Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Comentario sobre la fotografía con el teleobjetivo Leica en la excursión a Tudela y en algunas escenas en Zaragoza.
Ye he mostrado en entradas pasadas fotografías de la escapada de una tarde a Tudela a finales de marzo, tanto realizadas con una cámara de formato medio digital como de formato medio para película fotográfica tradicional. Pero también me llevé otra camarita con película fotográfica en color y un teleobjetivo corto, para complementar. No me hizo papel. No hice una buena selección de la película. Pero bueno, os dejo algunas fotos de aquella tarde.
Como la cámara no me hizo buen papel en Tudela, no llegué a exponer ni la mitad del rollo de película. Así que la terminé unos días más tardes. Un sábado por la mañana, disfrutando del amanecer, aunque no tuviéramos una salida del sol clara, y el domingo siguiente en la Maratón de Zaragoza.
Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata.
Comenté hace casi cuatro semanas mi escapada en el día a Madrid. Una de esas escapadas frecuentes sin un propósito específico de ver algo, visitar algo, ni nada de esto. Hacer algunas compras, ver a la gente que quiero y que, por algún motivo que nunca entenderé, vive en semejante lugar… airearme en general. Viví un año en la capital, estudiando mi especialidad y haciendo estudios de posgrado, y luego la he visitado en numerosas ocasiones.
Por supuesto, siempre hago fotos. Incluso cuando paso por enésima vez por paisaje muy conocidos y muy trillados. Siempre hay alguna cosa que me llama la atención. O nuevas condiciones de luz. O algo que ha cambiado. Ningún paisaje, y menos los urbanos, son inmutables. Y como de costumbre en los últimos tiempos, dedico especialmente mi afición fotográfica a la película sensible tradicional.
Lo más destacado de ese día es que estuvimos caminando un rato, mientras mirábamos algunas tiendas y nos desplazábamos a otra zona de la ciudad, por Malasaña. Un entorno habitualmente animado, aunque no entre las tres y las cuatro de la tarde. Pero siempre surgen oportunidades. Y luego, conforme volvíamos por la tarde en dirección a tomar alguna cerveza y volver a la estación, por esa colección de reyes medievales de los reinos hispánicos, anacrónicos en sus atuendos y modales, que ornamentan la plaza de Oriente, frente al lateral del Palacio Real. Siempre nos generan alguna risa por su absurdo y falta de rigor histórico.
Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta pueden verse, comentadas desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata.
En esta semana me han ido llegando las fotografías realizadas con rollos de película fotográfica para negativos en color. Tras varias pruebas, los rollos con película de 35 mm los he remitido a un laboratorio, donde suelen dejar un equilibro del color y los tonos más agradable y sin dominantes extrañas que en otros, y los rollos con película tipo 120 los he remitido a otro donde ofrecen un tamaño de archivo en megapíxeles mayor, que aprovecha mejor la información del negativo de formato medio, con un coste similar o muy poco superior. En general, bien. Las de hoy son fotografías procedentes de un rollo de película de 35 mm, pero en una cámara de medio fotograma, por lo que en un rollo de 36 exposiciones se obtienen más de 72. A mí me han salido 76 y media. Es decir, el primer fotograma está parcialmente velado.
Las fotografías corresponden al viaje en el día a Gerona del que os hablé hace unos días. Y han quedado bastante bien. Las condiciones de luz eran muy agradables. Estuvo soleado todo el día, pero con la presencia de un velo de nubes que quitaba dureza a la luz y evitaba los contrastes excesivos. El resultado me ha gustado bastante, teniendo en cuenta que el medio fotograma nunca puede ofrecer la calidad intrínseca de imagen que otros tamaños de negativo más grandes. Pero son cámaras ligeras y agradables de usar, como explico en el enlace que he puesto al principio de esta entrada.
Desde hace unos meses, a partir de las fotografías de mis experiencias con película fotográfica, vengo realizando comentarios sobre temas diversos que se me ocurren a partir de las imágenes. Pero hoy estoy de bajón. Cuando «hoy» es «desde hace unos días». Empiezo a notar el tiempo gris del otoño avanzado. Así que me limitaré a compartir algunas fotos.
… y cuanto más pan echamos, mejores ratos pasamos.»
Anónimo
Esta era la cancioncilla que cantábamos de adolescentes y hacíamos, más que el pato, el ganso. Parece como un pasatiempo nacional que si hay un curso de agua, o estanque, la gente, especialmente los mayores o quienes pasean con niños, se dedique a alimentar con sobras o con pan a las aves como patos y gansos. También están los que alimentaban con granos a las palomas en las más céntricas plazas de la ciudad. Las cuales, con el alimento fácil y asegurado, acaban por convertirse en una plaga para la propia ciudad.
Y la tendencia no parece cambiar. Cuando decido hacer ejercicio, caminando un buen rato y a buen ritmo, varias de mis rutas habituales discurren a orillas del Canal Imperial de Aragón. Y no es infrecuente encontrar rincones llenos de basura y excrementos de las aves por ser los lugares donde las gentes se dedican a alimentarlas. Cuando uno viaja por el resto de Europa, lo habitual es que encuentre avisos a la población informando que eso es algo que bajo ningún concepto se debe hacer. Por varias razones. Dos ya las he mencionado; por motivos higiénicos, para evitar acúmulos de desechos, y para evitar que estos animales se conviertan en plagas. En el caso de las palomas, con sus corrosivos excrementos, generan cuantiosos daños. Trabajé en hospital en Huesca que, cuando se producían tormentas torrenciales, el agua que caía sobre el tejado arrastraba estos desechos, que atascaban las bajantes de desagüe y producía eventualmente peligrosos desbordamientos que afectaban a las áreas de hospitalización donde estaban los enfermos.
Pero estos usos también afectan negativamente a las aves, ya que los alimentos que se les proporcionan en esta actividad lúdica están desequilibrados para sus necesidades. Y además de que pueden convertirse en plaga por su mayor capacidad para reproducirse, también pueden enfermar o transmitir enfermedades. Recuerdo los avisos que había a orillas del Ródano cuando desaguaba el lago Lemán en Ginebra: «No alimenten a las aves; son lo suficiente listas como para buscarse la alimentación que necesitan por su cuenta». Y los ginebrinos, respetaban estas señales. Aquí, el ayuntamiento de la ciudad, ni siquiera se cosca de que conviene incluir estas advertencias. Algún día aprenderemos. Quizá. Tal vez.
Cuando terminé con el rollo de película en color que le puse a la Leica Minilux en diciembre pasado, puse otro rollo para negativos en color en la Canon EOS 650 y la calcé con un venerable Takumar 35 mm de Pentax… que sirve para dar miedo a los incautos diciendo que es radiactivo. Y es cierto. Aunque carezca de peligro para la salud.
El tipo de película es el mismo. Las cámaras que he usado con ella en junio y julio, muy distintas. Una minúscula cámara de medio formato de los años 60 del siglo XX, frente a la primera autofoco Canon EOS para película tradicional, con un objetivo de los años 2010. Pero los resultados no se llevan tanto. La EOS lleva ventaja, claro está, pero la pequeña Olympus Pen EE3 se defiende bien. En cualquier caso, ambas cámaras han recogido la abundancia de vegetación verde de este verano en Zaragoza. Una primavera húmeda más un verano cálido, pero no desmesuradamente caliente…
Aquí os dejo unas cuantas fotos de la mañana, en los hocinos del Pajazo y en Martín del Río. Por la tarde en Peñas Royas, la luz era muy fea y no le puse otro carrete de película a la cámara.