Nunca he sabido extraer el potencial creativo, asociado a la falta de calidad intrínseca de las Holga, cámaras de plastico a medio camino entre una cámara de fotos y un juguete barato. La baja nitidez de sus lentes de plástico, la escasa capacidad de intervención sobre los parámetros de exposición, el extremo viñeteo mecánico que presentan en ocasiones los fotogramas, el riesgo constante de que entren filtraciones de luz,… o simplemente de que se «desmonte» por su precario sistema de fijación la tapa trasera que protege la película. En fin… cosas.
Pero es que en esta ocasión además metí la pata. A pesar de las escasas opciones de ajuste de los parámetros de exposición, me equivoqué en uno. En fin… lo explico todo en Nunca se me ha dado bien fotografiar con la Holga…
Reconozco que cada vez paso menos tiempo en internet mirando cosas. La red de redes está llegando a una peligrosa saturación de información… inútil. Y consciente de la inutilidad de mucha de esa información, poco a poco voy dedicando menos tiempo a buscarla. Creo que finalmente internet será un mercado de servicios, y cada uno acudirá a los que realmente le interesen, ignorando por completo el resto. La utopía de foro público mundial de intercambio de ideas, propuestas, creaciones… se irá deshaciendo o desvaneciendo por la basura y el ruido de fondo que la infesta. Y quizá por eso, ha sido a toro pasado cuando he leído los recordatorios de que ayer 19 de agosto era el día mundial de la fotografía. Bien es cierto que me joroba un poco que en ese día se homenajee a Daguerre, que fue un aprovechado, en lugar de recordar a Niepce o Fox Talbot que fueron quienes realmente se curraron el invento.
Aunque sea con un día de retraso, ¿cuál es la mejor forma de celebrarlo? Pues con fotos claro. Que es de lo que se trata. De mantener viva la fotografía como arte y forma de expresión, más allá de la banalidad que impregna hoy en día la facilidad con la que se envían noticias intrascendentes gracias a la facilidad de uso de las cámaras de los móviles para hacer fotos espantosas, pero que hacen gracia a las abuelas y a los abuelos, porque en ellas salen los nietos y las nietas haciendo monerías. O cualquier otra banalidad similar de nuestra vida cotidiana que muchas veces no interesa realmente ni a aquellos a quienes les remitimos las imágenes, y que las vitorean con la esperanza de ser correspondidos con similares vítores cuando ellos publican o remiten en las redes sociales sus propias banalidades intrascendentes.
Luego estamos los que seguimos complicándonos la vida, mayormente incomprendidos por otros, que fingen sorprenderse o interesarse por lo que hacemos, utilizando equipos del año de la polka y siendo fieles a los procedimientos fotoquímicos a la película con emulsiones de haluros de plata, con o sin pigmentos cromogénicos incorporados. Es decir, en color o en blanco y negro. Y a eso voy, porque poco antes de coger vacaciones me dio tiempo a comprobar que tal le sentaba a un objetivo tan simplón y elemental como el Meyer-Optik Görlitz Trioplan 50/2,9 una película negativa en color actual como la Kodak ProImage 100. Los detalles técnicos en ¿Día mundial de la fotografía?… Pues bueno… Trioplan 50/2,9 y Kodak ProImage 100.
Cuando salía del cine hace unos días, comentaba con mis amistades que al día siguiente tenía que ir a recoger unos paquetes de Amazon. Ya no los dirijo a casa. Nunca estoy cuando los traen y es un rollo. Así que directamente los dirijo a un establecimiento donde son muy amables y que sin estar cerca de casa, tampoco está lejos, y está muy bien comunicado por transporte público. En esta ocasión tenía dos paquetes para coger. Uno pequeñito, una cuerda para mi ukelele, y otro más grandote, dos objetivos estándar para mis dos sistemas de fotografía digital. En ese momento me di cuenta. Tiendo a comprar la mayor parte de mi equipamiento fotográfico en verano. No sé muy bien porqué.
Sobre las compras fotográficas, lo explico con detalle en De compras veraniegas – focales estándar para sistemas diversos. Aquí simplemente os dejaré algunas fotos realizadas mientras probaba los dos objetivos fotográficos adquiridos. Muy similares en lo que ven. Mejor dicho, en lo que veo yo a través de ellos.
La «Metropolis» es una de las películas negativas en color que comercializa Lomography. Colores poco saturados, contraste incrementado, grano abundante… Estos inventos que llaman mucho la atención a los caprichosos y que yo no suelo usar. Aunque en esta ocasión me apeteció. Y aunque es demasiado cara… compré un rollo.
Llevo el verano desempolvando mi material fotográfico fabricado hace décadas en los países de la Europa del Este, aquellos que decían que estaban tras el «telón de acero». Aunque en las ópticas hay algunas cosas curiosas y que funcionan bien, las cámaras son más azarosas. En cualquier caso, esta mía, alemana de la RDA, funciona.
