[Cine] A house of dynamite (2025)

Cine

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Pensaba en otra película que trataba el escenario de una hipotética catástrofe nuclear, en la que la única esperanza parecía llegar de una señal telegráfica de la costa de California… no necesariamente San Francisco como en las fotos… pero de allí.


A house of dynamite (2025; 46/20251014)

Como la semana pasado fue «corta» en términos de actividad de este Cuaderno de ruta, no me dio tiempo a comentar la película que vimos de estreno la semana anterior. Y además se nos acumuló otra más. Bueno… pues vamos con la de hace dos semanas, y ya veremos cuando comento la de hace una semana. El caso es que esa película de hace dos semanas nos impresionó considerablemente, siendo que, además, su recuerdo la ha mejorado más todavía. Una película que sabíamos que íbamos a tener disponible en Netflix en pocos días, pero las buenas películas se saborean mejor en pantalla grande. Y más si las dirige Kathryn Bigelow.

Bigelow ya nos ha ofrecido ejemplos espléndidos de buen cine político, a veces disfrazado de cine bélico… pero no, es cine político. Son relatos que nos hablan sobre el poder, el ejercicio del poder político, con todas sus contradicciones y debilidades, propias de las actividades humanas. Especialmente cuando los intereses se mezclan y se confunden. En todos los significados de la palabra «confundir«. Escuchaba hace un rato una entrevista, que no he podido terminar, lo haré más tarde, con el guionista de la película sobre las motivaciones para hacer esta película. Y la explicación era clara y pertinente. Aunque ha habido incidentes en las ocho últimas décadas que han podido provocar el desastre catastrófico de un conflicto nuclear, un conflicto que nadie podría ganar nunca si nadie se achica, este es el momento de la historia en la que el riesgo es mayor. Porque no es una mera tensión a dos bandas conocedoras de que una guerra nuclear es una mutua destrucción asegurada. En la actualidad hay diversos, e incontrolados, actores capaces de lanzar un ataque nuclear. Aunque sea un solo misil. Y que eso desencadene un dominó de destrucción sin sentido. Es curioso que ayer, en una de mis series de televisión favoritas en activo, viese como también trataba el problema de las crisis nucleares, aunque de forma distinta. No necesariamente con un fondo distinto.

El escenario que plantea Bigelow es sencilla en su planteamiento, y muy complejo en su desarrollo. Una potencia desconocida lanza un misil intercontinental desde algún punto del Pacífico, que alcanzará una populosa ciudad de los Estados Unidos en 18 minutos. En ese tiempo hay que intentar pararlo, y si no se para, hay que decidir que viene a continuación y como prepararse para lo que venga. Esos 18 minutos son narrados en tiempo real desde la perspectiva de distintos agentes. En el primero, de los militares de la unidad de detección e intercepción de misiles, al mismo tiempo que desde el centro de crisis de Washington. La segunda desde la perspectiva del mando militar para las cuestiones relacionadas con la guerra nuclear, junto con una asesora especialista en estas cuestiones. La tercera desde la perspectiva de otro asesor especializado en gestionar riesgos para la seguridad, y el propio presidente de los Estados Unidos.

Lejos de las limpias y eficientes actuaciones que tradicionalmente muestran las películas de acción, nos encontramos con gente que se mueven en la inseguridad, en la indecisión, en las probabilidades de acierto o de fallo. En las dificultades de la comunicación entre los distintos actores, en el miedo a lo que les pase a ellos mismos o sus seres queridos. Y últimamente, en una pregunta que queda sin responder, ni falta que nos hace, una pregunta es… ¿qué hacer si un escenario así se produce? ¿Se deja derrumbar el dominó, o alguien es capaz de pararlo y detener la locura pese a las presiones del entorno?

Un reparto coral, muy amplio, en el que mencionaré gente como Idris Elba, Rebecca Ferguson, Gabriel Basso, Jared Harris, Greta Lee,… entre otros muchos, que funcionan perfectamente. Es curioso contemplar tantos nombres británicos, o de otros países europeos o de fuera de Estados Unidos, en una película que sobretodo habla de ese país y de sus responsabilidades ante el mundo. Una realización precisa, funcional en el apartado técnico, aunque destaca sobretodo en montaje complejo ante el dinamismo de una acción que sucede en apenas media hora, en tres ocasiones, con los mismos diálogos, pero de los que no siempre escuchamos su integridad. Sólo al ver las tres partes los podemos reconstruir por completo.

