[TV] Cosas de series; animación y animación convertida en acción real

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Durante la última década, Disney se ha dedicado a realizar versiones en acción real, es decir con actores de carne y hueso, de su algunas de sus películas más famosas de animación. Incluso con segundas partes. Y poco a poco también está llegando a las series. Los japoneses llevan mucho tiempo explotando sus mangas de éxito haciendo múltiples versiones audiovisuales; largometraje, serie de animación, serie de acción real… A veces las tres para la misma historia. Pero, sinceramente, pocas veces me convencen estas maquinaciones. Netflix lo lleva intentando con especial interés. Pero con resultados discutibles… véase cierto ejemplo. Pero insisten. Hoy vamos con una de estas adaptaciones a acción real, y lo complementaré con una animación pura y dura, también en Netflix.

Ya que estamos con culturas asiáticas, ilustraremos la entrada con una paseo por las orillas del lago del Oeste de Hangzhou.

Hace ya años, algo menos de una década, vi una temporada de una serie de animación, The Legend of Korra, que me cayó en gracia. Me gustó. Sin embargo, no insistí con ella, no vi las siguientes temporadas. Era un spin off de otra serie previa con gran éxito, Avatar: The legend of Aang o Avatar: The last airbender, según regiones del mundo, que tiene una sorprendente puntuación de los votantes de IMDb con 9.3 de promedio procedentes de más de 365 mil votantes. Tampoco me dio por verla. Unas series norteamericanas, aunque hay quien cree que son animes por la ambientación de la historia en un pastiche de culturas orientales o árticas. Un terreno muy atractivo para relanzar estas historias y generar ingresos basados en su popularidad. Netflix ha optado por trasladar la historia a acción real, en lugar de una nueva versión en animación. Y así, hace unas semanas llegó a la plataforma, Avatar: The Last Airbender, que recrea la historia de la serie original.

Básicamente es la típica historia del advenimiento de un héroe, más o menos mesiánico, en un mundo en el que está presente la magia, especialmente por la existencia de personas capaces de dominar los cuatro elementos; aire, agua, tierra y fuego. Los malos son los del fuego. Y en este caso el héroe es un chaval de 12 o 13 años de edad, uno de los que denominan el aire, que despierta de un sueño congelado en hielo de 100 años de duración, para liberar al mundo de la tiranía de la guerra y los malos, y para ello recibirá la ayuda de dos hermanos que proceden del pueblo que domina las aguas. Y de otras personas que encontrarán en su camino de descubrimiento, mientras son perseguidos por los malos. Realmente, nada original en cuanto a la historia. Así que la gracia está en cómo se cuente. Como en el original, el entorno es mundo mágico con unas culturas que son pastiches de culturas asiáticas, con mezclas más o menos improbables. Así… los que dominan el agua tiene pinta de inuits, pero a sus lugares sagrados se entran por puertas similares a los torii del shinto japonés. No hay mucho esfuerzo creativo; como digo es un pastiche de elementos existentes. Y me ha resultado difícil de tragar por unos diálogos propios de adolescentes de un instituto yanqui. Un lenguaje simplón que si lo combinas con una colección de frases de aspecto grandilocuente, filosofemas que realmente tienen mucho menos significado que el que aparentan, puestos en labios de los personajes adultos, confiere al guion un aire de baratillo… típico ejemplo de que se busca atraer por los efectos gráficos y especiales, descuidando las historias y el desarrollo de personajes, que son en realidad bastante planos. No creo que repita. Está muy por debajo de lo que yo recuerdo de aquella animación que vi hace nueve años. Muy muy muy por debajo.