Sip… nunca se sabe que va a pasar. A pesar de sus peculiaridades ergonómicas, me encanta usar la Zenit 3M «50º aniversario de la Revolución de Octubre» (que fue en noviembre). Pero es frecuente que tenga algún que otro incidente. Y en esta ocasión fue que me jugué casi la mitad del rollo por una rotura de la película en el rebobinado.
Me estoy acostumbrando a comprar película instantánea «usada» en Amazon. Obviamente, no está usada. Viene del apartado de productos «reacondicionados», generalmente productos devueltos tras la compra, que ya no se pueden vender con su precio habitual por diversos motivos. Pero el caso es que hasta ahora, la película instantánea que he comprado de esta forma va bien. Y como es el caso del cartucho de Instax Square Black, porque tiene el marco negro, hasta con un 30 % más barato de su precio habitual.
Estoy durante este verano en una «fiesta» fotográfica de las que se montan en las redes sociales. La gracia de esta es que para participar tienes que hacer las fotos con cámaras u objetivos fabricados en los países de la órbita soviética durante la época de la guerra fría. Que tienen unos controles de calidad… unos dicen que inexistentes, otros dicen que aleatorios… más bien poco rigurosos. Ya contaré alguna de mis peripecias en su momento.
El caso es que me hizo gracia cargar una de estas cámaras de la antigua DDR, con un objetivo de la antigua CCCP, con una película de muy baja sensibilidad, originalmente pensada para duplicar o copiar película cinematográfica, y que pertenece a una marca que también fue propia de la antigua DDR cuando la guerra fría, aunque originalmente, antes de la guerra mundial, fue parte de Agfa. Detalles técnicos del asunto en Película negativa en blanco y negro de muy baja sensibilidad – Praktica MTL5 y Lomography Fantôme 8. Como de costumbre, aquí os dejo fotos.
Se me rompió el accesorio de un objetivo gran angular hace unos meses. El visor externo necesario para encuadrar con cierta dignidad el objetivo. Los detalles técnicos en Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 MC, nuevamente en funcionamiento – Leica M6 y Kodak Portra 400 a IE 200. Encargué uno nuevo, de segunda mano, que me llegó desde Japón hacia finales de junio. Comprar por eBay a vendedores japoneses suele ser más fiable y más barato que a vendedores europeos, en mi experiencia. Incluidos los costes de aduanas.
El sábado siguiente, la tarde tenía las suficientes nubes como para eliminar la dureza de la luz del verano, y al mismo tiempo dejaba pasar suficiente luz como para que los colores y los contrastes naturales fueran suficientes y, a ratos, interesantes. Así que salí a comprobar que el visor funcionaba sin problemas, como el antiguo. Os dejo unas cuantas fotos.
Si el viernes os mostraba algunas macrofotografías en blanco y negro realizadas con un nuevo accesorio para una de mis cámaras clásicas, de 1970, año más o año menos, lo cierto es que las primeras fotos que hice con el anillo de extensión para la Nikomat fueron en color, con un rollo de Kodak ProImage 100, un tipo de película que cada vez me gusta más.
Hace unas semanas recibí algunos rollos de película en blanco y negro de muy baja sensibilidad. No os voy a poner aquí el tostón de explicar los detalles técnicos de este asunto. Ya tengo mi otro blog, donde los podéis leer en Película negativa en blanco y negro de muy baja sensibilidad – Leica M6 y Lomography Babylon 13. Aquí os dejaré algunas fotografías que hice paseando la ciudad y los parques de la misma con esta película, en un fin de semana en el que no siempre lució el sol.
Compré mi Leica Minilux en Seúl en octubre de 2017. Desde el primer momento fue una cámara con la que me sentí muy a gusto. Sin embargo, al poco de empezar a usarla leí que era propensa a ciertas averías. Por ello, durante estos años la he usado con parsimonia.
Pero es una cámara que realmente me gusta mucho. Los detalles técnicos no los voy a comentar aquí, los he mencionado en carloscarreter.es en diversas ocasiones, la última en la entrada más reciente que se refiere a las fotografías que os traigo aquí hoy en Problemas con la Leica Minilux; con un rollo de Kodak Portra 400. El caso es que la cámara se ha estropeado y no sé si volverá a funcionar. Ya veremos.
En cualquier caso, en el rollo que hice con ella en mayo, las fotos de hoy, había algunas realizadas en el barrio de Torrero de Zaragoza, lo que hoy día es el entorno de los lugares en los que viví y crecí hasta los cinco años de edad. Tengo otro rollo dentro de la cámara, que intentaré salvar. Ahora no consigo rebobinarlo ni extraerlo. Ya veremos que pasa.