El ejercicio de reflexión política es excelente. Aunque asusta. Y mucho. Porque los políticos y militares que desfilan en la pantalla nos parecen humanos, y por lo tanto falibles, pero razonables. Lo cierto es que en la actualidad, muchas veces parece que son mayoría los que no son sensatos y razonables, los que están henchidos de orgullo personal y tendencias autoritarias. Así que,… da mucho miedo que a alguien se le escape un «pepino», como en varias ocasiones ha parecido o ha estado a punto de ocurrir en las siete últimas décadas.

Valoración

Dirección: ****
Interpretación: ****
Valoración subjetiva: *****

[Cine] Juror #2 (2024)

Cine

Juror #2 (2024; 56/20241111)

Sorprende que Clint Eastwood siga dirigiendo películas a sus más de 90 años. Sorprende en parte por su edad, pero sorprende sobretodo porque no son pocos los directores que se han tenido que retirar por no encontrar financiación de las productoras cuando llegaban a cierta edad. Y eso ha incluido en la historia del séptimo arte a nombres muy importantes. Pero bueno, supongo que tener tu propia productora ayuda. Aunque otra cosa es la distribución. Me cuentan que la distribución de la película ha sido muy limitada en su país de origen, y algo más digna en Europa. Desconozco lo que ha pasado en otras partes del mundo. Pronto irá a parar a una plataforma de contenidos en internet, donde la distribuidora tenía pensado llevarla de inicio. El país del mundo donde más ha recaudado hasta ahora es Francia. O por lo menos hasta que leí los datos. No Estados Unidos. Que probablemente tampoco ocupará el segundo lugar. Y eso que el consenso en la crítica es unánime. La película es buena, tirando a muy buena.

Me perdí algunas de las últimas películas de Eastwood. El director nunca ha escondido su ideología conservadora. Pero también sus mensajes se diferenciaban de la mayoría de los conservadores norteamericanos por su nivel de tolerancia y moderación. No obstante, desde que «hizo aterrizar un avión en el Hudson», su deriva me empezó a molestar. Sumado a que las críticas dejaron de ser tan buenas como antaño, dejamos de ir a ver sus película, que tampoco nos llamaban la atención por sus temas. De hecho, esta película la vi un poco por casualidad. Tenía un día de fiesta entre semana… no había otras opciones interesantes en versión original a una hora adecuada, teniendo en cuenta que hay que dormir y que madrugo… pues vale, incluso si el género judicial no es uno de mis favoritos, aunque haya verdaderas joyas en la historia del cine que transcurren en una sala de juicios.

Un hombre casado (Nicholas Hoult), con su esposa en avanzado estado de gestación, es elegido como miembro de un jurado popular en un juicio por homicidio. Un hombre ha matado a su novia. El transcurso del juicio es muy negativo para el acusado (Gabriel Basso), que probablemente será condenado, como así opinan la mayoría de los miembros del jurado. Pero este hombre sabe que no ha sido así. Lo sabe muy bien. Sabe que fue un atropello con fuga, y no una agresión directa. Y lo causó otra persona. Y otro miembro del jurado (J.K. Simmons), un policía retirado también tiene sus sospechas. Y ahí comienza un debate, mientras en paralelo, el abogado defensor (Chris Messina) logra introducir en la fiscal (Toni Collette), una mujer con aspiraciones políticas, la duda razonable sobre la culpabilidad del acusado.