Quizá por eso, en paralelo, he estado viendo, también en Netflix, una serie de animación japonesa, también de corte fantástico. Nada original tampoco. Un territorio relativamente trillado. Onimusha [鬼武者, el guerreo demoniaco] es una de samuráis contra demonios [oni 鬼], que transcurre tras el final de las guerras del período Sengoku, al principio del período Edo. A un samurái que ha alistado a un pequeño grupo de guerreros, unos monjes budistas le confían un guantelete con poderes demoniacos, para derrotar a un señor de la guerra que sea convertido, así como sus guerreros, en seres demoniacos. En su camino, serán guiados por una niña huérfana por la acción de los demonios. Como digo, no me ha parecido original, pero está relativamente bien hecha, y es entretenida. Está basada en una serie de videojuegos del mismo título, basados en esas premisas, un protagonista guerrero que lucha contra demonios en distintos momentos de la historia nipona, variando el protagonista según la versión del videojuego. Nada especial, pero vale para pasar el rato con sus episodios de menos de media hora de duración.

[TV] Cosas de series; del manga japonés a la televisión y animación original norteamericana

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Hoy voy a mezclar las series de animación con alguna de acción real. Pero esta última relacionada con el mundo de la fantasía y del manga, que es el material de origen para la mayoría de las series de animación japonesas y algunas de otros países. Nos vamos a mover entre la fantasía y la ciencia ficción, con mayor o menor éxito.

Por algún motivo, la serie de acción real de hoy me ha evocado cierto paseo por el barrio de Yanaka en Tokio hace casi diez años.

Ha pasado más de mes y medio desde que terminé de ver la primera temporada de Mahō Tsukai no Yome [魔法使いの嫁, la futura esposa del mago], como es conocida internacionalmente en inglés, The ancient magus’ bride. Esta primera temporada se puede ver en Netflix, aunque no como serie propia, y no sé si está disponible para todo el mundo o sólo a quienes tiene configurada la interfaz de la plataforma en el idioma inglés. Me picó la curiosidad su planteamiento inicial, aunque tiene elementos que da un poco de repelús. Veréis… Una adolescente japonesa descolocada en el mundo, si familia y sin amigos, se ofrece a ser vendida en una subasta en Londres, con el fin de encontrar un lugar donde la acojan. Y la compra un ser fantástico, un mago de gran altura física, con aspecto antropomorfo, pero con una cráneo de herbívoro con cuernos por cabeza. Y este le dice que la ha comprado para que en el futuro sea su esposa. Y a partir de ahí comienzan sus aventuras en el mundo mágico. Obviamente… una adolescentes que es vendida y comprada para que un tipo la convierta en su esposa… suena un poco… no sé ¿tráfico de personas? Es raro. Luego, se va reconvirtiendo en una serie de aventuras con una peculiar historia romántica. Mucho más adelante nos enteraremos lo que el mago entiende por «esposa» y la cosa se suaviza bastante. Esa primera temporada acaba siendo resultona. Como la segunda temporada ya estaba disponible en otra plataforma, me plantee verla y comentar la serie entera. Vi tres episodios aislados de corta duración, una miniaventura que sirve de puente entre ambas temporadas… pero cuando comencé con la segunda temporada, me estanqué. Se volvió menos original… y bueno, si en algún momento la retomo y la veo entera, ya os comentaré.

También en Netflix se estrenó hace una semana Yū Yū Hakusho [幽☆遊☆白書, ], una serie de acción real que mezcla artes marciales con fantasía. El caso es que leí un reseña en algún sitio en el que la calificaba como una de las mejores adaptaciones de un manga a acción real, y tuve la curiosidad. La historia nos cuenta como un adolescente que bordea la delincuencia juvenil es atropellado y muerto cuando salva a un niño de ese atropello, y se le da la oportunidad de resucitar, siempre que acepte ser entrenado para luchar contra los demonios y espíritus del inframundo sobrenatural que se cuelan en el mundo humano. Una especia de detective de lo sobrenatural. Pronto, con algunos aliados que se encontrará por el camino, tendrá que enfrentarse contra un peligroso mafioso que utiliza en su beneficio a los espíritus malignos de ese inframundo. No está mal valorada, ni por crítica ni por público, pero si yo aguanté hasta el final es porque son sólo cinco episodios. La mayor parte de las adaptaciones de manga a acción real… en mi opinión no funcionan. Y esta no es una excepción. A ratos me parece cutre.

