de los tripulantes está empezando a mostrar anomalías. Y la explicación más posible (según el libro) es la exposición a la intensa radiación en la magnetosfera de Júpiter, que pone a dura prueba las capacidades de aislamiento de la nave para sus equipamientos y para la salud de los tripulantes. A las alteraciones del comportamiento de la tripulación, hay que añadir el descubrimiento de unas señales entre las lunas de Júpiter, una especie de gran reloj cósmico, que llevan a plantear la hipótesis de que en algunas de esas lunas hay estructuras activas de origen extraterrestre. Lo cual no es aceptado por todos y llevará a una completa desestructuración del funcionamiento de la nave con graves consecuencias.

Esta es una de esas novelas que conviene dejar reposar. Hubo un momento, mientras la leía, en que mis sensaciones eran raras. Negativas, incluso. El relato comienza bien, un escenario verosímil, dentro del ámbito de la ciencia y la tecnología conocida, hay que considerar que la acción se sitúa en un futuro a finales del siglo XXI, con un panorama sociopolítico más bien negativo, consonante con la evolución política y con la crisis global del clima que sea está viviendo ahora que hemos llegado al final del primer cuarto del siglo. Pero hay momentos en los que, el comportamiento de la tripulación y algunas de las situaciones planteadas resultan absurdas. Te tienes que obligar a recordar constantemente que la tripulación tiene alteradas sus capacidades cognitivas por esa acción teórica, negativa, del enorme campo magnético del gigante del Sistema Solar. Es conocido que la intensa radiación de la magnetosfera joviana supondrá fuertes desafíos en una hipotética misión tripulada a ese sistema. Si es que merece la pena mandar una misión tripulada, la propia novela ofrece, quizá sin querer, argumentos para no hacerlo. Por ejemplo, evitar la contaminación biológica de las lunas de Júpiter si se sospecha la posibilidad de sistemas biológicos propios en ellas. Ya hay protocolos para evitarla con sondas no tripuladas, imaginad lo que sucedería con una misión tripulada. La cuestión es que esos síntomas cognitivos… y tan diversos, dado que soy profesional sanitario… a veces me cuesta creérmelos. Y si no te los crees… la digestión de la historia en sus núcleo central es difícil.

No obstante, si salvas esos contratiempos serios que asaltan la suspensión voluntaria de la incredulidad del lector, o al menos de este lector, el conjunto tiene un indudable interés. La novela no deja de ser una crítica a la deriva de la humanidad hacia un deterioro de las condiciones físicas del planeta que nos alberga, como de las condiciones políticas de las organizaciones humanas. Y también es una reflexión a cómo se puede reflejar estos hechos en misiones futuras tripuladas, grupo humanos confinados, en un medio, el espacio interplanetario/interestelar, extremadamente hostil a la vida organizada. Extremadamente hostil. Sean cuales sean los mecanismos por los que se puedan desencadenar las mezquindades del espíritu humano, es algo a tener en cuenta. La novela es relativamente pesimista, a lo largo de su desarrollo y en su desenlace. Pero quizá eso haga el mensaje subyacente más potente.

No voy a decir que esta aventura espacial pase a ser una de mis favoritas en el género. Pero a la larga me ha resultado interesante su lectura. Y el recuerdo y la sensación, unas cuantas semanas después de terminarla, la finalicé hace justamente un mes, ha mejorado con la reflexión y el paso del tiempo. Por lo que es, recomendable para los aficionados al género y a la ciencia ficción dura. No me atrevería a decir que es recomendable con carácter general para todo tipo de lectores. Un mínimo conocimiento de la ciencia hay que tener para disfrutar y valorar en su justa medida la obra. Es lo que hay.

[Fotocomentario] La crisis climática y los negacionistas

Ciencia

Me suscita este comentario la revisión de las fotografías que hice durante mis días de fiesta en Navidad. Que aunque fueran frescos muy de mañana, fueron bastante agradables en general. Sólo si durante unas horas al principio del día hubo niebla, se notó un frío más desagradable. Pero la niebla se levantó antes del mediodía casi todos los días. Sobre las fotografías podéis saber más en En Navidad, hace buen tiempo,… – Olympus mju-II con Fujifilm 200. Pero lo que más comentábamos en esos días era que llevábamos varios años en que el tiempo es muy benigno en los meses de noviembre y diciembre comparado con lo que era anteriormente. Y las mediciones que publican las agencias de meteorología confirman esta sensación subjetiva. Son las consecuencias de la crisis climática.