La película está dirigida de modo funcional. No hay grandes ejercicios de estilo autoral en la forma que Eastwood se enfrenta a esta historia. La cuenta de forma directa, con una desarrollo lineal del juicio y las deliberaciones, con los eventuales flashbacks que nos reconstruyen los hechos como los vieron los testigos. U otras personas que no forman parte de los testigos. Donde destaca la película es en las interpretaciones, que lejos de la frecuente estridencia o histrionismo que preside las películas de juicios, son naturalistas, verosímiles y creíbles. Como todo el entorno de la película. Todo el elenco esta a muy buen nivel, incluso los nombre poco o nada conocidos, y hay que mencionar especialmente al protagonista, que nos muestra a una persona, esencialmente decente en su forma de ser y comportarse en sociedad, pero sometido a un dilema prácticamente irresoluble. ¿Qué haríamos todos nosotros en su lugar, en su situación personal y familiar?

Si ese dilema ético personal es el centro de la película, Eastwood aprovecha, como viene siendo norma, para criticar el funcionamiento de las instituciones del estado. En este caso, el trabajo de investigación de la policía judicial, de la fiscalía (que en Estados Unidos es la encargada de la instrucción de las causas, no el juez de instrucción como en España), y de la propia institución del jurado y el procedimiento judicial. Lo malo de Eastwood es que critica las instituciones, pero en su posición de conservadurismo con notas de libertarianismo capitalista, no propone nada en su lugar, lo cual vacía un poco de contenido su propuesta política. Incluso con ese cierre con fundido a negro, con el cual cada cual puede pensar lo que quiera sobre lo que va a suceder. Yo creo que para Eastwood ese fundido a negro es pesimista sobre si la justicia corregirá sus propios errores. Pero en cualquier caso la interpretación está abierta.

Dicho todo lo cual, la película quedó por encima de mis expectativas. Bastante por encima. Y además, ha crecido en el recuerdo. Está muy bien, merece mucho la pena. Es muy recomendable. Es una pena que esté pasando desapercibida. O que quizá no responde ya a los intereses de unos espectadores que cada vez van menos al cine para pensar, y se dirigen simplemente con un interés de evasión, incluso si para ello han de ver producciones repetitivas, inanes, formulaicas. Que muchos creen que no tienen ideología, pero sí la tienen, y no necesariamente las más positivas. Pero es lo que hay.

Valoración

Dirección: ***
Interpretación: ****
Valoración subjetiva: ****

[TV] Cosas de series; (malas) series de espías y ladronas de alta burguesía

Televisión

Sinceramente, salvo la entretenida serie sueca que comentaré dentro de unos párrafos, mi recorrido por estrenos de series de espías que he visto en las últimas semanas se podría considerar casi catastrófico. Vistas por los comentarios relativamente elogiosos de algunos artículos vistos por la red de redes, me ha sorprendido hasta que punto las plataformas de contenido en línea están rebajando sus niveles de exigencia últimamente. Han dejado de competir por la calidad o el prestigio. Ya no sé en qué compiten. En lo que a mí se refiere, tengo la sensación de que por muy abundante que sea actualmente la oferta de ficción televisiva, la llamada «edad de oro» de la televisión ha terminado. O lo parece.

Rincones y escenas captados por mi cámara fotográfica durante mi última visita a la capital sueca. Volveré a Estocolmo dentro de unas semanas. Por temas familiares, con cierto aire festivo; y aprovecharemos para hacer algo de turismo, claro, aunque ya conozco la capital sueca.

Citadel se puede ver en Amazon Prime Video, aunque no lo recomiendo. Ni siquiera los complacientes votantes de IMDb le otorgan su confianza, puesto que una puntuación de 6,1 en esta plataforma hay que considerarla baja. Ojo… no es que los votantes de IMDb tengan siempre el criterio afinado, que les he visto despreciar, sobre todo en el cine, cosas estupendas, mientras que babean ante la pirotécnica mediocridad de los productos superheroicos. Pero precisamente por eso, pensaba que esta serie de conspiraciones dentro de las conspiraciones entre organizaciones de espías, acompañada de acción en abundancia, les podría satisfacer. Pero ni esas. Y encima, la química entre los dos protagonistas interpretados por Richard Madden y Priyanka Chopra Jonas es floja floja floja. Con una trama típica de organización de espías «buenos», que solo asesinan a los malos, que se ve traicionada y mueren a capazos, aunque algunos sobreviven (esto lo utilizó hasta George Lucas para «deshacerse» de los jedis con su famosa orden 66). Y los que sobreviven… pues a buscar la verdad. Primero tienen que recuperar la memoria, porque se la borran y esas tontás… Nah… que es muy mala a pesar del entusiasmo de algunos plumillas de la red de redes, generación millenial que no ha visto de la misa la media y se creen que saben y les encanta cualquier cosa con algo de pirotecnia y una chica guapa. Evitar.