Finalmente, algo de animación desde los Estados Unidos. También una recomendación que encontré por internet. Scavengers reign (traduce como Los carroñeros reinan, o menos literalmente, el reino de de los carroñeros o donde los carroñeros reinan) surge a partir de un cortometraje conceptual realizado hace unos años. Y narra las aventuras y desventuras de los supervivientes de una nave espacial que lleva personas en hibernación y suministros a una colonia humana en un viaje interestelar. Pero como consecuencia de un «accidente», la nave queda varada en un planeta, con sólo cuatro personas y un robot en la superficie del planeta, intentando llegar donde la nave, despertar a los hibernados e intentar sobrevivir y si es el caso, si es posible, salir del planeta. Pero el planeta tiene una abundante y rica vida, potencialmente muy peligrosa. La serie ha recibido múltiples elogios de la crítica y es favorita del público que la ha visto. Es muy rica visualmente, con una trama adulta, donde la supervivencia del héroe no esta garantizada. Sin embargo, a mí al final me ha costado llegar hasta el final de sus doce episodios, que me parecen excesivos. En un momento dado, las situaciones eran variantes, potencialmente indefinidas, de lo mismo. Sobrevivir a las extrañas formas de vida del planeta. Que son extrañas superficialmente. Pues al fin y al cabo, aunque con mucha imaginación, no dejan de ser los equivalentes en raro a insectos, plantas, reptiles, mamíferos o aves diversos. No ha terminado de conquistarme este mundo perdido, ni ha terminado de llegarme esta presunta reflexión sobre la ecología y la vida, y sobre el lugar de los seres humanos en el universo. Cosas que pasan. A veces me pongo rarito y no me sumo al elogio universal.

[TV] Cosas de series; Cowboy Bebop, nuevas adaptaciones… que no siempre salen bien

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Segundas partes, terceras partes, trilogías de cuatro, segundas trilogías, terceras trilogías, universos con veinte películas o más, nuevas versiones, reboots, reimaginaciones, spin-offs… Intentar explotar una gallina de los huevos de oro hasta el agotamiento no es algo nuevo. Pero la sensación de que hoy en día, en la ficción televisiva o cinematográfica, se usa y se abusa de ellas hasta el extremo está constantemente presente en quienes nos gusta el cine y sus derivados en grandes o pequeñas pantallas. Y no siempre salen bien. Muchas veces pienso que lo de Battlestar Galactica fue más la excepción que la norma. Porque además, estos fenómenos se dan más en la ciencia ficción, ficción fantástica, o en la fantasía científica,… tres géneros que parecen similares, pero tienen diferencias que hay que saber diferenciar. Y no siempre es fácil.

Tanto la animación como la acción real están ambientadas en un sistema solar colonizado por los humanos, en los que cada ciudad o establecimiento humano recuerda a algunos de la Tierra, muy devastada como consecuencia de la ruptura de la Luna. Alguno de ellos recuerda mucho a Hong Kong, y por ello traigo fotos de la ciudad china.

Recientemente, en el ámbito de la ciencia ficción hemos tenido muchos anuncios de adaptaciones, nuevas adaptación, nuevas versiones… de materiales originales de referencia, de culto, de gran calidad,… como los queráis llamar. Algunas van saliendo bien (Dune), con el alivio de que las veremos terminar. Otras son decepcionantes (Foundation). Y todas ellas nos echan a temblar de miedo al mismo tiempo que no generan interés y expectativas (recientemente se ha anunciado la adaptación de Cita con Rama)

Esa mezcla de expectativas y miedo me suscitó el anuncio hace ya un tiempo de la adaptación a serie de acción real de una de las series de animación japonesa más redondas e interesantes que conozco. Una serie de referencia, de culto, como la queráis calificar… una serie de gran calidad. No es otra que Cowboy Bebop (animación). Una serie que mezclaba con habilidad elementos de aventura espacial, cine negro y western, con una grandísima, maravillosa banda sonora a cargo fundamentalmente de Yoko Kanno, que la interpretaba al frente de The Seatbelts, y que se movía con habilidad entre la comedia y el drama, con un tono melancólico, nostálgico, que impregnaba cada poro de cada uno de los veintiséis episodios de los que constaba, y con ese quinteto mágico de antihéroes de los que no podrías prescindir ya; Spike Spiegel, Jet Black, Faye Valentine, Edo y E1n, el simpático y misterioso perrillo que los acompaña. Fantástica. Con la excusa de la llegada a Netflix de la versión de acción real, la he vuelto a ver,… y… fantástica.