Pero acompañando a la crisis climática, siempre han venido un buen número de negacionistas. Durante años negaron la propia crisis, el calentamiento global. En algún momento de los primeros cinco años del siglo, los medios de comunicación planteaban debates, en todo el mundo, en el que personas discutían si el calentamiento global era una realidad o no. Creo que fue en Nature, pero quizá fue otra revista del mismo estilo y prestigio, se publicó en aquellos momentos una editorial en la que informaban que, en aquellos momentos, entre el 2000 y el 2005, de cada 100 artículos que se publicaban sobre el tema, 3 discutían si el calentamiento global era o no una realidad. Los 97 restantes lo que discutían era a qué velocidad se estaba produciendo, considerando probando este hecho. Un nefasto divorcio entre ciencia, prensa y política/sociedad, que probablemente nos cueste muy caro por la inacción para afrontar el problema.

En la actualidad ya no se niega el calentamiento global. Lo que se niega es que sea una crisis, y que tenga consecuencias negativas. Con argumentos peregrinos y absurdos, como que las plantas «respiran» CO2 y que les viene bien para prosperar. Sobre esto. Las plantas respiran oxígeno, como nosotros. Lo que sucede es que también consumen CO2 para la fotosíntesis, que no es «respirar». Cuando no hay luz, siguen respirando oxígeno, aunque no consuman dióxido de carbono para sintetizar las sustancias orgánicas necesarias para su subsistencia. Y que tan estupendamente nos vienen a los heterótrofos para la nuestra. Volviendo a lo que iba. El negacionismo hoy en día es negar las consecuencias negativas… aunque las suframos constantemente. En muertes por calor extremo. En eventos de meteorología extrema. En alteraciones en las cosechas y en los ritmos vitales de los animales. En la erosión de las tierras. En las sequías y la carencia de agua para los cultivos o las poblaciones. Qué triste. Nuevos retrasos a la hora de tomar medidas.

[Fotocomentario] Blanca Navidad… dicen…

Política y sociedad

Algunos ya lo sabréis pero, salvo con alguna excepción que otra, no suelo publicar las fotos realizadas con la familia o los amigos, especialmente si hay menores presentes en las fotos. Depende de las personas. Y tal fue el caso recientemente. El 27 de diciembre nos dimos un amplio paseo por la ciudad, en el que aproveché para hacer fotos, un par de cartuchos de película instantánea, Fujifilm Instax Square (Película instantánea para navidad – Fujifilm Instax SQ6 con Instax Square Star Illumination). También con película para negativos en blanco y negro. Y lo hicimos un grupo de amigos, entre ellos “expatriados” que llevan viviendo muchos años fuera de Zaragoza, pero que vuelven durante las fechas navideñas para estar con la familia. Y algún rato con los amigos. Entre otros lugares, puesto que estuvimos por ahí desde la hora del chocolate caliente a las 10:00 de la mañana hasta la hora del vermú antes de comer, y en España no se come pronto, pasamos por los mercadillos y atracciones navideñas que hay en distintos puntos de la ciudad. Y uno de ellos me inspiró este fotocomentario.

Desde hace ya unos cuantos años, se instala una pista, un gran tobogán en la que la gente baja deslizándose sobre unos grandes neumáticos, pero todo simulando como una pendiente nevada. No recuerdo la última vez que nevó en Zaragoza por Navidad. No recuerdo si durante mi vida ha nevado alguna vez por Navidad. Suele ser más bien época de anticiclones y nieblas. Las borrascas con nieve suelen venir más tarde. No hay blancas navidades. Pero es que además este año, entre el día de Navidad y hasta pasada la Nochevieja y el Año Nuevo, el tiempo fue excepcionalmente benigno. Me he enterado que tal benignidad se extendió por todo el continente europeo, con gente muy sorprendida en Europa central por las temperaturas que disfrutaban.

Más coincidencias. El gobierno autonómico de Aragón anunció a bombo y platillo una gran obra de infraestructura para unir estaciones de esquí a través de valles que muchos opinan deberían ser objeto de protección medioambiental. Y, cínicamente en opinión de muchos, se financiarán parcialmente con fondos para la sostenibilidad medioambiental europeos. Uno se queda sin palabras antes estas situaciones. Y más cuando… tan apenas hay nieve. En pleno invierno, la reserva de agua en los pantanos de la cuenca del Ebro no llega al 50 %, y la reserva de nieve es muy escasa. Y es una tendencia que con la crisis climática va a mantenerse en el tiempo; todo lo indica así, desde el punto de vista de la ciencia, aunque las predicciones puntuales sean muy difíciles. Así que en unos años, la inversión y el destrozo medioambiental pueden ser para nada en absoluto. Porque no va a haber blancas navidades. Parece que va a ser así. Pero la capacidad para la demagogia en año electoral de los políticos parece infinita. Como el universo o la estupidez humana, según se atribuye a Einstein, aunque no se puede considerar probado que afirmara tal cosa. Bueno… lo de la infinitud del universo seguro que no está probado.