En algún momento leí que The Night Agent, un título que a priori no me atraía mucho, era uno de los estrenos más destacado en los últimos tiempos, y bien situado en general, dentro de Netflix. Y a este propósito, leí un par de artículos que se mostraban complacientes con la serie. Así que le di la oportunidad. Menos fantástica que en la anterior, mezcla la acción de los agentes secretos con las conspiraciones políticas en la Casa Blanca. La premisa también está vista mil veces. El típico agente del FBI que tiene que proteger a una chica, civil, que sabe algo que los malos no quieren que sepa, hay persecuciones, unos malos malísimos… y varios desenlaces muy previsibles. Aunque camine por caminos muy trillados, la cosa, si está bien hecha, podría funcionar. Pero no. Los diálogos del guion son espantosos. Los personajes protagonistas acaban importándote un rábano. Pero tampoco los malos te inspiran nada en ningún sentido. Frases hechas, escenas prefabricadas, actuaciones mediocres (el protagonista de la serie, Gabriel Basso, es casi catastrófico, aunque el resto del reparto no acompaña). Es cierto que entiendo que al principio de la serie los defectos no se notan. Comienza con las típicas situaciones de acción típicas para atrapar la atención del espectador, lo que puede explicar la audiencia destacada, y que el final arregla un poco lo que hay entre medias… pero bueno… Regular tirando a mala. Curiosamente esta sí que es aprobada por los votantes de IMDb, que se comportan como esperaba también en la anterior. Por cierto, si ayer comentaba que Hong Chau estaba últimamente en todas parte… también aquí. Aunque en esta ocasión, el nefasto guion hace que se sume a la mediocridad general. Las dos series parece que tendrán continuación. Qué se le va a hacer. En principio, que no cuenten conmigo.

Barracuda Queens es una serie sueca con una primera temporada de sólo seis episodios que, basada en un caso real, nos habla de un grupo de cinco amigas, cuatro de ellas en sus 18 o 19 años, y la otra algo más joven, hermana de una de las anteriores, que tras una noche loca acumulan unas deudas que no saben como pagar. Aunque todas menos una pertenecen a familias pudientes, residentes en una de las ciudades dormitorio de mayor nivel en el área metropolitana de Estocolmo, no quiere que sus familias se enteren de esos y otros problemas que acumulan. Y para salir adelante, deciden comenzar a desvalijar algunas de las casas de su vecindario de familias con pastuza, aprovechando que conocen el percal. Pero claro, no son precisamente profesionales, opinen lo que opinen las despistadas policías que van tras ellas, y van dejando pistas y rastros por todas partes. Esta es una de esas series poco apreciada por los votantes de IMDb que, curiosamente, a mí me entretuvo bastante. Me parece bastante ágil y suelta en su desarrollo, las interpretaciones son razonables, y combina la acción derivada de la actividad delictiva de las chicas con la crítica con cierta dosis de mala leche hacia la alta burguesía sueca. Lo cual siempre tiene su punto de diversión. No porque sea sueca, sino porque es alta burguesía… que rima con hipocresía. Tiene pinta de prometer segunda temporada, que veré. Supongo.

[Cine] Hillbilly elegy (2020)

Cine

Hillbilly elegy (2021; 01/20210103)

No sabía que día iba a comentar esta película dirigida por el en otro tiempo respetado Ron Howard, a más gloria de las capacidades interpretativas de Glenn Close y Amy Adams, siete y seis veces candidatas al oscar, que se les resiste como gato panza arriba. Solución (aparente), ponerse viejas, o gordas y desastradas, un poco como hizo Charlize Theron en su momento, para haber si así hay suerte. Son grandes actrices. A mí me gustan… pero no sé yo si estas estrategias son las más… no sé. El caso es que me entraba un poco de pereza… hasta que las noticias relacionadas con el asalto al Capitolio de los Estados Unidos le han dado sentido de oportunidad a este comentario.

