La película ha sido vista en versión original subtitulada en español. En la cartelera española, se puede ver en versión doblada, aunque han mantenido el título, que es el nombre de la nave interestelar en que viajan los personajes del filme. No obstante, creo que en algunos países americanos de habla española se puede ver bajo el título traducido de Prometeo.
Para mí, esta película era obligada. La tenía en agenda desde que me enteré su fecha de estreno. No es que mis expectativas fueran altas. Pero se daban una serie de circunstancias que me empujaban a ver el filme. Me permitiré el lujo de extenderme un poco.

Antecedentes
Para mí, igual que para muchos, Alien (Alien, el octavo pasajero) fue un hallazgo. En aquellos momentos, siendo yo bastante joven pero no un crío, sólo supe que me gustó a pesar de los sustos. Nunca me han gustado los sustos. Pero evidentemente había algo más que sustos. Algo que fui descubriendo con el tiempo. Era un space opera, género que se convirtió en uno de mis favoritos de la ciencia ficción, a pesar de que el porcentaje de buenas obras en este género, literarias o cinematográficas, es relativamente bajo. Era una de las mejores películas de terror que había visto, y lo sigue siendo. Si consideras el punto de vista de Hitchcock, es una magnífica película de suspense. Entendido el suspense como la capacidad de la película para situar al espectador en la posición de la protagonista, y hacer que sufra como ella. Y el guion era de primer nivel. Y marcó un antes y un después en el diseño de producción de la ciencia ficción. Y nos descubrió a Sigourney Weaver. Y más…
Luego vino la paradoja. De las secuelas que vinieron después, vi el primer tercio de la segunda película, en el cine, en una sesión en la que acabamos saliéndonos de la sala en circunstancias que no vienen al caso. El caso es que no me quedaron ganas de volver a verla. No me parecía lo mismo. Los mismos monstruos, la misma protagonista,… pero para mí, aquello no tenía nada que ver con Alien. La película de Ridley Scott la he vuelto a ver repetidas veces en vídeo. La primera secuela, hace unos meses, intenté verla entera… y cuendo llegué más o menos al mismo punto en que la dejé en mi juventud, apagué el aparato de televisión. Para mí, se confirmó mi primera impresión. Aquello era otra cosa, que no me interesaba. Por supuesto, de las películas que siguieron, no tengo ni idea de lo que iban.
Así pues, al contrario que para la mayor parte de los fans de la franquicia, para mí el universo «alien» constaba, antes del viernes pasado, de una sola película. Magistral. Pieza clave del cine de ciencia ficción junto con Blade Runner, del mismo director. Cuando anunciaron que Prometheus, película con la que han jugado al despiste sobre si es o no es una «precuela» de la anterior, iba a ser dirigida por Scott, cosa que no sucedió con ninguna de las secuelas, lo tuve claro. Esta sí que la vería. Entera. Salvo causa de fuerza mayor. Veamos lo que ha pasado.

Sinopsis
Comienza la película con unas impresionantes vistas de Dettifoss en Islandia. Bueno. Eso no lo dicen. Pero es. Un ser de aspecto parecido a los humanos toma algo, y en el borde del salto de agua se deshace literalmente en pedacitos, y cae y se disuelve en el agua. Viéndose unas cadenas de ADN que se transforman en algo.
Nos trasladamos a algún momento de finales del siglo XXI, y unos arqueólogos, la Dr. Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y el Dr. Charlie Holloway (Logan Marshall-Green), encuentran en la escocesa isla de Skye, esto sí lo dicen, unas pinturas rupestres que se asemejan a otras encontradas por distintos lugares del mundo, en distintas civilizaciones, en distintas épocas. Esto es interpretado como una confirmación de la teoría de que la vida humana fue implantada en el planeta Tierra por una civilización extraterrestre, y como una invitación para ir a su encuentro.
Pasamos al interior de una nave espacial, la Prometheus. Su tripulación, entre quienes se encuentran los dos científicos anteriores, el capitán Janek (Idris Elba), y Meredith Vickers (Charlize Theron), representante de industrias Weyland, propiedad del multimillonario Peter Weyland (Guy Pearce), además de otros tripulantes diversos, está en estado de hibernación. Hipersueño me parece que le llaman en esta película. Se encarga de los mantenimientos de la nave un androide de aspecto humano, David (Michael Fassbender), que se entretiene investigando el pasado y los sueños de la Dr. Shaw y viendo Lawrence de Arabia. Finalmente, llegan a las inmediaciones de un sistema planetario, y allí se procede a despertar al conjunto de la tripulación y realizar la entrada en la atmósfera de un satélite terrestre de un gigante gaseoso.
Con gran rapidez encuentran unas estructuras que no pueden ser naturales, e inmediatamente mandan un grupo expedicionario. Allí encuentran restos de una antigua civilización. Evidentemente, de seres similares al del comienzo de la película. Y también unas extrañas urnas con forma de ánfora con una extraño material viscoso. Se ven obligados a volver a la nave por una tormenta. Salvo dos científicos, más bien estúpidos. Pero el contacto con el material viscoso va a condicionar ya el futuro de la expedición. Y si habéis visto Alien, os podréis imaginar por donde van las cosas, pero no voy a contar más para no destripar el asunto.