Efectivamente, fue Netflix, que tiene en catálogo la serie de animación, quien encargo la adaptación de Cowboy Bebop (acción real). Y después de terminar de verla, de dejarla reposar unos días… he de decir que no. Que no es lo mismo, que no tiene el mismo espíritu, que no transmite, ni de lejos las mismas emociones, y que es una serie absolutamente prescindible. Innecesaria por completo. Probablemente, quienes amamos el original de animación la rechacemos por traicionar en gran medida el espíritu y el tono del original, aunque quiera ser fiel al universo y a los «hechos» narrados. Pero los personajes, aunque vistan igual (o parecido, que a Faye la han vestido menos descocada), aunque se llamen igual, aunque se involucren en aventuras similares… no son los mismos. Más parecidos a variantes del pícaro espacial tipo «Han Solo» que a los originales, carecen de la mochila emocional, de la carga melancólica, de las carencias que daban sal y pimienta a la historia original. Y por mucho dinero que se hayan gastado en la ambientación de la serie, no habrá salido barata, visualmente carece del expresionismo de la original, y en general del expresionismo de la animación japonesa de la época. El reparto hace lo que puede con el material que le dan… pero no son quienes tenían que ser. Aunque la última escena (la única en la que aparece Edo), deja abierta una continuación, no se va a dar. Porque al parecer la serie tampoco a sabido convencer a audiencias nuevas, quizá más jóvenes, quizá más diversas… No ha funcionado. No habrá segunda temporada. No puedo decir que lo sienta. Siempre nos queda la original.

[TV] Cosas de series; primero fue el manga…

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He observado ciertas tendencias en la producción audiovisual japonesa. Hay muchas, muchas series, con frecuencia de animación, que son adaptaciones de una historieta, manga, previa. Y en ciertas ocasiones, con posterioridad, pasan a convertirse en serie de acción real. También sucede con algunos largometrajes. Hoy vamos a ver tres series japonesas que terminé de ver en las últimas semanas, y cómo se comportan dentro de esa tradición.

Ya que de las tres series, la que más me ha gustado es la que nos lleva a un viaje de autorrealización del héroe, un camino muy del gusto budista, nos pasearemos por los templos y camposantos de Koyasan. Donde encontraremos algún modelo en grande de Kannon, similar al más pequeño que veneraba la madre del personaje protagonista.

Alice in borderland es un manga publicado entre 2010 y 2015. En realidad, su título original, 今際の国のアリス [Imawa no kuni no Arisu], debería traducirse como Arisu del país del ahora. El apellido japonés Arisu, sería homófono al nombre femenino inglés Alice, más o menos. La cuestión es que el Arisu del manga es un tío de 20 años y no una niña de 10. Pero es innegable la inspiración en la obra de Lewis Carrol. Al menos, transcurre en un mundo extraño, hay naipes, y un sombrerero loco. El manga se convirtió hace unos años en serie de animación, de la que sólo sé que existe, y en este pasado 2020 en una serie de acción real emitida por Netflix. Tres jóvenes sin oficio ni beneficio, en el borde de la delincuencia, se ven transportados a una realidad alternativa donde están obligados a participar en una serie de juegos para no perder la vida. Cosa que también puede suceder dentro de los juegos. La premisa general de la serie, protagonizada por Yamazaki Kento como Arisu Ryohei y Tsuchiya Tao como Usagi Yuzuha, la habilidosa chica que acabará acompañándole en la peligrosa aventura, está bastante bien. Pero su realización presenta altibajos. Con momentos inspirados y otros que chirrían más. Lo que me pregunto es cómo han conseguido filmar en un Tokio absolutamente vacío. Manifiestamente mejorable, aunque me apuntaré a la segunda temporada cuando llegue.