En estos días de frío y nieves en buena parte de la península, en Zaragoza de momento no ha caído ni un copo de nieve ni una gota de lluvia pese al frío, serán buenos para ilustrar esta entrada algunos paisajes nevados del medio rural.

Basada en un libro autobiográfico de un abogado (interpretado por Gabriel Basso) que se doctoró en leyes en Yale… en medio de una peripecia familiar relacionada con la «afición» a las drogas «recreativas» de su madre (Adams), recuerda en sucesivos flashbacks cómo transcurrió su infancia y adolescencia, criado a medias entre su inconstante madre y su abuela (Close). El título de la película, y del libro en el que se basa, viene del hecho de que pertenecen a ese grupo de población a los que en Estados Unidos se les llama hillbillies. A veces también rednecks, aunque no sé si las dos apelaciones coinciden exactamente o más bien tienen fuertes puntos de intersección. En las traducciones al español se les suele llamar paletos… pero es un poco simplista la cosa.

En sentido estricto, un hillbilly es un sujeto cualquiera y anodino (de ahí el nombre habitual y común de Billy) de las colinas (hills), en general de los Apalaches o de las Ozarks, regiones montañosas con pocos recursos, o que en el mejor de los casos se dedicaron a una dura minería que ha ido a menos con los tiempos. Son personas de origen europeo, blancos, pero que ocupan estratos sociales bajos, y son mirados usualmente con desprecio por otros blancos. Durante el siglo XIX, antes de que se acuñase el término, fueron la carne de cañón de los confederados del sur en la guerra, y se solía hablar de ellos como white trash (basura blanca), frente a los propietarios de plantaciones o a los comerciantes de las ciudades. Son extraordinariamente conservadores, muy religiosos, lo que no les impide entrar en los circuitos de la delincuencia, generalmente a través de la producción y trapicheo de drogas ilegales. Y si los relaciono con lo sucedido en el Capitolio, es porque son parte importante de los apoyos electorales de los populistas conservadores como Donald Trump, a pesar de que suelen ser uno de los grupos más desfavorecidos por las políticas conservadoras. Muchos de ellos emigraron a los cinturones industriales del medio Oeste americano, caso de la familia protagonista de la película que fue de las montañas de Kentucky al cinturón industrial de Cincinnati. Buscando prosperidad. Cosa que no siempre se conseguía. De hecho, en los últimos 20 años, la posibilidad de ascenso social en Estados Unidos, en especial entre estos grupos, ha disminuido alarmantemente. Su acceso a la cultura y la educación es muy limitado, y el caso del protagonista de esta película se podría calificar de raro o excepcional. Y siempre pasando por el ejército y la guerra para conseguir entrar en los primeros grados de la universidad. De esta gente salen los energúmenos de las imágenes de estos días. Son gente que se sienten amenazados por otros grupos sociales desfavorecidos pero más dinamícos, como pueden ser los latinos, afroamericanos o asiáticos, con más capacidad de organización, más hambre de cultura y de ascenso social a pesar de los muchos problemas que tienen todavía, y eso hace que se aferren a sus religiones, racismos y conservadurismos extremos. No digo que todos lo sean, pero esta sociedad es el caldo de cultivo para estos fenómenos.

Explico todo esto porque me parece pertinente para entender mejor lo que pasa en los Estados Unidos y porque me sirve para valorar la películas. Y es que la situación de estos grupos sociales da para hacer muchas películas, con mucha profundidad y con intención. Y lo único que ha salido de esta elegía de los hillbillies es un dramón propio de telefilme de la hora de la siesta. Con buenas interpretaciones, pero nada más. Y con poco interés en general. Recuerdo aquella película hecha con cuatro perras, Winter’s Bone, dirigida por Debra Granik, y protagonizada e interpretada por una sobresaliente, mucho más interesante que las protagonistas de la película de hoy y de lo que ha hecho después, Jennifer Lawrence, que estremecía al mismo tiempo que exponía con claridad la dureza de la situación social.