Comentario
Primero, lo positivo. La presentación visual es impresionante. Con imágenes de gran belleza, muy efectivas, con la demostración de que desde luego Scott sabe cómo manejar las cámaras, cómo hablar el lenguaje cinematográfico, cómo dejar sentado y fijo en el asiento al espectador, incluso olvidando el maldito 3D que nada aporta de sustancial a este filme. Excelente labor técnica, con un excelente sonido (que no banda sonora), una excelente fotografía, un excelente diseño de producción. Todo esto, muy bien.
Pero luego viene lo negativo. El guion es una cutredad. Es muy previsible. Es como si hubiesen cogido el guion de Alien y, sobre esa base, construyendo una historia similar pero distinto. Todos los personajes que estaban en la primera película tienen más o menos un equivalente en la Prometheus. Y luego están las cosas inverosímiles. Uno se va de expedición a un sitio desconocido sin una investigación previa. Uno toca una sustancia viscosa alienígena sin guantes. Uno ve unos toscos dibujos en la piedra muy esquemáticos con cuatro pelotones que se supone que son planetas o estrellas, y ya sabe cómo encontrarlos en la inmensidad galáctica. Uno tiene una sofisticada mesa quirúrgica que opera automáticamente sin necesidad de cirujano, pero teniendo una tripulación en la que hay tres mujeres, está preparada para operar hombres. Uno lleva escafandra porque la atmósfera es raruna, de repente dice que es menos raruna, y sin más análisis ni consideración te quitas la escafandra y tan contento. Y las que no cuento para no destripar el argumento. Unos tipos hastan han rodado una breve «precuela» de la precuela, en la que se cachondea de todas estas cosas.
Y finalmente, están las interpretaciones. El rey de la fiesta es Fassbender que compone un androide a la altura de lo mejor del género, y mira que hay muchas cosas buenas en lo que se refiere a interpretar «pellejudos». Si queréis entender la referencia. Muy bien. Muy inquietante. Merecedor de un guion con más profundidad. En el lado del aprobado, Noomi Rapace, que sin embargo en su papel de heroína principal no aguanta la comparación con la sargento Ripley. Las comparaciones son odiosas. En el lado del suspenso, y esto sí que me cuesta decirlo, una Charlize Theron que parece durante toda la película que la cosa no vaya con ella. Aunque siga estando guapa y maciza hasta decir basta. En el lado del «qué pena que no le hayan dado más juego», Idris Elba con un personaje injustamente reducido a su mínima expresión. Lo anecdótico, un Guy Pearce bajo una tonelada de horrible maquillaje para hacer que sea muy muy viejo.

Consideraciones finales
De la misma forma que hay películas que crecen en tu memoria conforme pasa el tiempo, y acaban gustándote más que cuando saliste de la sala de cine, las hay en las que pasa todo lo contrario. Y esta es una de ellas. Cuando sales, lo que tienes en la memoria es lo que tienes en la retina. Que es la parte positiva de la película. El espectáculo visual, el buen cine que sabes que tiene un director que desgraciadamente ha sido muy irregular en su carrera. Pero conforme va pasando el rato, conforme vas comentando la película, cuantas más cervezas consumes tras cenar algo con tus acompañantes, más consciente eres de que la pobreza argumental y las tonterías que salpican aquí y allí esta película que tenía todo para ser magnífica. Todo menos un guionista con dos dedos de frente. Ni siquiera brillante. Simplemente que no fuera un simple y tratase a la audiencia como simples. Y esto, en el momento en que escribo esta reseña, lastra considerablemente mi consideración por la película. Que estaría encantado de volver a ver, con el sonido apagado, simplemente para disfrutar de los aspectos visuales de la misma.
Valoración
- Dirección: ***
- Interpretación: ***
- Valoración subjetiva: **
Lamentablemente, no dispongo de fotografías de los bellos saltos de agua islandeses, como el espectacular Dettifoss del principio de la película. Pero sí puedo subir unos cuantos saltos de agua también de la nórdica Noruega.