Stein’s gate comenzó siendo una «novela visual»… es decir, un juego para ordenador o máquina recreativa interactivo, de 2009, que inmediatamente se adaptó al manga, el mismo año, y una serie de animación en 2011. De la misma se derivaron otras series y largometrajes. Lo que he visto en Netflix es una nueva serie, Steins:Gate 0, que es una secuela de la historia original estrenada en 2018. Me interesó porque incluía viajes en el tiempo y la gestión de las paradojas acompañantes… pero me ha costado mucho terminarla porque es un pastiche de estilos y géneros visuales que a veces se me hacía indigesto. Está muy bien valorada en IMDb, pero a mi me costaría recomendarla a alguien que no sea un auténtico otaku. Pero igual soy muy ingenuo al respecto sobre el nivel real de los otaku nipones.

Dororo [どろろ] es, originalmente, un manga muy antiguo. Publicado entre 1967 y 1969, ya tuvo una adaptación a la animación en aquel 1969. Posteriormente una versión en forma de largometraje de acción real en 2007, y ahora, pudiéndose ver en Amazon Prime Video, llega una actualización en forma de animación, estrenada en 2019. Hay que considerar que la animación de 1969 fue… en blanco y negro. La historia engrana muy bien con cierta tradición asiática, budista, cuyo referente principal es el clásico Viaje al Oeste. La historia es el relato de un viaje por el Japón del período Sengoku, en el que durante 100 años Japón estuvo en un estado de guerra civil constante con gran sufrimiento de la población civil. Un señor samurai, Daigo, hace un pacto con los demonios de un templo budista para la prosperidad de su territorio en medio de la inestabilidad global. Como consecuencia, su esposa da a luz a un niño sin órganos, que inexplicablemente vive, probablemente por la mediación de la «diosa de la Misericordia» a la que ruega la esposa [la imagen de la diosa tiene toda la pinta de ser la bodhisattva Kannon, muy venerado en Japón]. Evitada su muerte por la comadrona, es recogido y cuidado, y se le suministran prótesis que unida a su visión espiritual interior que le permite detectar a los demonios, se lanza en busca de estos para recuperar sus órganos y su humanidad. Y en estas se encontrar con «un niño», Dororo, que le acompañará y le ayudará en el viaje (en la película parece que es «un joven»). Está muy bien. La historia es muy interesante, la animación de buen nivel, y empatizas fácilmente con los personajes. Tras Cowboy Bebop y Samurai Champloo,… auténticos clásicos, uno de mis animes serializados favoritos. Muy recomendable. Muy al estilo «Don Quijote», Hyakkimaru sería el héroe en su búsqueda épica, y Dororo, sería el representante de las personas comunes, como Sancho, dentro de la aventura. Una fórmula clásica, que suele dar resultado.

[Cine en el aire] Horas de avión y cine asíatico… y francés.

Cine

Esta semana teníamos que haber ido al cine a ver la enésima versión de una historia infinitas veces contada en cine y televisión. Sí, la de la estrella incipiente y el mentor alcoholizado. No es que me haga mucha ilusión, pero como auguran todo tipo de premios a una cantante metida a actriz, hay que comprobarlo. Pero me puse malito el único día que podíamos ir a verla. De hecho, hasta tenía la entrada comprada por internet, que perdí. Así que este sábado voy a hablar de cine pero de otra forma.

En mi reciente viaje a Taiwán, volamos con Emirates, con escala en Dubai. Lo que supone en total cuatro vuelos. Dos de siete horas entre Madrid y Dubai, o viceversa. Dos de ocho horas entre Dubai y el aeropuerto internacional de Taoyuan, y viceversa. Estos últimos fueron nocturnos y nos forzamos a dedicarlos a dormir para minimizar los efectos del jetlag o descompensación horaria. Pero por el mismo motivo, los vuelos diurnos nos obligamos a permanecer despiertos. Y qué mejor para ello que engancharse a la variada oferta de películas que ofrece la línea aérea. Yo opté por el cine asiático, salvo una excepción.

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El buen sabor que me dejó la película coreana me hace optar por fotografías de este país, de Busan, con bosques, para ilustrar esta entrada con cine predominantemente asiático.