Por lo tanto, sin ser una mala película, tiene un interés muy limitado, y me parece una oportunidad fallida a la hora de profundizar en el tema. De todos modos, si os interesa, está en Netflix. No empezamos bien el año. Aunque se compense con la siguiente película vista en la gran pantalla, pero que ya no computa para el balance de este año… computó en 2001.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

[Televisión] El final de Cathy

Televisión

Llevo varios días demorando esta entrada. El tener algo más de tiempo libre hace que  se acumulen los temas o las posibilidades de escribir en este Cuaderno de Ruta, cuando de por sí ya suelo tener materia para escribir una entrada al día.

Pero le debía una reseña en exclusiva Cathy Jamison (Laura Linney)The Big C. Que se nos ha despedido en su cuarta temporada. Para siempre.

Está fue una apuesta muy arriesgada. Con una actriz del indudable prestigio de Linney, a la que en la pantalla grande hemos podido admirar en varias ocasiones con interpretaciones magníficas, principalmente dramáticas, crear una comedia sobre una mujer en sus cuarentaytantos a la que diagnostican un melanoma, es decir un tumor maligno de la piel con muy mal pronóstico, en una fase avanzada de la enfermedad. Y lo dicho. Con esto, más el cortejo de personajes, unos más normales, otros más peculiares, crear una comedia. Algo divertido. Aunque no banal. Por supuesto.

Parque de la Memoria

A veces las modernas cámaras digitales y los objetivos más punteros son demasiado buenos para crear atmósferas. Por eso vienen bien los objetivos clásicos más imperfectos. Creo que el Elmar 5 cm 1:3,5, dando buen resultado a aperturas medias, da una atmósfera adecuada al blanco y negro cuando se usa a aperturas grandes. Parque de la Memoria.

Es difícil hacer comedia con el cáncer y con la muerte como telón de fondo. Especialmente, si se trata de la enfermedad real y la muerte real. Las que suceden en la vida cotidiana de las gentes. Hay miedo. Y en muchas ocasiones ambas palabras, cáncer y muerte, van asociadas en el imaginario de las gentes.

La apuesta ha salido bien, en líneas generales. Ha habido irregularidades. La primera temporada fue estupenda, magnífica. Y no fue mal la segunda. La tercera fue realmente irregular. Y dadas las premisas de partida no podía haber muchas más de cuatro temporadas. De hecho, la cuarta ha sido la última. Una temporada especial, ya que en lugar de los 13 o 10 episodios de media hora de las anteriores, se ha concentrado en cuatro episodios de una hora cada uno. Me ha parecido lógico y adecuado. No voy a sorprender a nadie si digo que esta serie, en clave de humor, ha ido sobre la realidad. Y la realidad para Cathy estaba muy clara desde un principio. Y presentar el final de la forma en que lo han hecho, manteniendo el humor que ha sido seña de identidad de la serie, pero sin alargarlo agónicamente en el tiempo, me ha parecido un acierto.

Canal Imperial de Aragón

Alimentando las palomas en el Canal Imperial de Aragón.

Por supuesto, dos son las claves del éxito de la serie; los guiones y el reparto. Además de Linney, no podemos olvidar a Paul (Oliver Platt) Adam (Gabriel Basso)Sean (John Benjamin Hickey), Andrea (Gabourey Sidibe), mención especial para Marlene (Phyllis Somerville), y otros varios que sería prolijo mencionar.

La serie no se podía estirar más. No tendría sentido. Pero yo echaré de menos a Cathy. Buen cine para la pequeña pantalla.

Parque Grande

Vistas desde el Cabezo Buenavista.

Parque Grande

El gran león del Parque Grande, en el excesivo monumento a Basilio Paraíso.

Parque Grande

Paseando bajo los plátanos del Parque Grande.

Parque Grande

La rosaleda esta vacía en la mañana nublada de lunes.

Parque Grande

Los jubilados son los principales paseantes entre semana, en un día realmente gris.

Parque Grande

Pero los días grises pueden ser mejores para la fotografía que los de fuerte sol.

Parque Grande

De este árbol también tengo versiones en color. Me gusta.