Comenté hace unos días ya la película coreana, Little Forest, protagonizada por Kim Tae-Ri, dirigida por Soon-rye Yim, y que me dejó muy buen sabor de boca. Un encanto esta actriz, y muy majica esta adaptación de una historieta japonesa. Veamos que más… Me enterado que tiene versión anterior nipona, dividida en dos películas, pero de momento no me ha entrado la curiosidad. La película que vi ya me pareció bien tal cual.

Del resto, repartido entre la acción real en vivo y la animación.

Una película ya la había visto, Kono sekai no katasumi ni [この世界の片隅に] (En este rincón del mundo), y es una película que cada vez gana más en mi recuerdo y en mi valoración. Ese año tuvo que competir con el éxito de taquilla de Makoto Shinkai que acaparó la atención de la mayor parte del público, pero en estos momentos estoy convencido que este delicado drama de Sunao Katabuchi es superior.

Me interesó enseguida Summer Wars de Mamoru Hosoda. Este director es responsable de dos película que me gustan muchísimo, una fantastico-familiar y otra con viajes en el tiempo, muy dinámica y entretenida, así como de haber participado en una serie de animación para televisión que me parece buenísima, y de la que ya os hablé. Estas aventuras fantástico-cibernético-familiares no están a la misma altura, pero son muy entretenidas. Se dejan ver muy bien.

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Más frío me dejó Sayonara no asa ni yakusoku no hana o kazarō [さよならの朝に約束の花をかざろう] (Maquia: When the Promised Flower Blooms) de Mari Okada. Drama fantástico sobre las relaciones maternofiliales, que carga con un exceso de melodrama, y que entra directamente en la categoría de cine-cebolla, destinado a estimular los lagrimales del personal. No está mal… pero no es prescindible. Su directora es una de las guionistas más prolíficas en el cine de animación nipón. Pero claro,… cantidad no es lo mismo que calidad.

También procedente de una adaptación a una historieta está la última de las películas que vi. Buscando ya algo intrascendente, que si no me daba tiempo a terminar porque llegábamos a Madrid antes de que finalizase, no me importase. Y así me vi una película de acción real, con actores de carne y hueso, Tonari no kaibursu-kun [となりの怪物くん] (My little monster, en realidad se traduce, como «el monstruo a mi lado», porque se sienta junto a la protagonista en clase). Dirigida por Shō Tsukikawa, es un drama romántico de instituto como tantos muchos, aunque tiene bastante dignidad, y se deja ver sin que chirríe nada. Prescindible también, pero no molesta.

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También en acción real, Inori no maku ga oriru toki [祈りの幕が下りる時] (The Crimes that Bind, en realidad se traduce como «cuando cae el telón de la plegaria»). Dirigida por Katsuo Fukuzawa, es una entretenida película policiaca, razonablemente bien interpretada, a la que como principal problema se le puede poner que tiene unas cuantas trampas de guion, de esas que hacen que una película policiaca pasé de ser buena a normalita o del montón. No merece mucho más comentario.

Y terminaré con la única película que no venía de oriente. Se trata de la película francesa Madame Hyde de Serge Bozon, protagonizada por Isabelle Huppert. Recientemente estrenada en nuestro país, ha durado poco en cartelera, y la verdad es que no recibió buenas críticas. Pero tenía curiosidad por ver a la Huppert trabajando. Su papel es el de una profesora de un instituto de formación profesional que es una calamidad, y que no consigue hacerse con sus alumnos, un grupo complejo de los suburbios de una ciudad francesa no determinada (está rodada en Lyon). Un día, Madame Géguil (que se pronuncia como en inglés Jekyll) recibe una descarga eléctrica y su personalidad se desdoblará impulsando cambios en su docencia. La verdad… un poco tostón. Estuve a punto de abandonarla varias veces, y en alguna ocasión no me enteré bien de lo que pasaba porque es una película que tendía a expulsarme de la misma. ¿El peor trabajo que le he visto a la Huppert? Tal vez no sea culpa suya, pero sí.

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